Plantas

7 Ene 2023

Estevia, la historia de un género muy dulce

Estevia
Planta de Estevia./casapia.com

El famoso edulcorante natural que se obtiene de una planta debe su nombre al botánico valenciano Pere Jaume Esteve, aunque él no la estudiara, ya que fue Cavanilles quien les conectó. Con motivo de la reinauguración de la muestra Estèvia, la panacea dolça, de la Universitat de València, resultado de una investigación que combina botánica, agronomía, dietética, e incluso tecnología de los alimentos y su comercialización, Jaime Güemes recorre una historia que parte de la selva sudamericana y llega hasta nuestros días, con un producto cuyos beneficios económicos deben redundar en quienes lo merecen, que no siempre son quienes imaginamos.

Viviendo como estamos en una época de incertidumbre y confusión en la que cada día vemos cómo se confunden las fechas y los títulos, cómo se transforma la historia y se reubican países y personajes, me gustaría contribuir a poner en su sitio y época a los dos personajes valencianos, dos ilustres botánicos, que se encuentran (o no, como veremos) en la estevia, esa planta de sabor dulzón y posible solución a glucemias y diabetes. Su nombre nos suena mucho ya, pero quizá no sepamos que deriva del botánico Pere Jaume Esteve, un valenciano del siglo XVI. E incluso en este dato hay hilos de los que tirar. Me pondré a ello, con el permiso de los historiadores de la ciencia, y tomándome algunas libertades para que cultura, naturaleza y arte se entremezclen reforzándose. 

Retrocediendo en el tiempo 

Empecemos por una rápida cronología. Imaginemos que hace 1500 años, mil años antes de la llegada de Cristóbal Colon al continente americano, una mujer guaraní recorría las regiones semiáridas de la Cordillera de Amambay buscando una planta que crecía en lugares soleados sobre suelos arenosos, poco fértiles. No buscaba cualquier planta y sabía distinguirla entre las miles de especies que poblaban la región. Necesitaba recolectarla por sus propiedades, por su capacidad de endulzar las infusiones más amargas. La hierba tenía nombre guaraní: kaá-jeé, y como “hierba dulce” la empezaron a llamar siglos después los españoles llegados a Sudamérica. 

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Hacia 1500 nació, seguramente en Morella, Jaume Pere Esteve, el principal protagonista de esta historia, al menos, el protagonista humano, valenciano, botánico, médico, profesor de la Universidad de Valencia y humanista. Personaje notable en la Valencia de la primera mitad del siglo XVI e hijo de médico, se formó en las universidades de París y Montpellier. Después de ejercer como médico en la ciudad de Valencia, llega, algo tarde, a la Universidad donde fue profesor durante breves periodos en las cátedras de anatomía y simples, en la de griego, en la de cirugía y en la de matemáticas. Tiempo que le sirvió también para enfrentarse al Rector, opuesto a la revisión de los estudios de medicina, lo que le supuso la expulsión del claustro universitario durante unos años.  

Pere Jaume Esteve desarrolló su interés por la botánica estudiando las plantas que crecían de forma espontánea en el territorio valenciano y dejando escrito un diccionario de las plantas que nacen en el Reino de Valencia. Este manuscrito y las copias que se hicieron de él está desaparecido, pero sirvió para que Antonio José Cavanilles encontrara motivos suficientes como para dedicarle el género Stevia. No tenemos constancia de que Esteve recibiera ni estudiara materiales botánicos procedentes de América y, sin duda, no conoció ninguna especie del género Stevia. Su relación con la recolectora guaraní de hierbas, aún tendría que esperar. 

Follaje de Stevia rebaudiana./ Wikipedia.org

El origen del nombre  

Avanzando en la cronología, pasamos de principios del siglo XVI a finales del siglo XVIII. En aquel momento, Antonio José Cavanilles se encontraba en Madrid estudiando los materiales enviados por Martín Sessé y José Mariano Mociño, responsables de la Real Expedición Botánica a Nueva España. Pudo ver crecer las plantas en el Real Jardín y estudiar los pliegos, para concluir en la propuesta de un nuevo género, en aquel momento, solo con tres especies. Buscando epónimos para sus géneros, Cavanilles miró hacia los antiguos catedráticos de la Universidad de Valencia y entre ellos, eligió a Pere Jaume Esteve para dar nombre a un nuevo género de compuestas, al que llamó Stevia. Cavanilles destaca en su descripción la obra de Esteve y muy especialmente el perdido Diccionario al que me he referido antes. De este modo, casi 250 años después de la muerte de Pere Jaume Esteve, Cavanilles lo inmortalizó. 

Esteve y Cavanilles quedaron así unidos de forma inseparable en la nomenclatura botánica. Pero si os acordáis de nuestra recolectora de hierbas, aún estaba muy lejos de ellos. Para ir llegando al final de la historia, podemos imaginarnos a un botánico suizo, Moisés Bertoni, paseando por los mercados de Asunción en Paraguay a finales del siglo XIX y curioseando entre las hierbas que ofrecían los herbolarios. Un día, recibió un paquete enviado desde el norte de Paraguay que contenía unas hojas y flores de lo que por allí se vendía como kaá-jeé, hierba dulce para los criollos. Estudió la muestra para darse cuenta de que no podría atribuirle un nombre científico, lo que le llevó a describirla como nueva especie bajo el binomen Eupatorium rebaudianum.  

A la izquierda imagen de Antonio José Cavanilles y a la derecha de Moisés bertoni.

También supo de sus propiedades y usos por la información que le dieron. No sabía dónde vivía ni tampoco cómo era en realidad, pues solo pudo estudiar una muestra troceada dispuesta para endulzar cualquier infusión. Este hallazgo unió, de alguna forma, a la mujer guaraní del principio de la historia con la ciencia botánica europea, aunque aún tuvieron que pasar unos años para que la planta fuera reubicada en el género Stevia, como Stevia rebaudiana, quedando, ahora sí, Pere Jaume Esteve unido a la tradición guaraní de uso de la kaá-jeé. 

Un poco de economía  

El resto ya no es botánica. Tampoco historia, y puede que ni siquiera fitoterapia. Es más bien márquetin, economía, e incluso apropiación del patrimonio cultural y tradicional de los pueblos. Del pueblo guaraní, en este caso. Ya que sin el conocimiento adquirido durante miles de años por los guaraníes, Bertoni no habría conocido nunca la Stevia rebaudiana, y si la hubiera conocido por sus campañas de recolección, no habría sabido de sus propiedades y usos. El descubrimiento de la planta no se debe a un botánico suizo, miles de años antes ya estaba en el acervo del pueblo guaraní. 

Flores de Stevia rebaudiana

Este conocimiento tradicional es reconocido por el Convenio sobre la Diversidad Biológica aprobado en Río de Janeiro en 1992 y ratificado en la actualidad por 195 países. El único miembro de Naciones Unidas que no lo ha suscrito es Estados Unidos. Entre los desarrollos de este Convenio, se aprobó en 2010 el Protocolo de Nagoya sobre acceso a los recursos genéticos y participación justa y equitativa en los beneficios derivados de su utilización.  

Este protocolo reconoce que los pueblos originarios de la biodiversidad y de los conocimientos tradicionales sobre ella han de ser beneficiarios, en parte, de los beneficios económicos que genere el uso y explotación de sus recursos biológicos y conocimientos ancestrales. El pueblo guaraní debería recibir un retorno de la comercialización de la estevia. Sin su conocimiento, que ya guiaba la recolección de la mujer de la que os he hablado al principio, hoy no estaríamos endulzando nuestra vida con ella. 

Recolectando Estevia en campos de Paraguay./ ETC

Para terminar, volvamos a los botánicos valencianos. Ellos también han participado en la popularización del producto. Estevia, una palabra dulce, suave, estilizada, sugerente. Parece inventada dentro de una campaña comercial, pero no es así. Sirvió para dar nombre a un género de plantas. Cavanilles podría haberle dedicado otro a Esteve, sin plantas medicinales, y ahora Pere Jaume Esteve no estaría en nuestra memoria. Pero eligió este y el mercado, para comercializar el producto de una de sus más de 250 especies, también lo eligió. Ahora, Pere Jaume Esteve está, de alguna forma, en los escaparates, mostradores, lineales, recetas, infusiones, pasteles y dulces de todo el mundo. También lo está en este artículo, y en la exposición que le dedica la Universitat de València, donde no sabremos si el protagonista es él o la planta; o la planta es protagonista porque lo fue él. 

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Director y Conservador del Jardín Botánico y profesor de la Universidad de Valencia. Doctor en Ciencias Biológicas
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