Ocio verde

15 Ene 2013

¿Reciclaban los romanos?

Hay quienes aseguran que ya a lo largo del Imperio Romano el hombre empezó a adquirir la conciencia medioambiental. Incluso hay quienes aseguran que el hombre romano reciclaba más que el hombre actual. ¿Realidad o leyenda?

El ser humano es sorprendente. Y la antropología muchas veces nos demuestra que el desarrollo del ser humano y que algunas cosas que adjudicamos al hombre moderno son en realidad herencia de nuestro propio pasado. Serán muchos los que se sorprendan, por ejemplo, si afirmamos que en los primeros años del Imperio Romano tenían su propio sistema de reciclaje y almacenamiento de basuras, mucho más salubre e higiénico de lo que pensamos. De hecho incluso había leyes que detallaban cómo había que deshacerse de determinados tipos de residuos. Este sistema se perdió con la caída del Imperio, y durante la Edad Media las ciudades se volvieron insalubres y sucias. De hecho, parece que aquellos sistemas de evacuación de residuos no volvieron a ser tan eficaces hasta prácticamente el siglo XX.

La necesidad del hombre de reciclar y deshacerse correctamente de sus residuos nació de su propio modus vivendi. La tendencia a agruparse en grandes núcleos poblacionales, las primeras grandes ciudades, llevó a los antiguos romanos a establecer distintas medidas higiénicas, casi todas ellas muy innovadoras en aquel momento. Entre estas medidas destacan sobre todo la gestión de residuos mediante vertederos ubicados fuera de la ciudad, y el establecimiento de un complejo y eficaz sistema de alcantarillado público para los residuos urbanos.

 

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La Ley de las XII Tablas (lex duodecim tabularum o duodecim tabularum leges) o Ley de igualdad romana fue un texto legal que contenía normas para regular la convivencia del pueblo romano


Estudiar hoy en día estos vertederos, que recibían el nombre de pudrideros o estercolari y el sistema de cloacas de las grandes ciudades es un trabajo que pocos hacen pero que sin duda sirve para entender hasta que punto los romanos estaban concienciados de la necesidad de reutilizar, reciclar y deshacerse de su basura.

 

El alcantarillado público es uno de los grandes avances del hombre romano, un sistema de cañerías subterráneas conectadas entre sí, cuya función era evacuar las aguas residuales y fluviales gracias a determinadas aberturas en el suelo de las calles. Así, estos residuos eran conducidos fuera de la ciudad, y se vertían directamente al campo, a un río o al mar. A este sistema de cañerías también se hallaban conectadas las cañerías de cerámica de los edificios públicos, como por ejemplo las termas, y las casas de los patricios y la nobleza, que tenían agua corriente y cuarto de baño. Por otra parte, este sistema conectaba con las letrinae, o baños público, que permitían una rápida evacuación de residuos que dejaba la ciudad libre de malos olores y en buenas condiciones higiénicas.

 

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alcantarillado

 

 

Separación de residuos

Desde los inicios del Imperio Romano, los legisladores establecieron leyes que permitieran que las ciudades estuvieran limpias. Las autoridades romanas obligaron a la ciudadanía a depositar los elementos residuales en los extramuros, de modo que los vertederos se distanciaron de la población. Para ellos crearon la Ley de las XII Tablas, donde se especifica por ejemplo la prohibición de arrojar basuras y tirar cadáveres dentro del núcleo poblacional.

 

Para gestionar el uso y tratamiento de los vertederos había una figura, los llamados estercolaris, cuya traducción actual sería basureros y que disponían de los carrus estercolari, destinados a llevar la basura hasta los vertederos.

 

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Horno cerámica Bilbilis (Zaragoza)


Entre los restos de estos vertederos, encontraríamos prácticamente todo residuos orgánicos, formados por ceniza, carbones, huesos, animales y conchas, mientras que los elementos inorgánicos aparecerían en un porcentaje mucho menor. El motivo es que los romanos intentaban reutilizar y reciclar al máximo. Así, se sabe que en la Antigua Roma los metales eran refundidos constantemente, mientras que otros elementos como el mármol eran completamente destruidos y convertidos en cal.

 

Pero el caso más curioso de reciclaje en la Roma Imperial era el de la cerámica, cuyos restos tenían una segunda utilidad y eran quemados para utilizarlos en la agricultura. Para facilitar esta labor y debido a la creciente industria cerámica romana, se establecieron unos vertederos específicos, los alfares, en los que sólo se vertían elementos de estas factorías. Un sistema, como vemos, muy similar a la separación de basuras que hacemos hoy en día.

 

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Monte Testaccio (Roma)


El primer vertedero se creó por culpa de Hispania

Como anécdota, hay quien asegura que el primer gran vertedero se construyó debido a la gran cantidad de residuos de cerámica que llegaban por las importaciones de aceite desde Hispania hasta Roma. Ocurrió durante la época de Augusto, debido a la alta estima que encontraban los romanos al aceite hispano, considerándolo de máxima calidad. Así, la cantidad de exportaciones que se producían en la Península Ibérica era espectacular, tal era su volumen de exportación, que el Estado de Roma se vió obligado a crear el primer vertedero del mundo, El monte Testaccio para eliminar las ánforas que llegaban cargadas de aceite de la bética.

 

Tres siglos más tarde y depositados 25 millones de ánforas, lo que había sido una llanura pasó a ser un monte en toda regla, con una altura de cerca de 50 metros, un perímetro de 1490 metros, y con una superficie total de aproximadamente 22.000 metros cuadrados. Paradójicamente, 2.000 años después, este vertedero de ánforas usadas se ha convertido en un extraordinario filón de datos para la historia económica del Imperio romano. Gracias a que cada ánfora venía grabada con el fabricante de la misma, esto ha supuesto un hito en la arqueología para poder datar y ahondar mucho más en la historia antigua.

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Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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