Tayrona, un paraíso de arena blanca

El Parque Natural de Tayrona es uno de los lugares más visitados de Colombia y no es para menos, ya que entre sus playas caribeñas salpicadas de palmeras, cabos y bahías, emerge una espectacular y sugestiva selva. Un placer para la vista y para los sentidos que os invitamos a descubrir.

El Parque Natural de Tayrona está considerado por muchos como un auténtico santuario, y es que dentro de sus 15.000 hectáreas terrestres y buceando a lo largo de sus 4.500 marinas podemos encontrar algunos de los tesoros naturales y arqueológicos más fascinantes del departamento de la Magdalena, en el noroeste de Colombia. Hasta hace unos 500 años vivieron en estas tierras los tairona, el pueblo indígena que hoy da nombre a este gran espacio natural. Los tairona desarrollaron importantes avances urbanísticos, incorporando a sus poblados una red de vías de piedra que los comunicaban entre sí.

Muchas de estas sendas se mantienen prácticamente intactas a día de hoy y sirven como guía para realizar una sugestiva ruta que permite al visitante adentrarse en los secretos de este parque. Los nativos también fueron maestros en el arte de la orfebrería y en la cerámica, siendo pioneros en la realización de piezas a la cera perdida y en la alienación de cobre y oro. La mayoría de los tesoros de este pueblo se encuentran en el Museo Arqueológico de Chairama, ubicado en una zona conocida como Cañaveral y muy cerca de la desembocadura del río Piedras, elemento hidrográfico fundamental y fuente de vida y riego para las zonas del interior del parque.

Prácticamente todos los vestigios que quedan de este pueblo se encuentran dispersos en el Parque Natural de Tayrona, por ello se ha convertido en un lugar perfecto para aquellos que se interesan por la naturaleza y la arqueología al mismo tiempo. El testimonio más importantes de la vida de esta cultura precolombina es el llamado “Pueblito”, uno de los principales atractivos del parque.

Este poblado abandonado en torno al año 1.600 contiene más de 250 terrazas, donde se estima que en su día vivió una población de más 3.000 personas. Entre las ruinas arqueológicas podemos observar gigantescas piedras y canales increíblemente construidos que recorren la zona a través de las empedradas rutas que los antiguos taironas construyeron y que permiten contemplar la belleza paisajística del lugar.

Ecoturismo y cultura ancestral

El Parque Natural de Tayrona, de inestimable belleza, se encuentra especialmente protegido desde el año 1965, cuando el gobierno colombiano reconoció el alto valor biológico y arqueológico de esta tierra. 

Desde entonces, se ha convertido en uno de los sitios más visitados del país, en gran parte por el porte paradisiaco de las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa María, la montaña costera más alta del mundo, que hunde sus dedos en el mar recreando bahías impresionantes y playas que quedan delimitadas por atolones rocosos, manglares y bosques. Todo esto en el marco de una arena blanca bañada por las cristalinas aguas azules del Mar del Caribe.

Otro de los elementos que hace que este Parque Natural tenga unas características únicas, además de su orografía, es su compleja hidrografía. Por una parte encontramos los arroyos y caños que fluyen directamente del mar y, por otra, un sistema de drenaje continental formado por las quebradas que desembocan en el Río Piedras, en la parte interior del Tayrona. Así, en un espacio relativamente reducido encontramos dos ecosistemas muy diferentes. Por una parte el ecosistema terrestre, de interior, formado por matorral espinoso y bosques secos, y por otra, el ecosistema de costa, que podríamos denominar como marino y que incluye formaciones coralinas, praderas de algas y lagunas.

La variedad en las precipitaciones y en los ecosistemas han conformado una flora muy diversa en Tayrona. En las más de 12.000 hectáreas que componen la extensión terrestre del parque, encontraremos desde árboles selváticos de más de 10 metros de altura hasta cactus a ras de suelo. Una gran biodiversitat vegetal con más de 770 especies de plantas. En cuanto al mar, destaca sobre todo la riqueza de algas que hay con más de 350 especies diferentes, una de las poblacion más ricas del Caribe. 

La fauna también es de lo más variado, se estima que conviven alrededor de 30 especies de reptiles, 15 de anfibios, 200 de esponjas, 400 de crustáceos y más de 1000 especies marinas más. Muchos delfines y tortugas marinas encuentran en este lugar su hábitat perfecto. Y en tierra, algunos mamíferos como los monos aulladores, los venados y varias especies de murciélagos, son los más abundantes, habitando principalmente la zona más montañosa del parque. 

Pero también destacamos entrre los mamíferos las cinco especies de felinos grandes allí conviven, el jaguar (Panthera onca), el ocelote (Leopardus pardalis), el tigrillo (Leopardus wiedii) y el yaguarundí (Puma yagouarondi). Otras especies salvajes son el zorro perro (Cerdocyon thous) y el oso hormiguero (Tamandua mexicana y Myrmecophaga tridactyla). Y por supuesto, en un ambiente así no podían faltar las aves, más de 300 especies entre las que destacan el cóndor, el águila solitaria y el águila blanca.

Así, la riqueza paisajística, vegetal y animal de este lugar han hecho que se convierta en un lugar de lo más apropiado para el ecoturismo, que ofrece tranquilidad, lugares con encanto, vestigios de una cultura ancestral y una gran posibilidad de actividades recreativas y educativas al aire libre como son el senderismo, las visitas arqueológicas, las rutas en bici o el buceo. De hecho, si os gusta el submarinismo, no os perdáis las bahías de Concha, Bonito Gordo, Gayraca y Playa del Muerto, con un importante arrecife de coral, y también las islas Aguja y Granate. ¿Os animáis?