Plantas del Estanque de Pujol (Parque Natural de la Albufera), refugio del Chorlitejo patinegro

Estany del Pujol
Estanque del Pujol (Parque Natural de la Albufera)./ Mª José Aguilar.

A principios de mayo, mientras los ciudadanos valencianos seguíamos confinados en casa por la crisis sanitaria de la COVID-19, una pequeña y frágil ave marina, el Chorlitejo patinegro (Charadrius alexandrinus) elegía las orillas del Estanque artificial de Pujol para nidificar. Por primera vez en muchos años, esta zona del Parque Natural de la Albufera reunía las condiciones óptimas para que estas aves se decidieran a poner sus huevos en la orilla del estanque, ya que, habitualmente, se trata de un espacio natural con elevada presencia humana, debido a la cercanía de la ciudad de València y de la presión urbanística del entorno.

Nuestro encierro ha sido, sin lugar a dudas, beneficioso para la naturaleza; no solo para las aves que nidifican en el suelo, sino para la vegetación que, liberada del pisoteo continuo, se ha podido desarrollar adecuadamente durante una primavera generosa en lluvias que han asegurado así el adecuado desarrollo vegetal con nuevos y energéticos brotes. La orilla del estanque es un refugio perfecto para las aves limícolas, cuyos nidos realizan en el suelo para depositar sus huevos, que bien pudieran confundirse con las piedras i de los que emergen unos pollos que se mimetizan perfectamente tanto con la vegetación como con el terreno, pequeñas y grandes rocas que dispersadas por la arena generan el perfecto paisaje para su desarrollo. Por estas y otras muchas razones ambientales, cada año eligen nuestro querido parque natural ingentes variedades de aves, para perpetuar su especie gracias a la transmisión genética, a las generaciones futuras que, muy probablemente, volverán a elegir este espacio natural para seguir la labor evolutiva, si es que se lo permitimos.

En las orillas del estanque, dos especies vegetales, de las que hablaré más adelante, han jugado un papel crucial en la evolución favorable y desarrollo de los pequeños y juguetones pollos del chorlitejo (elegida ave del año por SEO-Birdlife debido a su declive poblacional de los últimos años), del charrancito (Sternula albifrons) y también de la cigüeñuela (Himantopus himantopus). A ellas, las aves de nuestro ecosistema más valioso, va dedicada esta nueva ruta biológica, mi primer paseo postconfinamiento, en el que me acompaña Yanina Maggiotto, guía de ornitología de “Visit Natura” (https://visitnatura.com/)

A la izquierda el Chorlitejo patinegro incubando, en el centro el Chorlitejo patinegro pollo y a la izquierda el Chorlitejo patinegro adulto./ Mª José Aguilar.

El recorrido hasta llegar al Estanque de Pujol transcurre por el itinerario histórico de la Gola de Pujol, recientemente restaurado bajo criterios de diseño universal, por lo que es apto para toda la ciudadanía. El acceso al sendero en vehículo a motor se realiza desde la CV-500 dirección Valencia. El desvío está antes de llegar al embarcadero del lago de la Albufera, punto muy conocido por todos, ya que desde ahí se observan unas puestas de sol increíbles.

Las personas con movilidad reducida que accedan a la zona mediante vehículo propio podrán aparcar en una de las dos plazas PMR disponibles. También existe la posibilidad de utilizar el transporte público, con varias líneas tanto desde los pueblos ribereños de la Albufera como desde la ciudad de Valencia.

El itinerario, mejorado mediante entarimado de madera con zonas en relieve y zócalo, consta de siete paradas o puntos de información, etnografía, historia, usos y biodiversidad, que están explicados mediante señalética táctil en relieve con indicaciones de macro-caracteres contrastado y en braille. Todo en su conjunto genera un espacio natural saludable para todos, en el que mantener la distancia de seguridad y disfrutar de la maquia mediterránea no es una quimera sino una realidad alcanzable para aquellos que, por razones físicas, sensoriales o psíquicas, no se atrevieran a salir al campo.

Entarimado del itinerario histórico de la Gola del Pujol (Parque Natural de la Albufera)./ Mª José Aguilar

Al finalizar los aproximadamente 700 metros de camino entarimado, observaremos a la izquierda el Estanque de Pujol. En esta zona el camino transcurre por la propia área del terreno y a ambos lados podremos observar el junco (Juncus acutus L.) y la salicornia (Salicornia ramosissima J. Woods), ambas especies objeto de este artículo.

Juncus acutus y Salicornia ramosissima./ Mª José Aguilar.

El Juncus acutus o junco espinoso es la clásica planta de la Albufera y en las inmediaciones del estanque se observa cómo forma grandes y densas matas. Su inflorescencia es compacta y al madurar desarrolla numerosos cápsulas brillantes. Una de estas matas ha sido la protagonista y refugio de los pollos de chorlitejo, ya que al localizarse en la orilla del estanque, sus progenitores podían tener visualmente localizados a los pequeños y ellos, ante el peligro, refugiarse entre sus tallos.

A la izquierda detalle de la planta completa de Juncus acutus y a la derecha frutos de Juncus acutus./ MªJosé Aguilar.

Finalmente, encontramos la Salicornia ramosissima, conocida comúnmente como alacranera de las marismas, hierba de cristal, hierba del jabón, hierba salada, lechuguinas, pollo, polluelo, polluelo ramoso. Reconoceremos con facilidad esta especie asociada al junco espinoso, con quien forma grandes manchas vegetales en los suelos salinos de las inmediaciones del estanque, como con el junco marino en la zona restringida a los viandantes. Sus ramas están articuladas en nudos y son carnosas, tienen un característico color verde intenso que, a medida que avanza el verano, va cambiando a color rojo. Sus hojas se han reducido a escamas, fruto de la adaptación a los espacios salinos donde se desarrolla. Sus tallos tiernos son bastante sensibles al pisoteo de la gente y de los animales y como alguno de sus nombres comunes indica, tienen un gusto salado, puesto que tienen la capacidad de absorber el agua con grandes concentraciones de sal que excretan.

Salicornia ramorissima./ Mª José Aguilar.

El fin de la ruta no es otra que detenerse frente al estanque, darle tiempo al tiempo para observar, respirar y gozar de la generosidad de la naturaleza salvaje, que con un poquito de calma y sosiego nos recibe así de hermosa, rebosante de vida. No olvides tus prismáticos si quieres pasar un rato divertido viendo a los nuevos miembros del estanque corretear.

Finalmente, no quiero perder la ocasión para recordar, que estamos en un parque natural y la legislación es muy clara y contundente al respecto: los animales domésticos deben de ir atados. Bajo ningún concepto se puede sobrepasar el cordón para acceder al estanque. Pasear en silencio, no lanzar piedras y, por supuesto, no dejar basura. Liberemos este hermoso lugar de la peor huella humana, la basura.

Cartel informativo y bolardos para delimitar las zonas protegidas./ Mª José Aguilar.

¡Hasta la próxima ruta botánica!

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Licenciada en Ciencias Ambientales por la UPV
Me encanta escalar, el pajareo y los árboles. Nunca recuerdo los autores de los libros que leo y me dan mucho miedo las hormigas porque de pequeña tuve un pequeño incidente con ellas. No entiendo por qué la gente deja basura en los espacios naturales y sueño regularmente que soy un albatros y puedo volar muy alto. Me confieso adicta a la crema de manos.
extern Colaborador Externo
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