Conservación

12 Abr 2014

Semillas y aliados alados

Curruca capirotada (Sylvia atricapilla). Agustín Povedano (www.flickr.com/photos/decadiz/6378101139/in/photostream)

Los viajes de las semillas de unas tierras a otras son fascinantes, pero pueden serlo aún más cuando su transporte son las aves. Éstas trazan sus rutas de migración, siendo nuestros bosques auténticas áreas de servicio. Así, las semillas se envuelven de apetecibles y carnosos frutos y aprovechan el paso de las aves para llegar muy lejos.

La anemocoria es el conjunto de estrategias que utilizan las semillas para dispersarse grandes distancias y colonizar nuevos ambientes. Las semillas pueden presentar desde estructuras aladas, como pueden ser las sámaras de los fresnos, a estructuras globosas donde se acumula el aire para facilitar el transporte, como en el caso de las Colutea, pasando por acumulaciones de pelos que facilitan su dispersión por el viento, como es el vilano de las semillas del diente de león. En otros casos, la dispersión es mecánica, donde un leve roce de un animal activa el lanzamiento masivo de semillas, como ocurre en bastantes especies de ambientes alterados o cambiantes, como son las praderas pioneras o ruderales, como las amapolas o el pepinillo del diablo.

 

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Frutos de espantalobos (Colutea arborescens)

 

Sin embargo, una de las características más interesantes de muchas especies vegetales de nuestros bosques y matorrales es su estrecha relación con otros organismos para poder dispersar sus semillas, la zoocoria. Los matorrales y bosques mediterráneos quizá no sean los ambientes en los que exista una mayor presión adaptativa por colonizar nuevas áreas, pero para una planta, dispersar sus semillas a varios, o incluso centenares de kilómetros, resulta en ocasiones una gran ventaja. Ya que así alcanzan nuevos ambientes en los que la nueva planta no competirá con la planta madre, y encontrará un área con organismos genéticamente diferentes, con las ventajas (y desventajas) que esto puede conllevar (una mejor adaptación al medio en un ambiente cambiante o colonización de nuevas áreas tras una perturbación). Por ejemplo, aquí encontrareis la reseña de un interesante estudio en bosques cantábricos.

 

Como en todos los ecosistemas, los diferentes seres vivos se encuentran relacionados y dependen enormemente entre ellos. Así, las aves dependen de la vegetación y resto de fauna, y ambas dependen de las aves. Por ejemplo, según las regiones mediterráneas, se estima que entre el 32 y 64% de plantas leñosas del matorral y entre el 20 y 95% del resto de plantas leñosas, se dispersan gracias a vertebrados como las aves.

 

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Petirrojo (Erithacus rubecula). Imagen de Pablo Vera

 

Principalmente las aves de pequeño y mediano tamaño, como los petirrojos, zorzales, currucas, collalbas, alcaudones, mosquiteros, etc, tienen en el Mediterráneo una de las principales rutas para la migración (flyway). Por su localización, las dos rutas migratorias mayoritarias en Europa pasan por la Península Ibérica, acogiendo a cerca de la mitad de aves migratorias europeas y generando uno de los puntos de mayor concentración de aves migratorias en el continente. La migración es uno de los momentos más importantes de la vida de las aves migratorias, en lucha eterna por su supervivencia. No en vano, cada otoño, varios millones, ante la llegada del frío, ven reducida la disponibilidad de alimento por las condiciones meteorológicas: temperaturas muy bajas que hielan el agua, endurecen o cubren de nieve el suelo, causando que no se pueda beber o buscar alimento. Por ello, estas aves se ven obligadas a viajar al Hemisferio Sur, donde encuentran mayor disponibilidad de alimento y un clima más suave.

 

Especialmente durante la migración postnupcial de las aves (septiembre-noviembre), aunque también ahora mismo, durante la migración prenupcial, nuestros bosques suponen auténticas estaciones de servicio para las aves migratorias. Son ambientes en los que abundan tanto insectos como frutos con pericarpos comestibles y de vivos colores, como el madroño, mirto, durillo, aladiernos, espinos, lentisco, muérdago, enebros… Estos frutos suponen para las aves una fuente importante de proteínas para recuperar la condición física y reemprender su migración. Son las currucas cabecinegras y capirotadas, pinzones, mirlos, zorzales y petirrojos las aves que desempeñan un papel más importante para dispersar las semillas de los frutos de los que se alimentan.

 

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Zorzal común (Turdus philomelos). Imagen de Pablo Vera

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Frutos de madroño (Arbutus unedo) comidos por aves y mamíferos. Imagen de Pablo Vera

 

Así, varias especies de plantas se encuentran adaptadas para aprovechar el multitudinario paso de aves migratorias, ofreciendo en ese período sus semillas envueltas en un sabroso y carnoso fruto para subirse a lomos y buche de las aves. Un engranado juego en el que todos ganan, y supone uno de los mecanismos mediante el que los matorrales mediterráneos perduran en el tiempo e introducen diversidad genética en sus poblaciones.

 

Sin embargo, es un mecanismo que, como la mayor parte de los que tienen lugar en la naturaleza, viene perfeccionándose a lo largo de decenas de miles de años y se encuentra en un delicado equilibrio para generar el máximo beneficio a ambas partes. Es por ello que los planes de conservación de unos y otros no pueden realizarse sin tener en cuenta que están estrechamente relacionados, pero a la vez, la protección a nivel local de plantas o aves tiene un efecto paraguas sobre el otro.

 

En este sentido, el hecho de que las aves migratorias realicen sus viajes año tras año en las mismas fechas y utilizando los mismos lugares de parada para descansar y alimentarse, ha favorecido que desde tiempos inmemoriales los humanos aprovecharan este recurso para su alimentación. Sin embargo, hoy en día, en pleno siglo XXI, cuando no existe una necesidad real de alimentarse de aves cazadas, cazadores furtivos se aprovechen de la debilidad y cansancio de las aves migratorias durante sus paradas para capturarlas o matarlas.

 

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Un problema que, por su carácter furtivo, es mayor del que se piensa. No en vano, sin ir más lejos, cada año mueren cientos de miles de aves migratorias en España. El problema de la caza ilegal de aves migratorias tiene lugar a lo largo del Mediterráneo, pero se concentra en aquellos lugares privilegiados donde son más abundantes estas aves: España, Italia y Grecia. En este marco, se está desarrollando el proyecto LIFE Un refugio seguro para las aves silvestres, para conservar las aves migratorias y sus rutas luchando contra la caza ilegal. Un problema que, como hemos visto, no afecta únicamente a las aves, sino a toda la biodiversidad que se encuentra estrechamente relacionada con ellas, así como hábitats y paisajes que se conforman gracias a estas interacciones.

 

Por tanto, podemos sentirnos orgullosos del enorme valor de nuestro entorno. Pero por otro lado, debemos fomentar la responsabilidad del mantenimiento de los ecosistemas y de los usos tradicionales sostenibles con el medio natural y sus valores. Esta responsabilidad resulta fundamental no sólo para conservar la biodiversidad ibérica o mediterránea, sino también la europea, de la que todos y cada uno somos custodios.

Biólogo por (de)formación y máster en Biodiversidad. Técnico de SEO/BirdLife
Trabajé como botánico pero se me llenó la cabeza de pájaros. No sé qué es el tiempo libre y nunca uso peine. Sufro los efectos psicológicos de "Tiburón" y no puedo bañarme en lugares donde no me veo los pies. Me pregunto cómo se consigue agujerear las aceitunas, meter anchoa dentro y volver a taparlas.
extern Colaborador Externo
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