Ocio verde

19 Ago 2014

La playa de los huevos de dragón

La de Koekohe (Nueva Zelanda) es una de las playas más curiosas del mundo. En ella el azar y el tiempo han colaborado de la forma más caprichosa dejando a su paso grandes rocas esféricas que parecen huevos de dragón. Un paraíso como sacado de una época remota.

¿Existieron realmente los dragones? Virtualmente, todas las culturas tienen alguna clase de creencia en los dragones. En China este animal representa tradicionalmente el dominio de los cuatro elementos (tierra, aire, fuego, agua) y trae la esencia de la vida en forma de aliento celestial. Asimismo, los dioses de los aztecas e incas adoptaban la forma de serpientes voladoras que podríamos asemejar con dragones, y la tradición cristiana no rehuye de su presencia, aunque normalmente, en ella aparecen representados como símbolo del mal. Por ejemplo, la leyenda de San Jorge cuenta que heroico personaje se ganó la fama y el reconocimiento por haber matado a un dragón que tenía aterrorizados a los pueblos de Capadocia.

 

huevos de dragon chinatown 1

 

En todo caso, reales o no, los dragones forman parte de nuestra cultura. Solemos imaginarlos surcando los cielos, majestuosos, imbatibles batiendo sus alas o arrasando cosechas con su ardiente lengua de fuego. Debido a su tamaño y a su parentesco con los reptiles, los dragones no podían nacer de otro lugar que no fueran huevos de gran tamaño. Pasear por la playa de Koekohe, en Nueva Zelanda, es la visión más cercana que podemos tener de encontrarnos entre huevos de dragón. En este paradisíaco escenario situado unos cuarenta kilómetros al sur de Oamaru, la localidad más importante de la Isla Sur de Nueva Zelanda, la playa está moteada por grandes rocas esféricas que podrían ser germen de dragones. Llevan allí siglos y las teorías sobre su aparición son muchas: desde meteoritos aparecidos en la época jurásica hasta la obra de algún artista mahorí que quiso dejar su impronta en forma de misteriosos huevos de dragón gigantes. La visión en ese escenario, desde luego, es espectacular, como si las piedras generaran en los visitantes un magnetismo inexplicable.

 

huevos de dragon MoerakiBoulders

 

Mitos que nacen bajo la Tierra

Oamaru significa “el lugar de Maru”, dios de la guerra maorí y Moeraki, el topónimo que da nombre a estas formaciones, quiere decir “día somnoliento”. Las leyendas locales atribuyen el origen de estas bolas al naufragio de Arai-te-uru, una de las grandes canoas que llegaron desde la isla mítica de Hawaiki, considerada el origen de los pueblos polinesios y el lugar al que regresan sus almas. Las grandes bolas, llamadas te kai hinaki (cestas de comida) representan las nasas, calabazas y boniatos que llegaron arrastrados hasta la orilla, mientras que la misma canoa quedó petrificada en la punta llamada Matakaea situada al sur de Moeraki.

 

huevos de dragon 2 2

huevos de dragon Moeraki Boulder

 

La explicación científica de su procedencia es la siguiente: bajo la superficie marina se van depositando sedimentos arcillosos y en las primeras fases de esa sedimentación, antes de que se produzca el endurecimiento de la roca, precipitan cristales de calcita en los huecos (o intersticios) que actúan como cemento. Este proceso confiere a estos bolos más dureza y resistencia a la erosión que el sustrato arcilloso que los alberga. Con el tiempo, por procesos no del todo claro, tal vez por compresión, se forman grietas en el interior de la concreción. Estas grietas, más gruesas en el interior que en los bordes, se van rellenando con cristalizaciones posteriores y confieren ese aspecto fina de escamas o septos, por lo que en geología se las conoce como concreciones septarias. El fenómeno, que no es en absoluto único en Nueva Zelanda ni el mundo, pero que tiene aquí un magnífico ejemplo, se produjo durante el Paleoceno, hace unos 60 millones de años y se estima que una bola de 2 metros de diámetro pudo tardar de 4 a 5,5 millones de años en formarse.

 

 huevos dragon roca

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huevos de dragon moeraki-boulder

 

Aunque se formaron baja la superficie del mar, esos terrenos son tierras emergidas en la actualidad. La erosión de las olas y la acción del viento ha ido descubriendo una a una las grandes piedras y han ido llegando a la orilla del mar después de desprenderse de los acantilados que rodean la playa. Desde entonces, han sido veneradas por la población local, que ha generado alrededor de ellas todo tipo de historias y leyendas. Sus formas variadas e irregulares y su tamaño (algunas alcanzan 3 metros de diámetro) han convertido a los huevos de dragón en el principal atractivo turístico de la zona y ahora es también una reserva científica. Y por supuesto, al igual que ocurre con otros fenómenos naturales inexplicables (como en la Isla de Pascua) las rocas parecen ejercer algún tipo de poder magnético nacido en el interior de la Tierra.

 

Además de la solitaria playa de Koekohe, la visita a este rincón de Nueva Zelanda tiene muchos otros atractivos. Desde que Nueva Zelanda se separó del supercontinente su flora y su fauna han evolucionado de una forma única dando lugar a plantas y criaturas únicas y muy interesantes. En lo que respecta a su flora, el 80% de las especies son endémicas, es decir, solo viven de forma natural en Nueva Zelanda. Su fauna, menos diversa pero muy singular, carece de mamíferos terrestres (salvo especies introducidas por el hombre) y, en ausencia de esa presión selectiva, surgieron las curiosas aves no voladoras de las islas, como el famoso kiwi.

 

800px-PohutukawaCornwallis

Pohutukawa (Metrosideros excelsa), l’arbre de nadal de Nova Zelanda, amb els caracteristics estamens cridaners de les mirta´cies que donan el color roig a les flors.

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Takahe (Porphyrio hochstetterii) de la familia dels ral·lids. Au no voladora emparentada amb la polla blava (P. Pophyrio) que només viu a l’illa sud de Nova Zelanda. 

 

En Nueva Zelanda hay catorce parques naturales que cuentan con gran variedad de paisajes y vegetación. El 20% de la superficie del país está cubierta por zonas protegidas, tanto áreas boscosas como reservas, lo que atrae cada año a miles de visitantes y turistas amantes de la naturaleza y de las actividades al aire libre.

Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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