Plantas

12 Abr 2019

Historias de pliegos. El enigma de la orquídea ‘Serapias vomeracea’

'Serapias vomeracea' / Hectonichus (Wikimedia)

Historia, enigmas, curiosidades, aventuras... que nos cuentan las plantas. Es lo que nos propone Historias de pliegos, una nueva serie de artículos de la revista Espores que nos trae Javier Fabado, técnico del Herbario del Jardí Botànic de la Universitat de València. Porque sí: los pliegos que cuidadosamente se guardan en los herbarios albergan valiosas e interesantes historias. Empieza con el enigma de cómo Serapias vomeracea pasó a formar parte de la flora del sistema Ibérico.

Empezamos una pequeña aportación a la revista Espores con pliegos de herbario como protagonistas. Una serie de historias, más o menos amenas esperamos, a través de las que daremos a conocer un poquito el trabajo que se realiza en los herbarios, su interés y su función. Para esta ocasión, os contaremos una historia que muestra muy bien cómo el trabajo de gabinete unido al trabajo de campo puede dar lugar a sorpresas inesperadas.

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Una orquídea imprevista

Hace más de 50 años, en sus recolecciones por las sierras turolenses, dos botánicos españoles recogieron testimonio de una orquídea que les resultó, cuanto menos, interesante. Se trataba de orquídeas del género Serapias, no muy abundante y con escasas especies en la cordillera Ibérica, de donde solo se conocen tres especies. Todas ellas tienen ciertos rasgos comunes frente a otro tipo de orquídeas: no tienen espolón (a diferencia del género Orchis, por ejemplo) y tienen el labelo (algo así como el pétalo inferior) dividido por su zona central en dos mitades, una cóncava con lóbulos laterales erectos y otra a modo de lengüeta lanceolada, acorazonada u ovalada y aguda en el apical (en la punta). Para más información sobre la morfología floral de las orquídeas os recomendamos el siguiente enllace.

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Serapias lingua. / Esculapio (Wikimedia).

Estos dos botánicos eran Doroteo Almagro y José Borja Carbonell. Almagro, natural de Tramacastilla, fue un incansable estudioso de la flora de esta zona de Albarracín. Sus herborizaciones las enviaba a Carlos Pau, por entonces (finales del s. XIX y principios del s. XX) uno de los botánicos más reputados de la geografía española. El caso es que el señor Almagro recogió una orquídea del género Serapias. Y el pliego, por circunstancias de la historia, acabó en el Herbario del Jardí Botànic de la Universitat de València, conocido internacionalmente como herbario VAL.

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Dehesa Boyal de Griegos. / Clubrural.com.

Un poco más tarde, en 1946, también en Teruel, pero esta vez en su parte oriental, en la sierra de Gúdar, José Borja Carbonell, en sus excursiones para el estudio de la flora y vegetación de la sierra de Gúdar y Javalambre, recolectó también una orquídea del género Serapias. E, igualmente, llego al herbario VAL el testimonio de dicha recolección. Es decir, el pliego.

Estos dos pliegos quedaron almacenados junto a los más de 230.000 con los que cuenta el herbario VAL, determinados como Serapias cordigera. Sin embargo, ninguno de los tres botánicos implicados (los dos recolectores y Carlos Pau como determinador de la orquídea de Tramacastilla) publicaron tal hallazgo en sus artículos o libros, quedando olvidados estos pliegos en las síntesis recientes de flora de la zona y estudios monográficos del género.

De las Serapias del sistema Ibérico

En el sistema Ibérico, no contamos con un gran número de especies del género Serapias, y menos en la provincia de Teruel. Por suerte, todas están bastante bien delimitadas morfológicamente y, aunque suelen perder parte de sus características al ser prensadas y secadas, a ojos avezados no resulta difícil diferenciarlas en los pliegos de herbario. Eso sí, siempre que cuenten con las flores más o menos bien conservadas y pueda observarse bien la morfología del labelo (recordad, una especie de pétalo inferior).

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llustración de Flora Iberica. Labelo de: a) Serapias lingua, b) S. cordigera, c) S. parviflora.

De entre las especies de Serapias presentes en el sistema Ibérico conocidas antes del estudio que estamos relatando (y que con gran detalle describió su descubridor en la revista Flora montiberica), Serapias lingua se caracteriza por tener en la base del labelo una mancha abultada granate o negruzca y brillante que tiene la misma anchura que este. S. parviflora y S. cordigera tienen dos manchas o callosidades a los lados y más pequeñas. Podemos distinguir estas dos especies porque S. parviflora tiene un epiquilo (la parte más alejada de la base) corto, de alrededor de 1 cm, mientras que S. cordigera presenta un epiquilo mayor. De estas tres especies de orquídeas, aunque no están excesivamente extendidas, la más escasa es S. cordigera, solo presente en contadas poblaciones del norte de Burgos y La Rioja.

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Serapias cordigera. / Luis nunes (Wikimedia). Serapias parviflora. / Bouba (Wikimedia).

Unos cuantos años después

No fue hasta el estudio sistemático y pormenorizado de las orquídeas del sistema Ibérico llevado a cabo por Javier Benito Ayuso para su tesis doctoral, que no se estudiaron con detenimiento los pliegos en cuestión. Por suerte, estaban a buen recaudo en el herbario VAL esperando, pacientemente, su momento.

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Pliego recogido por Almagro y determinado por C. Pau (izquierda) y pliego recolectado por Borja en Javalambre (derecha). / Herbari VAL del Jardí Botànic de la Universitat de València.

De la revisión del material, únicamente pudo constatar que no se trataba de ninguna de las tres especies del género Serapias conocidas del sistema Ibérico. Existían dudas sobre su identidad. El estado del material no facilitaba una determinación clara del mismo, lo que obligaba a buscarla en el campo. Esta no iba a ser una tarea fácil ya que por las sierras turolenses de Gúdar y de Albarracín ya habían sido muchos los botánicos y botánicas que habían prospectado y recolectado, sin que hasta la fecha se hubiera observado ninguna orquídea perteneciente al género Serapias.

Además, las orquídeas y otras especies de bulbosas tienen una floración muy relacionada con las condiciones climáticas, y no todos los años las vemos fácilmente. Una dificultad añadida más.

Una casualidad, tres intentos y un destino

Finalmente, fueron una casualidad y tres intentos los que propiciaron el esperado encuentro y la resolución del enigma.

La casualidad fue que J. Benito Ayuso se encontrara con otros apasionados de las orquídeas en una salida al campo para ver, estudiar y fotografiar estas plantas en la sierra del Cadí (norte de Lleida).  En dicha excursión coincidió con dos personas que hacía poco tiempo habían estado por la sierra de Albarracín y habían fotografiado unas Serapias interesantes. Al ojo experto de J. Benito, las fotos de dichas orquídeas enseguida le llamaron la atención y recordó aquellos pliegos que había visto por el año 2000. Tras conseguir información sobre la zona donde se realizaron las imágenes, se decidió a visitar la Dehesa del Boyal del municipio turolense de Griegos. En 2012, visitó dos veces la zona y en ninguna de las dos ocasiones consiguió ver las orquídeas que tanto ansiaba encontrar. Además, su segunda visita fue desoladora por otro motivo. Se celebraba la festividad de San Pedro y cientos de personas (con sus respectivos coches) campaban por la zona y preparaban una comida multitudinaria, ¡en la misma Dehesa! Pero no desistió.

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Dehesa Boyal de Griegos. / Clubrural.com.

En 2013, la persistencia dio sus frutos y, por fin, se mostraron estas orquídeas a vista del orquidiólogo. Con estos nuevos ejemplares, pudo estudiar las plantas, revisar su identidad y concluir que se tratan de Serapias vomeracea, hasta entonces de presencia desconocida en el sistema Ibérico.

En la lista: Serapias vomeracea

Siguiendo a Flora Ibérica, esta especie se caracteriza, entre otras cosas, por su inflorescencia de unos 4-10 cm, laxa (mayor y densa en S. cordigera) y por tener un epiquilo más del doble de largo que de ancho y triangular o lanceolado (frente al epiquilo de S. cordigera, menos del doble de largo que de ancho y de forma acorazonada u ovada).

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Serapias vomeracea. / Adrien (Flickr).

Si bien no se trata de Tramacastilla, de donde se cree que la recolectó Almagro a principios del s.XX, las orquídeas encontradas están a escasos kilómetros  y, con toda probabilidad, dicho pliego también es la misma especie. Igualmente, con toda probabilidad, lo es el de la sierra de Gúdar, aunque queda por encontrarla en esta zona.

Esta es la historia de cómo Serapias vomeracea ha pasado a engrosar la lista de especies de plantas del sistema Ibérico. Es la historia de un pliego.

Bibliografia

Benito Ayuso, Javier (2014). Sobre la presencia de Serapias vomeracea (Burm. fil.) Briq. en el Sistema Ibérico. Flora Montiberica, 57, 81-87.

Sáez, L., M.P. Quijada, M.L. Alarcón & J.J. Aldasoro. (2005). Serapias L.. in C. Aedo & A. Herrero (eds.). Flora iberica 21, 56-165. Real Jardín Botánico, CSIC, Madrid.

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Licenciado en Ciencias Biológicas por la Universitat de València
Trabaja en el herbario del Botànic, y siempre lleva unas maderitas que le regaló su niña. Le gusta el rock y votó al Chiquiliquatre en Eurovisión. El superglue le da pánico…
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