Combustible hecho de agua
Es posible que algunos hablen de conspiraciones mundiales y otros de utopías, pero lo cierto es que los intentos por transformar el agua en combustible se han sucedido a lo largo de la historia. Las intentonas para lograrlo bien merecen la pena: conseguiríamos la alternativa perfecta al petróleo pero más barata, más ecológica y renovable.
Estamos tan acostumbrados a que el petróleo mueva el mundo que la búsqueda de cualquier alternativa se convierte una cruzada imposible. Nuestro grado de pasividad ante esta dependencia del combustible fósil ha sido tan alto durante tanto tiempo que incluso parece que hemos aceptado como algo inevitable que éste genere guerras que matan a miles de personas y que su extracción y consumo contribuya a ensuciar el planeta diariamente. Pese a ello científicos de todo el mundo siguen en su empeño por conseguir un combustible alternativo. La pregunta que muchos se hacen es: ¿es posible convertir el agua en “gasolina”? La respuesta es que parece que sí y la solución para conseguir la fórmula está cada vez más cerca, aunque los científicos depuran (y nunca mejor dicho) la mejor manera de hacerlo.
Ya hemos visto coches que funcionan con electricidad y otros que funcionan con hidrógeno. ¿Por qué no pensar entonces que en un futuro no muy lejano podríamos viajar llenando el depósito en nuestro grifo?
Aviones que funcionan con agua de mar
Es cierto que se trata de una maqueta y que realizó un vuelo de apenas unos minutos. Pero seguro que cuando los científicos del Laboratorio de la Marina Estadounidense (NRL) vieron aquella réplica del legendario P51 Mustang de la II Guerra Mundial volando a base de agua marina lo tuvieron claro: posiblemente estaban ante el principio de una revolución científica.
La doctora Heather Willauer trabaja para conseguir queroseno a base de agua de mar
El proceso para la obtención del combustible que permitió que esta pequeña avioneta volara y que según los científicos tiene un olor similar al queroseno, pasaba por extraer el dióxido de carbono y el hidrógeno del agua de mar y luego recombinarlos en forma de líquido. La razón para utilizar agua marina en lugar de agua “dulce” para hacer combustible es que la primera es muy rica en dióxido de carbono y por lo tanto no se requerían compuestos químicos en el proceso de sintetización. Para lograr separar el dióxido de carbono y el hidrógeno del resto de los elementos del agua los científicos desarrollaron una célula de acidificación electroquímica basada en dióxido de cloro que deja como residuo hidróxido de cloro. El siguiente paso es retirar del agua del mar el metano para obtener olefinas, unas partículas gracias a las cuales se podría obtener un hidrocarburo.
Debido a que resulta más eficiente extraer dióxido de carbono del mar que del aire (su concentración es 140 más alta en el medio marino), conseguir combustible a base de agua del mar es una realidad que algunos expertos como la doctora de la NRL Heather Willauer ven como la mejor muestra de que los hidrocarburos pueden funcionar como combustible, y está convencida de su viabilidad y rentabilidad en un plazo medio. Si sus hipótesis se confirmaran, dentro de una década podríamos estar usando agua de mar como combustible.
La razón de que la Marina de EEUU iniciara investigaciones sobre la forma de obtener combustible a partir de agua de mar tiene una motivación más económica y estratégica que ambiental: se estima que en 2011 este cuerpo del ejército norteamericano gastó cerca de dos millones de toneladas de combustible, así que la obtención de esta especie de queroseno líquido reduciría este gasto por la mitad. Sin embargo, la NRL no es la única entidad que ha visto en los hidrocarburos una nueva fuente de energía. Un grupo de expertos europeos capitaneados por Andreas Sizmann de la empresa de aeronáutica Bauhaus Luffahrt, hizo público el pasado mes de mayo que había conseguido combustible a partir de agua, luz y dióxido de carbono. El resultado es un combustible solar a reacción, una variable del queroseno muy similar a al hidrocarburo obtenido por el Laboratorio de la Marina Estadounidense. El proyecto bajo el que se ha amparado esta nueva investigación responde al nombre Solar-Jet y aunque se trata de una “maqueta” que hasta la fecha ha producido unos pocos litros de combustible, se estima que una planta de producción real podría obtener unos 20.000 litros de queroseno al día.
Solar-Jet funciona con una fusión de agua y energía solar
La obtención de este nuevo combustible solar consiste en concentrar la luz solar hasta generar una temperatura de 700 grados Celsius. Este calor es lo que permite separar el agua y el dióxido de carbono. En esta separación se obtiene un gas de síntesis compuesto por hidrógeno y monóxido de carbono, que a su vez puede convertirse en queroseno utilizable en motores de aviación. La producción del gas de síntesis con energía solar se encuentra todavía en una etapa de experimentación aunque empresas multinacionales como Shell ya han mostrado su interés en este combustible.
Otras alternativas a la gasolina
Los altos costes del petróleo y su impacto medioambiental están generando el desarrollo de combustibles alternativos que se conviertan en generadores de energía viables. Entre estas energías destaca la electricidad, un campo en el que la industria automovilística ya ha centrado su atención con la presentación de coches eléctricos e híbridos que ya están disponibles en el mercado con una condiciones de rendimiento muy aceptables, sobre todo los segundos.
En este mismo campo podríamos hablar también de los coches que funcionan con placas solares. La tecnología ya está muy desarrollada y sabemos que toda la electricidad adquirida podría ser almacenada en baterías de plomo, níquel, litio o directamente en el motor del coche. El beneficio de estos motores es que funcionarían con la luz solar, el recurso más grande del mundo. Sin embargo, es cierto que el diseño de los paneles para vehículos no es muy cómodo y aerodinámico hasta la fecha.
Estación para recargar coches eléctricos con energía solar. Imagen: Wikipedia.Ver licencia
Por último, también cabría hacer mención al hidrógeno diatómico, una fuente primaria de energía que ya se usa en la propulsión de vehículos bien sea como “alimento” de motores eléctricos o como un elemento fundamental para la combustión. En los motores de explosión el hidrógeno funciona como la gasolina, quemándose para producir el movimiento. El hidrógeno es una de las alternativas más atractivas para los fabricantes de coches, porque no emite gases contaminantes. Sin embargo, hasta el momento la única tecnología que ha dado frutos realmente productivos es el agua, ecológica y 100% ecológica.