Conservación

25 Abr 2013

Por qué celebrar un Día de la Tierra

Desde 1970, cada 22 de abril muchos países celebran el Día de la Tierra, una fecha idónea para la reflexión sobre el estado de nuestro planeta. En estos tiempos de incertidumbre esta reflexión va un paso más allá, ha llegado la hora de adoptar políticas medioambientales que nos ayuden a salir de la crisis.

El 22 de abril de 1970 miles de personas salieron a las calles de los principales estados norteamericanos para pedir a su gobierno la inminente creación de una agencia especial dedicada íntegramente al estudio, salvaguarda y promoción de políticas relacionadas con el Medio Ambiente y su conservación. Hace más de cuarenta años, cuando el senador del Partido Demócrata Gaylord Anton Nelson, promotor de esta iniciativa, instó a las principales instituciones académicas a salir a la calle, problemas como la superpoblación, la contaminación o la conservación de la biodiversidad ya se consideraban una lacra para nuestro planeta.

 

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Gaylord Anton Nelson


Los esfuerzos de Nelson no cayeron en saco roto, el gobierno de EEUU creó la Environmental Protection Agency (Agencia de Protección Ambiental) y una serie de leyes destinada a la protección del medio ambiente. Dos años después, en 1972, se celebró la primera conferencia internacional sobre el medio ambiente, la Cumbre de la Tierra de Estocolmo, que tenía como objetivo principal la sensibilización de los líderes mundiales sobre la magnitud de los problemas ambientales.

 

Han pasado más de cuarenta años desde aquella fecha y los problemas relacionados con el medio ambiente no han decrecido. Más bien ha sido al contrario. A pesar de que la concienciación social es cada vez más alta y de que el medio ambiente es tratado dentro de programas políticos y económicos no es suficiente. Con el paso del tiempo, las nuevas tecnologías y el mundo que cambia a ritmo vertiginoso han producido nuevos problemas medioambientales derivados de la propia evolución, y algunos países acaban de adoptar la protección de la Tierra y de sus ecosistemas como bandera, especialmente en el Tercer Mundo.

 

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En un mundo global, los problemas alcanzan también magnitudes más amplias. La crisis económica que azota al mundo desde hace ya cinco años tampoco ayuda a que las políticas medioambientales se desarrollen con total eficacia, la economía sigue moviendo el mundo. A toda esta situación, hemos de añadir la llegada de un nuevo problema, el cambio climático, un desconocido que genera inquietud en el ser humano y en el planeta, y cuyas consecuencias en materias como la biodiversidad todavía somos incapaces de medir del todo. Es por todo esto que, ante la situación que estamos viviendo, haber celebrado el Día de la Tierra era más que necesario, es una manera de hacer frente a los problemas a los que nos enfrentamos y de intentar ponernos manos a la obra.

 

Celebración de la vida…

«El Día Internacional de la Madre Tierra nos brinda la oportunidad de reafirmar nuestra responsabilidad colectiva de promover la armonía con la naturaleza en un momento en el que nuestro planeta se encuentra amenazado por el cambio climático, la explotación insostenible de los recursos naturales y otros problemas creados por el hombre. Cuando creamos amenazas para nuestro planeta, no solo ponemos en peligro el único hogar que tenemos sino incluso nuestra futura supervivencia. Celebremos este Día Internacional renovando nuestra promesa de honrar y respetar a la Madre Tierra.» Con estas palabras, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, hacía alusión en la página de la ONU a la celebración de este día, una fiesta que supone el reconocimiento de que la Tierra y sus ecosistemas nos proporcionan la vida y el sustento a lo largo de nuestra existencia.

 

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También supone reconocer la responsabilidad que nos corresponde a los seres humanos de promover la armonía con la naturaleza y nuestro planeta, con el fin de alcanzar un equilibrio entre las necesidades sociales, económicas y ambientales de las generaciones presentes y futuras. Celebrar este día es reconocer la interdependencia que existe entre los seres humanos y el resto de especies vivas que conviven con nosotros, prestando especial atención a la ayuda a aquellos, niños y mayores, que sufren el desorden de las guerras, el hambre o la pobreza para que puedan llevar una vida plena y significativa en paz con el medio ambiente.

 

Pero este año el Día de la Tierra tenía un protagonista especial, las Caras del cambio climático, una forma de acercar las consecuencias del cambio climático para demostrar que no es un problema lejano, si no que ya afecta a personas y hábitats concretos. Las celebraciones que se llevaron a cabo en todo el planeta iban desde actividades a concursos, recolecciones de residuos y el tratamiento mediante conferencias de temas como el Universo, Gaia o Newton.

 

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Para celebrar este día, la ONU también realizó un vídeo en el que se recogen imágenes de personas, animales y lugares afectados directa o indirectamente por el cambio climático, y de personas esforzándose por poner freno a este problema. Desde un hombre en las Maldivas preocupado por trasladar a su familia ya que el nivel del mar aumenta, a un oso polar en el derretimiento del Ártico, el cambio climático tiene muchas caras y el Día de la Tierra ha querido mostrarnos todas ellas.

 

…y reinvindicación social, también en nuestro país

Pero evidentemente, en fechas como ésta tenemos que intentar ir más allá de la celebración. La parte crítica no puede escapar ante un problema que nos afecta a todos. Por eso en todo el mundo han sido muchas las asociaciones y personas que han arrojado estadísticas para que entendamos que, una celebración del Día de la Tierra requiere, primero, respeto por la Tierra. Por eso, esta fecha también es un buen momento para poner las cartas sobre la mesa.

 

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Green Glub of Afganistan. Planting program


Siempre existen historias positivas. Por ejemplo, para celebrar el Día de la Tierra en Afganistán, en el año 2011 el Green Glub of Afganistan plantó más de 28 millones de árboles. Es casi un árbol por persona en una de las naciones con más conflictos bélicos del mundo. También es loable la iniciativa de un grupo de californianos que, el año pasado, recolectó más de 3 millones de dólares en basura reciclable en un solo día. Pero si atendemos a las cifras globales, este tipo de iniciativas parecen casi anecdóticas pues seguimos produciendo muchísima basura, de la cual apenas podemos desprendernos. 

Además el agua sigue siendo uno de los mayores problemas de nuestro tiempo. La Tierra está cubierta en un 70% por agua, pero sólo el 2,5% es potencialmente útil para consumo humano, y la mayor parte de esta fracción se encuentra concentrada en los polos. En el mal llamado Primer Mundo consumimos agua en exceso mientras que el más del 10% de la población mundial no tienen acceso al líquido azul. Según la ONU, el 30% del agua utilizada para consumo humano se destina al riego de exteriores en zonas residenciales e industriales y el 50% de ella se evapora si se realiza durante la temporada de altas temperaturas.

 

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Evidentemente estas cifras alojan luz sobre el problema, no sólo se trata de cortar o recortar consumo, también se trata de dar a las personas medios, invertir en tecnología y en avances y apostar por el consumo sostenible. La Asociación Internacional de Agua Embotellada (IBWA) estimó que en los 10 principales mercados globales, los humanos consumimos más de 200 mil millones de litros de agua embotellada. Teniendo en cuenta que tan solo el plástico utilizado para realizar estas botellas se desintegra en 450 años, ¿hasta cuándo va a ser sostenible esta situación?

 

Pero evidentemente, no todo es a nivel global. En nuestro país el Día de Tierra ha servido para que asociaciones como Greenpece hayan reclamado al gobierno políticas y medidas ambientales urgentes que nos ayuden a salir de la crisis. Según la organización ecologista, las decisiones tomadas en el último año están contribuyendo a empeorar la crisis social, económica y ambiental en la que nos encontramos. Para Greenpeace, la crisis está sirviendo al gobierno como excusa para no afrontar problemas ambientales de necesidad urgente y reclaman un cambio de rumbo en la política ambiental para evitar más retrocesos en esta materia.

 

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Entre los puntos que Greenpeace ha pedido al gobierno destacan la reforma de la Ley de protección de Costas, una de las peores noticias medioambientales de los últimos tiempos. Esta reforma, que se encuentra en su fase última de aprobación, supone el fin del estatus público del litoral español, que quedará en manos de intereses privados. Las políticas energéticas también requieren una revisión urgente. Las energías renovables parecen haber entrado en el mapa de recortes del gobierno de Madrid y, en pocos meses y tras varios Reales Decretos, un sector, en el que éramos líderes mundiales, está al borde de desaparecer. En este nuevo contexto aparece el fracking o fractura hidráulica.

 

Apoyado por el gobierno y el lobby de las energías sucias, podría suponer un freno importante para alcanzar, lo antes posible, un modelo energético sostenible, eficiente y 100% renovable. La posición del gobierno ante la energía nuclear es otro de los frenos a las renovables. Una de las medidas a emprender en nuestro país es acordar el fin de la energía nuclear en España, que comenzará con el cierre de la central de Garoña, aunque éste se haga, por ahora, debido a motivos únicamente económicos.

 

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Los recortes en prevención y extinción de incendios al tiempo que el gobierno proyecta reformar la Ley de Montes, con cambios hechos a medida de algunos pocos intereses, y no acertar en adaptar la normativa al nuevo paradigma en el que se desenvuelven los montes españoles es otro de los puntos en los que Greenpeace pide explicaciones. Lo mismo que en política pesquera y en agricultura, donde es necesario aplicar cuando antes un modelo basado en una agricultura sostenible, prestando especial atención a los apicultores. España es el mayor productor de miel y polen de la UE y en estos momentos las abejas se encuentran en peligro debido al uso de plaguicidas de alta toxicidad (como los neonicotinoides).

 

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Su prohibición en la Unión Europea es el primer paso para proteger a las abejas y hacer una agricultura sostenible, así España, que se mostró a favor de esta prohibición, debe mantener su postura el próximo día 29 cuando tendrá lugar una segunda votación. Puntos que suponen enfrentamientos entre poderres políticos y asociaciones ecologistas, pero que al fin y al cap suponen un debate que siempre es positivo  porque, aunque solo sea por un día, pone el punto de atención sobre el medio ambiente, el verdadero protagonista.

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Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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