Etnobotánica Plantas

23 Feb 2024

La fruta más jugosa: la granada

Con un poco de retraso, porque en espores pensábamos hablar de la granada en otoño, os traemos una planta de fruto fascinante. Encontramos granadas en cualquier punto que alcance la etnobotánica, como la mitología, la alimentación, las artes, la simbología, los utensilios... ¿Qué recorrido hizo esta planta hasta reunir tanta fama? ¿Cuáles son sus variedades? ¿Cuál es la granada más famosa? Nos quedamos con sus colores y sabores para ir abriendo boca con una nueva entrega de Daniel Climent, siempre dispuesto a ir un paso me allá en todo el que creemos conocer de una planta.

El granado, Punica granatum, es una planta de lo más interesante desde el punto de vista etnobotánico. En cuanto a su nombre, en las comarcas meridionales valencianas, solemos usar tanto “mangraner” como “mangrana, con una ‘n’ epéntica añadida a la más etimológica versión de granado o granada. Con este arbusto o árbol caducifolio, a lo largo de los siglos hemos sabido crear vínculos que van más allá de las puramente agronómicos. Vínculos que han cristalizado en un poliedro cultural de anchísimo espectro en que además de los aspectos botánicos cobran especial relevancia los de carácter etnobotánico, como la farmacología, la agronomía, la alimentación, la bioquímica, la cosmética, la cestería, el abonado de pieles, la tintorería, la ornamentación, la historia, la mitología, las religiones, la literatura, las artes plásticas, la lingüística, la paremiología, la historia, la simbología, la heráldica, la numismática, la vexilología (banderas), los juegos infantiles… y vamos a parar por no cansar a quien está leyendo.

En origen, el granado era un arbusto caducifolio y espinescente distribuido de manera natural del Cáucaso a el Himalaya, y que hacía un fruto, la granada, de interior comestible. Más tarde, al ir perfeccionando las técnicas agronómicas, se obtuvieron cultivares de arbolitos con pocas espinas y frutos más accesibles. Unos frutos, hay que decirlo, que son una rareza dentro del mundo vegetal: un fruto de piel coriácea y forma peculiar, una balàustia, un tipo de bolsa de cuero que contiene en el interior múltiples semillas rodeadas de una pulpa traslúcida y jugosa; unos arilos con diferentes gradaciones entre dulce y ácido, y de colores que van del rosa pálido hasta el rojo intenso, y agrupados y compartimentados por membranas semitransparentes.

Un cromatismo interior tan bello que incluso ha servido como metáfora en poemas de tanta sensibilidad como el bíblico “Cántico de los cánticos”, en que el amante le dice a su amada: «Tus mejillas son cómo granos de granada» (Cántico de los cánticos, 4,3; 6,7), la cual, en respuesta, cuchichea a su pretendiente «…y yo te daría a beber vino perfumado y el mosto de mis granadas» (Canto. 8,2).

Hicieron falta, eso sí, siglos de mejora por selección de mutantes más grandes y dulces, unos avances que tenemos que agradecer a los diestros agricultores sumerios, acadios, caldeos (babilónicos), hindúes y egipcios. E incluso a los asirios (alta Mesopotamia), que asociaron la abundancia de los grandes contenidos en la granada con su dios de la fecundidad, Rimon. Una divinidad que más tarde adoptaron como propia los sirios (entre Anatolia y Arabia), fenicios y cananeos, y que tenía su santuario principal en Damasco, la capital de Siria.

El gusto de los fenicios por las granadas hizo que distribuyeron su cultivo por las orillas del Mediterráneo y en particular por una de sus fundaciones, Cartago. Y fueron los púnicos o cartagineses, herederos de los fenicios de Tiro, quienes impulsaron y mejorar extraordinariamente el cultivo de los granados bajo la dirección de uno de los mayores agrónomos de la antigüedad, Magó (s. III a. C.). La exportación de las granadas fue una de las actividades más lucrativas de los cartagineses hasta el punto que las granadas fueron conocidas por todas partes como malum punicum, “manzanas púnicas”.

El granado llegó a ser tan representativo de Cartago que Escipión el Africano, después de derrotar Anibal en Zama, plantó un granado en el Quirinal romano en conmemoración de la batalla. Y lo hizo en el templo dedicado al dios de la guerra Quirí (el equivalente a Marte), en dirección al cual se abrió una avenida llamada justamente Vía ad malum punicum (actualmente Vía delle Quattro Fontane).

En cuanto a nuestra casa, tenemos constancia de la antigüedad de su cultivo en el mediodía valenciano, en la comarca del Baix Vinalopó. De hecho, en el yacimiento arqueológico de l’Alcúdia (el mismo donde se encontró la Dama de Elche), se han descubierto granadas carbonizadas del s. I a. C., y cerámica de la época ibérica tardía (s. II-Y a. C.) con grabados de granada, fáciles de identificar teniendo en cuenta la peculiar morfología del fruto.

Siglos más tarde, también los musulmanes desarrollaron una especial querencia por las granadas y los granados, prefiguraciones del paraíso o jannah, en el cual «habrá fruta, palmeras y granados» (sura 55,68, Corán:). En consonancia, los agrónomos andalusís se esforzaron en conseguir granadas de la mejor calidad, como queda patente en el ‘Tratado de agricultura’, del sevillano al-Awam (s. XII-XIII), o al estudiar los antiguos jardines andalusís, o al visitar los actuales marroquíes.

Granados en el Camp de Elche.

Unos jardines y huertos que incentivaban todo tipo de experimentos agronómicos, algunos de los cuales heredamos en nuestras tierras más meridionales con variedades como por ejemplo el albar, buena para comer a pesar de que ligeramente más agria que dulce; la dulce albar, de granos gordos y muy dulces; la agria, pequeña, de piel rojiza y cata ácida; la preciosa, grande, roja, agria y pinyolenca, de maduración tardía; la tendral, la de más calidad, de granos gordos, semillas pequeñas y mucho zumo, a pesar de que de corteza tan fina que queda marcada al menor golpe; la pinyolenca, con más hueso que aril; i la Sacaries, pequeña y muy dulce.

Capítulo aparte merecerían las variedades que escapan de los cultivos, las naturalizadas por los márgenes de acequias y canales; en estos casos tiene tendencia a recuperar el aspecto original, arbustivo y espinescente, con granadas más pequeñas, de granos no demasiado rojos, menos jugosas y de cata ácida. En nuestro caso, esos ejemplares asilvestrados reciben en Elche (el Baix Vinalopó, País Valenciano) el precioso nombre de salleiers o de sallei refiriéndose a la expresión “de sa llei”, en el sentido de que “van a lo suyo”, sin que nadie las cultive. Y, sobre todo, está la variedad de la mollar, el icono del campo de Elche, muy cultivada también en las comarcas vecinas de l’Alacantí y el Baix Segura, siendo la variedad más producida en todo el estado y la más exportada.

I todas estas variedades van junto a otra ‘Mangrana’, ahora simbólica, la del Misterio de Elche: una ‘nube’ articulada que se abre en gallones y desciende para recoger y subir al cielo en cuerpo y alma (Asunción) para coronarla a la Virgen María recientemente muerta. El drama sacro, el Misterio de Elche, se representa los días 14 y 15 de agosto; es el único de técnica medieval interpretado desde hace más de quinientos años, y ha sido declarado por la UNESCO Patrimonio cultural inmaterial de la humanidad.

La “Mangrana” del Misterio de Elche, abriéndose con el ángel que desciende del cielo./spania.no

De las características organolépticas de la ‘mollar’ hay que destacar la dulzura tan equilibrada, un hueso tan blandito que casi no se nota, y el color exterior, que oscila del crema al rojo intenso (en función de la exposición al sol que ha tenido la fruta en el árbol). No es, sin embargo, la más cultivada a nivel internacional, puesto que los gustos por los diferentes tipos de granadas difieren notablemente de unos países a otros: en los países mediterráneos y parte de Europa se prefieren las variedad ‘dulces”, como fruta de postres. Pero, en los países anglosajones, centroeuropeos y escandinavos, se decantan por las más agrias o agridulces, para ensaladas, zumos y bebidas refrescantes como por ejemplo la granadina, un jarabe muy agradable y refrescante, además de ser útil para tratar las afecciones de garganta. El resultado es que en cuanto a las más de quinientas variedades existentes, la más cultivada al mundo es la wonderful, ácida, con un hueso más marcado y de color rojo intenso, tanto los arilos interiores como la cubierta exterior.

Puesto ambulante al zoco de Marraqueix y té de granada (Turquía). Vicent Oncina Climent

Así pues, disfrutemos de las granadas, claro. Pero también de todo aquello que los humanos hemos sabido crear inspirados en ellas, desde los cultivos remirados hasta excelsas poesías y, ¡como no!, obras pictóricas como estas dos con las que cerramos el artículo.

Izquierda, “Bodegón con granadas” (medios del s. XVI) de Antonio Ponce. Museo de Prado. Derecha, “Bodegón con granadas, manzanas, acerolas y uvas en un paisaje” (1771), de Luis Egidio Melendez./ museodelprado.es

El goce palatal de los frutos, como también el poético y el pictórico conscientemente entendidos también forman parte de la etnobotánica. De una etnobotánica afectiva que también conviene reivindicar.

Este artículo ha sido escrito con Vicent Oncina Climent, ingeniero técnico agrícola por la Universidad Miguel Hernández de Elche, que dedicó el proyecto de fin de carrera al cultivo de los granados.

Recursos e información complementaria

Referencias

Quadre “Bodegón con granadas”
Quadre “Bodegón con granadas, Manzanas, acerolas y uvas en un paisaje”

Videos

Magrana, mitologia i literatura
La magrana i la història
La magrana i la simbologia
Etnobotànica infantil i ús dels badocs de magraner

Bibliografía recomendada (ordenada cronológicamente)

Font Quer, P. 1978. Plantas medicinales. El Dioscórides renovado. Labor. Barcelona.
Climent, D. 1985. Les nostres plantes [comarques meridionals valencianes]. Institut d’Estudis Juan Gil Albert. Diputació d’Alacant.
Climent, D. 1992. Les nostres plantes. Una aproximació multidisciplinar al món vegetal de les nostres terres [Països Catalans]. Editorial Aguaclara. Alacant.
Melgarejo, P. & Martínez, R. El granado. 1992. Ediciones Mundi-prensa.
Zurriaga, F. & Climent, D. 2012. Herbari. Viure amb les plantes. Universitat de València.



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Profesor de Ciencias de la Naturaleza. Investigador y divulgador etnobotánico.
Autor de artículos en Mètode y libros de etnobotánica. Conferenciante sobre temas de divulgación científica, etnobotánica y antropología cultural.
extern Colaborador Externo
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