Alcalalí: un paseo entre almendros floridos
La naturaleza es maravillosa siempre, pero quizá en el invierno no se muestre con sus mejores galas. No obstante, el final de esta estación suele ser anunciada por una especie ruda y dura, acostumbrada a condiciones difíciles, como la que todos y todas estamos viviendo estos días: el almendro.
En febrero este árbol de las regiones mediterráneas, rompe sus yemas en preciosos ramilletes florales, siendo una de las floraciones más espectaculares en el paisaje valenciano; paisajes que en 1791 recorría el botánico Cavanilles, por encargo del rey Carlos IV, para describir la naturaleza de España.
La primavera besaba
La primavera besaba (Antonio Machado)
suavemente la arboleda,
y el verde nuevo brotaba
como una verde humareda.
Las nubes iban pasando
sobre el campo juvenil…
Yo vi en las hojas temblando
las frescas lluvias de abril.
Bajo ese almendro florido,
todo cargado de flor
—recordé—, yo he maldecido
mi juventud sin amor.
Hoy, en mitad de la vida,
me he parado a meditar…
¡Juventud nunca vivida,
quién te volviera a soñar!
En este período de confinamiento en nuestras casas, quiero compartir con vosotros y vosotras esta ruta que realice en el año 2018, a través de los paisajes vestidos de tul en la Vall de Pop, en la provincia de Alicante.
La propuesta es sencilla y rural, para ensalzar nuestro territorio agrícola, muchas veces denostado desde las grandes ciudades, pero que tanto añoramos en estos días de encierro, en los que todos soñamos con ir al pueblo. Estos paisajes han sido modelados a través de los siglos, por manos sabias de agricultoras y agricultores que, con su tesón, hicieron de las tierras más agrestes, verdaderos vergeles de biodiversidad y producción de alimentos, mediante el arte del cultivo.
“La agricultura, fuente inagotable de abundancia y felicidad, […] infatigable industria de los valencianos, multitud de árboles y producciones, objetos todos que obligan a suspender el examen de los efectos de la naturaleza para admirar los del arte”
(Antoni Josep Cavanilles, 1795)
El almendro
Es un árbol originario de las regiones montañosas de Asia central. Su difusión se vio favorecida, ya que la semilla era al mismo tiempo la unidad de propagación y la parte comestible o de consumo. Se distribuyó desde Persia y Mesopotamia por todas las civilizaciones antiguas del Mediterráneo, a través de las rutas comerciales de la época. En España se cultiva desde hace más de 2.000 años, introducido probablemente por fenicios, griegos y romanos, estableciéndose su cultivo inicialmente en las zonas costeras. España es el tercer productor mundial, por detrás de EEUU y de Australia, seguido por Túnez e Irán, y otros países mediterráneos.
Tras la parada invernal, primero florece y posteriormente le brotan las hojas, lo que le otorga una exuberante belleza. Las hojas se encargan de proporcionar alimento al árbol durante la primavera, momento de crecimiento de los frutos. Estos provienen de las flores que han sobrevivido a las heladas, muy frecuentes en la época en que se inicia la floración (febrero) en estas latitudes.
Su fruto es conocido como almendra, alimento muy rico en vitamina E y D, grasas monoinsaturadas, minerales (calcio, zinc y magnesio, entre otros). Muy apreciada en la industria cosmética, por sus efectos beneficiosos para el cuidado de la piel (Sivamani, 2020). Así mismo, y antes de que la industria cosmética descubriera sus beneficios, en las regiones mediterráneas su fruto era y es bien conocido y apreciado, ya que con él se elaboran muchos dulces, como el turrón, elemento indispensable en todas las mesas navideñas. También los mazapanes y otros pecados gastronómicos, todos ellos herencia del pasado árabe peninsular.
La ruta
La ruta que se propone, en este nuevo post para la revista Espores del Jardí Botànic de la Universitat de València, transcurre por el municipio alicantino de Alcalalí. Este está situado en la comarca de la Marina Alta, concretamente en la Vall del Pop. El municipio, que se encuentra a 240 m sobre el nivel del mar y a 20 km de la costa, está emplazado entre el monte Seguili y el Carrascal.
Durante el recorrido por la Vall del Pop, a través del PR podrán deleitarse con un paisaje agrario de secano tradicional, salpicado de muros de piedra seca, tan abundantes en la Comunidad Valenciana y en todo el arco mediterráneo español. La UNESCO incluyó este tipo de construcciones tradicionales en su lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad en la decimotercera reunión del Comité, celebrada en 2018. Países como Croacia, Chipre, Francia, Italia, Eslovenia, España y Suiza, cuentan con estos bienes, entre otros muchos. La construcción en piedra seca consiste en el apilamiento de piedras sin el uso de otros materiales de construcción para su sujeción. Su estabilidad es fruto de la selección individual de las piedras y de su colocación cuidadosa, en perfecta armonía. Se trata de un testimonio de métodos y practicas usados por las poblaciones desde la prehistoria hasta la época moderna que ha llegado a nosotros, gracias al trabajo y mantenimiento por parte de las personas que vivían en los entornos rurales, sin los cuales sería difícil de conservar.
“Ejemplo de relación equilibrada entre el ser humano y la naturaleza”
UNESCO, 2018
Com la ruta se nicia en el propio municipio de Alcalalí, pueden visitarse otros monumentos o lugares de interés, como son: la torre medieval de Alcalalí, declarada Bien de Interés Cultural; la ermita de sant Joan de Mosquera, cuyo origen se debe a una alquería morisca en la que se celebraba la festividad del “Porrat”, y que se siguió celebrando, vinculándola a san Juan (o sant Joan), tras la expulsión de los moriscos por los nuevos repobladores, que en su mayoría provenían de las Islas Baleares; y por último, la iglesia de la Natividad de Nuestra Señora. No es menos desdeñable, la cantidad de detalles arquitectónicos que se pueden localizar por el municipio, como piedras de sillería, picaportes, anillas para el “bestiar” o cerraduras; símbolos todos ellos de estatus social de la casa.
Centrándonos en la naturaleza y sus paisajes, la visita a la torre es casi de obligado cumplimiento, desde donde observar toda la Vall del Pop y el Coll de Rates. El edificio dispone de ascensor para acceder a cada una de sus cinco plantas.
La orografía es accidentada, propia del paisaje alicantino, de clima mediterráneo en el que el paisaje agrario predomina, enmarcado por un horizonte montañoso, en el que destaca el Coll de Rates. Predominan los cultivos de secano, delimitados por muros de piedra seca. Probablemente herencia del pasado árabe. El cultivo predominante es el almendro, aunque con la tecnificación de la agricultura y la llegada del regadío y, por ende, del riego por goteo, el cultivo de cítricos también es significativo.
Iniciamos el paseo en las afueras de la propia localidad, donde podremos estacionar junto al panel explicativo de la ruta. Para realizarla, seguiremos las indicaciones del PR-CV 425 Alcalalí – Coll de Rates, que transcurre en su mayoría a través de carretera asfaltada. Pese a que no es una carretera muy transitada por el tráfico rodado a motor, hay que tener en cuenta su uso agrario, por lo que nos podemos cruzar con maquinaria pesada. Por este motivo, tenemos que extremar como siempre las precauciones, hacernos visibles y no suponer un problema para los agricultores que están desarrollando su labor.
Todo el itinerario se realiza entre los campos de almendros y es circular, pero recomiendo un desvío de unos metros, para llegar a la ermita de san Juan de Mosquera. Este será un perfecto escenario para hacer un picnic junto a sus cipreses (Cupressus sempervirens). Dejarse llevar unos instantes por la suave brisa mediterránea y los trinos de las aves, es algo más que recomendable para todo amante de la naturaleza. Si observáis el perfil de pendiente, la ruta en sí no presenta ninguna complicación remarcable en cuanto a esfuerzo físico. El desnivel acumulado, de 25 m, tiene su punto álgido en el km 1,4. Un poco de resistencia será suficiente para superarlo. Tras nuestro merecido descanso, regresaremos a la carretera para seguir por la ruta circular hasta donde la iniciamos, en el panel explicativo del PR del municipio.
Lamentablemente esta propuesta de campeo, tendrá que esperar dadas las circunstancias de estado de alarma, con motivo del coronavirus. La naturaleza sigue su curso, como no podía ser de otra forma, por lo que habrá que esperar a que en 2021 los almendros vuelvan a florecer, si es que no los habéis visto este año. Pero lo que sí podemos hacer es consumir sus frutos que, tan amablemente, los agricultores ponen a nuestra disposición en los mercados.
Pese al aislamiento de todos y todas, y la soledad de muchas personas, he querido compartir una de tantas bondades del territorio y naturaleza valencianos, y la belleza de sus paisajes. Aunque no podamos salir de casa a estos lugares, que sirva la fotografía y la palabra para iluminarnos un poco mientras estemos en casa. Así lo entendió y plasmó, en este precioso cuadro el pintor holandés Vicent van Gogh, en su óleo sobre lienzo (febrero,1890) titulado “Almendro en flor” en Saint-Rémy-de-Provence.
Aunque la realidad siempre supera a cualquier fotografía u obra artística, intentemos disfrutar estos días en casa, pensando que la naturaleza nos está preparando una fiesta sorpresa para cuando podamos salir, con los tallos abiertos para abrazarnos fuertemente.
Nota: este post es una adaptación y actualización de la ruta publicada en el blog Naturalmente rodando de la misma autora.