Conservación

30 Ago 2013

Ecología en femenino

Las mujeres y su relación respetuosa con la natura centra las bases del ecofeminismo, un movimiento que surgió a finales de los 70 y que concibe la conservación del entorno natural como una cuestión esencial para garantizar la supervivencia de nuestra sociedad. Una historia paralela de explotación, carencia de derechos y lucha por la sostenibilidad que hay que escuchar.

 

Intentar hablar de ecofeminismo o feminismo ecológico es adentrarnos en un término complejo y transversal en el cual intervienen factores políticos, filosóficos, sociológicos, económicos e históricos. Un movimiento liderado por las mujeres que pone de manifiesto la necesidad de anteponer la cultura del cuidado y el mantenimiento de la naturaleza frente a su dominio. A nadie se le escapa que a lo largo de la historia reciente la naturaleza ha sido dominada, de forma unilateral, por el espíritu científico del hombre blanco, el que hoy llamaríamos hombre del Primer Mundo. Por lo tanto, es normal que la explotación y devastación de nuestro entorno se haya asociado con las acciones de este hombre a lo largo de centenares de años de dominio absoluto.

 

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El ecofeminismo intenta romper con esta idea de dominio exclusivo heredada de un sistema patriarcal y lo hace abogando por la igualdad de oportunidades de acceso a la toma de decisiones que afectan a la preservación del medio ambiente, a través de un avance científico y una legislación que aseguren el desarrollo sostenible. En este sentido el feminismo ecológico se plantea como una alternativa real para superar el androcentrismo, fomentando de forma universal valores como la compasión y la cura de las personas, los animales y los ecosistemas, luchando por un mundo mejor a para todos.

 

¿Por qué las mujeres?

Además de suponer la mitad de la población mundial, las mujeres también han sufrido a lo largo de la historia la explotación por parte del hombre como consecuencia de su dominio y de la orden patriarcal imperante. Pero, además de conexiones históricas y sociales entre la natura y la mujer, también encontramos un instinto biológico por parte de las féminas de proteger nuestro entorno, como proveedor de alimentos y lugar que habitamos. Y es que no hay que olvidar, que desde siempre son ellas las que han garantizado y garantizan el alimento, el agua y la salud. Una práctica muy evidente en las zonas rurales del Tercer Mundo donde todavía son las mujeres las que cultivan la tierra, estableciendo un vínculo directo con ella. Así, han sido las primeras víctimas del desequilibrio ecológico y también las primeras a tener que solucionar conflictos a pie de campo.

 

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En estas zonas más desfavorecidas las mujeres controlan prácticamente todas las fases del ciclo alimentario. En América Latina y en Asia producen más del 50% de los alimentos disponibles y en África este porcentaje se eleva hasta el 80%. Además, en el continente negro las mujeres también se encargan de la recogida de leña y de proveer de agua potable. A cambio, sólo disponen del 1% de las tierras en propiedad y tienen cerrado el acceso directo a créditos, ayudas, educación y cultura.

 

Teniendo en cuenta este panorama general no es de extrañar que el ecofeminisme se vea desde fuera como una tendencia de pobres, pues la pobreza, tanto en el norte como en el sur, tiene cara de mujer. Todavía así, es evidente que a la hora de hablar de ecofeminismo hay que hablar de diferencias geográficas. En el Primer Mundo se desarrolla un campo más ideológico y teórico mientras que en el Tercer Mundo divisaríamos algo mucho más pragmática como consecuencia de la dependencia del medio rural para el sostén de las mujeres. Pero en los dos mundos, la principal aportación de la mujer a un nuevo modelo de desarrollo integral se basa en la aproximación al concepto de sostenibilidad, conservar la tierra y sus recursos como parte vital de nuestra supervivencia y como conjunto de valores ambientales esenciales para nuestra sociedad.

 

Feminismo ecológico, el binomio naturaleza-mujer

Aunque las primeras corrientes ecofeministas y el término como tal fueron acuñados en Europa durante el último tercio del siglo XX, está en el India donde se ha desarrollado el movimiento más importante del mundo. En la antigua Hindustán las mujeres han protagonizado varias movilizaciones por la falta de acceso al agua, cosa que las obliga a viajar constantemente durante horas con enormes cántaros para proveerse.

 

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Para no hablar de las malas condiciones de la misma, que provoca el aumento de la mortalidad en sus hijos y en sus familias. También han sido las mujeres de la India las que han luchado por la recuperación de los hábitos tradicionales sostenibles gracias al movimiento Navdanya, una corriente que lucha para acabar con el papel subordinado de la mujer en la agricultura y con la ambición de las grandes empresas por las patentes de las entonces, mediante una red de guardianes de entonces tradicionales que se extiende por todo el país.

 

La teorización de este problema se ha llevado a cabo por dos mujeres indias que disfrutan de gran prestigio profesional en todo el mundo y que se han convertido en el rostro del ecofeminismo asiático, estamos hablando de la filósofa Vandana Shiva y la economista Bina Agarwal. Igual que ocurre con la diferenciación entre norte y sur, también ellas representan dos modelos diferentes de entender el ecofeminismo, la primera aboga por el ecofeminismo radical más clásico en el cual los enemigos comunes son la división sexual del trabajo, la apropiación del cuerpo femenino por parte del hombre y la manera de producción doméstica actual; la segunda representa el adalid del feminismo ecológico que se sale de la idea de género y predica una forma mucho más maternal de cuidar la naturaleza.

 

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Movimiento Chipko

 

Aunque el término ecofeminismo fue utilizado por primera vez por la escritora feminista francesa Françoise d’Eaubonne en su obra Le féminisme ou la muerte, escrita en 1974, un año antes, un grupo de mujeres analfabetas de una aldea de la Himalaya ya conseguía evitar la tala de los árboles de la zona con el simple gesto pacifista de abrazarse a ellos. Una acción que dio nombre a un movimiento, el Chipko, que sería seguido por muchos en otros países. La visibilidad de este acto, en el cual Vandana Shiva tuvo un papel fundamental, dio origen a una serie de reivindicaciones por parte de las mujeres de todo el mundo.

 

Pero si hablamos de referentes históricos, una de las figuras más importante de la ecofeminismo es la de divulgadora norteamericana Rachel Carson (1907-1964), considerada como la madre de la nueva conciencia medioambiental gracias a su libro Primavera Silenciosa (1962), donde denunciaba los efectos perjudiciales que los pesticidas estaban ejerciendo sobre nuestra salud y los ecosistemas. Otra de las figuras claves de la conciencia ambiental femenina es la escritora Simone de Beauvoir quién en su libro El Segundo Sexo desgrana la exclusión de la mujer en el ámbito público. En esta obra clave del feminismo moderno se expone la conceptualización de la mujer respecto al hombre, que se reserva los derechos beneficiosos de la civilización (poder, dominio, toma de decisiones, organización y explotación).

 

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Rachel Carson

 
Cómo ha quedado patente, podemos encontrar varias corrientes dentro del ecofeminismo. Por un lado, el ecofeminismo más radical, redefinido actualmente como tal, se basa en la idea que la ecología se define como una interdependencia de la vida sobre la tierra y del feminismo como una expresión del sentido femenino. De este modo, el principio femenino se vuelca hacia la busca del equilibrio, y por lo tanto ecología y feminismo van completamente ligados. Según esta visión es la mujer quien por una cuestión biológica y práctica está más preparada para tomar las decisiones asociadas con el medio ambiente. Por otro lado, existe otra corriente que denominaremos “feminismo ambiental” que se niega a elegir entre características femeninas y masculinas, optando por una feminización integradora y abogando por una racionalidad ecológica.

 

Vandana Shiva y el ecofeminisme espiritualista

Según afirma Alicia H. Puleo, Catedrática de Estudios de Género de la Universidad de Valladolid y máxima representante del ecofeminismo en nuestro país, en su ensayo Un repaso a los varias corrientes del ecofeminismo: Feminismo y ecología (2002) la Premio Nobel Vandana Shiva se englobaría dentro de la corriente de el ecofeminismo espiritualista. Esta física nuclear y filósofa de la India se centra en la crítica del desarrollo técnico occidental como base de los problemas ambientales del mundo, siendo este, según sus palabras, un ejemplo de mal desarrollo. Vandana Shiva combina en la suya obra aportaciones de historiadoras feministas como Evelyn Fox Keller o Carolyn Merchant con su propia tradición filosófica y religiosa.

 

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Vandana Shiva

 

A principios de los años 70 Vandana Shiva se convirtió en la abanderada y portavoz de las mujeres Chipko basándose en los principios de no violencia creativa de Gandhi. Gracias a su intervención en el grupo, las mujeres de la Himalaya desafiaron a sus maridos y a su sistema, que estaba dispuesto a vender los bosques comunales, y establecieron un sistema de vigilancia ligándose a los árboles cuando estos iban a ser talados, evitando así la deforestación de zona. Una vez organizadas, las mujeres Chipko adquirieron conciencia de grupo y continuaron luchando contra la violencia doméstica o el acceso de las mujeres a la política y la educación.

 

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En los últimos tiempos Shiva ha sido especialmente crítica con la producción de alimentos transgénicos y con la gran multinacional Monsanto puesto que, según el activista, la amenaza ecológica de la cadena alimentaria es uno de los problemas con los cuales la globalización está sacudiendo nuestro planeta. En su ensayo El mundo al límite, escrito en 2000 e integrado en el compendio En el límite: la vida en el capitalismo global (VV.AA. Editorial Tusquets 2001), Shiva también hablaba de la globalización como un apartheid ambiental que hacía los países pobres más pobres y con el que empezaríamos el nuevo milenio “con una producción deliberada de ignorancia sobre los peligros ecológicos como la desregularización de la protección ambiental y la destrucción de las maneras de vida ecológicamente sostenibles de comunidades agrícolas, tribales y artesanas del Tercer Mundo”. Una economía globalizada con un importante y desmesurado lastre ambiental, que Shiva centra especialmente en los peligros del agotamiento, la contaminación y la privatización del agua.

Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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