Conservación

12 Jun 2014

Las cicatrices de la Tierra a vista de pájaro

Durante milenios, las inclemencias del tiempo y la acción del hombre han dejado huellas imborrables en el planeta. Toda una historia que podemos repasar si nos fijamos en las cicatrices de la Tierra.

La Tierra es el planeta que habitamos desde hace miles de años. Se trata de un paisaje irregular, lleno de montículos, lagos, grandes cráteres y pozos sin fondo que van reconstruyéndose desde el interior o desde el exterior. En algunas ocasiones, la acción de un volcán que lleva gestando su erupción durante décadas es capaz de convertir lo que antes era un terreno montañoso en una gran bañera cuyo fondo casi roza con el centro del planeta. En otras, el impacto de un meteorito puede dar paso a una orografía escarpada donde antes había un kilómetros de regular y tranquilo desierto. Se trata, en estos dos casos y en muchos más de los que podríamos hablar, de sucesos extraordinarios, fenómenos totalmente incrontolados que cambian de un plumazo la apariencia de la Tierra.

 

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Fort Knox. Alaska

 

Pero también el hombre ha tenido mucho que ver con este cambio de paisaje. Algunas de sus construcciones, las más ambiciosas, han dejado en el planeta unas cicatrices que no podemos apreciar desde nuestra perspectiva natural pero que a vista de pájaro se convierten en evidencia. Ya no es una “hipótesis” asegurar que las pirámides de Egipto se ven desde el cielo aunque hayan tenido que pasar siglos para que la tecnología nos haya permitido comprobarlo en primera persona. El problema es que estas segundas cicatrices, por ser artificiales, son más duras de contemplar. Casi todas ellas han surgido en los últimos años, y a diferencia de las primeras, sí que podrían haberse evitado.

 

La heridas, como vamos a observar, son profundas. Y las cicatrices ahora visibles con herramientas como Google Earth un duro recordatorio de la destrucción del planeta.

 

Vertederos, bosques deforestados y tumbas nucleares

Prácticamente podríamos empezar pinchando en cualquier continente y allí encontraríamos una de esas cicatrices. Empezaremos por África, concretamente en uno de los barrios más pobres de Accra, la capital de Ghana. Se trata de Agbogbloshie, que muchos consideran el mayor vertedero tecnológico del planeta y el lugar más contaminado del continente africano. Hasta allí llegan cada año cientos y cientos de toneladas de basura electrónica que se almacena y se “recicla” manualmente y sin ningún tipo de seguridad. El paisaje de Agbogbloshie que se contempla desde el cielo, es arrollador: además de los gigantes vertederos donde se almacenan montañas de pantallas de ordenador, cables y teclados, la destrucción de parte de la basura a través de la quema incontrolada ha hecho que los niveles de polución hasta niveles alarmantes. Desde el cielo esto también puede observarse.

 

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Agbogbloshie

El cementerio de barcos abandonados de Bangladesh es otro de esos lugares que generan cierta expectación desde nuestra perspectiva humana por “guardar” la enigmática belleza del abandono pero que vistos desde las alturas son un testigo más de cómo el hombres está destruyendo su riqueza natural. A los barcos abandonados de Bangladesh se les extraen las piezas muchas veces en el agua. Este proceso es peligroso para las personas y también para el medio ambiente, que se ve expuesto constantemente a escapes de vertidos peligrosos y a la acción de metales. Algo similar ocurre en la playa de Alang el lugar donde terminan el 50% de los barcos que se desguazan en todo el mundo. La exposición a las fibras de amianto o la inhalación de pequeñas inclusiones de uranio son algunos de los problemas con los que los trabajadores de este tipo de vertederos del mar tienen que lidiar cada día en las playas.

 

Porque la energía nuclear es una de las acciones que más heridas abiertas y cicatrices ha dejado en la tierra. Uno de los ejemplos más claros es Chernobyl. Desde Google Earth la central que protagonizó el escape nuclear más famoso y nocivo del mundo presenta ahora un aspecto desolador. La nada es la protagonista del paisaje, a pesar de que la vegetación ha crecido más de veinte años después de la fuga que en 1986 hizo que el lugar fuera totalmente abandonado y que ahora alrededor de 2.000 han poblado algunas tierras aledañas a la central. También el peligro de la energía nuclear demuestras los grandes espacios “en blanco” en los alrededores del lago Karachi (Rusia) el lugar más contaminado del planeta: su nivel de radiación es tan algo que una persona allí podría morir en menos de una hora. Este lago fue usado como lugar de deposición de residuos nucleares de la URSS a principios de los años cincuenta. En la década siguiente, durante una época de sequía, el viento arrastró el polvo del fondo lacustre, irradiando y contaminando de forma directa a más de un millón de personas.

 

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Embarcaderos abandonados en Bangladesh

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Chernobyl

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 Lago Karachi

 

Sin duda el continente asiático es uno de los que más cicatrices tiene. A las grandes ciudades abandonadas que hoy se ven desde el cielo como vastos complejos de hormigón hay que añadir obras como la presa de Las Tres Gargantas, situada en el río Yangtsé y que es la más grande del mundo. Puesta en marcha en el año 2004, prácticamente desde su inauguración el gran caudal del río hace que toneladas de suciedad se acumulen en las paredes de la presa, generando una situación ambiental demasiado tensa. A eso hay que unir que durante la construcción de Las Tres Gargantas se exterminó prácticamente a todos los delfines baji, autóctonos de China. La construcción de la gran presa supuso un desplazamiento de la población, la confiscación de cientos de hectáreas de terreno cultivable y un cambio en el ecosistema del Yangtsé.

 

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Explotación de oro de  Fort Knox

Otras construcciones que también han abierto enormes brechas son las minas de oro e hidrocarburos. Posiblemente, la más conocida es Fort Knox, en Alaska. Allí se encuentra una de las explotaciones de oro a cielo abierto más grandes del mundo, que ha dejado como impronta en la Tierra una suerte de gran cráter abierto y rodeado por profundas balsas de decantación. Y es que, la explotación de los recursos naturales y su control es una de las actividades que más dinero genera y que más atrocidades ha impulsado a realizar al ser humano. La deforestación del Amazonas brasileño y la destrucción de grandes bosques tropicales en Indonesia para conseguir aceite de palma, el más usado a nivel industrial , son los los ejemplos más claros y conocidos.

 

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Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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