Plantas

19 May 2013

LAVANDA, EL ENCANTO DEL LILA

El color lila de la lavanda tiene la capacidad de evocarnos su impresionante aroma. Muy común en el Mediterráneo, y base del trabajo de los perfumistas franceses, esta flor tienen propiedades medicinales, se usa en la cocina e incluso se la ha relacionado con la estética. 

Reconocemos la lavanda por sus bonitas y llamativas flores de color lila y por su olor, que impregna los lugares donde vive. Hemos hablado de ella en la configuración de xerojardines, es decir, aquellos jardines que se diseñan pensando en un consumo mínimo de agua de forma sostenible. Es ideal en ellos porque la lavanda es una planta rústica que crece en terrenos áridos, que aguanta bien el sol y que no requiere mucha agua para su crecimiento. Por eso su habitat natural es la cuenca del Mediterráneo, tanto en los países del sur de Europa como en los del norte de África.

 

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Si hablamos de perfumes, no podemos obviar las virtudes olfativas de esta planta de la que se extrae un aroma fresco y suave con el que se elaboran colonias y ambientadores. Los perfumistas franceses hicieron de las variedades de lavanda su gran base de trabajo, y por eso en la Provenza francesa existen enormes plantaciones para este fin, y para que los turistas puedan disfrutar de este deleite para los sentidos al pasear por la campiña.

 

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También hemos hablado de la lavanda al tratar la elaboración de insecticidas caseros, pues su fuerte aroma repele a algunos insectos, como por ejemplo los mosquitos, que se alejan con su olor. La lavanda es, junto con otras plantas como el tabaco, el ajenjo o la mielrama uno de los mejores insecticidas naturales que podemos plantar en nuestro jardín, cumpliendo una doble función: por una parte alejar a los insectos, y por otra tener una planta de valioso perfume y propiedades medicinales. Porque, a pesar de que pueda parecer que ya te hemos contado muchas cosas sobre la lavanda, esto no ha hecho más que empezar.

 

Comenzando por una definición básica, diremos que la lavanda o espliego, Lavandula angustofolia, es un arbusto de tallos leñosos, ramas de espigas alargadas y flores de color morado. Dentro de sus componentes destacan principalmente el lanilol, que tiene propiedades energizantes y los taninos, que son útiles como antisépticos, cicatrizantes, antioxidantes y protectores de la piel. Es una planta originaria de los países del Mediterráneo y suele formar setos bajos o ribetes de avenidas. Sus flores son llevadas por espigas largas hasta 6 cm de color azul, muy perfumadas que brotan de verano. Su floración natural es durante la primavera y el verano (depende de la especie).

 

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Culturalmente, la lavanda ha sido usada como perfume y para la higiene personal, y también como desinfectante. Los Romanos la utilizaban en sus baños y también acostumbraban a llevar un ramito entre las ropas para ahuyentar a los insectos. El componente principal de la lavanda es el aceite esencial, que contiene alcoholes terpénicos (linalol, geraniol y borneol) y sus esteres, entre otras muchas sustancias, responsables de sus propiedades sedantes del sistema nervioso, propiedades a su vez hipotensoras, antiinfecciosas y bactericidas. La lavanda es un remedio eficaz para calmar los nervios y en caso de ansiedad, irritabilidad, insomnio, taquicardia y migrañas.

 

Es también excelente como tónico digestivo ya que ayuda a expulsar los gases. Por su acción calmante, antiséptica y cicatrizante, en uso tópico se aplica en baños y compresas para tratar dolores reumáticos, infecciones cutáneas, heridas y picaduras de insectos. Puede presentarse en forma de alcohol, con la flor seca y en forma de infusión, sobretodo para calmar los nervios y la ansiedad.

 

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Pero los encantos de la lavanda no escapan a la gastronomía, y por eso se usa en ocasiones para aromatizar el vino blanco y el vinagre, y para la elaboración de gelatinas y chocolates de repostería. Su particular perfume hace también que se mezcle con la miel, haciendo miel de lavanda, usada desde hace siglos para curar infecciones broncopulmonares.

 

En el lenguaje de las flores, la lavanda puede tener dos sentidos: el primero es la desconfianza, pues la lavanda fue usada en la antigüedad como antídoto contra los mordiscos de los serpiente y se recomendaba ponerla sobre las heridas después de haber dejado remojarla en agua. Visto así, sería un antídoto contra las serpientes. Sin embargo, se decía también que dentro de sus matas las serpientes hacían sus nidos, especialmente las áspides, y por eso los pueblos antiguos se acercaban a ella con mucha prudencia. El otro sentido es mucho más romántico: regalar lavanda era sinónimo de sentimientos templados.

 

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Respecto a las leyendas sobre la lavanda, la más famosa la encontramos en la tradición oral centroeuropea del siglo XII. La reina Isabel de Hungría, a los 72 años de edad, afectada de dolores reumáticos recuperó su salud y rejuveneció gracias a lo que luego se llamó “El agua de Hungría” una loción alcohólica compuesta de lavanda, romero y menta. Tras su recuperación su aspecto era de tal juventud que el rey de Polonia la pidió en matrimonio, proposición que ella rechazó por amor a Dios, ya que era él quien le había enviado el maravilloso elixir. Su uso se extendió rápidamente entre las damas de cierta edad para mantener la piel tersa y sin arrugas.

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Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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