Conservación

13 Feb 2014

BALLE, por una economía local y sostenible

Hablar del colectivo BALLE es sinónimo de hablar de emprendedores que creen en una red empresarial realmente verde y que buscan la sostenibilidad como excusa para trabajar juntos y mejorar las economías locales.

La globalización lleva más de cien años implantándose en nuestra sociedad. El proceso comenzó a fraguarse en la segunda mitad del siglo XIX gracias al crecimiento científico, mercantil e industrial que denominamos Segunda Revolución Industrial y que dio paso a la sociedad de masas y a la sociedad de consumo ya en el siglo XX. Si bien es cierto que el concepto nace en ese momento histórico, no será hasta los años ochenta cuando el proceso totalizador de la globalización irrumpa en nuestra sociedad gracias a los avances tecnológicos y a la aceptación generalizada del capitalismo como sistema hegemónico en el plano de la economía mundial.

 

Sin embargo el tiempo ha demostrado que no todo lo mundial es globalizado y que no todo lo que se extiende se puede profundizar para aplicarlo después a una escala local. Existen campos que escapan a las ideas globalizadoras y en ese sentido muchos teóricos han planteado la idea de volver a las economías locales como punto de partida para establecer una economía global realmente eficaz y sostenible que tenga en cuenta a todos los actores sociales.

 

La denominada perspectiva del catalejo busca precisamente esa visión invertida de todo lo que rodea a una globalización que se ha mostrado errónea y que ha tenido como resultado una crisis económica que manifiesta aún más los desequilibrios sociales, económicos y políticos y la destrucción sistemática del planeta. Llegado a este punto, no debemos usar el catalejo de la manera convencional sino hacerlo al revés, volver de lo global a lo local para establecer un punto que une a ambas partes y que podríamos denominar “glocal”.

 

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Primero lo local

Partiendo de esa base, hace algo más de una década un grupo de emprendedores norteamericanos decidió asociarse para crear su propia red de empresas dedicada a la promoción de las economías locales y a impulsar valores como la sostenibilidad y el respeto por el medio ambiente. Bautizaron a su colectivo con el nombre de BALLE (Business Alliance for Living Local Economies) y tomaron como principal eje de actuación la economía viva, es decir, la búsqueda de los intereses de una sociedad que no paraba de cambiar por encima del interés económico.

 

El cooperativismo y la colaboración entre empresas y comunidad se convirtieron en una de sus máximas ya que tal y como ellos asegurannada realmente sostenible puede desarrollarse de forma individual”. Por otra parte, esta economía viva y colectiva aseguraba que el poder económico se mantenía de forma local sosteniendo una vida comunitaria saludable con viabilidad económica a largo plazo.

 

Desde que se fundó en el año 2003 más de 30.000 emprendedores estadounidenses se han unido a este colectivo en una especie de revolución silenciosa. En la actualidad BALLE cuenta con casi un centenar de subredes en ciudades y condados en EEUU y Canadá. En todas ellas lo fundamental es mantener esa economía viva que busca el bienestar de las empresas y de los habitantes de cada ciudad, pueblo o estado. En esta década de vida todos los sectores y actividades económicas tienen representación en BALLE, desde el comercio (principal motor de este tipo de redes locales) hasta la agricultura, la construcción, las energías renovables, el tratamiento de residuos, los transportes verdes, la salud y los medios de comunicación.

 

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La apuesta por el establecimiento de redes comerciales locales tiene distintos beneficios que el colectivo BALLE explica en su web. Entre ellos destaca el respeto al medio ambiente tanto en la producción como en la distribución de productos, con granjas y empresas totalmente descentralizadas e independientes que favorecen el comercio interno y la creación de nuevas empresas que, a su vez, generan nuevos puestos de trabajo de los que se benefician miembros de la comunidad. Por otra parte, establecer redes comerciales relativamente pequeñas requiere menos inversión en transporte, y al tratarse de pequeños negocios, éstos pueden situarse en el centro de la ciudad y no en la periferia.

 

El resultado de esta iniciativa es positivo a muchos niveles. A nivel de arquitectura urbana significa una expansión de las ciudades más controlada, evitando la congestión en el centro urbano, y la pérdida de hábitat y la identidad local, previniendo el agotamiento de recursos y ayudando a disminuir la contaminación. A nivel humano se frena el éxodo rural porque continuamente se están creando empresas y trabajos siguiendo la máxima de la “economía viva”. Así las nuevas generaciones pueden plantearse un futuro en su ciudad o condado bien como empleados de una de las empresas locales o bien como nuevos emprendedores, para lo cual contarán con el apoyo de la comunidad. Trabajar dentro y por la propia comunidad genera, a su vez, un ambiente de comodidad y bienestar que ayuda a mantener un nuevo sector económico del que, otra vez, vuelve a beneficiarse la comunidad al completo, el turismo.

 

Y así, se va estableciendo toda una red de beneficios que han convertido al colectivo BALLE en el promotor de una economía a pequeña y mediana escala a la que cada vez se adhieren más personas y ciudades. Porque no hay que olvidar que como sistema económico el proyecto de BALLE es completamente viable. Al igual que ocurre en nuestro país el principal motor de la economía norteamericana son las pequeñas empresas, que son las que más puestos de trabajo generan y las que más impuestos pagan. Por otra parte, un mercado formado por empresas pequeñas es la mejor forma de asegurar una competencia sostenible que apueste por la calidad y la innovación, lo que a largo plazo se traduce en precios más bajos para los consumidores. Para finalizar y siguiendo en este mismo plano económico, en un mundo que es cada vez más homogéneo, los emprendedores tienen más posibilidades de invertir y establecerse en comunidades que conserven un carácter empresarial único y distintivo.

 

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Judy Wicks: conciencia y nuevos hábitos de consumo

En BALLE tanto emprendedores como responsables e inversores se valen de una colaboración y una reciprocidad de ideas basadas en la solidaridad local. Los emprendedores independientes trabajan tranquilamente para mejorar el bienestar de su comunidad que, a cambio, consume sus productos. Pero adquirir este hábito por lo local no es sencillo, por lo que periódicamente BALLE organiza campañas informativas para concienciar a los consumidores y participa en campañas dirigidas a presionar al gobierno de Washington, siendo uno de los principales promotores de la legalización del “crowfunding” empresarial en EEUU.

 

Y es que este colectivo es también un espacio de colaboración que ejerce presión dentro del sistema dominante. Entre sus objetivos a corto plazo destacan la reorientación de los inversores estafados por Wall Street hacia las economías locales y ayudar a las redes locales a sensibilizar a instituciones públicas y privadas (ayuntamientos, bancos, fundaciones, ONG etc.) ante los nuevos hábitos éticos y sostenibles. Por otra parte BALLE intenta favorecer el desarrollo independiente de forma especial en aquellas zonas desfavorecidas económicamente como los barrios arruinados de Detroit o las zonas rurales de Florida.

 

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Detroit

 

Desde sus inicios el concepto de BALLE ha estado vinculada a un nombre, Judy Wicks, impulsora de la idea y fundadora, en el año 1983, del famoso White Dog Café, uno de los restaurantes ecológicos más antiguos de Filadelfia. Bajo el liderazgo de Judy su local se convirtió en el impulsor de los alimentos sostenibles y del comercio justo a través de la compra-venta de productos de agricultores y familias locales. Como servicio a la comunidad su café sirvió durante años para la celebración de actividades extraescolares relacionadas con el reciclaje, el compostaje y el medio ambiente para los alumnos de la escuela del barrio. Además, su negocio fue también pionero en incorporar placas solares para producir el 100% de la energía que necesitaba el restaurante.

 

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De alguna forma podemos decir que el White Dog Café sirvió a Wicks como laboratorio para comprobar que sus hipótesis, surgidas durante su estancia en la región Mexicana de Chiapas en los años 90 para establecer locales de comercio de café justo, podría funcionar. La idea de crear una economía global integrada por una red de economías locales autosuficientes y sostenibles conectados por relaciones de pequeño comercio justo se hizo realidad en el 2001 cuando nació la Red Empresarial Sostenible del Gran Filadelfia (www.sbnPhiladelphia.org).

 

Dos años después se fundó BALLE, y durante ese proceso Wicks también creó la Feria Alimentaria local, que sigue siendo a día de hoy uno de los principales programas para conectar a las granjas familiares con el mercado urbano. Convertida en todo un icono de las economías alternativas y del movimiento ecologista, en la actualidad Judy Wicks centra su trabajo en la difusión sus ideas a través de charlas y conferencias por todo el mundo hablando de las economías locales, la responsabilidad empresarial y el papel de lo femenino en la construcción de la nueva economía.

 

Más info: www.judywicks.com

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Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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