Ocio verde

22 Feb 2013

El Jerte, paisaje de cerezos

Su valle nos ofrece un espectáculo impresionante gracias a la floración de los cerezos, que cubren de blanco el paisaje. Por desgracia este momento mágico sólo dura unos días, y se mueve en el calendario dependiendo de la climatología de ese año.

 

El Jerte es una Comarca natural situada en el Noreste de la Provincia de Cáceres, que limita por el Norte con la comarca de Ambroz y las provincias de Ávila y Salamanca, y por el Sur con Plasencia y la comarca de la Vera. Su valle está formado por 11 pueblos. El Jerte está constituido, básicamente, por las estribaciones sur de la Sierra de Gredos y por la Sierra de Candelario al Norte, por la Sierra de Tormantos y la San Bernabe por saliente y la de Tras la Sierra por poniente.

 

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La naturaleza jerteña, con un microclima excepcional durante todo el año cobra unas características muy especiales en la primavera y en concreto en el valle, cuando más de 2 millones de cerezos plantados en estas bellas montañas abren sus flores e inundan el valle de una increíble imagen nevada que se reparte maravillosamente por las riberas y las laderas de las sierras por donde circula el río Jerte.

 

Una vez al año y durante una semana el Valle del Jerte ve como sus colinas aparecen nevadas de flores blancas. Cuando empiezan a desaparecer las nieves de las cumbres, otro blanco se extiende por sus laderas, el blanco puro y aromático de la flor del cerezo. Este milagro es uno de los mejores regalos que la naturaleza nos puede ofrecer cada año.

 

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La floración de los cerezos no se produce en una fecha fija, si no que varía dependiendo de las condiciones climatológicas que se produzcan durante el invierno y en las fechas próxima a la floración. Lo habitual es que se produzca durante la segunda quincena de marzo y primera semana de abril, suele durar unos 10 días. Pero las fechas exactas de la floración no se saben casi hasta cuando empiezan a florecer los cerezos. Árboles que, junto a otros frutales distribuidos por toda la península, se pueden apadrinar para favorecer su cultivo y para disfrutar de sus sabrosas cerezas cuando llegue la época de recolección.

 

Riqueza arbórea

La especie principal que forma estos bosques es el roble melojo, cuyas hojas lobuladas se secan y caen al final de la estación fría. Como acompañantes del roble destacan el serbal de cazadores, espinos o majuelos, madroños, escobas y el rusco. En el sotobosque abundan diversas especies de helechos, orquídeas, pajaritos, aguileña, arenaria, lechetrezna, etc. Algunas zonas de melojar han sido sustituidas por cultivos y bosques de castaños, especie también de hoja caduca que al caer aporta materia para el humus del suelo. Su madera y fruto (castañas), son aprovechadas por los habitantes de la zona. En laderas soleadas prospera bien el cultivo del cerezo, cuyos frutos son fuente de riqueza en toda la comarca del Jerte.

 

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Junto a los cursos de agua aparecen bosques constituidos por especies que necesitan abundante humedad edáfica. Las tres especies arbóreas principales de estas ripisilvas son el aliso, el fresno y el sauce, que forman bosques en los márgenes de ríos y gargantas. Son especies caducifolias que pierden la hoja con la llegada del otoño. Junto a ellos aparecen otros árboles que por su escasez constituyen auténticas reliquias botánicas en la zona.

 

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Entre ellos está el tejo, conífera tóxica, de la que solo el arilo rojo del fruto puede ser aprovechado por las aves; el acebo, árbol del que está prohibido recolectar ramas y frutos, que forman parte de la alimentación invernal de numerosas aves; y el abedul, del que quedan escasos ejemplares en la reserva. De estas tres especies está prohibido la recolección de sus frutos y la corta o arranque de sus ramas. Donde los árboles ya no prosperan debido a las condiciones de suelo y clima, aparecen los piornales serranos, matorral adaptado a condiciones adversas y general­mente con porte almohadillado o semiesférico. El piorno es la leguminosa más abundante en estas formaciones, siendo de fácil recuperación después de los fuegos, debido a su carácter pirófilo. Más escasos son los cambriones, el enebro rastrero y el codeso alpino.

 

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En las zonas de las cumbres serranas, especial­mente en la Garganta de la Serrá, se forman pastizales alpinos dominados por el alpe o cervuno. Junto a ellos podemos encontrar especies como las gencianas, vedegambre y azafrán serrano. En los trampales encharcados que se forman aparece el brezo de bonal y la insectívora drosera o rosolí.

 

Los animales del valle

Desde el valle hasta las cumbres serranas encontramos multitud de hábitats que han sido aprovechados por un sinfín de especies animales adaptadas a ellos. Entre los invertebrados hemos de destacar las frecuentes mariposas diurnas y nocturnas, así como un coleóptero de notable tamaño y belleza, el ciervo volador, cuyos machos entablan feroces combates con sus apéndices cefálicos o cuernos.

 

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El agua es un elemento principal en la zona y a ella están ligados los ciclos biológicos de muchas especies. Entre los peces hay que destacar a la trucha común, sin duda el pez más característico de estos ríos y arroyos serranos. Algunos anfibios abundantes son los tritones, salamandras, sapo común, partero, rana común y patilarga. Algún reptil también se encuentra junto al agua como el galápago, el lagarto verdinegro, que prefiere los arroyos serranos y la culebra. En los prados serpentea el eslizón tridáctilo, mientras que es muy escasa la víbora hocicuda.

 

El grupo de las aves está ampliamente representado. El bello mirlo acuático es capaz de sumergirse en el agua para capturar insectos, mientras en el robledal resuena la voz del arrendajo. Oropéndolas, abubillas y rabilargos, también se dejan ver y oír entre la arboleda. La abundancia de la cigüeña y su compañera, la rara cigüeña negra que también anida en la comarca, aunque cada vez es más escasa su presencia. 

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Abundantes son aún las siluetas de algunas rapaces como milanos y ratoneros. En el roquedo encuentran refugio buitres leonados, búhos reales. Pero las reinas de las cumbres son las águilas reales y perdiceras, cuyas siluetas aún sobrevuelan estos valles y sierras. Aún es posible observar a los veloces halcones, mientras gavilanes, azores y halcón abejero prosperan entre la frondosa arboleda. Y entre los mamíferos hay notables rarezas. El mítico lince, que es el felino más amenazado del mundo, utiliza esta zona como corredor entre las poblaciones asentadas de los parajes limítrofes. Gatos monteses y ginetas también dejan rastros y huellas de su silenciosa presencia.

 

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Poco conocido, el desmán, es un mamífero de costumbres acuáticas que suele pasar desapercibido para la mayoría de los visitantes. Dos mamíferos cuyas poblaciones están en aceptable estado de conservación son la nutria y la cabra montesa. El agua es el medio natural de la nutria, especie lúdica que dedica buena parte de su tiempo corretear con sus congéneres.

 

El Jerte es un entorno único para poder disfrutar de una nevada de flora en el otoño. Esta actividad se puede disfrutar por libre o con Fil Per Randa Club de Viajes, que organiza actividades totalmente alternativas al mercado turístico.

 

Puedes informarte en:

www.fil-per-randa.com

Club de viatges que es dedica a la difusió del patrimoni cultural, monumental i medioambiental. Sempre entenent la cultura com un valor universal
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