Lecturas

30 Sep 2022

Naturaleza para ser menos salvaje

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¿Por qué cuando alguien se mimetiza con la naturaleza se decía antes que era uno o una salvaje? ¿El contacto con nuestro entorno natural nos aleja de la civilización o, por el contrario, nos añade nuevos valores? En Plantas contadas os recomendamos tres divertidas historias y una revista imprescindible donde la vida “salvaje” resulta rica, inspiradora y, cómo no, recomendable.  

En mi pueblo, cuando los niños corrían descalzos por el campo, su piel estaba dorada por el sol, y los cabellos hacía tiempo que no se acercaban a un peine, se decía que estaban “asalvajados”. El comentario podía ser malintencionado y referirse a familias que criaban a sus hijos e hijas de forma poco convencional. Pero la mayoría de veces no tenía un mal fondo y se usaba sobre todo en verano, cuando no hay horarios ni obligaciones, y la gente pasaba tiempo en las casas de campo. Era entonces cuando la chavalería, bastante acostumbrada de normal al contacto con la naturaleza por estar en un pueblo cerca de la montaña, se sumergía directamente en ella entre acequias, naranjos, riu raus e higueras, cogiendo caracoles, subiendo a los árboles, haciendo cabañas de ramas y disfrutando de los frutos directamente de su fuente de producción. Las rodillas estaban algo peladas pero valía la pena. Niños, plantas y animales, eran un todo y se daba un equilibrio perfecto. 

Hoy esta situación hay que ir a buscarla porque no se da tan fácilmente, ya sea porque las vacaciones se acortan y se acomodan a las de los padres y madres, ya sea porque por varios sufrimientos y peligros, reales o impuestos, la libertad infantil está bastante más acotada. Intentemos acercar a los niños y niñas más a la naturaleza y darles una vida más salvaje. Con estas publicaciones podemos hacer, aunque sea, un primer paso en esa dirección.  

En busca de lo salvaje  

Un niño y una niña dejan atrás su entorno urbano y se sumergen en lo salvaje para reflexionar sobre qué es. Con frases que son casi versos, paseamos por lo que se supone que es salvaje, y que puede ser tan diminuto que escape a nuestra vista o tan grande y exuberante que sea imposible de ignorar.  

Lo salvaje estimula nuestros sentidos, podemos embriagarnos de sus aromas, sentirlo en nuestra piel, escucharlo aprendiendo a descifrarlo, tocarlo y notar todo tipo de texturas… ¿Es peligroso lo salvaje? Puede serlo, claro, pero también es aventura, es descubrimiento y es disfrutar de aquello que tenemos a nuestro alcance. Además, está lleno de secretos que, si estamos dispuestos a buscarlos, pueden suponer un estímulo constante que no dejará que estemos dormidos.  

Aunque lo salvaje no está por todas partes, a veces está escondido bajo un orden asfaltado, recto, calculado y trazado. Bajo edificios, semáforos, atascos… ¿Hay lugar para lo salvaje en un espacio así? 

Una historia con la naturaleza “salvaje” inundando las ilustraciones para pintarnos una sonrisa mientras comprobamos cómo unas simples manchas verdes, de repente, pueden hacer que todo se vea diferente. Es nuestro lado salvaje, que despierta.  

Cómo hacer una casa en un árbol 

Todo aquello que necesitas para hacer una casa a un árbol es tiempo, y mirar hacia arriba.  

¿Así de sencillo? Y las herramientas, los materiales, los planos… No los encontraremos en este libro que invita más bien a imaginar y a soñar. Lo que sí que encontraremos son ganas de aventuras, muchos tipos de casas, diferentes paisajes, y niños y niñas por todas partes trabajando juntos en un proyecto común en el que apetece mucho participar.  

En esta historia entrañable sin final definido, el texto es prácticamente poesía, y solo hay que leer la primera frase para querer pasar todas y cada una de las páginas. Porque encontraremos torres desde las que ver el horizonte, nudos, ideas para jardineras, un cielo florido de estrellas, columpios, sacos de dormir, lluvia y sombras que no dan miedo. Un largo listado de cosas que los niños y niñas de las ciudades y pueblos grandes tienen cada vez más lejos. ¿Por qué no les invitamos a pensar en la posibilidad de tener su propio refugio, un lugar a su medida donde compartir juegos y secretos, donde huir hacia una vida en el que las casas están en los árboles? 

Una de nuestras preguntas recurrentes en las entrevistas verdes de espores.org es si el entrevistado o la entrevistada sabe subir a un árbol. Asumimos que con la edad vamos perdiendo esa capacidad de encaramar-nos a todo aquello que supone un reto. Ojalá que libros como este nos ayuden a mirar a los árboles no solo desde bajo cuando dejamos atrás la niñez.  

La tribu que apesta 

¿Crees que la tribu que huele mal será un mal ejemplo para tus hijos e hijas? Eso es porque todavía no has conocido a este grupo entrañable y anti sistema. Verás, sobreviven directamente de aquello que la natura les ofrece: frutos, bayas, peces… Se apañan a las mil maravillas: saben orientarse, buscan agua potable, hacen fuego, gestionan los residuos (incluso los que se han echado al río sin ninguna vergüenza), se hacen amigos de los animales… Sí, claro, hay una pega, los niños y niñas de la tribu son huérfanos y huelen mal.  

¿Que por qué huelen mal? Es evidente, ¿no? ¡Porque no se bañan! Y esta situación es inconcebible para los adultos, que quieren por todos los medios capturar a esta tribu y llevarles a un orfanato para que aprendan en mesas rectas y muy ordenadas, se laven en bañeras impecable, y se comporten como se tienen que comportar, y no como lo hacen en la tribu.  

Una historia divertida y tierna, llena de escenas delirantes, donde se chantajea con grandes pasteles y dulces, los pequeños y pequeñas están más espabilados de lo que parece, y nada es lo que parece. ¿La tribu que hace mal olor está desatendida y perdida? ¿O son los adultos quienes no quieren entender que no siempre tienen razón? ¿Llegaran a un acuerdo? Así que sí, que este es un toque de atención para repensar un poco nuestra mirada hacia la niñez, y para conversar sobre cómo el tiempo nos hace olvidar algunas cosas. Si leyendo este cuento en familia y viendo a la tribu que apesta, nos situamos indudablemente a favor de la tribu, es que en realidad sabemos que nuestro lado salvaje está gritando para salir.  

Pantera  

Esta impecable publicación se presenta como una revista sobre la naturaleza y las personas que la protegen, para los niños y niñas que sí salvarán en el planeta, y ya cuenta con siete interesantes números. Nosotros, al ver la florida portada del número cinco y la temática, mundo vegetal, nos hemos decidido sin duda a hablaros de la publicación a través de un ejemplar que camina en equilibrio entre revista divulgativa y libro ilustrado.  


Siempre hace ilusión recibir una suscripción en casa en papel, ahora que lo digital ha invadido nuestra forma de consumir información. Cristina Camarena, la editora de la revista, que lleva a sus espaldas otros proyectos editoriales originales y exitosos, conoce bien este sentimiento y sabe que si imprimimos en papel es porque aquello que producimos debe tener un valor que lo justifique y ser digno de querer ser conservado.  

¿Y Pantera lo es? Nos lo responderán las mismas ilustraciones coloridas y cuidadas hasta el detalle, los textos que profundizan en la botánica, sencillos pero igualmente interesantes, las propuestas de acción, las curiosidades, las ideas artísticas… efectivamente, todo esto quiere decir sí. En la revista encontramos de todo, ampliaremos conocimientos con las noticias, las curiosidades de las plantas, como la raíz de la mandrágora o la flor del beso, las carnívoras, los líquenes, esas maravillas que nos atraen cuando salimos al campo y que no son plantas, ¿y conoces a las tres hermanas, tres plantas que se cuidan entre ellas dentro de un mismo ecosistema?  

Además, con Pantera nos pondremos manos a la obra porque nos explican cómo hacer un herbario, consejos prácticos para crear un huerto en nuestro balcón, nos hablan del compost, nos dan apuntes de arte y naturaleza… Y la parte que más nos gusta, la que trata de seducirnos con la botánica, abrirnos los ojos, coger nuestro sentir y transformarlo. ¿Cómo? A través de cuentos e historias, pero también de unas plantas muy reivindicativas que nos hablan de sus derechos, en un universo verde y maravilloso, de consejos para escucharlas, que no nos hablan en un lenguaje que conocemos, ni mucho menos, por lo que tenemos que estar preparados y preparadas para cambiar la perspectiva, y con reflexiones para algo tan importante como parar. ¿Sabemos parar? Vayamos a comer en el campo, dejemos que nuestra mirada se pierda en el verde, notemos la hierba bajo nuestros pies, y dediquemos un ratito a la lectura de esta revista que nos hará disfrutar de la naturaleza desde las múltiples miradas de un espectacular caleidoscopio.  

Bibliografia

Megan Wagner Lloyd (2018). En busca de lo salvaje. Abigail Halpin (il.) Errata naturae. 26 pág.  
 
Carter Higgins (2018). Cómo hacer una casa en un árbol. Emily Huges (il.). Libros del zorro rojo. 32 pág.  
 
Elise Gravel (2017). La tribu que apesta. Magali Le Huche (il.) Litera. 26 pág.  
 
Revista Pantera (2021). Mundo vegetal (n. 5). Savanna Books. 85 pág. 

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Responsable de Cultura y Comunicación del Jardí Botànic UV
Me gusta la música, los libros, viajar, escribir, la divulgación científica e ir al cine con todas las consecuencias; hacer cola, comer palomitas... Me divierte ordenar con mis hijos la colección de coches de Cars. Nunca he comprendido las reglas del tenis y me da dentera cortar la pizza con tenedor y cuchillo.
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