Ocio verde

26 Abr 2013

Nueva Caledonia, incorruptible paraíso ultramar

Su situación cerca de la Gran Barrera de Coral y la variedad de sus paisajes convierten a Nueva Caledonia en uno de los lugares más bonitos del planeta, donde naturaleza, exotismo y cultura local conviven de forma equilibrada.

Nueva Caledonia está situada en el Pacífico Sur a dos horas de Australia. Es la tercera isla más grande del Pacífico tras Papuasia (Nueva Guinea) y Nueva Zelanda, y se compone de una isla principal (Grande Terre) de unos 400 kilómetros, de las islas Lealtad, de la Isla de los Pinos al sur y de las islas Belep al norte, ocupando una superficie total de 19.000 kilómetros cuadrados.

 

Es difícil establecer cuando estas tierras fueron pobladas por primera vez. Según estudios antropológicos, sobre el año 5000 a. C los austranesios, originarios del sur de China, comenzaron con la expansión de las islas más importantes del Pacífico como Taiwan o el archipiélago filipino. En el año 3000 a. C el hombre llegó por primera vez a Nueva Caledonia y a otros lugares de Melanesia donde desarrollaron la cultura lapita, que es como se denomina al Neolítico en esta zona del planeta. Los lapita fueron diestros navegantes y agricultores, y establecieron en esta zona una cultura basada en la horticultura y la pesca y que tiene en la alfarería su mayor legado artístico.

 

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Durante siglos, las inclemencias geográficas del entorno y el aislamiento involuntario de los habitantes de esta zona (hay que recordar que hablamos de archipiélagos perdidos en medio del océano) hizo que tanto Nueva Caledonia como otras partes de Melanesia fueran un territorio aparte donde reinaba la endogamia. En el año 1774 el explorador inglés James Cook, famoso por sus expediciones en el Pacífico, divisó Grande Terre, la más grande de las islas del archipiélago. El cartógrafo y navegante bautizó a esta nueva tierra como Nueva Caledonia, pues Caledonia era el término con el se denominaba en latín a las las tierras altas de Escocia, territorios abruptos que nunca llegaron a ser conquistados por el Imperio Romano.

 

Los habitantes de Nueva Caledonia fueron llamados “Kanaka”, un término que significa “humano” y que los pueblos polinesios usaban para referirse a ellos mismos. La palabra fue adoptada por los franceses para denominar a todos los nativos de las islas del sur del Pacífico y se utilizó por parte de los franceses de forma peyorativa. Sin embargo, a partir de los años 60, el movimiento independentista de Nueva Caledonia se apropió del término bajo la grafía Kanak, y lo que antes era algo despectivo comenzó a utilizarse como una seña de identidad cultural.

 

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Al igual que en otros procesos de colonización llevados a cabo por parte de los europeos, la llegada del hombre “civilizado” a Nueva Caledonia está llena de sombras. El archipiélago fue fuente de conflictos entre británicos y franceses, quienes llevaron el alcohol y el tabaco a la zona para intercambiarlo por insumos, además de transmitir enfermedades como la disentería, la gripe, la sífilis o la lepra que mermaron a parte de la población local. Durante el siglo XIX la trata de seres humanos, que eran usados como esclavos en Australia, se convirtió en otro problema demográfico para la población local. Al igual que sucedió con Australia, uno de los usos que Francia dio a este paraíso fue el de cárcel. Colonizada por los franceses en 1853, Nueva Caledonia vio llegar hasta sus playas oleadas de deportados políticos que fueron trasladados desde 1864 llegando a alcanzar hasta 22.000 personas, teniendo su fin en fecha relativamente tan reciente como 1931.

 

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En la actualidad Nueva Caledonia es un territorio mixto entre país independiente y colonia ultramar francesa. Su economía se basa en la en la explotación del níquel, mineral del que es el tercer productor mundial después de Rusia y Canadá, y se estima que en las islas se encuentra el 25% de las reservas mundiales.  La exportación de productos artesanos (cestería y madera), los intercambios financieros con Francia y el turismo ocupan el grueso económico de las islas.

 

Exotismo y ecología

Las costas de Nueva Caledonia ocupan los ránkings de playas más bonitas del planeta y la gran variedad de ecosistemas que conviven en el archipiélago hacen de estas islas un auténtico paraíso en la Tierra. Su gran peculiaridad ecológica viene de que es un antiguo fragmento del supercontinente Gondwana, del cual  surgieron  con la separación de los continentes Sudamérica, África, Australia, Indostán, Madagascar y la Antártica. La separación de este fragmento de continente de forma tan temprana respecto al resto hace que estas islas aún conserven la flora y la fauna original de la época en la que eran Gondwana. Y la diversidad ecológica es aún mayor si tenemos en cuenta el tipo de suelo y la altitud, muy diferente entre las islas, y entre unas zonas y otras de éstas. Gracias a todas estas peculiaridades, Nueva Caledonia tiene el mayor índice de especies vegetales del Pacífico y es una de las selvas tropicales más importantes del planeta a pesar de ser una zona relativamente aislada.

 

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También Nueva Caledonia está considerado como uno de los lugares más en peligro de extinción, y con una de las riquezas botánicas más importante del mundo. Entre las especies autóctonas de las islas encontramos géneros originarios de la flora antártica y comparte muchas familias de plantas con el bosque valdiviano, de América del Sur, Nueva Zelanda o Tasmania. La vegetación en la parte más occidental de la isla grande es más xerófita, estando ocupadas las zonas húmedas bajas por diversas comunidades de manglares y selva tropical, que contrastan con los bosques mediterráneos o los bosques templados caducifolios de otras zonas.

 

Los restos fósiles y subfósiles revelan que grandes animales terrestres habitaron la isla, pero se extinguieron durante el Holoceno antes de la llegada de los europeos. Entre estos animales encontraríamos la tortuga Melolania de cuernos, el Mekosuchus, cocodrilos, lagartos y una gran variedad de aves que no vuelan, el mayor de los cuales era el Sylviornis. Entre los animales más conocidos de Nueva Caledonia encontramos en la actualidad el Ragú, ave del tamaño de una gallina cuya principal peculiaridad es que no vuela.

 

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Además de lo notable del entorno terrestre de Nueva Caledonia, el conjunto de islas destaca también por sus ricos ecosistemas acuáticos. Su ecología de agua dulce se desarrolló gracias a su aislamiento y por eso ríos y lagos son hogar de cientos de especies endémicas y arcaicas. La Barrera de Coral que rodea a Grande-Terre y la Isla de Pino es el segundo arrecife de coral más grande del mundo después de la Gran Barrera de Coral de Australia y alcanza una longitud de 1.500 kilómetros.

 

Al igual que su contraparte terrestre, el sistema de arrecifes de Caledonia tiene gran diversidad de especies y albergan ecosistemas intactos con poblaciones numerosas y diversificadas de grandes predadores y peces de gran tamaño. Son el hábitat de múltiples especies de peces, tortugas y mamíferos marinos, entre los que cabe destacar la tercera población de dugongos del mundo por su importancia. Las lagunas cuentan con una variedad excepcional de especies de corales y peces, una amplia gama de hábitats que van desde los manglares hasta las praderas marinas, y una de las concentraciones de estructuras de arrecifes más diversificada del planeta. El sitio es de una belleza excepcional y alberga arrecifes de diversas edades, vivos y fósiles, que constituyen una fuente de información importante sobre la historia natural de Oceanía.

Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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