Olympic, entre licántropos y maderas a la deriva
En una de las penínsulas más curiosas del planeta, por original forma rectangular, encontramos el Parque Nacional Olympic. Un espacio excepcional bajo las faldas de los Montes Olimpyc (EUA), coronado por la nieve que cubre siempre sus cimas ya que están a más de 8.000 pies de altura.
En 1909 el presidente Theodore Roosevelt de Estados Unidos decidió catalogar como monumento nacional las Mount Olympic (Montañas Olímpicas) del estado de Washington, en el oeste de Seattle. Un reconocimiento a este gran espacio natural que alberga una de las cordilleras más importantes y más abruptas de EE.UU. con casi 3.000 m de altura. Estas montañas de origen glacial están coronadas en la parte más occidental por la Montaña Olimpo, que vigila a las otras desde sus 2.500 metros de altura, y además mece en sus entrañas al Hoh, un glaciar de más de 5 kilómetros de longitud. Más al este, la sigue en altura la montaña Deception, que supera los 2.300 metros dominando esta zona más seca, escarpada y con grandes picos.
Veinte años después de que Roosevelt reconociera la belleza de este paisaje, el congreso norteamericano rediseñó el monumento como Parque Nacional, recibiendo en 1976 el estatus reserva de la biosfera, una protección que se extendió a la totalidad de la península debido a su interés científico. Sólo una década después, en 1981, el Parque Nacional Olympic fue considerado como Patrimonio de la Humanidad. Y es que este parque está situado en una península totalmente aislada del continente por una cadena montañosa, lo cual ha permitido que en la zona se hayan desarrollado especies animales y vegetales endémicas y únicas en el mundo. Pero también el paisaje hace de este parque una excepción, puesto que encontramos frías montañas que contrastan con las zonas de bosque templado, y todo el conjunto está rodeado de las cálidas aguas del Pacífico que golpean sus costas con rudeza.
Licántropos, ciervos y madera a la deriva
Uno de los principales atractivos del Parque Nacional Olympic es que presenta tres ricos ecosistemas, por un lado las playas, por otro los glaciares y para acabar una gran extensión de bosque húmedo. De estos tres grandes espacios diferenciados posiblemente sean los primeros los que más llaman la atención, especialmente la zona de la Reserva de la Push.
Para los que conozcáis la saga Crepúsculo, seguramente hablar de la Push os resulta familiar. Una parte importante de sus películas, basadas en una serie literaria homónima, está rodada en este parque. Según la película y algunas leyendas tradicionales, la zona de la Push es el origen de los Quileute, la tribu nativa de la zona y que toma su nombre del Quillayute, el río que atraviesa la reserva desde el Pacífico hasta la Push. El folclore popular dice que el pueblo Quileute descendía de los lobos, y es por eso que la autora de los libros eligió este mágico lugar como origen de los licántroposs que coprotagonizan la película junto a los vampiros.
Pero más allá de la historia cinematográfica, esta zona destaca por sus playas arenosas y rocosas, invadidas por grandes peñascos anclados en medio de la arena creando paisajes de gran singularidad. Además, el clima templado y la gran vegetación arbustiva hacen que en los más de 17 kilómetros de la Push encontremos tramos totalmente vírgenes, una sensación que aumenta la magia de la zona si tenemos en cuenta que, durante gran parte del año, las playas occidentales del Parque Olympic están cubiertas por una espesa niebla.
Playas espectaculares hasta donde prácticamente llegan los bosques de abetos y piceas que crecen a su lado, provocando que haya troncos caídos a los que se suman otros troncos arrastrados que vienen del sur del parque y que las corrientes transportan hasta estas playas. De todas ellas destacamos la Ruby Beach, que recibe su nombre por el efecto brillante que los pequeños fragmentos de glaciar dan al agua y los hace parecer rubíes.
Dentro de la vegetación de la zona dominan los abetos y las piceas como la Picea sitchensis o picea de Sitka, que puede medir hasta 95 metros de alto, la Picea engelmannii, muy importante en la elaboración de instrumentos musicales como arpas, y la Picea glauca o picea blanca, que puede tener más de un metro de diámetro. Las tres especies son muy importantes para la silvicultura y se han convertido en el emblema visible de la creciente industria maderera fuertemente desarrollada en la zona desde mitad del siglo XIX, especialmente dedicada al papel. Los fuertes árboles de los bosques templados de Parque Olympic cubren sus troncos con abundante musgo, llegando a formar grandes y húmedas estructuras que cuelgan desde las ramas creando estampas muy curiosas.
Picea glauca
Respecto a la fauna autóctona, encontramos principalmente la Marmota olympus, roedor endémico de la zona, de carácter sociable y de un tamaño parecido al de cualquier gato doméstico. Y también el ciervo de Roosevelt (Cervus elaphus subsp. roosevelti) que puede conseguir los 450 Kg de peso y que posee un espeso pelo en las patas y en el lomo. A esta especie, que se confunde con los alces por su gran tamaño, las culturas nativas de la zona los llamaban uapití y los consideraban una gran fuerza espiritual. En 1898 el zoólogo norteamericano, Clinton Hart Merriam, bautizó a la especie nativa de la Columbia Británica como uapití de Roosevelt en honor al presidente T. Roosevelt, gran cazador y naturalista aficionado, y gran amante de esta zona de Norteamérica.