Jardinería

18 Abr 2013

DEL JARDÍN AL FRASCO: LOS SECRETOS DE LOS PERFUMES

Los olores son mensajes de esencias que desaparecen en el aire, pero tienen un origen conocido. La mayoría de las fragancias y perfumes que utilizamos son imitaciones de lo que encontramos en la naturaleza aunque a veces sólo podemos olerlos dentro de un frasco.

El escritor Patrick Süskind nos explicaba en su libro El Perfume la historia de Jean-Baptiste Grenouille, el niño que nació con la peculiaridad de no desprender ningún olor y que al mismo tiempo tenía un olfato prodigioso que le permitía percibir y diferenciar todos los olores del mundo. La historia se desarrolla en la Francia del siglo XVIII y nos acerca en el mundo de los perfumistas que ambientaban la vida de los nobles.

 

Las descripciones que encontramos en el libro y las imágenes de la película de este best seller nos permiten hacernos una idea de cómo era la obtención de perfumes en aquellos años. Los grandes botes llenos de líquidos de flores recogidas de los campos del sur de Francia nos enseñan los secretos del prensado de pétalos y la maceración de las flores y los inicios de la obtención de perfumes por destilación, las técnicas empleadas para la obtención de perfumes hasta el siglo XIX.

 

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La película El Perfume, basada en la novela de Süskind está protagonizada por Bien Whishaw (Jean-Baptiste Grenouille) y por Dustin Hoffman, que da vida al prestigioso perfumista Giuseppe Baldini. Se describen técnicas como el prensado de pétalos, la maceración y la destilación para obtener perfumes de las flores

 

Así nacieron los perfumes

El uso de perfumes es casi tan antiguo como el ser humano. Los primeros hombres quemaban hierbas y maderas de árboles para avivar el fuego. Los olores más agradables eran usadas en sus ceremonias rituales para homenajear a las deidades a través del humo, o per fumum de donde deriva la palabra actual. Sin embargo, si queremos hablar de fabricación de perfumes para uso humano, con los valores cosméticos que hoy en día le damos, tendremos que trasladarnos hasta los albores de la civilización egipcia. Fue allí, a la sombra de las pirámides, donde los primeros perfumistas artesanales de los cuales tenemos constancia consiguieron extraer aromas naturales.

 

Los aceites y las esencias balsámicas, los ungüentos de perfumes intensos y las resinas diluidas en vino y otros alcoholes eran los más usados tanto en medicina como en ritos funerarios y por supuesto, también para elaborar perfumes. El incienso, la mirra y el cedro eran algunas de las plantas más usadas por el egipcios. Los griegos exportaron esta costumbre a sus gimnasios, donde los hombres podían encontrar diferentes aceites y perfumes. Los griegos consideraban el perfume como un don de Venus y usaban aromas diferentes para cada parte del cuerpo: menta para los brazos, mejorana para los cabellos, aceite de palma para el pecho, timón para las rodillas y aceite de orégano para las piernas y los pies. Serán los romanos quienes lanzaron el consumo de los perfumes a todos los escalones de la sociedad elaborando preparados de aceite para untarse el cuerpo, para perfumar teles y el ambiente.

 

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Durante los primeros años del cristianismo, los perfumes cayeron en desuso. No será hasta la llegada del Islam cuando estos vuelven con fuerza gracias a la alquimia, que permitirá el descubrimiento de las claves de la elaboración de perfumes gracias al descubrimiento del alcohol, que mezclado con aceites y resinas olorosas revelaron toda la plenitud de sus calidades aromáticas. Con la llegada de los árabes en España la perfumería se extendió al resto de Europa.

 

En el Renacimiento, los avances en la química permiten perfeccionar las técnicas hasta ahora usadas en la extracción del perfume mediante la destilación, la prensa de pétalos y la maceración. El primero de los métodos, la destilación, permitía la separación de las partes volátiles y menos volátiles de las plantas, consiguiéndose diferentes calidades de productos, todos ellos pertenecientes a una misma materia primera. En el siglo XIX, además, los avances químicos permiten producir productos.

 

¿Todas las plantas tinene perfume?

Durante los primeros años del cristianismo, los perfumes cayeron en desuso. No será hasta la llegada del Islam cuando estos vuelven con fuerza gracias a la alquimia, que permitirá el descubrimiento de las claves de la elaboración de perfumes gracias al descubrimiento del alcohol, que mezclado con aceites y resinas olorosas revelaron toda la plenitud de sus calidades aromáticas. Con la llegada de los árabes en España la perfumería se extendió al resto de Europa.

 

En el Renacimiento, los avances en la química permiten perfeccionar las técnicas hasta ahora usadas en la extracción del perfume mediante la destilación, la prensa de pétalos y la maceración. El primero de los métodos, la destilación, permitía la separación de las partes volátiles y menos volátiles de las plantas, consiguiéndose diferentes calidades de productos, todos ellos pertenecientes a una misma materia primera. En el siglo XIX, además, los avances químicos permiten producir productos.

 

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¿Dónde encontramos los perfumes y cómo tenemos que usarlos?

La influencia del olfato sobre nuestro cerebro y su capacidad para desencadenar recuerdos, emociones y sensaciones no es nueva. La aromaterapia viene desarrollándose centenares de años, igual que los estudios relacionados con los efectos que algunos olores ejercen sobre nuestro estado de ánimo. A pesar de que la percepción de los perfumes es muy subjetiva podemos agrupándolos por su intensidad y por su valor dominante.

 

Así, encontramos perfumes acidulados, aromáticos, florales, herbáceos, afrutados, especiados, leñosos y blasámicos. Conocer la gran variedad de perfumes es muy útil, sobre todo si queremos añadir este tipo de plantas a nuestro jardín. Tenemos que tener en cuenta que la presencia de plantas aromáticas en nuestra terraza o jardín es un valor añadido que puede servir para tonificar nuestros espacios y darlos un aroma único y relajante.

 

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Hierbaluisa (Aloysia triphylla)

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Tomillo

 

En las zonas próximas a las ventanas tienen que predominar las plantas de notas aromáticas como el espliego, la salvia, la jara o el tilo. Las plantas aciduladas, por ejemplo, la bergamota, la hierbaluisa, o la albahaca, con su característico olor a limón, en las cuales predomina una sustancia llamada citrina que espanta a los mosquitos. Los aromas florales, especiados y leñosos, de rosas, jazmines, madreselvas resultan muy adecuados para subrayar la singularidad de los elementos arquitectónicos: cenadores, arcos y fuentes. Mientras que las fragancias balsámicos y leñosos: cedro, alcanfor, tabaco, nardo que, al ser más persistentes, se tienen que reservar para las zonas abiertas y alejadas de la casa.

Hay que tener en cuenta que el perfume reacciona en contacto con el calor del cuerpo, por eso se aconseja aplicarlo en los puntos más calientes y húmedos: el cuello, la base de la nuca, detrás de las orejas, en la parte interna de la muñeca y del codo y detrás de las rodillas. Es importante tener en cuenta que no hay reglas precisas, pues el perfume una vez aplicado en la piel reacciona y difunde una fragancia única y característica de cada persona.

 

¿Cuáles son los perfumes más usados?

A excepción del almizcle, el ámbar gris y el castóreo, el resto de los perfumes provienen de las plantas. Pero también podemos encontrarlos en las semillas como ocurre con el anís, el comino de prado o el hinojo; otras, en las raíces, como la angélica o el lirio de Florencia. También en las hojas: hierba luisa, espliego, menta, romero, timón o pachuli indio (Pogostemon patchuli), tan fuerte que puede resultar desagradable. En la corteza, como es el caso de la canela. En la madera: sándalo, palo de rosa. Y, por supuesto, en los frutos: vainilla, pimienta, almendra amarga, nuez moscada o haba de Tonka. 

 

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Pogostemon patchuli

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Magnolia

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Haba de Tonka

 

Las esencias que proporciona la mítica familia de las hespérides están presentes en la fórmula de todos los grandes perfumes. De la flor de azahar se obtiene el neroli. De las hojas y ramas, el petitgrain. Y del prensado de los frutos, diferentes aceites, cada uno con su carácter específico: agridulce de la naranja; picante de mandarina, la suavidad de la bergamota; el ácido del de pomelo; refrescante como la lima; enérgico y el estimulante limón.

 

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Hoy en día los perfumes modernos también se basan en pétalos, botones y yemas de flores, como los del jazmín, la cananga o ylang ylang, el naranjo o la flor de azahar, las lilas, el clavel, el narciso, la mimosa, el listón de vidrio y el jacinto, la fresia, el iris, el gladiolo y el azafrán. Otra de las plantas más usadas son  el geranio, que se usa normalmente para elaborar perfumes masculinos. También son muy comunes el geranio malva y el geranio perfumado. Un mundo de olores y estímulos a nuestro alcance.

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