Pinos, ¿a punto de desaparecer de nuestro paisaje?
El pino es uno de los árboles más extendidos en nuestro país gracias a la capacidad de adaptación a nuestro clima, su uso en planes de reforestación y su fuerte tradición en la industria maderera. Sin embargo, también es una de las especies que más sufrirá el cambio climático.
Según un reciente estudio publicado por el CREAF (Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales, vinculado a la UAB y a la Generalitat de Cataluña), el haya y el pino rojo son dos de las especies más vulnerables ante el cambio climático. Un problema en términos ecológicos ya que estas dos especies suponen a la península ibérica auténticos pulmones verdes, capaces de captar decenas de toneladas de dióxido de carbono. Según este estudio, el problema de las hayas para sobrevivir en un clima potencialmente más árido es que no dispone de buenas estrategias para resistir la falta de agua. Por otro lado, los pinos rojos (Pinus sylvestris) tienen una alta vulnerabilidad a los incendios, previsiblemente más frecuentes en un clima cada vez más seco y su escasa capacidad de regeneración en zonas quemadas ya que sus semillas mueren después del fuego.
En términos generales, es bastante complicado imaginar nuestros paisajes sin pinos. El Pinus sylvestris es la especie forestal arbórea con mayor distribución geográfica en el mundo y sus poblaciones son capaces de adaptarse a condiciones ambientales muy distintas. A nivel mundial, las masas más extensas se encuentran en Siberia, Rusia, Alemania y Polonia, aunque su presencia es constante desde en toda Europa y Asia. En el caso de España, encontramos poblaciones considerables en los Pirineos, la Cordillera Ibérica y la Cordillera Central, done tiene sus mayores representaciones en la Sierra de Guadarrama, Gredos y Somosierra. Su límite al este se encuentra en la provincia de Castellón, mientras que en sentido opuesto León y Lugo son las provincias más al oeste donde encontramos pinos. Las poblaciones más al sur se localizan en la Sierra de Baza y en Sierra Nevada, ambas en Granada. El índice calidad y densidad de pinos mayor se encuentra en Valsain (Segovia) y en Soria.
Habitualmente, los pinos se encuentran en latitudes entre 1.000 y 2.000 m, siendo las zonas más favorables las que se encuentran sobre los 1.500 m. No obstante en España podemos encontrar variedades a partir de 700 m de altura. El pino silvestre es una especie que no exige demasiado a nivel de humedad relativa, aunque su supervivencia está garantizada en zonas con suelos húmedos. Uno de los rasgos más característicos de los pinos es su capacidad de resistencia a inclemencias climatológicas varias como heladas, vientos y nevadas. Tampoco es una especie que sufra de forma especial las oscilaciones térmicas anuales (por ejemplo, en los bosques de Siberia con oscilaciones de hasta 70ºC). Además, son árboles muy longevos, viviendo una media de 300-350 años con algunos individuos que llegan hasta los 600 años.
¿Por qué el pino es una especie tan abundante en España?
La tradición del uso y la explotación del pino en nuestro país es un fenómeno antiguo, especialmente por la calidad de su madera, generalmente alta por tener troncos rectos y poco nudosos. Su madera es muy apreciada en construcción, ebanistería y carpintería, y está especialmente demandada para muebles considerados de alta calidad y para maderas que requieren una especial resistencia como la de los mástiles de los barcos. También se emplea para trabajos a la intemperie, como traviesas, entibos de minas, postes de telégrafo, vallas, cajas pesadas y para chapa de prensado y tablones, pasta de papel, celofán y plásticos.
Pero ésta no es la única utilidad el pino, la madera y la resina también se han empleado para la elaboración de tintes y medicinas. Tradicionalmente, de las hojas del pino se saca la llamada lana del bosque, que se usa para fabricar almohadillas, y de la destilación de la madera se puede obtener un aceite esencial empleado para la calvicie. También se extrae de él la trementina, con propiedades balsámicas, antisépticas y expectorantes.
Tampoco escapa este árbol a los rituales más arcaicos. Sus hojas se han utilizado para purificar la casa y el agua del baño, y como protección del hogar. Se dice que un par de agujas de pino cruzadas cerca de la chimenea protege la entrada de los malos espíritus y que atar unas ramas de pino con una cinta de color rojo y guardarlas en un armario es un reclamo para obtener prosperidad con el dinero y los negocios.
En términos más ecológicos, el pino es bueno para plantar en suelos ácidos, brezales y humedales, y con el tiempo se convierte en un árbol ornamental grande, de corteza atractiva y de alto valor para la vida salvaje. Los únicos cuidados que requieren este tipo de poblaciones, los pinares, es el desbroce en algunas épocas del año, normalmente durante los meses más fríos. En contraposición, hay que decir que es una especie que puede sufrir muchas plagas producidas por la procesionaria del pino (Thaumatopoea pityocampa), los ataques de escolítidos (Ips acuminatus), o diafoliaciones producidas por hongos (Armillariella mellea o Lophodermium pinastri).