Entrevistas

29 Jun 2018

Botánica del mes: Marcela Rosato

Esta argentina especializada en genética vegetal lleva más de una década mirando cromosomas al microscopio en el Jardí Botànic, todo para conocer más a fondo la evolución y diferenciación específica de las plantas que crecen en la cuenca mediterránea. Hoy os presentamos a esta investigadora paciente y apasionada de las plantas, que forma parte del equipo de investigación de Josep A. Rosselló.

¿Qué es lo que te llevo a trabajar en el Jardí Botànic?

En 2005 era profesora asociada en el Departamento de Genética de la Universidad Complutense de Madrid, sin embargo, residía en Valencia. Así que cuando, desafortunadamente, me comunicaron desde la universidad que no se renovaría la plaza que ocupaba comencé una búsqueda de otros grupos de investigación que me atrajesen y en los que me pudiese integrar. Conocía el Jardí Botànic de la Universitat de València por haberlo visitado y me llamó la atención la existencia de un edificio de investigación en sus instalaciones, así que averigüé las líneas de investigación que allí se desarrollaban y vi que el profesor Josep. A. Rosselló llevaba una interesante línea de investigación próxima a la mía.

MARCE ROSSE PEKCon Josep A. Rosselló en el Jardí Botànic UV. 

Tuvimos una entrevista que nos dejó muy buenas impresiones a los dos y a los pocos meses del encuentro ya me incorporé como contratada en la UV. De ello ya hace casi 13 años, aunque parece que fue ayer.

¿Por qué escogiste la Botánica? ¿Qué te atrajo?

Desde muy joven me he sentido atraída por la naturaleza, quería observarla y comprenderla, así que decidí estudiar la licenciatura de biología. Comencé muy entusiasmada la carrera, todo me gustaba, pero fue al cursar genética general cuando descubrí realmente que quería trabajar en ese campo pero aplicado al mundo vegetal.

marce argentinaObservando preparaciones en el Departamento de Genética de la UCM junto a mi colega y amiga Mónica González-Sánchez.

Cada proceso evolutivo que aprendía en las plantas me fascinaba, así que decidí orientar mi formación hacia la genética vegetal evolutiva. Desde entonces me especialicé en diferentes asignaturas de botánica para poder descubrirla a fondo y disfrutar de las plantas.

¿En qué consiste tu trabajo?

Participo activamente como co-directora en las líneas de investigación que dirige Josep A. Rosselló. Principalmente estudiamos la evolución del genoma vegetal en la cuenca mediterránea través del análisis citogenético. Observamos de cerca los cromosomas, así como la estructura y distribución de secuencias repetidas de ADN, para comprender los procesos de evolución y diferenciación de las especies vegetales de este territorio.

VlucentinaVella lucentina / © José Quiles www.florasilvestre.es 

Uno de nuestros casos de estudio ha sido la subtribu Vellinae de la familia de las Brassicaceae, cuyas especies se encuentran principalmente distribuidas en el oeste de la cuenca del mediterráneo. El componente endémico restringido en en este subgrupo es alto, además existe un marcado patrón de variación poliploide y por ello resulta un modelo interesante para estudiar la dinámica del número de los genes ribosomales (genes universalmente conservados que codifican los componentes claves del metabolismo celular).

Una especie relevante es la Vella lucentina, un endemismo alicantino del que hemos podido certificar a través de nuestras investigaciones que es la especie con el mayor número de cromosomas y de genes ribosomales de toda la tribu Brassiceae. También hemos descubierto que durante la evolución de Vellinae han ocurrido tanto pérdidas como amplificaciones independientes del número de sitios ribosomales. Un avance más en el mundo de los genomas vegetales.

¿Cómo piensas que ha cambiado tu trabajo con los años? 

Aunque, en general, no ha cambiado mucho nuestro modus operandi, sí lo ha hecho el equipo de trabajo, en el que Roselló y yo permanecemos inmutables, y también mi participación en las colaboraciones con investigadores, tanto nacionales como extranjeros, que ha ido aumentando con los años.

marce antiguaAnalizando el contenido de ADN de poblaciones de maíz nativas de Argentina, con el microdensitómetro en el Instituto Fitotécnico de Santa Catalina.

A nivel personal siento una gran satisfacción cuando mi colaboración se ve reflejada en las publicaciones, pero la sensación aún es mayor cuando los estudiantes, que acogemos en el laboratorio y con los que comparto muchas experiencias, logran alcanzar sus objetivos. Me encanta formar parte de este grupo de investigación, con el que he enriquecido mi conocimiento y en el que espero poder continuar con nuevos retos conceptuales y metodológicos.

¿Cómo es la situación laboral ahora? ¿Consideras que los recursos humanos y materiales son suficientes?

Poseo un contrato asociado al proyecto de investigación co- dirigido por Josep. A. Rosselló y Gonzalo Nieto Feliner (RJB-CSIC) en la Unidad Asociada del ICBIBE-CSIC en el Jardí Botànic UV. La obtención de los recursos financieros son limitados, pero no por ello poco valiosos. Estoy participando en líneas de investigación de interés general y gran visibilidad. Desafortunadamente, la financiación no contempla la formación de doctorandos, un recurso humano que es imprescindible para la continuidad de las investigaciones en el Jardí Botànic y en la Universidad.

¿Trabajas sola o en equipo? 

Mis días en el Jardín Botánico están muy acompañados por Josep y los estudiantes que dirigimos. Eso hace y ha hecho que se compartan las experiencias del trabajo de investigación con un gran espíritu de colaboración, y convierte el laboratorio en un espacio muy agradable donde compartir tantas horas de dedicación a nuestros diferentes proyectos.

¿Qué herramientas necesitas EN TU DÍA A DÍA?

Mi compañero inseparable es un microscopio que lleva integrada una cámara de alta resolución que nos permite observar a los pequeños cromosomas de estética naturaleza y que nos cuentan sobre los fascinantes procesos de los que forman parte. Y es que aún nos encontramos en el mediterráneo con especies vegetales cuyo número de cromosomas es desconocido y otras veces nos sorprendemos frente a su errónea determinación.

MARCE MICROSCOPIOObservando preparaciones de cromosomas en el Jardí Botánic UV.

Además, para hacer visibles los cromosomas, uso diferentes tinciones específicas de citología mediante un microscopio de luz transmitida, y en la mayoría de los estudios uso la técnica de hibridación in situ fluorescente (FISH), que nos permite apreciar con mayor resolución la presencia de secuencias específica de ADN en los núcleos y cromosomas

CROMOSOMASDistribución de los loci ribosomales (45S rDNA y 5S rDNA, señales en verde y rojo, respectivamente) en una célula en metafase de Urguinea maritima (2n= 40 cromosomas).  

¿Una habilidad imprescindible para tu trabajo?

Necesitamos las misma habilidades que en el estudio de cualquier aspecto de la botánica, pero creo que una en concreto es muy importante, la paciencia, en cada uno de los diferentes niveles a los que trabajamos.

¿Has conocido personas interesantes a lo largo de tu trayectoria? Cuéntanos.

He realizado el doctorado en dos centros en Argentina, la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires y el Instituto Fitotécnico de Santa Catalina de la Universidad de La Plata, que han albergado a algunos investigadores que se consideran precursores de los estudios de la citogenética vegetal en América Latina.

UNIVERSIDAD PLATADe salida práctica en el Instituto Fitotécnico de Santa Catalina de la Universitat de la Plata. 

Además, en el segundo centro he conocido al Ingeniero agrónomo Luis B. Mazoti, considerado uno de los pioneros de los estudios en genética y fitogenética en maíz. Un apasionado de su trabajo que aún estando ya jubilado, continuaba allí cultivando sus líneas de maíz. Siempre con mucho entusiasmo me contaba anécdotas sobre sus estudios experimentales, me explicaba detalles sobre sus investigaciones y me alentaba a seguir trabajando en este campo. Valía la pena, decía, estar horas y horas bajo el sol haciendo cruzamientos entre las plantas para poder disfrutar al microscopio con los resultados obtenidos. Una persona entregada y fascinante, sin duda, que recuerdo con cariño y admiración.

¿A qué botánico o botánica te hubiera gustado conocer en persona?

Si hubiese vivido en otra época, me hubiese gustado conocer al botánico Vicente A. Lorente, no sólo por sus estudios sino además por ser director del Jardín Botánico de la UV, en el actual emplazamiento, por el que sentía una gran pasión y porque su pueblo natal fue Jarafuel, localidad con la que me encuentro actualmente muy ligada a nivel a través del conocimiento de su flora.

LORENTE8

¿Hay diferencias entre las universidades y la investigación de aquí respecto a Argentina?

No encuentro muchas diferencias en cuanto a la estructura. Al igual que en las universidades españolas, en las argentinas los profesores desarrollan sus trabajos de investigación al mismo tiempo que desempeñan tareas docentes. Pueden solicitar financiación a sus proyectos tanto en las convocatorias de las propias universidades, como en las entidades nacionales (Comisión de Investigaciones Científicas y Tecnológicas y la Agencia) aunque no pertenezcan al cuerpo de investigadores de las mismas. En lo que realmente se diferencian es en la cuestión económica subyacente de Argentina. Les otorgan un proyecto de investigación con mucha financiación y aunque en el momento de la adjudicación podría servir para hacer frente a la investigación propuesta, la recurrente inestabilidad financiera acaba devaluando la cantidad asignada y reduciendo las posibilidades de actuación.

¿Alguna anécdota A compartir? 

Durante mi estancia post-doctoral bajo la dirección de María Jesús Puertas en el Departamento de Genética de la Universidad Complutense de Madrid, investigábamos el control genético de la tasa de transmisión de los cromosomas B (cromosomas extras al complemento regular) en el maíz. Para realizar el estudio, cuantificábamos en el microscopio el número de cromosomas B por mazorca de un gran número de plantas de las líneas seleccionadas de maíz que usábamos. Todo ello implicaba mucho tiempo de estudio, por lo que un día, buscando la manera de acelerar el análisis y al mismo tiempo conseguir una forma de transferencia de los resultados que nos beneficiara a los becarios, hipotetizamos que la presencia de cromosomas B podría mejorar la calidad del sabor dulce de las palomitas de maíz. Así que hicimos palomitas de ambas líneas en el laboratorio e invitamos a todos los integrantes del departamento por señales de humo a degustarlas y evaluarlas. Fueron dos las conclusiones que pudimos sacar, por una parte, que los cromosomas B no estaban relacionados con el sabor, con lo que dijimos adiós al sueño de ver a la gente en el cine deleitándose con nuestras palomitas; y, en segundo lugar, que no hay que cocinar en el laboratorio porque ¡saltan las alarmas! Tras la cata de palomitas nos fuimos a hidratar al bar.

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