Ocio verde

9 Ene 2014

Plitvice, paraíso de lagos y cascadas

Entre espesos y frondosos bosques emergen un auténtico paraíso acuático formado por lagos, cascadas y ríos que se caracterizan por su color azul turquesa. Estamos en el Parque Natural de Plitvice, Croacia, uno de los lugares más hipnóticos del planeta.


Croacia cuenta con ocho Parques Nacionales, el de Kornati, formado completamente por islas; Paklenica, conocido por su apariencia montañosa; Brijuni, característico por su vegetación mediterránea y su fauna marina; Rosnjak, cerca de los Alpes Julianos; Krka, entre lagos y cascadas; Mljet, un pequeño paraíso formado por la isla homónima y alrededores, y el más llamativo, el de los Lagos de Plitvice, incluido en la lista de Patrimonio Natural de la Humanidad de la UNESCO desde 1979 y formado por dieciséis lagos interconectados entre sí.

 

Aunque todos estos Parques Nacionales croatas hacen honor a la belleza de su pequeño país, ubicado en la costa del Adriático oriental y considerado uno de los rincones más bellos del Mediterráneo, algo tiene Plitvice que lo convierte en único: su gran laberinto de cascadas, riachuelos y saltos de agua emergidos de la nada y revestidos de un llamativo color azul intenso. Quizá por esto, o por muchos otros motivos, Plitvice es uno de los rincones más visitados de Croacia y fue candidato a ser una de las siete maravillas naturales del mundo en el 2011.

 

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Foto: Jack Brauer

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El Parque de Plitvice esconde su mayor tesoro entre Dalmacia y Zagreb, en la cordillera de Velebit, donde emergen los cuatro ríos más notables y caudalosos del país, el Cetina, de incomparable belleza, el Krka, el Zrmanja y el Neretva, y lo hacen entre sinuosas montañas que permiten mezclar picos montañosos con sus cumbres nevadas con la playa, situada apenas unos kilómetros al sur. El bosque en el que se albergan los lagos de Plitvice es espeso y de un verde intenso, poblado por hayas (un 75%), abetos y pinos.

 

Pero son muchas otras especies vegetales las que viven en este Parque Nacional: no hay que olvidar que la presencia de agua y de diferentes alturas ha originado diversos microclimas, lo que ha propiciado la aparición de una gran gama de vegetales que cubren 22.000 de las más de 30.000 hectáreas de naturaleza impoluta que ocupa el Parque Nacional. Dentro de esta amplia vegetación es especialmente conocido el travertino, un fenómeno que transforma el “musgo en roca” y que surge por la interacción del agua con la vegetación, bien en los musgos que crecen en los rápidos, o en los juncos de las orillas de los de los remansos. Los tallos y otras estructuras sirven de núcleos de precipitación de carbonatos y cales del agua, que se incrustan y petrifican creando formas increíbles.

 

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Según la cartografía antigua, Plitvice era el jardín del diablo, un nombre que recibía debido a su geología irregular y altamente rebuscada. Sin embargo, la denominación que más se adapta a las condiciones reales del Parque es la de edén natural en la que el verde vegetal se combina con el gris de algunos de los lagos más altos, que nos recuerdan a un clima de montaña, o el transparente de los más bajos, que rememoran las playas caribeñas. En todo caso, este parque tiene una riqueza de colores incalculable: el agua cambia de tonalidad en cada hora y en cada orilla, y las lluvias y la riqueza mineral, junto con los diferentes animales que habitan en el Parque Nacional, hacen que Plitvice tenga colores diferentes prácticamente cada día.

 

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Foto: Ivina Letunic

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Plitvice también era el jardín del diablo por la cantidad de ahogados y fallecidos que se cuentan en sus lagos, y que han dado lugar a cientos de leyendas en todo el mundo. De hecho, muchos de los lagos de Plitvice reciben su nombre precisamente teniendo en cuenta la cantidad de historias ocurridas bajo sus aguas. Tenemos por ejemplo el lago del Gitano, el de la Abuela, el del Pastor Mile y el más grande de todos, que recibe el nombre de lago las Cabras porque, según una historia, 30 de estos animales intentaron cruzarlo, cubierto por el hielo, huyendo de los lobos. La placa de hielo, que ocupaba los casi dos kilómetros y medio que ocupa el lago, se hundió y los animales murieron.

 

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Astacus astacus

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Proteo

Sin embargo, otros seres realmente curiosos, auténticas maravillas de la naturaleza, son las verdaderas protagonistas de las aguas de Plitvice: bajo estas pozas vive el curioso cangrejo de río Astacus astacus, que utiliza el material calcáreo para revestir su caparazón haciéndose cada vez más de piedra, y el proteo, una insólita salamandra que sólo habita por estas cuevas y que tiene como principal característica que carece de ojos y pigmentación, por lo que está completamente en carne viva, por decirlo de una forma coloquial. La rana, el oso pardo, el águila, el búho, el lince y casi doscientas especies de aves son el resto de pobladores de este increíble parque.

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Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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