La flor nacional de Argentina
Hay un árbol de la familia de las leguminosas muy apreciado por su belleza y significado cultural en países como Argentina y Uruguay. Se le llama comúnmente ceibo, árbol del coral, pico de gallo, bucaré, gallito... Es originario de Sudamérica, concretamente de Argentina, Uruguay, Brasil y Paraguay. Su flor es la flor nacional en Uruguay y, desde 1942, también la de Argentina. La leyenda de Anahí cuenta el origen simbólico de esta especie y su significado en la cultura popular. ¿Quieres saber más? Lee a Carmen Lopez...
El ceibo es un árbol que puede llegar los 10 m de altura, con una corteza clara que se va oscureciendo conforme el ejemplar va envejeciendo, y de hoja caduca. Las hojas son compuestas y largas, llegando a medir casi 30 cm. Las flores nacen en las ramas verdes de cada nueva temporada. Aparecen en el mes de mayo, formando inflorescencias que dan aspecto de racimos de color rojo carmín intenso contrastando con las ramas sin hojas. Estas agrupaciones recuerdan a la cresta de un gallo, de ahí que la especie se llame Erythrina crista-galli L. Erythrina deriva del griego erytros “rojo”, crista-galli deriva del latín y significa “cresta de gallo”. El fruto es una legumbre de unos 15-20 cm que está presente en el árbol hasta octubre.
La flor de la Erythrina crista-galli L es la flor nacional de Argentina desde 1942, tal y como se recoge en el Decreto del Poder Ejecutivo de la Nación nº 138474/42 (23 de diciembre de 1942). El 22 de noviembre se conmemora en Argentina el Día de la flor Nacional o Día del Ceibo. Una comisión presidida por el Dr. Ricardo Helman y compuesta por profesores e ingenieros realizó estudios a fin de justificar la elección y elaborar el Decreto. La comisión constató que en instituciones civiles y militares se plantaba un ceibo junto al mástil de la bandera nacional como símbolo y tradición, e indicó que el ceibo es una especie que por sus características botánicas “ha contribuido a la formación geológica del delta mesopotámico”.
También en consulta popular fue la flor preferida por sus características botánicas, artísticas e históricas. Tiene presencia en el folklore tradicional (leyendas, poesía, letra de canciones, …) y, además, su color aparece en el escudo del país. El ceibo es una especie que se puede encontrar por toda Argentina, por lo que su flor es conocida y admirada por toda la ciudadanía.
Leyendas sobre el origen de la flor del ceibo
La leyenda de Anahí cuenta el origen simbólico de esta especie y su significado en la cultura popular. Probablemente el nombre “Anahí” es de origen guaraní y puede significar varias cosas: ana-i (pequeño pariente), angai (pobrecita … Su grafía no es segura y por tanto puede ser que haya sufrido transformaciones del original.
Cuenta la leyenda que una india guaraní llamada Anahí pertenecía a una tribu indómita y vivía en la selva rodeada de su gente, el río, los pájaros y la espesa vegetación. Anahí no era agraciada pero era noble y tenía una voz tan dulce que hasta los pájaros callaban para escucharla cuando cantaba en los bosques y cerca del río. Un día llegaron a su tierra guerreros guaikuru al servicio de los españoles con el objetivo de llevarse cautivos y, tras la lucha, la apresaron. La ataron a un poste del cual se liberó y mató al guardia. La volvieron a apresar y fue condenada a morir en la hoguera. La ataron a un tronco y fue quemada viva. Cuando las llamas envolvieron el cuerpo de Anahí, esta comenzó a cantar con tanta dulzura que los soldados enmudecieron del asombro. Al amanecer, el tronco al que fue atado Anahí se había transformado en un árbol de corteza rugosa y en sus ramas había manojos de flores rojas hermosísimas. Y así cuenta la leyenda el nacimiento del ceibo. El Ceibo representa el espíritu de Anahí, indomable y altivo.
La canción de Osvaldo Sosa Cordero (1906-01986), nacido en Concepción (Argentina) cuenta la leyenda con otra versión:
Anahí,
las arpas dolientes hoy lloran arpegios
que son para ti.
Anahí
recuerdan acaso tu inmensa bravura
reina guaraní.
Anahí
indiecita fea de la voz tan dulce
como el aguaí.
Anahí, Anahí
tu raza no ha muerto, perduran sus fueros
en la flor rubí.
Defendiendo altiva tu indómita tribu fuiste prisionera;
condenada a muerte, ya estaba tu cuerpo
envuelto en la hoguera,
y en tanto las llamas lo estaban quemando
en roja corola se fue transformando.
La noche piadosa cubrió tu dolor
y el alba asombrada
miró tu martirio hecho ceibo en flor.
Anahí,
las arpas dolientes hoy lloran arpegios
que son para ti.
Anahí
recuerdan acaso tu inmensa bravura
reina guaraní.
Anahí
indiecita fea de la voz tan dulce como el aguaí.
Anahí, Anahí
tu raza no ha muerto, perduran sus fueros
en la flor rubí.
La leyenda del origen del ceibo más popular es la de Anahí, aunque existen otras como la del Dios Supremo de los guaraníes, Tupä, creador de la Luz y el Universo. Esta cuenta que cuando Tupä vino a la Tierra, a ver el resultado de su obra, y a fin de proveerse de sombra, creó un árbol pero olvidó dotarle de flores. Mucho tiempo después los españoles invadieron los territorios de los indios charruas. Cuando estos se quedaron sin flechas para defenderse se arrancaron los corazones con las manos para lanzárselos a los invasores. Los corazones enredados en las ramas de los ceibos se convirtieron en sus flores, del color de la sangre roja de los indios.
El folklore de la flor de Argentina
Además de las leyendas, diversos artistas han dedicado bellas poesías al ceibo, como “Quien juera ceibo …” del poeta de San Javier (Argentina) Julio Migno Parera (1915-1993):
Quién juera ceibo…
Un corazón de miel entre los ceibos
Hicieron las avispas, gota a gota,
Y el árbol se azucara hasta en las flores
Y se hamaca contento en cada aurora.Con su dulzor se cura la ronquera
La calandria cantora,
Y con el agua hervida de su cáscara
Curan males del pecho las palomas…Blando de corazón, se lo arrancaron
Y boyó en el arroyo hecho canoa,
En la que va popiando la gurisa
Que en el taco se ha güelto mariposa.Un boyerito, pedacito ´e noche
Por unos cantos le compró la copa,
y se arregló con el amigo viento
pa que le acune su pichón si yora.Ansí yegaste a viejo, islero manso:
Las entrañas de miel, cuna de auroras,
Sueño liviano de chinitas lindas
Que aguas abajo en el cariño bogan…
¡Quién juera ceibo al terminar el viaje
Con un panal por corazón, patrona,
con un pichón en l´última ramita,
remedio de calandrias y palomas,
y taco ande se asiente una gurisa
que sin saber se ha güelto mariposa!
También el poeta bonaerense, Rafael Obligado (1851-1920) le dedicó versos al ceibo:
El seibo
Yo tengo mis recuerdos asidos a tus hojas,
yo te amo como se ama la sombra del hogar,
risueño compañero del alba de mi vida,
seíbo esplendoroso del regio Paraná.Las horas del estío pasadas a tu sombra,
pendiente de tus brazos mi hamaca guaraní,
eternas vibraciones dejaron en mi pecho,
tesoro de armonías que llevo al porvenir.Y muchas veces, muchas, mi frente enardecida,
tostada por el rayo del sol meridional,
brumosa con la niebla de luz del pensamiento,
buscó bajo tu copa frescura y soledad.Allí, bajo las ramas nerviosas y apartadas,
teniendo por doseles tus flores de carmín,
también su hogar aéreo suspenden los boyeros,
columpio predilecto del céfiro feliz.Se arrojan en tus brazos, pidiéndoles apoyo,
mil suertes de lanas de múltiple color;
y abriendo victorioso tus flores carmesíes,
guirnalda de las islas, coronas su mansión.Recuerdo aquellas ondas azules y risueñas
que en torno repetían las glorias de tu sien,
y aquellas que el pampero, sonoras y tendidas,
lanzaba cual un manto de espumas a tu pie.Evoco aquellas tardes doradas y tranquilas,
cargadas de perfumes, de cantos y de amor,
en que los vagos sueños que duermen en el alma
despiertan en las notas de blanda vibración.Entonces los rumores que viven en tus hojas,
confunden con las olas su música fugaz,
y se oyen de las aves los vuelos y los roces,
vagando entre las cintas del verde totoral.¡Momentos deliciosos de olvido, de esperanza!
¡Destellos que iluminan la hermosa juventud!
¡Aquí es donde se sueña la virgen prometida
y es lumbre de sus ojos la ráfaga de luz!Amigo de la infancia, te pido de rodillas
que el día en que a mi amada la sirvas de dosel,
me des una flor tuya, la flor mejor abierta,
para ceñir con ella la nieve de su sien.¡Que nunca Dios me niegue tu sombra bienhechora,
seíbo de mis islas, señor del Paraná!
¡Que pueda con mis versos dejar contigo el alma
viviendo de tu vida, gozando de tu paz!¡Ah! ¡Cuando nada reste de tu cantor y seas
su solo monumento, su pompa funeral,
yo sé que en la corteza de tu musgoso tronco
alguna mano amiga mi nombre ha de grabar!
Usos del ceibo
El ceibo hoy en día se utiliza como especie ornamental tanto en América como en diversos países del sur de Europa, ya que se adapta a casi cualquier tipo de suelo. Requiere riego regular, lugares soleados y también en semi-sombra y no resiste las heladas. Se suele utilizar como ejemplar aislado por su belleza durante la floración.
Es una especie muy apreciada en jardinería pública y privada. En España aparece en muchos lugares singulares, como por ejemplo frente a la puerta del hotel Alfonso XIII de Sevilla, donde fue plantado en 1929, año de la Exposición Iberoamericana. En el Parque de la Alameda de Santiago de Compostela se encuentra el ejemplar donado por el Dr. Antonio Mariño, situado en la avenida Juan Carlos I del parque. También se encuentran dos ejemplares a la entrada del Jardín de Aclimatación de Monjuïc en Barcelona. En Valencia se pueden admirar en algunos enclaves de la ciudad, como los Jardines de Monforte, Jardines del Real-Viveros y en el tramo VII de los Jardines del Turia.
Jardín de Monforte
Su corteza se usa para curtir cueros y como sustituta del corcho. La madera, que es muy ligera, se emplea para fabricar colmenas, boyas de pesca, balsas… El tronco ahuecado es la base para fabricar bombos legüeros, llamados así porque su sonido se escucha a una legua de distancia. Este membranófono es típico del folklore argentino originario de la provincia de Santiago del Estero. Y las flores sirven para teñir telas. A nivel popular la corteza se utiliza como medicinal por sus propiedades antisépticas. La corteza hervida es astringente y contiene alcaloides.