Ikebana y paisaje. El estilo ‘rikka’
Los tres anteriores artículos sobre ikebana han estado dedicados a describir las peculiaridades de este arte, su canon esencial, así como algunos de los valores estéticos y espirituales del mismo. En este capítulo quisiera dar a conocer uno de los estilos clásicos que ha pervivido hasta nuestros días: rikka.
Rikka es el estilo más cercano a la idea de paisaje de todas las tipologías de ikebana. En él, se reúnen una variedad mayor de vegetales en composiciones densas y profusas y, sin embargo, articuladas en una estructura clara y muy bella. El concepto de paisaje, en este contexto de la cultura japonesa, no significaría un encuadre, una vista o una porción de la realidad natural: desde el punto de vista oriental, unas hojas de bambú agitadas por el viento pueden ser paisaje.
Ikebana siempre es un arte de la evocación; no representa ni imita a la naturaleza. Cuando llegamos a percibir la esencia de un paisaje contemplando un arreglo rikka, se trata de una ilusión de paisaje, una imagen poética sugerida por una asociación de especies vegetales libres, llevadas al interior de un espacio artificial. Es la creación de una armonía que nos puede hacer rememorar la vivencia de sentirnos inmersos en la propia naturaleza.
Rikka es la forma tradicional más valorada y más difícil de ikebana. Si el estilo shoka podría equipararse a nuestra idea occidental de clasicismo, rikka sería el barroco. Shoka alcanza la perfección equilibrada, rikka llega a la expresión más intensa. La naturaleza siempre es venerada a través del ikebana, y rikka culmina, en el grado más alto, el espíritu de este arte cuyo objeto es la belleza del mundo vegetal concebida como algo sublime, misterioso. A través del ikebana se medita lo incomprensiblemente maravillosa que es la vida. Un arreglo rikka, con su suntuosa complejidad, muestra esa veneración, a través de los múltiples trabajos cuya delicadeza pone al servicio de mostrar ese milagro. Es un arreglo ceremonial; ni cotidiano ni decorativo. Surgió bajo el influjo de la ofrenda religiosa budista.
A diferencia de otros estilos simples y directos, rikka es secuencial, está lleno de matices y accidentes que evocan la elevación de la cordillera, el regazo del valle, … sugiriendo el descenso imaginario y fluido del agua desde la montaña hasta el mar, a través de riachuelos, ríos y cascadas que, desde la más alta cumbre, atravesarían las montañas más erosionadas, bosques, valles, y hasta poblaciones humanas… y al pie, el agua. Este recorrido puede percibirse sobre todo en las composiciones con grandes ramas de pino en la zona alta y especies más herbáceas en la base. Rikka transmite la idea de paisaje porque es un ikebana denso, que aglutina, en una composición idealizada, la vegetación a diferentes altitudes de una orografía real. Crea espacios que parecen transitables. Es un estilo esplendoroso, que quiere revelar la coherencia de un todo, la congruencia natural que Humboldt definió y que hoy llamamos ecosistema: muestra, artísticamente, una riqueza vegetal que evoca la red de relaciones entre especies que se da en la propia naturaleza.
Un arte efímero
Quisiera aclarar, en este punto, que ikebana es un arte efímero. A pesar de la aparente coincidencia del estilo rikka con el carácter paisajista del cultivo de bonsáis, en ikebana no se trata de miniaturizar las especies vegetales o de componer escenarios naturales a otra escala como los bosquecillos de vida longeva. En ikebana se crea, artísticamente, con ramas cortadas, un arreglo que no dura más de una semana y esto, sustituyendo, a veces a diario, ciertas partes del mismo.
Históricamente, puede rastrearse el origen de rikka en las ofrendas budistas de las que existen las referencias más antiguas entorno al año 1300. Adquirió una forma más definida a finales del siglo XVI y se consolidó en el Periodo Edo (siglos XVII-XIX) en el cual los estilos naturalistas y sencillos se inclinaron a favor de este estilo, muy elaborado, que se aproximaba a la naturaleza desde un planteamiento muy rico en la forma y a la vez impregnado en un elevado sentimiento de lo sagrado. La tendencia a la naturalidad y la tendencia a la construcción minuciosa confluyeron. Fue en esa época cuando se normativizó a través de la definición de reglas compositivas y de meditadas proporciones que definen sus nueve yakueda (ramas o partes el ikebana). El conjunto forma un todo armónico en el que cada elemento es necesario y se expresa con su forma diferenciada y precisa. Altura, amplitud y profundidad, liviandad y expansión, concentración y peso, se establecen mediante medidas, proporciones y líneas ascendentes o descendentes.
Los nombres de las nueve ramas y sus funciones compositivas están desde entonces hasta nuestros días especificadas con precisión. Son las siguientes: shin (también conocida como corazón) se dirige hacia arriba y es la rama más poderosa, la altura máxima, es el centro alto. Está matizada y secundada por soe (la rama añadida), su apoyo, también orientada hacia arriba y menor en tamaño y fuerza. Shoshin (el corazón pequeño) es el centro superior que estabiliza la composición, una rama que no dibuja líneas ni se proyecta en el espacio, sino que lo fija y lo densifica en un punto, definiendo una altura en el centro del eje. A medida que se desciende, las ramas van desplegándose en uke (la rama que recibe), que se abre en el espacio ensanchándolo y compensando el lado opuesto a shin. Mikoshi (la rama cruzada) lo dota de profundidad. Nagashi (la rama serpenteante) da movimiento, ampliándose hacia el exterior, como rama más fuerte y extrema de la zona inferior. Hikae (la rama que espera), también delimita y equilibra, en el lado opuesto, la zona inferior. Dō (el tronco) proporciona compacidad y estabilidad en la parte central inferior; es el vientre del arreglo, la sólida estructura sustentante, densa y maciza, constituida de material con espesor, lleno, con follaje, contrastando con el predominio de líneas y vacíos. Por último, maeoki (la rama que introduce) surge de dō proyectándose hacia delante, estabilizando la zona de las ramas bajas.
Dos arreglos del tipo ‘rikka Shimputai’ o ‘rikka’ moderno. Izquierda: ramas de sauce, ciruelo, tuya y zarzamora. Flores de nardo, eremurus, hortensia, adelfa y rosas. Hojas de espadaña y de lirio. Bayas de invierno rojas. Recipiente de material sintético. Altura: 120 cm. Derecha: ramas de sauce, photinia, rosal y pruno. Flores de triteleia, centaurea y milenrama. Hojas de mostera, aspidistra y juncos. Recipiente de cerámica. Altura: 115 cm. Creaciones y fotos: V. Encinas.
Conocemos muy bien el origen de la forma rikka gracias a tratados antiguos. Estos son compendios de delicadas representaciones, muy descriptivas y cálidas, en las que las cualidades sensibles de los elementos vegetales están presentes, a veces incluso, con mucho detalle. Posteriormente se recurriría a esquemas abstractos, pero, en la época en que rikka queda definido formalmente, las representaciones antiguas son dibujos o grabados exhaustivos y lujosos, detallados y llenos de sensibilidad y conocimiento.
Existe una interesante variación de rikka llamada suna-no-mono. Tiene proporciones más horizontales, tanto en el recipiente como en la composición vegetal, pues su ubicación quedaba enmarcada por el mueble que lo soportaba e integraba con otros objetos o arreglos. Este tipo de ikebana da lugar a veces a un doble pie, con base de arena y agua dentro del recipiente, como puede verse en los dibujos del tratado Rikka Shodo Shu.
Actualmente pueden contemplarse este tipo de arreglos en las exhibiciones de las escuelas tradicionales. Las exposiciones anuales incluyen trabajos según estilos históricos muy apreciados, que siguen practicándose. Especialmente, la Escuela Ikenobo continúa enseñando a sus alumnos en nuestros días la forma tradicional rikka con el rigor formal de tal tipología y, no solo la enseña, sino que la ha actualizado analizándola y enfatizando sus principios formales sin perder su esencia, como la forma más clásica y, a la vez, más sofisticada y atrevida de ikebana.
Dos arreglos del tipo ‘rikka Shimputai’ o ‘rikka’ moderno. En el estilo ‘rikka’ moderno se crean armonías paisajísticas mediante la interpretación de las nueve ramas tradicionales a través de todo tipo de especies vegetales; ramas de árboles y arbustos, hojas, tallos, flores, frutos, etc. Es frecuente el uso de una bandeja llamada ‘usuita’. Creaciones y fotos: V. Encinas
En la forma original de rikka la congruencia paisajística es total pues las especies pertenecen a un entorno geográfico común y cercano. En la forma actualizada, rikka shimputai (o rikka moderno) hay un enfoque más abstracto en la composición, con contraste entre especies, a veces importadas de zonas de distinto clima, y mayor abundancia de flores y contrastes de color. En esta nueva modalidad de rikka, la ramas de árboles o arbustos han dado paso a especies más ligeras y los tamaños de los arreglos son más pequeños. La renovación se debe a la Escuela Ikenobo y, en especial, a Senei Ikenobo, el 45º maestro-director de la escuela. El maestro renovó asimismo la forma shoka, creando shoka shimputai; en ambos casos, aportando un concepto artístico más contrastado, frente al naturalismo de la forma tradicional.
Rikka resulta difícil para los principiantes y sólo se accede a su aprendizaje tras haber superado cursos basados en formas más sencillas, pues su realización exige el dominio de técnicas elaboradas que solo pueden aprenderse bajo la tutela de maestros muy experimentados. Requiere, además, una gran variedad de vegetales y recipientes especiales. Incluye ramas poderosas, como las de pino, que por su peso obligan a implementar soportes firmes.
Generalmente, el arreglo se sostiene sobre un lecho de piedras y agua, en el que está enterrado el soporte sólido. Diversos y pequeños recipientes de agua suplementarios, aéreos, a diferentes alturas mantienen vivas las ramas que no surgen desde la base, sino que están soportadas a media altura. Son muchas y complejas las técnicas que se utilizan para fijar y mantener las formas de las curvas de las ramas, sujetas hábilmente; así como existen numerosos medios para prolongar la vida de las ramas y las flores una vez cortadas.
Ejemplo de ‘Suna-no-mono’. Rikka tradicional. Imagen de Rikka Shodo Shu. Jinkusai. 1684. Special Collections, USDA National Agricultural Library
En el estilo rikka tradicional los recipientes antiguos desprenden un halo de dignidad y seriedad. Habitualmente de bronce y de proporciones majestuosas; a veces muy curvilíneos, sofisticados y figurativos, revelan la influencia china de su origen. En la actualidad los recipientes que se utilizan para rikka son similares a los de shoka, aunque frecuentemente más grandes. Se han modernizado, adoptando el estilo simplificado con que la cultura contemporánea interpreta el concepto de sobriedad y dignidad propio de estos arreglos.
Las peanas de madera lacada y, a veces, bandejas labradas, dotan de una mayor elevación a las composiciones. Este tipo de soporte que distancia y subraya el arreglo, no se utiliza bajo los recipientes más informales o los arreglos modernos. Están reservados para shoka y rikka (estilos tradicionales) para dar relevancia al ikebana.
Bibliografia
Rikka Shodo Shu, Jinkusai. Tres volúmenes de imágenes, consultables en línea. https://www.nal.usda.gov Rare books. Special Collections, USDA National Agricultural Library, Maryland. Enlace directo