Con pájaros en la cabeza… y los pies en la tierra
Conservar aves implica tener la cabeza atiborrada de pájaros. Pero también llena de todas aquellas interacciones que permiten que sean como paraguas para conservar una rica biodiversidad, paisajes vivos y prácticas agrícolas sostenibles. Las ONG como SEO/BirdLife muestran y demuestran que todo esto es posible desde el más absoluto rigor y compromiso.
A los ornitólogos se nos ha tildado durante mucho tiempo de tener la cabeza llena de pájaros. Hay que reconocerlo, es totalmente cierto. La ornitología es una disciplina de estudio en la que, como tantos otros casos, se nutre de afición, pasión y dedicación para conducir al conocimiento. No hace falta ser biólogo o ambientólogo para ser ornitólogo. El único currículo indispensable está forjado en el carácter: ser observador, sensible, nostálgico, paciente, emocionable, tener inquietudes, ganas de aprender… Sin embargo, la fragilidad y belleza de las aves, tan ligadas a cualquier rama del arte (valgan como ejemplos El jardín de las delicias de El Bosco o la Sexta Sinfonía de Beethoven), han conducido, en no pocas ocasiones, a banalizar los movimientos sociales y trabajos técnico-científicos enfocados a su respeto y protección. ¿Quién no ha escuchado o leído aquello de “cómo vamos a dejar de construir este –el lector puede poner aquí la infraestructura que desee- por un pajarito”?
Abejaruco europeo (Merops apiaster). Fotografía de Pablo Vera
Sin embargo, aquellos que tenemos pájaros en la cabeza, tanto real como figuradamente, por regla general la tenemos igualmente sembrada de hábitats, insectos, plantas, reptiles y mamíferos. Nuestros pájaros nidifican en lugares muy concretos, se mantienen esquivos a los predadores, buscan configuraciones adecuadas de hábitat y se alimentan en vuelo o entre la vegetación de tipos de presas muy concretos. Tal vez por eso nos duela la cabeza de vez en cuando.
Tener biodiversidad y ecosistemas en la cabeza no es ni mucho menos un mal endémico de los ornitólogos. Afortunadamente. En los últimos 50 años cada vez más asociaciones abren sus miras de trabajo hacia lo ecosistémico. Y no es precisamente debido a un cambio en el conocimiento en marcha estos conocimientos. El panorama ambiental ha cambiado mucho desde aquellos años, y las organizaciones ambientales han sabido sumarse al cambio apostando por aumentar notablemente su perfil técnico. Han sabido mantener su capacidad crítica, pero al mismo tiempo ofreciendo rigor y compromiso con la sociedad. Sólo de esta manera se puede actuar proactivamente y proponer medidas contra, por ejemplo, el cambio climático, u ofrecer soluciones alternativas a proyectos que generen agresiones al medio natural o al entramado social que vive intrínsecamente relacionado con la naturaleza, como agricultores, ganaderos o pescadores.
En este sentido, para aquellos que tenemos pájaros, hábitats, paisajes y gente en la cabeza, SEO/BirdLife, la Sociedad Española de Ornitología, la ONG conservacionista más antigua de España, supone un claro referente. Permitidme que presente a esta gran familia de la que formo parte, primero como voluntario, luego como socio, y desde hace unos años, además de todo lo anterior, también aportando mi granito de arena desde el punto de vista técnico. Desde 1954, año de su fundación, las miles de personas que forman parte de SEO/BirdLife (socios, voluntarios, trabajadores, simpatizantes), se dedican con todo su empeño a conservar las aves y sus hábitats. Pero si algo nos distingue como sociedad es el firme compromiso con el resto de ella (no olvidemos que el patrimonio natural es una cesión de todos nuestros padres y futura cesión a todos nuestros hijos), y por el tremendo rigor y carácter técnico de cualquier trabajo desarrollado.
SEO/BirdLife es el reflejo del panorama de la conservación en la actualidad. En cada uno de sus acciones e iniciativas se manifiesta que no solo son aves lo único que importa. Las aves forman parte de ecosistemas, por lo que fomentar, conservar y concienciar sobre ellos es la base para la conservación efectiva de las aves. De lo contrario, ¿cómo se pueden aplicar medidas de conservación para el zarcero pálido sin tener en cuenta la dinámica fluvial, del abejaruco europeo sin contar con la disponibilidad de abejas, zánganos y abejorros, o de la curruca tomillera sin contar con la dinámica de sucesión de la vegetación preforestal mediterránea?
Hembra de pato colorido (Netta rufina) con sus pollitos. Fotografía de Pablo Vera
Fruto de su visión multidisciplinar y su carácter técnico, las organizaciones ambientales han crecido estableciendo colaboraciones y apoyos con universidades y entidades científicas. Y como los ejemplos sobre el papel no valen para (casi) nada, cito unos ejemplos. A pie de campo, con el objetivo de mejorar las poblaciones del urogallo cantábrico, las principales acciones se dirigen a la recuperación del arándano y conservación y mejora de su hábitat, gestionando la vegetación para fomentar estados maduros de robledales y hayedos. Por otro lado, siendo la calidad del agua la principal amenaza para la biodiversidad de l’Albufera, es el seguimiento conjunto de vegetación acuática, peces y aves el que da las claves para mantener las praderas de macrófitos sumergidos que son el sustento de aves de interés como el pato colorado o la focha común. No podemos olvidar otras iniciativas demostrativas de agricultura ecológica combinadas con conservación de aves y flora esteparias en la reserva ornitológica de El Planerón y en humedales en el caso de la reserva ornitológica de Riet Vell. Al fin y al cabo, se trata de conservar ecosistemas y personas.
Pero también cada uno de nosotros somos usuarios del medio natural. Por ello, la búsqueda, desarrollo y puesta en práctica de alternativas sostenibles a la convivencia entre sociedad y naturaleza son fundamentales, prueba de ello son proyectos para el desarrollo rural sostenible, como el turismo ornitológico, etiquetados de productos de la Red Natura y/o que promueven y conservan la biodiversidad, etc.
Avutarda (Otis tarda). Fotografía de Pablo Vera
Tal vez, después de entender cómo el urogallo cantábrico depende del arándano, el pato colorado de los ciclos biológicos de las plantas sumergidas y los macroinvertebrados acuáticos que en éstas se refugian, o de cómo una gestión agrícola sostenible puede permitir una producción de calidad manteniendo poblaciones de fumareles cariblancos, avutardas o sisones, quedará demostrado que, sin duda, los ornitólogos tenemos la cabeza llena de pájaros, pero nadie podrá decir que no tenemos los pies en el suelo.