Investigación

6 Mar 2013

Conversaciones entre una abeja y una flor

Cómo si de auténticos letreros de neón se tratara, las plantas emiten señales en forma de impulsos eléctricos y pequeños campos electromagnéticos a través de sus flores. Señales que junto con la modificación de su color, aroma y brillo le sirven para comunicarse intentan descifrar.

Hace algunas semanas, publicábamos en Espores un artículo que se hacía eco de uno de los descubrimientos más curiosos en el interesante y desconocido campo de la neurobiologia de las plantas. Según referíamos en este artículo, un grupo de científicos de la Universidad de Exeter (Reino Unido), había descubierto que las plantas eran capaces de comunicarse entre ellas, alertándose unas a otras de posibles peligros. Mediante la variación de su balance bioquímico, las plantas producen sustancias tóxicas en situaciones de estrés o peligro, de tal forma que otras plantas pueden identificarlo y producir la misma sustancia de forma preventiva, avanzándose a esta situación peligrosa.

 

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Pero, pueden los vegetales comunicarse con otros seres vivos? Recientemente se ha descubierto que, para favorecer su reproducción, las plantas conversan con los insectos a través de señales eléctricas, informando a sus polinizadores de forma precisa sobre el estado de su néctar y sus reservas de polen. Además, se piensa que esta emisión de campos eléctricos podría servir a las flores para comunicarse con otros animales incluso con los seres humanos. Nuevos campos de investigación que se están desarrollando y que resultan fascinantes.

 

El estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Bristol y publicado por la revista Science Express hace hincapié que a pesar de que el color, la textura o la fragancia son algunos de los canales habituales de comunicación con los insectos, a veces son insuficientes. Y es que las plantas al no poder moverse parezcan haber desarrollado otros medios de comunicación para asegurar su reproducción. Necesitan transportar su polen de un lugar a otro, a veces en la misma planta, para realizar la fecundación y para lo cual precisan de la ayuda de los insectos. Los más habituales son las abejas melíferas que impregnan su cuerpo, pleno de pelos pequeños, con el polen cuando van a buscar el néctar de las flores.

 

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Mediante la colocación de electrodos en los tallos de petunias, los investigadores demostraron que cuando una abeja se ponía sobre la flor, el potencial eléctrico de la planta cambiaba y permanecía así durante varios minutos. Generalmente, las plantas contienen cargas eléctricas negativas con campos eléctricos débiles, mientras que los insectos que quieren, en cambio, adquieren una carga positiva mientras se movilizan por los aires. Así, cuando una abeja se acerca a una flor, pueden producirse varios escenarios, por ejemplo una pequeña descarga eléctrica significará que otra abeja los visitó recientemente (positivo frente positivo), lo cual evita que el insecto pierda tiempo y pueda ponerse en otra flor con sus reservas intactas.

 

Los investigadores se dieron cuenta que las abejas aprendían muy rápido. Cuando se ponían constantemente en una flor sin ninguno recompensa ya la descartaban en un futuro. Además, algunos en particular como los abejorros eran capaces de detectar y distinguir entre los diferentes campos eléctricos florales, así que los sometieron a un test de aprendizaje mediante con el que descubrieron que los insectos polinizadores eran más rápidos al distinguir dos colores cuando las señales eléctricas también estaban disponibles.

 

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Según Thomas Seeley, director del Departamento de Neurobiología y Comportamiento de la Universidad de Cornell , este descubrimiento refuerza la idea que las plantas pueden comunicarse entre sí y con el resto de los seres vivos y abre un nuevo campo de investigación especializado en su lenguaje y en cómo estas son capaces de modificar los campos eléctricos con el objetivo de comunicarse de forma rápida y dinámica con los polinizadores.

 

Pero además, este estudio abre nuevas ventanas de investigación sobre otros temas como el complejo y parece que espectacular sistema sensorial de las abejas, hasta ahora desconocido, o la posibilidad de que estos cambios a los campos eléctricos pueda ser detectada también por humanos y otros animales, como por ejemplo las aves. Será este el motor de comunicación de los vegetales con su entorno?.

 

De momento la segunda parte de la investigación, que ahora empieza a desarrollarse, estudiará cómo es que los insectos detectan los campos eléctricos. Aunque no se sabe mucho, creen que tiene que ser similar al fenómeno de fuerza electrostática que sentimos cuando nos peinamos y el cabello se nos queda de punta o cuando nos acercamos a un televisor antiguo. En todo caso, este descubrimiento entrega una nueva perspectiva y entendimiento de los insectos y su comunicación con las plantas y pone en evidencia que su co-evolución tiene una larga historia.

 

El enigma de la comunicación de las plantas

A pesar de que estas teorías tienen algunos detractores, son muchos los investigadores que asemejan el comportamiento de plantas y árboles al de los seres humanos, llegando a plantear teorías que avalan que las plantas pueden a su manera ver, sentir, oler e incluso que poseen cierto grado de memoria para su autodefensa ante cualquier eventualidad. Uno de los últimos trabajos relacionados con este campo es el libro What a plant knows, de Daniel Chamovitz.

 

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El interés de Chamovitz para estudiar en las plantas, fecha desde 1990, cuando estudiaba su doctorado en la Universidad de Yale (EE.UU.), donde analizaba la relación entre las plantas y la luz. Años después retomó el estudio pero con animales, descubriendo que la diferencia entre ambas especies no eran muy significativas. Así empezó a gestarse su teoría de comunicación vegetal.

 

En esta publicación Daniel Chamovitz menciona que las plantas, debido a la falta de movilidad, desarrollan habilidades especiales que las ayudan a subsistir como el caso de los polinizadores. Pero si analizamos de manera más consciente y lógica la relación humano-plantas, se puede establecer que es muy estrecha.

 

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Adornamos nuestras casas y jardines con ellas porque nos proporcionan armonía y bienestar a nivel estético, pero además forman parte de nuestra cultura e historia, y empleamos sus propiedades curativas y organolépticas como base para cosméticos, fragancias y medicinas. Una transferencia de energía continúa que tal cerca hace que los dos, hombre y planta, establezcan conexiones en diferentes niveles químicos en las cuales hasta ahora no habíamos reparado.

 

Enlaces de interés:

Article Discovery News

Desxifrant el llenguatge de les plantes

What a plant Knows

www.danielchamovitz.com

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Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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