Frontera de la etnobotánica
El profesor, etnobotánico y divulgador Daniel Climent inicia un ciclo de artículos en Espores para tratar una etnobotánica de la que no se habla tanto, la que no se relaciona con los conocimientos que tradicionalmente se tienen de las plantas, sino la que está escondida en el arte, los símbolos o, por ejemplo, los textos sagrados. Daniel nos cuenta el porqué de su importancia y comienza un camino que recorreremos con él.
La etnobotánica representa un enorme cuerpo de conocimientos basado en el estudio de las relaciones de los humanos con los vegetales: qué hacemos o qué hemos hecho las sociedades con las plantas a lo largo de la historia. El catálogo es extraordinariamente variado y extenso y abarca campos como los de la alimentación, la salud, la cosmética y otros, el uso de maderas, fibras y pigmentos en manufacturas de todo tipo, desde los instrumentos musicales a las armas pasando la cestería, los textiles o la construcción de viviendas, los usos simbólicos, rituales y mágicos, los aspectos lingüísticos, las artes plásticas, y un largo etcétera que sería prolijo e indebidamente largo y difuso enumerar.
A pesar de la enorme extensión de los temas a tratar una gran parte de los estudios etnobotánicos se han centrado en registrar la tradición oral y práctica de los últimos humanos que conservan las costumbres o los recuerdos sobre los usos medicinales y alimenticios de las plantas. Y esto ha sido muy bueno. Porque se ha priorizado la urgencia de recoger los testimonios orales o factuales, los últimos depositarios de aquellas sapiencia antiguas y que todavía viven en contacto con el mundo “natural” más rico en biodiversidad o al menos con el medio rural menos influido por la modernidad.
Edward Osborne Wilson. Imagen de WIkipedia
Hablar de la biodiversidad remite casi de inmediato a uno de los naturalistas que más la ha estudiada, el estadounidense Edward Osborne Wilson (1929-). Y en uno de sus libros más recientes, La creación. Una llamada para salvar la vida en la Tierra (2007; ed. Empúries), podemos leer (pg. 39):
[¿Qué puede pasar si se reduce la biodiversidad?]
Se destruirán unas fuentes de información científica y de riqueza biológica de una magnitud inimaginable.
Las oportunidades que se desaprovecharán -que serán mejor entendidas por nuestros descendientes que por nosotros mismos- serán incalculables.
Todo lo que no se haya descubierto hasta ahora [del legado genético, bioquímico, biofísico, etc.] -medicamentos, cultivos, maderas, fibras, vegetación para recuperar los suelos, sustitutos del petróleo y otros productos beneficiosos- habrá perdido para siempre.
Pues bien, si en la pregunta inicial sustituimos “biodiversidad” por “conocimiento sobre la biodiversidad”, la respuesta sigue siendo igualmente válida: perder los conocimientos acumulados sobre la biodiversidad representaría una de las pérdidas más grandes y más insustituibles de conocimientos acumulados durante la historia de la humanidad.
Ramon Margalef recibiendo la Medalla de Oro del CSIC. Imagen del CSIC
En ese sentido otro de los grandes naturalistas del siglo XX, Ramon Margalef (1919-2004), hacía las siguientes reflexiones en el libro Ecología (1981; ed. Planeta)
La naturaleza resulta demasiado complicada para ser descrita y explicada de manera racional, por composición de mecanismos físicos elementales, y los conocimientos necesarios a la supervivencia adquirieron la forma de tradiciones y creencias, más o menos unidas a un código de carácter sagrado, es decir, indiscutible. Contenidos mentales no razonados y aun fundamentalmente falsos pueden ser excelentes para sobrevivir.
Daniel Climent
Y si Margalef decía esto en la página 14, en la siguiente remachaba el clavo:
Entretanto, el ecólogo ha de estar dispuesto a recoger con simpatía las creencias que se están perdiendo. Tal vez encontrará en ellas sugerencias para nuevos estudios sobre las relaciones entre el hombre y la naturaleza. Los usos de diversas plantas, la composición de las dietas alimenticias, las creencias en ritmos, etc., de todos los pueblos deberían recogerse y estudiarse, antes de que sean olvidados por las últimas generaciones en las que acaba su cultura. Los estudiantes universitarios de extracción ciudadana se sorprenden ante los conocimientos de biología que poseen los pueblos naturales o los propios campesinos europeos conocedores de la tradición. Empezar a llenar papeletas, según las técnicas de los antropólogos y con el intento de escribir un ensayo o una tesis, no es lo peor que puede hacerse en la situación, aunque probablemente es poco apreciativo de las raíces profundamente humanas de una ecología viva.
Pero no sólo la palabra directa sino también las expresiones artísticas (plásticas, literarias…), los símbolos y los textos sagrados, etc. pueden ser portadores de información sustancial sobre las características, propiedades o formas de usar las plantas. Características, propiedades o usos algunos de los cuales han sido olvidados, desterrados o sustituidos en la memoria colectiva pero que permanecen fijados en imágenes, rituales, textos o palabras antiguas…; y que es posible que nos puedan suministrar indicios para resolver nuevas necesidades si sabemos interpretar y aplicar la información que contenían aquellas tradiciones o imágenes.
En cualquier caso, desterrar o descuidar este tipo de información por el simple hecho de estar codificada bajo formas que no provienen de la relación directa de los informantes con las plantas de su entorno puede suponer también una pérdida si no acertamos a interpretar adecuadamente; o si no sabemos intersecar con otro tipo de informantes y de sabios teóricos y prácticos, desde los historiadores del arte hasta los luthiers, los elaboradores de herberos hasta los lexicógrafos, los exegetas y antropólogos hasta los arqueólogos y un etcétera tan largo como interesante.
O, aunque ahora no seamos capaces de hacerlo, registrarlo para que otros mejor preparados encuentren abiertas las puertas de algunos interrogantes de los que hoy por hoy todavía no sabemos la respuesta. Y de todo esto hay mucho para hablar. Como intentaremos hacer en próximos capítulos.