Jardines

9 Dic 2014

El titagüeño curioso

Simón de Rojas Clemente y Rubio es un ejemplo a seguir, con formación humanística y gran curiosidad científica. ¡Un hombre sin límites!

Nacido en Titaguas en 1777, este miembro de una numerosa familia de 15 hermanos consagró su vida al estudio de la botánica y de la historia natural. A pesar de que su formación no tenía nada que ver con la ciencia, Rojas Clemente no se quedó a la sombra.

 

De Titaguas a Madrid
A los 10 años ingresó en el Seminario de Segorbe donde inició la carrera eclesiástica: estudió lenguas clásicas y humanidades y a los 23 años, en 1800, se presentó en Madrid a unas oposiciones de hebreo que no ganó pero fue contratado para sustituir algunos profesores en el Colegio de San Isidro, donde aprovechó la ocasión para asistir, como alumno, a clases de botánica y mineralogía que acabaron de convencerlo de su verdadera vocación.

 

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Clemente Rojas en el Real Jardín Botánico. Imagen de www.wikipedia.com 

 

Este nuevo trabajo le dio la oportunidad de conocer el primer catedrático de Real Jardín Botánico, Casimiro Gómez Ortega, cuando el jardín se instaló definitivamente en el Paseo de Prado, donde Rojas Clemente trabajó muchos años como bibliotecario.

 

Empieza, entonces, una época de exploración del mundo natural, pero la juventud de nuestro protagonista le jugó una mala pasada al dejarse engañar por Ali Bay, un gran amante del árabe y de las ciencias naturales que le hizo ir al norte de África con el fin de explorar la flora. La realidad es que Ali Bay había sido enviado por Manuel Godoy quien le había encomendado una misión de espionaje al naturalista, que encontró en el joven sustituto el entusiasmo necesario para engañarle.

 

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Otoño en el Real Jardín Botánico. Haz clic en la imagen para visitar la web del archivo de este jardín. Imagen del Facebook de La Tienda del Real Jardín Botánico.

 

Al descubrir el engaño, Manuel Godoy hizo un importante encargo a nuestro protagonista: un estudio de la flora de Granada al estilo de Cavanilles. Además, a cambio de su silencio, le otorgó una asignación económica mensual. En esta época viajó por Europa y consiguió reunir ejemplares suficientes por 9 herbarios.

 

Y estalla la guerra…
Todos estos encargos y aventuras interrumpieron la elaboración de la obra que más fama le daría en vida, una ensayo sobre el cultivo y las variedades de cepas. A pesar de estar inacabada, esta obra es uno de los estudios agronómicos más avanzados de la época. Y no sólo destacó en ampelografía sino que también dedicó sus esfuerzos al estudio del cultivo del arroz, el trigo o el algodón.

 

 

 

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Retrato en la obra Ensayo sobre las variedades de la vid. Imagen de www.wikipedia.com

 

Con el inicio de la Guerra de la Independencia al 1808, Rojas Clemente se ve obligado a refugiarse en su pueblo Titaguas, donde reunió datos suficientes para escribir su historia natural, civil y eclesiástica, entre otras cosas. Acabada la Guerra, El moro sabio, como le apodaban porque se hacía llamar Mohammed bien-Alí, volvió a explorar Andalucía y la serranía de Ronda donde fue perseguido y acusado por la Inquisición, puesto que manifestaba ideas contrarias a las enseñanzas de la Iglesia y próximas a la filosofía de la ciencia y la Ilustración. A pesar de haber pasado la fiebre amarilla, Simón viajó entre Titaguas y Madrid los últimos años de su vida en los que todavía le quedaban fuerzas para aprender apicultura y dedicarse al estudio otros insectos.

 

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Así se conmemoró el centenario de la muerte del botánico titagüeño en nuestro Jardín

 

A la sombra del antiguo y gigante almez que da la bienvenida al Jardín Botánico de la Universitat de València hay un busto de Simón de Rojas, una pieza escultórica que fue instalada en el Botánico el 27 de febrero de 1927, por encargo de Lo Rat Penat, para conmemorar el primer centenario de la muerte del botánico y que fue trasladada a este nuevo lugar del Jardín. También, a Real Jardín Botánico, tienen constancia del paso de este botánico valenciano que nunca perdió las ganas de aprender sobre la naturaleza. Murió en Madrid con menos de 50 años y allí, en el Jardín que tanto apreciaba, depositó su obra de la que buena parte permanece inédita.

Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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