Jardinería

26 May 2015

El Botánico se llena de rosas

Os invitamos a conocer la nueva colección de plantas del Jardín Botánico de la Universidad de Valencia! Más de 40 variedades de rosas en torno al singular edificio del Umbráculo para embriagarnos con su diversidad cromática y su magnífico aroma.

Si tuviéramos que elegir una reina de entre todas las flores del mundo vegetal, sin duda sería la rosa. Y es que su aroma, belleza y diversidad de formas y colores la sitúan entre las más cultivadas y comercializada del planeta, seguida de cerca por el tulipán y el clavel.

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Umbráculo del Jardín Botánico de la Universidad de Valencia

Todo un símbolo del mes de mayo al que este año el Botánico de la Universidad de Valencia quiere rendir homenaje ampliando su colección y dedicándole una rincón especial en el corazón del Jardín, la zona del Umbráculo. Un espacio encabezado por este singular edificio de hierro que os invitamos a recorrer en éstos últimos meses de primavera, que es cuando las rosas viven su mayor esplendor. Sólo tendréis que entrar en el Jardín y dejaros guiar por las diferentes fragancias que desprenden las casi 46 variedades de rosas que forman parte de este proyecto sensorial, histórico y paisajístico dirigido por Viveros Francisco Ferrer, toda una eminencia en el cultivo de estas flores en la península.

 

Una flor con mucha historia
Cuenta la leyenda que antiguamente en la naturaleza sólo existían rosas de color blanco, pero que un día Venus besó una y la flor enrojeció de pasión al recibir la caricia de la diosa. En realidad, más allá de la mitología, ha sido la gran adaptabilidad que posee la rosa lo que la ha llevado a ser manipulada por el hombre a lo largo de la historia, luciendo hoy en día una amplia gama tonalidades en jardines de medio mundo, desde el crema, amarillo y naranja, hasta el rosa, fucsia y el más intenso de los rojos.

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Una flor que ha sido modelada intensamente en nuestro afán de conseguir nuevas especies y variedades con características cada vez más innovadoras y no sólo a nivel cromático sino también en texturas, fragancias y formas, principalmente.

Y es que la rosa engancha ¡y no sólo por sus espinas! Ya Alejandro Magno impresionado por su belleza trajo consigo a Macedonia algunos ejemplares desde Alejandría, donde era cultivada (Egipto, 356 a.C), por no hablar de Josefina de Beauharnais, que supuso un antes y un después en el cultivo de estas flores. Tal era la devoción de la mujer de Napoleón por las rosas que impulsó y ayudó a los horticultores de la época a hibridar y crear nuevas variedades en su Rosaleda de la Malmaison (1798 -1821), hasta el punto de dar pie unos años después al salto más importante conocido en la historia de estas flores, el paso de las “rosas antiguas” a las conocidas “rosas modernas” sobre las que se asientan la mayoría de las variedades que utilizamos hoy en día.

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Rosa canina, rosal silvestre

Las rosas antiguas, fueron creadas por el hombre a partir de los primeros cruzamientos entre las rosas que crecían silvestres en la naturaleza, dando lugar a arbustos rústicos, resistentes, con flores sencillas, a menudo solitarias y muy perfumadas, pero de carácter efímero y con poca variabilidad cromática. Así, en un intento de conseguir nuevas variedades más interesantes surgieron los conocidos como “híbridos del té” con los que se inició la nueva era de los rosales modernos, en general menos fragantes pero sí más llamativos, más reflorecientes y con más variedad de formas y colores, juntando así las mejores aptitudes de los rosales europeos y los asiáticos. Un mundo nuevo que estaba por descubrir que nos ha llevado a las más de 30.000 variedades que existen actualmente en el mercado englobadas bajo el género Rosa.

Una gran diversidad de fuentes genéticas que ha convertido a la sistemática de las rosas en una profunda y difícil tarea de diagnóstico y clasificación, incluso para los expertos en Botánica, pero que refleja una solidez vegetativa que sitúa a estas plantas al lado de especies como el olivo, a la hora de representar la longevidad del mundo vegetal.

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Olivos centenarios junto una zona de cultivo de rosas, en Viveros Francisco Ferrer (Chiva, Valencia) 

Con esta nueva colección de rosaledas, el Jardín Botánico pretende mostrar esa evolución, ese largo camino que las rosas han tenido que recorrer hasta llegar al momento actual desde esos primeros cruzamientos entre especies que crecían espontáneas en el medio natural, para que nos empapemos de su gran biodiversidad y apreciemos sus numerosas posibilidades.

 

Nuevas rosaledas en el Jardín
La colección de rosáceas del Botánico contaba ya con tres especies silvestres (Rosa canina, Rosa sempervirens y Rosa pimpinellifolia) y con dos rosas de tipo cultivado (Rosa grandiflora, Rosa multiflora), con notables diferencias morfológicas entre ellas. Así, como si estuviera reconstruyendo un árbol genealógico, el Botánico ha implementado este segundo grupo de rosas cultivadas para poder enlazar mejor este escalón histórico.

 

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Variedad de rosa ‘La France’

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Variedad de rosa ‘Inés Sastre’

Encontraremos ejemplares rastreros, arbustivos y trepadores de los grandes grupos de la historia de los rosales. Rosales antiguos como la Rosa x alba ‘Máxima’ con sus grandes flores color marfil y muy perfumadas, (híbrido del s.XIV) pero también rosales tipo “híbrido de té”, ya considerados como modernos, como la primera variedad conocida de este grupo, ‘La France’ (1867), también de flores grandes, solitarias y perfumadas pero reflorecientes y de color rosa, o algunos más actuales que destacan por su gran número de pétalos como el ‘Pierre de Ronsard’, con su encantador estilo romántico, o el ‘Inés Sastre’ de flores variegadas color rosa fuerte con rayas blancas.

Además de los híbridos de té, encontraremos otro tipo de rosales modernos pero de tipo floribunda, que se caracterizan por tener flores un poco más pequeñas que los anteriores que crecen en racimos y que además florecen de forma continuada otorgando una gran vistosidad a los jardines en los que se encuentran. Es el caso de variedades como ‘La Sevillana’, una trepadora cargadas de alegres flores de color rojo, o las también trepadoras ‘Happines’, con sus aterciopeladas flores amarillas y las ‘Sorbet Fruité’ con originales flores variegadas entre el rojo y el naranja.

 

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Variedad de rosa ‘Happiness’

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Variedad de rosa ‘Sorbet Fruité’

Pero más allá de las flores a lo largo de esta colección podremos descubrir diferentes portes, tipos y texturas de las hojas, abundancia de espinas, así como el fruto, a veces un poco olvidado pero de llamativos colores que adornarán las rosaledas en otoño, cuando no haya flor. Un espacio en el Jardín que todavía ha de crecer y desarrollarse pero que merece una visita año tras año en estos meses de mayo y junio, antes de que el calor del verano acabe marchitando sus flores.

 

Los Ferrer, tres generaciones produciendo rosas
Todo este proyecto no habría sido posible sin el asesoramiento técnico y el suministro de plantas por parte de Viveros Francisco Ferrer. Una empresa familiar valenciana con más de 70 años de experiencia, especializada en el cultivo y la comercialización de plantas de rosal con la que la que el Jardín ha trabajado codo a codo desde el principio y que está dirigida por Matilde Ferrer, presidenta además de la Asociación Española de la Rosa.

 

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Matilde Ferrer, Viveros Francisco Ferrer

“Mi padre, fue el que inició todo esto” Aunque era hijo de podador de cítricos, Francisco Ferrer comenzó a interesarse por el mundo de las rosas y viajó a Europa para aprender de los grandes obtentores (productores de rosas) del momento que se concentraban en Francia y Alemania. Un proyecto que continuaron sus hijos y que se expandió hasta tierras sevillanas, en busca grandes superficies y de un ciclo más corto de producción gracias al calor. Matilde optó, además de por la producción, por especializarse en mejora genética para obtener nuevas variedades de rosa, y no le ha ido nada mal porque ya cuenta con casi 30 a sus espaldas.

Y es que como si de un auténtico sabueso se tratará y guiada por su experiencia e intuición, recorre habitualmente sus rosaledas en busca de características o aptitudes a cruzar para conseguir así una nueva rosa con la que innovar en un mercado cada vez más exigente y competitivo. “Este año 2015, comenta, se lleva el color Marsala, pantone 18-1438, un rojo terroso con matices de vino y ya han sacado una variedad con ese color” Un mundo donde la estética es importante, ya que hasta la marchitez de una rosa ha de ser bella, pero en el que también se apuesta por variedades cada vez más resistentes a plagas y enfermedades y cultivables en todo tipo de suelos y climas.

 

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Los ejemplares más aptos son marcados con una vara durante el periodo de crecimiento, para su posterior selección

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El proceso de fecundación artificial sigue este orden: 1. Quitar los pétalos y sépalos de la rosa madre y castrar, es decir cortar, los estambres. 2. Dejar madurar los granos de polen. 3. Fecundar la rosa madre con polen proveniente de la rosa elegida como padre. 4. Proteger las flores cruzadas con bolsas para asegurar la pureza de la hibridación (ver foto). 5. Obtener los escaramujos que contienen las semillas que darán lugar a la nueva rosa.

Desde sus extensas instalaciones de 20.000 metros cuadrados, con invernaderos y campos de cultivo, producen rosales por multiplicación e injertados para centros de jardinería o tiendas especializadas, que se distribuyen en invierno sin flor o ya en primavera más crecidos y con flor. Pero también tienen rosales para otro tipo de clientes como espacios públicos, que van sin injertar, para evitar el rebrote del patrón y facilitar los cuidados.

Un lugar que embriaga y seduce por los diferentes aromas que recorren sus invernaderos y sus campo de cultivo, equipados con novedosos sistemas de riego y de control para evaluar el estado de las plantas pero que no impiden que Matilde, y desde hace un tiempo ya también sus hijos, lo revisen constantemente en busca de algún problema que solventar o alguna planta que mimar.

 

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Invernaderos, Viveros Francisco Ferrer

Esta empresa familiar cuenta además con un equipo multidisciplinar altamente cualificado encabezado por la directora técnica, Merche Domínguez, con un proyecto estratégico que excluye el uso de herbicidas para favorecer la fauna útil y por variedades adaptadas a las necesidades de cada usuario, disponga tanto de una jardín como de una maceta en un balcón.

 

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Tanto Merche como Matilde se trasladarán en otoño al Jardín Botánico para impartir un curso práctico sobre el cuidado de las rosas, aunque ya nos avanzan que para tener unos rosales bonitos, sanos y fuertes, sólo hay que regar bien, evitando el encharcamiento, tener un buen sustrato y abonar regularmente.

Técnico de Cultura y Comunicación al Jardí Botànic de la Universitat de València
Bióloga y ambientóloga de formación, diseñadora gráfica y jardinera de corazón. Incapaz de decidir entre playa y montaña. Adicta a la fotografía, la música, la ilustración y el queso. Nunca me verás tocar una araña, aunque me fascinan los invertebrados.
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