Lecturas

22 Dic 2023

El libro ilustrado de naturaleza, el regalo perfecto

En #PlantesContades tenemos debilidad por los libros y por las plantas, y por eso nos parece que el mejor regalo que se puede hacer es un hermoso cuaderno ilustrado en el que perderse entre paisajes, frases y hojas, en un viaje sin billete de vuelta. Estos libros valen para un paseo, para una siesta, para el parque, para peques, para mayores, para comentar en un club de lectura, para todo. Y además, aunque todos nos parecen hermosos, es cierto que un regalo tiene que ofrecer, más que nada para guardar las apariencias (qué sería de las fiestas sin las apariencias), una cierta presencia. Por eso estos libros además de deliciosos, son bonitos. Lo son en el contenido, y lo son en la forma, así que os podéis ahorrar el papel de regalo y menos residuos al contenedor, que en estas fechas hay mucho derroche. Y no os olvidéis, hay muchísimos más, paseaos por vuestra librería de barrio y disfrutad.

Dicen que no hablan las plantas

Dicen que no hablan las plantes. Pero no es cierto. Hablan, nos hablan. Dicen, nos dicen: sin amor por el suelo que pisáis, el aire que respiráis, los mares que navegáis, los bosques que recorréis y los animales que os acompañan en el camino, no tendréis futuro ni luz.

El título de esta deliciosa propuesta poética ilustrada está dedicado al primer verso de un poema de Rosalía de Castro. No es cierto, concluye la escritora, que las plantas no hablen, porque murmuran y exclaman sobre ella. ¿Cuántas otras cosas nos dicen las plantas? ¿Han susurrado al oído de todos los poetas que se han inspirado en las flores, los árboles o el clima para llenar de rimas sus cuadernos? Decenas de poemas clasificados por estaciones vienen a responder a estas preguntas. A estas y a otras muchas, tantas como se nos ocurra formular. Porque si buscas bien, la poesía puede llegar a tener todas las respuestas.

Este libro supone reencontrarse con Federico García Lorca, Delmira Agustini, César Vallejo, Margarita Hickey, Miguel de Unamuno, Adela Zamudio, Ruben Darío, Sor Juana Inés de la Cruz, y hasta treinta y cinco voces, a cada cual más tierna y más certera. La selección de poemas está plagada de referencias a la primavera y al invierno, al tiempo, al vuelo de las aves, al verano alegre, al callado otoño, a los caminos que nos acompañan en nuestro recorrido propio. Los sentimientos que guardamos en las diferentes épocas del año, las emociones que nos puede suscitar un paseo al aire libre, están todas reflejadas en alguno de los versos que se plasman en el álbum.

Cada doble página es un momento detenido en sí mismo. Podemos leer el poema, sentirlo, compartirlo, pero será sin obviar la ilustración que lo acompaña, en un delicado equilibrio por aportar luz, o desasosiego, o sonrisa encendida, lo que corresponda a cada verso. Así entramos de puntillas en quienes vieron en la naturaleza, como tantos otros, un lienzo en blanco, pero no para su pincel en este caso, sino para su pluma. La rosa de otoño de Leopoldo Lugones, los pensamientos, también de otoño, de María Monvel, las mariposas de enero de Luis Gonzaga Urbina, la cigarra de Salvador Rueda, la plaza de invierno de Alfonsina Storni, y tantas otras referencias a la fuente infinita de inspiración que es la naturaleza.

Dicen que no hablan las plantas, pero no es cierto, y con este libro ilustrado nos convertimos en invitados privilegiados de su conversación. Podemos aportar lo que queramos, o simplemente, escuchar.

El día de la naturaleza

Los días son cortos y las largas y gélidas noches te anuncian que el invierno ya está aquí. El mundo ha cambiado de color: del verde al gris. Hay pocas señales de vida en el jardín o en los campos, ya que tanto las plantas como los animales se esconden del frío.

Hemos dedicado en esta sección algunas reseñas a libros que recogen el paso de las estaciones en la naturaleza, recomendándolos siempre por percibir nuestra fuerte desconexión de estos ciclos (actualmente incluso desdibujados por la oscilación de las temperaturas), y también por la necesidad de entenderlos para acercarnos a un mejor consumo de producto de temporada, a un descubrimiento de qué esperar cuando vamos al campo y por qué, y a una puesta en valor de lo que cada época puede ofrecernos. No solo es bonito el paisaje en primavera, si sabemos verlo y apreciarlo.

En El día de la naturaleza nos vamos a pasear por las cuatro estaciones y vamos a detenernos en cada detalle a un nivel inesperado, porque los autores nos muestran plantas, animales y relieve, sus formas y comportamientos, y las características del clima, todo en una lista de escenarios que se repetirán en cada una: el jardín, la huerta, el bosque, la masía, el campo, el estanque, la huerta y, finalmente, la calle, donde también hay elementos cambiantes en los parterres, en las copas de los árboles y en los balcones.

Así, la fruta madura de otoño es devorada por las avispas exploradoras, mientras las avellanas caen de los árboles, en el jardín se preparan para las heladas, se arrancan las cebollas y se celebra una alegre fiesta de la cosecha. Las ramas peladas invernales contemplan la alfombra de musgo, las ovejas se camuflan en la nieve, se cantan villancicos en las calles junto al muérdago y las ranas duermen en el fondo del estanque. Más adelante, los pájaros despliegan todos sus cantos en primavera ofreciendo un concierto que compite en protagonismo con el estallido de los brotes, los árboles frutales se cubren de flores blancas y rosa que caen al suelo como confetti y el agricultor prepara la tierra con su tractor para sembrarla. Y llega el verano, y con él los días largos y cálidos, las pasturas de los ciervos, las huertas a rebosar de colores para recolectar, los ratones robando pequeños granos y los frutales con las ramas doblegadas por el peso de los frutos que nos hacen la boca agua.

¡Qué rápido pasa el tiempo! En seguida llega un nuevo periodo, un nuevo ciclo. Quizá este álbum ilustrado nos ayude a detenernos un poco, a prestar atención a los cambios, y a ser conscientes de que cambiar de estación no es solo cambiar la ropa del armario.

A veces el bosque…

A veces el bosque… es un restaurante de miles de estrellas. El bosque nos abre sus puertas y nos ofrece manjares y remedios para nuestros males. El único pago requerido: coger tan solo lo necesario, respetar y no malgastar lo tomado, y dar gracias por el regalo.

Dicen los autores que este libro es para leer en la corteza de los árboles y en los misterios de tu mirada. Esta poética sugerencia nos da una medida de lo que vamos a encontrar en este álbum ilustrado, en el que un pequeño duende mimetizado con el entorno por su sombrero en forma de seta nos acompaña por todas las cosas que es un bosque al mismo tiempo. Y es que intuimos, pero no imaginamos en realidad, cuánta vida se esconde en el centro mismo de la densidad boscosa.

Nos vamos a encontrar con un cuento para descubrir cómo en el bosque aparecen relaciones de supervivencia y cooperación, cómo bailan los ritmos de las estaciones, de la luz y del agua, y qué papel tiene en todo esto el dichoso cambio climático. Estamos ante un mundo en miniatura, un verdadero universo formado por insectos, hongos, bacterias, musgos, líquenes. En definitiva, otro bosque pequeñísimo. También es un museo de trampantojos, con frutos no comestibles y hojas que no son hojas. Es una biblioteca, donde leer anillos en los árboles, donde aprender su historia. Es un juego de pistas, es un rastro infinito si sabemos seguir las huellas.

Y así, página a página, nuestros ojos se irán abriendo cada vez más ante los breves relatos que el duendecillo nos muestra en su viaje por todas las capas del bosque, no solo las más visibles, como las ramas de los árboles, los nidos y refugios de los animales, la hojarasca y, siguiendo hacia el fondo, toda la vida del subsuelo. Hay otras capas, porque el bosque es artista y nos regala obras inéditas, porque sabe guardar silencio cuando tiene que hacerlo, porque espera el momento adecuado, nos alimenta, es un reino que a la vez no tiene fronteras, inspira, atrae, cobija. Quizá al leerlo nos parece ofensivamente obvio, pero es muy posible que no naveguemos por esas capas si no hojeamos y saboreamos libros ilustrados como este.

Porque como sabiamente te recomiendan sus páginas, para leer este libro no solo hace falta un bosque, también un palo para inventar el camino, y tiempo, y preguntas, y dejarse asombrar. Nunca dejes de asombrarte, hasta por los diminutos detalles que esconde un inmenso bosque.

Territorio flor

Todo el mundo admira las flores, pero si emprendes este viaje sabrás muchas más cosas: que las flores se comen, se beben, se huelen, se ríen, se lloran; que las flores dicen te quiero, te odio, te pienso, soy tu amigo, quiero verte…

El mundo es un verdadero territorio flor. Las flores seducen en todas las culturas, adquieren simbolismo, aparecen en los momentos importantes, y llenan de color paisajes, tejidos, cuadros…  y este libro. Siempre hay algo nuevo que aprender de una flor, lo descubrimos por nuestra cuenta, quizá aparece en una película, nos cae como dato en una conversación. Por eso es interesante sumergirse en las páginas de este cuaderno que, a modo de pétalos, van enriqueciendo aún más el atractivo que despiertan las flores en nosotros.

Viajaremos a través de los cinco continentes con ellas, recorriendo costumbres y significados, viéndolas en su propio ambiente, siempre rodeadas en las ilustraciones de personas, animales, objetos y elementos representativos del entorno en el que las ubican. ¿De dónde es originaria la strelitzia o ave del paraíso y en qué clima se siente más cómoda? ¿Cuántas especies diferentes hay de passiflora? ¿Qué simbolizan los narcisos y cuánto duran en flor? ¿Cuándo florece la hortensia o cuál es la flor nacional de Italia? Dieciséis flores que sabemos identificar perfectamente, pero de las que seguramente lo ignoramos casi todo.

Este es un álbum de flores, es un álbum de postales, es la prueba de cómo están de presentes los ramos, las coronas, las guirnaldas, los arreglos y las floraciones salvajes en nuestro mundo. Su papel, en cada lugar y en cada época, es distinto, igual que el lenguaje que puede extraerse de su uso. Quizá eso ahora nos parezca extraño y sin sentido, pero en un momento en el que la comunicación nos une tanto, y al tiempo, nos deja tan solos, podría ser buena idea aprender a lanzar mensajes de otro modo, también con flores.

Bibliografia

Raquel Lanseros, Fernando Marías (2021). Dicen que no hablan las plantas. Raquel Lagartos (il.) Anaya. 131 pàg
Kay Maguire (2015). El día de la naturaleza. Danielle Kroll (il.) Editorial Brúixola. 79 pàg
Alex Nogués (2023). A veces el bosque... Ina Hristova (il.) Akiara books. 64 pàg
Mia Cassany (2018). Territorio Flor. Luciano Lozano (il.) Mosquito. 36 pàg

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Responsable de Cultura y Comunicación del Jardí Botànic UV
Me gusta la música, los libros, viajar, escribir, la divulgación científica e ir al cine con todas las consecuencias; hacer cola, comer palomitas... Me divierte ordenar con mis hijos la colección de coches de Cars. Nunca he comprendido las reglas del tenis y me da dentera cortar la pizza con tenedor y cuchillo.
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