Plantas

20 Oct 2013

CÓMO COMERSE UNA MANO DE BUDA

Se trata de uno de los cítricos más curiosos que existen. En Japón y en China se usa como planta aromática y es una ofrenda típica de los templos budistas. De hecho, se dice que este limón con forma de mano alcanza su clímax cuando ésta parece cerrada, porque es en ese momento cuando imaginamos al profeta rezando.

El origen de estos limoneros con frutos de extraña fisionomía se encuentra en el noroeste de la India, de donde es típico, aunque también es posible que fueran los monjes budistas quienes lo llevaran allí procedente del sur de China. Ellos los cultivaban en sus monasterios como símbolo de la felicidad, la riqueza y la longevidad y acostumbraban a ponerlos en tablas sobre los altares, a modo de ofrenda y abiertos por la mitad, aprovechando así sus propiedades aromáticas. Según los budistas el estado ideal de la mano de Buda es cuando sus dedos apuntan hacia abajo, porque es entonces cuando las manos están cerradas, símbolo del acto ritual de la oración.

 

Algunas fuentes aseguran que la Mano de Buda pudo ser el primero cítrico que llegó a Europa gracias a las tropas de Alejandro Magno, que fascinadas por su curiosa forma quisieron llevarla con ellos allá por donde pasaban. Después se dieron cuenta de las propiedades medicinales de la planta, mucho más prácticas. La Mano de Buda comenzó entonces a usarse como digestivo, expectorante y tónico. Con el paso del tiempo su aroma fresco y agradable, inconfundible e intenso, pasó a ser el principal valor de este fruto, usado desde la antigüedad para la elaboración de perfumes y cosméticos.

 

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Fueron los romanos quienes documentaron por primera vez la existencia de este limón con extraños brotes en su parte inferior que parecía un pulpo. No sabían que muchos años después el escritor H.P. Lovecraft se inspiraría en la Mano de Buda para crear a uno de sus personajes más famosos, el dios extraterrestre Cthulhu, perteneciente a una mitología ficticia de seres fantásticos que habitaron la Tierra antes que los hombres y que no cesan en su empeño por volver a reconquistarla. Los extraños tentáculos de esta variedad de limón sirvieron al escritor estadounidense para idear la cara de Cthulhu y con el paso del tiempo ha sido también ésta la que ha dado rostro a algunos de sus herederos como Davy Jones, protagonista de la leyenda del “Cofre de Davy Jones” que atrapa a los marineros en el fondo del mar (y que aparece en una de las películas de la saga Piratas del Caribe) o el doctor Doctor Zoiberg, de la serie de animación Futurama.

 

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Volviendo a la Mano de Buda, serán también los romanos quienes exploren el gran potencial de este fruto en la cocina ya que a pesar de que su carne es algo áspera y a veces muy ácida, poco agradable al gusto, de su corteza se extrae uno de los néctares de limón más sabrosos que se conocen, especialmente cuando se prepara caramelizada. La pregunta ahora es, ¿puede comerse la mano de Buda? La respuesta es que sí, que su pulpa es comestible, pero no encontraremos en ella ni el zumo ni la textura que tienen sus cítricos más cercanos como son los limones. Por eso la forma más habitual de consumir Mano de Buda es rebanando su cáscara en láminas o tiras y usándola como aderezo para postres. Su corteza en cocina también se usa para dar sabor a algunos licores.

 

Si hablamos en términos estrictamente botánicos la Mano de Buda (Citrus medica var. Sarcodactylis ) es una variedad de cidra (también conocida como limón francés y que aparece citada en “Naturalis Historia” de Plinio el Viejo) que presenta, como particularidades, la presentación de sus frutos fragmentados como si fueran dedos y una rugosidad especial en su cáscara, que la hace más fuerte que la de otros cítricos.

 

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Las Manos de Buda nacen de árboles y arbustos frutales de tamaño pequeño pero de formas y ramas sinuosas y enredadas que pueden llegar a medir hasta cinco metros de altura. Por tratarse de una planta arbustiva tiene gran número de ramas y de hojas. Éstas son abundantes, de alrededor de treinta centímetros, forma elíptica y alargada y con una suave línea dentada en los bordes. De las hojas a veces nacen pequeñas flores blancas y gruesas que desprenden un fuerte olor a azahar.

 

Al igual que la mayoría de los cítricos la Mano de Buda no requiere cuidados especiales en su cultivo, aunque sí hay que tener en cuenta si queremos tener un ejemplar en nuestro jardín o huerto una serie de precauciones, como protegerlos del frío y mantener una humedad y una iluminación constante, ya que el árbol es especialmente sensible a las heladas al calor intenso y a la sequía. A pesar de su origen asiático, zonas como el sur de California y los valles interiores en general se consideran ideales para su cultivo. En España, Levante y Andalucía serían los lugares ideales para plantar esta especie.

 

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Normalmente los frutos conocidos como Mano de Buda se recogen en otoño y, a diferencia de los de otros cítricos, éstos no sobreviven durante mucho tiempo. A pesar de eso su reproducción es bastante sencilla rara vez se reproducen por medio de semillas. Habitualmente lo hacen mediante esquejes tomados de ramas de ejemplares maduros injertados en naranjos y pomelos. Es así como el cultivo de la Mano de Buda se ha ido extendiendo en los últimos años, aunque esto hace que los ejemplares sean cada vez más pequeños. A pesar de eso, hay que ser cauto con estos esquejes: no deben podarse durante los dos primeros años de vida y en ellos hay que ser especialmente cauteloso con los minadores de hojas de los cítricos (Phyllocnistis citrella), las cochinillas, los piojos blancos, la mosca blanca, la mosca de la fruta, las arañas rojas y los pulgones. También es sensible a los hongos, por lo que es recomendable aplicar fungicidas.

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Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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