Plantas

21 Abr 2013

Dalia, la Proserpina de las flores

Las dalias son flores alegres y vivas que podrían representar el mito de Proserpina puesto que lucen sus colores de primavera a otoño y dedican el resto del año a reposar bajo tierra.

Aunque llegó tarde en Europa, la dalia conquistó el Viejo Continente cuando algunos ejemplares de esta llamativa flor empezaron a crecer en el Real Jardín Botánico de Madrid en 1789. Aquel año, la primera remesa de rizomas de esta flor enviada desde Nueva España dio color al botánico madrileño. Algunos meses después el naturalista valenciano Cavanilles dibujó y descifró la planta por primera vez, dándole el nombre de Dahlia pinnata, en honor del botánico sueco Andreas Dahl. Poco después la vistosidad de las primeras variedades, obtenidas en Bélgica, la convirtió rápidamente en una admiradísima planta ornamental y la pasión por las dalias se fue extendiendo por toda Europa.

 

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Al igual que en el mito de Proserpina, las dalias viven en plenitud durante la mitad del año, entre la primavera y el otoño mientras que en invierno reponen fuerzas

 

A lo largo de la historia se han pagado grandes sumas de dinero para adquirir entonces de las variedades más bellas. Incluso se creó la Sociedad Nacional de la Dahlia en Gran Bretaña en 1780. En la década de los años 1820 a 1830, las dalias estaban de moda y sus precios subieron considerablemente. Los especialistas las catalogaron pronto con la categoría de flor decorativa. Todo el mundo quería tener dalias en su jardín. Tanto éxito consiguió que empezó a hacer sombra al crisantemo y se organizó en paralelo con esta última una serie de exposiciones. La dalia era llamada flor de exposición o de fantasía. De aquí a los cruces con otras plantas o con ellas mismas no hubo más que un paso. En 1828 aparecieron las dalias enanas. En 1900, dalias colletas. En 1940, dalias nenúfar. El nombre dalia se usa comúnmente en casi todo el mundo, excepto en Rusia y en Ucrania donde se conoce como georgiana.

 

Según los escritos de Hernan Cortés, la dalia era un cultivo habitual del pueblo azteca, que, además de utilizarla como planta ornamental y como alimento para el ganado, conocía sus propiedades medicinales. En el Codex Badianus, datado en 1582, se cita como remedio de trastornos urinarios, mientras que los tallos de la Dhalia imperialis, gruesos y fuertes como los del bambú, se usaban, al parecer, para canalizar el agua hasta los poblados. De hecho, la dalia es una de las flores más abundantes en las montañas de América Central, especialmente de la zona de México, donde podemos encontrar hasta más de 20.000 especies diferentes de la flor.

 

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Dalia Cactus

DALIA_DALIAHORTENSIS

Dalia hortensis

 

Siendo estrictos, Dahlia, es un género de plantas perteneciente a la familia de las asteráceas. Se reproduce a través de bulbos, una especie de cebolla que contiene los nutrientes necesarios para el posterior desarrollo del vegetal. La época ideal para cultivarlos es el comienzo de la primavera, cuando las heladas son menos rigurosas. Pueden lograr los 90 centímetros de altura y casi todas tienen el tallo vacío. Existen muchas variedades de dalias, pero en todas ellas, lo que más llama la atención son sus pétalos en forma de pompón, de anémona, de nenúfar, de cactus, en collar y decenas de variedades más. Respecto al color, sus variedades también son múltiples y van desde colores únicos a formas bicolor y desde colores intensos como el carmesí o el fucsia a otros más discretas como las blancas o las rosas pálido.

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Dalia Pompón

Las propiedades medicinales y alimentarias de las dalias son muy conocidas en México, su país de origen. La flor pasó de los jardines a la cocina y con sus pétalos y tubérculos se elaboran tostadas, tacos, sopa, agua e infinidad de guisos. Entre sus principales virtudes, ayuda a prevenir la obesidad y la diabetes. Los usos medicinales de las dalias son muchos. Posee propiedades diuréticas y sudoríparas, ayuda a eliminar gases y son usadas en dermatología frente a enfermedades eruptivas.

 

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A pesar de su aspecto vistoso y exótico, las dalias son una planta relativamente fácil de cultivar. Las variedades modernas, la mayoría de los híbridos en los cuales se buscan variedades tonales infinitas, crecen sin problema en todas las latitudes, aunque su peor enemigo son las heladas. Crecen a pleno sol en todo tipo de suelos, aunque prefieren los húmedos siempre con un buen drenaje. Son plantas glotonas que hay que abonar con regularidad para que se desarrollen bien y tengan una floración prolongada. Al comprar los rizomas, se tiene que seguir el mismo tratamiento que si fueran zanahorias, asegurándose que estén frescos y sanos. Las primeras yemas se tienen que pinzar para favorecer la aparición de nuevos brotes y el desarrollo arbustivo de la mata. Después, la mejor manera de mantener la floración es cortar algunas para hacer ramos y eliminar las otras cuando se marchiten.

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Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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