Jardines para naturalizar València

Jardín del Turia de València y puente de Calatrava.

Muchas veces pensamos que naturalizar una ciudad es hacerla más verde, aumentar la superficie ajardinada, cambiar la flora exótica por autóctona, crear parques urbanos o cubrir los edificios con plantas. Quizás esta idea orientó a los organizadores de la segunda jornada de València Cambia por el Clima a invitarme a coordinar el diálogo sobre la naturalización de la ciudad. Una propuesta del Servicio de Emergencia Climática y Transición Energética del Ayuntamiento de València por la que estoy sinceramente agradecido, puesto que me permitió expresar algunas ideas surgidas de mi experiencia en el Jardí Botànic de la Universitat de València y de la observación atenta de los jardines de la ciudad.

Naturalizar también implica cambios en la movilidad urbana.

Sin embargo, antes de pensar en verde, hace falta que reflexionemos un momento sobre el significado de la palabra naturalizar, porque no siempre se refiere al proceso que imaginamos. Naturalizar, en biología, es adquirir, los organismos alóctonos, la capacidad de vivir en las condiciones que encuentran en los territorios donde llegan. Naturalizar, en sociología, es sinónimo de admitir en un país, o dar la nacionalidad, a una persona extranjera. Entonces, ¿qué tenemos que entender para naturalizar la ciudad?

Soluciones basadas en la naturaleza

Naturalizar la ciudad se vincula al concepto de Soluciones Basadas en la Naturaleza. O, lo que es el mismo, las acciones que se basan en los ecosistemas y los servicios que estos proveen para responder a retos, como el cambio climático, a los que se enfrentan las sociedades humanas. Y un ecosistema, del cual tenemos que aprender, es mucho más que las plantas que viven en él.

Avanzar hacia la economía circular

En mi opinión, naturalizar la ciudad supone realizar los cambios necesarios para que la vida de la ciudadanía se pueda desarrollar en un entorno más próximo -en cuanto a características de habitabilidad- al de la naturaleza circundante. Sería realizar los cambios en la gestión global de la ciudad que permitan recuperar los procesos biogeoquímicos naturales que facilitan una vida humana saludable, digna, íntegra. Basada en una mejor gestión de la energía, en un cambio en la movilidad, en una reducción de la generación de residuos, en una reducción de la huella de carbono, en la implantación de una economía circular.

Ciudades más habitables

Todo esto significará tener una ciudad más silenciosa, menos contaminada, más permeable, menos sofocante, más biodiversa, menos agresiva. O el que es el mismo: una ciudad habitable, de acuerdo con el Objetivo de Desarrollo Sostenible número 11. Y para ello hacen falta importantes cambios estructurales que nos llevan a la reducción del tráfico, al aumento de la permeabilidad de la tierra, a la reducción de la generación de calor y, también, por supuesto, al incremento de las zonas verdes. Las plantas son imprescindibles para naturalizar la ciudad.

Atardecer en el Parque Natural de la Albufera de València.

Por eso, volvemos a hablar en verde. ¿Cómo tienen que ser los parques y jardines valencianos, también los de los campus universitarios, que tienen que mitigar el cambio climático? Podemos responder a la pregunta a través de tres ejes básicos.

Incremento de la superficie de espacios verdes

En primer lugar, tenemos que crear muchos parques y jardines, doblar la superficie actual. Hoy, en València, tenemos 6,4 metros cuadrados de superficie ajardinada por habitante. Poco más de lo que teníamos hace 15 años y muy lejos de la propuesta de la Organización Mundial de la Salud, que recomienda que las ciudades dispongan de entre 10 y 15 metros cuadrados de espacios verdes por habitante.

Cambios de tipología de jardín

En segundo término, hay que cambiar la tipología de jardín. Vivimos en una ciudad donde los espacios verdes han sido diseñados con unos planteamientos estéticos, de uso y mantenimiento de mediados de siglo XX. Una época en que en la ciudad apenas se había empezado a oír hablar de sostenibilidad, de cambio climático, y no existía todavía la palabra naturalización, como lo entendemos ahora. Era un momento en el que, en cambio, se ejecutaban los espacios verdes con el verbo urbanizar, y el proceso de urbanización nos llevó a lo largo del siglo a transitar por los verbos pavimentar, cimentar, hormigonar, empedrar y enlosar. Poco hemos debido aprender en estos años para seguir construyendo, más que creando, espacios verdes muy alejados de los procesos ecosistémicos, con suelos sellados, riego localizado, alcorques incomprensibles, setos inauditos… Cada vez más inorgánicos, más alejados de las personas.

Mejora de la selección de especies

Y, por último, necesitamos mejorar la selección de especies para crear unos jardines resilientes, adaptados a las previsiones y modelizaciones de cambio climático, que mejoren la habitabilidad de los espacios, que puedan ser mantenidos con criterios de gestión ecológica integral, que facilitan el aumento de polinizadores y otras especies indicadoras de calidad ambiental. Especialmente, tenemos que mejorar la selección del arbolado viario para reducir la poda continua. Eliminar prácticas como las praderas, los setos, la topiaria, los juegos de agua, la selección inadecuada de árboles. A la vez que tenemos que generar corredores verdes que comuniquen entre sí los parques y jardines de la ciudad a través de las calles, y también con los espacios naturales y agrícolas que nos rodean (Parque de Cabecera, Parque Natural de la Albufera y huerta de València).

Desde hace años sabemos lo que tenemos que hacer. Estamos reflexionando sobre lo reflexionado. Es el momento de actuar, el cambio climático no nos va a esperar y el deterioro de la calidad de vida de los seres humanos, tampoco. Tenemos el conocimiento, tenemos la experiencia, tenemos las herramientas. Solo hay que tomar la decisión. Una decisión que debe ser participada por la ciudadanía, la academia y las diferentes áreas del Ayuntamiento de València.

Artículo publicado en el periódico Levante-EMV, el domingo 3 de enero de 2021. Se puede encontrar en este enlace.

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Director y Conservador del Jardín Botánico y profesor de la Universidad de Valencia. Doctor en Ciencias Biológicas
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