Davicultora: la jardinería personalizada tiene premio

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Os presentamos a Davinia González, vinculada con el Jardín Botánico y que dio el paso para desarrollar su propio proyecto, una empresa de jardinería donde lo más importante, además de las plantas, son las personas que las disfrutan. Ajardinar es mucho que transformar un entorno en un paisaje más verde, hay que ser sostenibles, versátiles, didácticos y escuchar muy bien las necesidades del espacio y de quien encarga la propuesta, y no importa que sea un espacio grande o pequeño. Un trabajo que complementa con la formación en agroecología a asociaciones, escuelas y profesionales.

Davinia González siempre ha estado rodeada de naturaleza y no puede imaginar un mundo sin verde, sin sostenibilidad, sin la magia que crean las plantas allá donde están. Hace dos años empezó a darle forma a Davicultora, una empresa de jardinería en la cual ha volcado toda su esencia y de la cual se siente enteramente orgullosa. El mes pasado, su trabajo como emprendedora fue premiado como mujer destacada en el marco del proyecto europeo InnovAgroWoMed, un indicativo del buen camino por el cual está llevando su empresa y de que hay muchas mujeres que son grandes emprendedoras.

Mucho más que una empresa

“Davicultora nace del aprendizaje y la formación especializada, pero también de la observación. Solo hay que pararse y observar. Nuestras ciudades son demasiado grises y los proyectos de jardinería que se integran en ellas son, muy a menudo, meramente decorativos y obvian el más importante: las personas”, reflexiona Davinia González. Con el objetivo de paliar estas metrópolis tan carentess de vida y de incluir a quienes las habitan surge la empresa. En Davicultora no solo ofrecen servicios, sino también una atención plenamente personalizada, para que así cada proyecto se integre totalmente tanto con el lugar como con la persona que lo podrá “disfrutar, ver crecer y cuidar”. Tan solo basta con decir lo que quieres para que te aconsejen sobre cómo se podría materializar o hacer realidad.

Las señas de identidad de Davicultora son la versatilidad, la personalización y la didáctica. En la empresa trabajan con particulares y con empresas u organismos, pero siempre bajo criterios de sostenibilidad. Además de ofrecer sus servicios, también imparten talleres y cursos a medida, prestando especial atención a los objetivos y necesidades requeridas según el grupo. Los dirigen a escuelas, asociaciones y formadores, tratando temas como la alimentación saludable y de temporada, y los ciclos vitales, entre otros muchos. “La agroecología es un mundo fascinante para compartir con los colectivos más vulnerables, como las personas con capacidades diversas o las mujeres en riesgo de exclusión, para quienes este mundo puede ser una magnífica oportunidad para salir adelante y empoderarse”, explica.

En Davicultora emplean una gestión integral, porque es una modalidad que les permite cubrir cada una de las fases de un trabajo de agroecología urbana desde el inicio, esto es, su asesoramiento, su diseño, su instalación y su mantenimiento. Se engloban así todos los eslabones de la cadena que permiten crear y conservar un jardín o huerto urbano. Por lo tanto, independientemente de que solo se requiera un elemento, están todos presentes en el proceso para poder recurrir a ellos en caso de que sean necesarios.

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Pensando en el futuro

Además de dedicarse a fondo a su propia empresa, Davinia ha vuelto a trabajar recientemente en el mantenimiento del Jardín Botánico, realizando tareas como el riego, la poda o las plantaciones, y forma parte de ese equipo de gente imprescindible que hace del Jardín un espacio inigualable en la ciudad. “Estoy centrada en Davicultora y en el Botánico, donde encuentro el mejor terreno, nunca mejor dicho, para continuar creciendo como profesional e inspirándome. Así mantengo el equilibrio justo entre la parte más empresarial y creativa, con la más terrenal y ejecutora, pero siempre muy bien rodeada”, asegura.

Entre sus planes de futuro se encuentra conseguir consolidar Davicultora como empresa de referencia tanto en València como en los alrededores. Sabe que no es fácil y que todavía hay un arduo camino de concienciación previo, pero también que sus ganas no la detendrán y que quién algo quiere algo le cuesta. “De lo que se trata es de hacer que cada vez más personas, empresas, organizaciones y comunidades se interesen para transformar el gris en verde, con huertos o jardines urbanos y sostenibles, sea a la escala que sea”.

Un gran reconocimiento

Recientemente, Davinia ha sido premiada por Jovesólides en el marco del proyecto europeo InnovAgroWoMed en el ‘Agroforo resiliente’. Confiesa que no se lo esperaba y que pensaba ingenuamente que su idea de negocio no merecía un reconocimiento, pero cuando lo supo no pudo evitar sentirse muy orgullosa y también muy agradecida. “Lo que tengo claro es que es necesario apostar por este tipo de proyectos y las mujeres que están al frente. Apoyarlos, darles cobertura y difusión, como este medio, para que encuentren una red en la cual crecer y tener la oportunidad de cumplir con su misión, como yo estoy haciendo con la mía”, declara.


Davinia sabe que lo verde continuará siendo un eterno protagonista en su trabajo y en su manera de ver y sentir la vida, y tiene claro que las ciudades necesitan un cambio que lleve esa tonalidad por bandera, siempre de una forma sostenible, y que contribuya a mejorar la calidad de vida de la sociedad en su conjunto.

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Y quién hay detrás

El premio a este proyecto lo han dado a alguien que se define como una persona alegre, ilusionada, y a la que le gusta disfrutar de la naturaleza, pero también un poco rebelde, quizá por eso se ha convertido en una emprendedora apasionada de la agroecología así como del único futuro que considera posible para el planeta: el que transita por un mundo más sostenible. La vida le ha enseñado que es un constante proceso de aprendizaje y esa es la filosofía que tiene en mente mientras va construyendo su propio camino.

Y como siempre, toda historia tiene un principio. Su niñez estuvo estrechamente relacionada con la naturaleza desde que tiene uso de razón, y en parte, considera que el amor y la admiración que siente por ella se debe especialmente a sus orígenes, los mismos que siempre la han hecho disfrutar de los Montes Universales de Teruel, uno de los parajes más auténticos e imponentes de nuestro patrimonio natural. “La naturaleza es un elemento que necesito en mi vida y, precisamente porque he crecido con ella, soy muy consciente que en las ciudades esa naturaleza hace tiempo que no está o es muy residual. Esto empobrece nuestra calidad de vida, por lo cual tenemos que integrar el verde en las ciudades, no solo en rotondas y avenidas para hacerlas bonitas, sino en los espacios en que de verdad habitan las personas”, explica.

En una temprana edad ya tuvo claro que la agroecología era un mundo al cual no solo estaba aficionada, sino que también le fascinaba: “respirar aire puro, perderme en medio del bosque, identificar cada planta o árbol y conocer su nombre, entender por qué está aquí, qué es lo que aporta y qué es lo que necesita para vivir…”. Sin embargo, le costó un tiempo darse cuenta de la manera en que podría materializar toda esta admiración y pasión en un trabajo que poder ejercer en València, la ciudad en la cual actualmente reside. Por eso, piensa que la formación fue su mejor fórmula y es al que se ha estado dedicando durante los últimos años hasta llegar donde está.

Cuatro de las cosas que le maravillan de la naturaleza son su inteligencia, su lógica, su elegancia y su sencillez. Encuentra muchas virtudes de las cuales las personas pueden aprender de las plantas observándolas un poco cada día, apreciando en el proceso toda su belleza y sus valores. Davinia es especialmente fanática de las suculentas, pero si tuviera que decantarse por una en concreto, elegiría el Abutilon megapotamicum, también conocida como Farolillo chino. “Las plantas son pacientes, leales, nunca malgastan sino que ahorran, son agradecidas, generosas y, por supuesto, muy fuertes, sin renunciar a su delicadeza. Son un regalo. Puro amor”, declara la emprendedora, sin duda todo un ejemplo del trabajo bien hecho y de que lo positivo atrae siempre cosas igual de positivas.

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Estudiante de Periodismo de la Universitat de València, intento de escritora y amante de las historias.
Curiosa por naturaleza, perfeccionista y sentimental. Si pudiera ser un árbol, sería un olivo. No sé ser breve y no concibo la vida sin chocolate, sin abrazos y sin libros. Colecciono recuerdos porque me asusta lo efímero y me gustan las historias donde las mujeres se salvan a sí mismas.
extern Colaborador Externo
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