Botánico del mes: Josep Enric Oltra

Josep Enric Oltra, nuestro botánico del mes nos cuenta como, desde su infancia en un entorno rural, la naturaleza y las plantas han sido una parte esencial de su vida, marcando su camino hacia la botánica. Después de graduarse en Ciencias Biológicas, empezó una trayectoria profesional en la cual la gestión de microrreservas y el estudio y conservación de la flora protegida han sido protagonistas. Además, su compromiso con la divulgación científica lo ha llevado a publicar libros y artículos sobre la flora valenciana, etnobiología y etnonatura.
¿Qué te atrajo de la Botánica?
Yo me he criado en un entorno rural y desde siempre he tenido muy cerca la naturaleza. El contacto con las plantas, pues, lo he tenido desde muy pequeño y el mundo vegetal ha formado parte de los juegos y del paisaje de mi niñez. En la década de los años setenta y principios de la de los ochenta del siglo pasado, no había los entretenimientos digitales que los niños tienen hoy en día, ni existían tampoco las actividades extraescolares. Por lo tanto, en aquellos años, la chavalería de los pueblos pasaba muchas horas jugando por la naturaleza. Sin ser consciente, durante aquellos años fui empollando unas vivencias y unas observaciones que han acabado marcando mi manera de ser de adulto. Jugar rodeado de plantas silvestres y observarlas era, para mí, una cosa cotidiana durante la niñez. También había visto desde siempre en casa el uso de algunas plantas con fines medicinales por parte de mis padres y abuelos. Y también tengo que decir que durante los últimos cursos del EGB, aquello que se decía la segunda etapa, un maestro mío nos llevaba al aula, cada lunes por la mañana, algunas plantas en fresco puestas en tarros de cristal con agua e identificadas con el nombre científico y común, para que aprendimos a reconocerlas y copiamos los nombres en nuestra libreta escolar.

Pero no fue hasta que fui adolescente que me vino la idea de estudiar las plantas. Recuerdo perfectamente una primera excursión botánica, a principios de los años noventa que, motivado por un artículo que se había publicado sobre plantas de la sierra de Quatretonda unos pocos años antes en un libro local, me decidí a ir andando con mi mochila, a solas, a buscar la fritilaria, que según explicaba el artículo mencionado se podía encontrar en el mes de marzo en un lugar concreto y tenía una flor magnífica. Finalmente no la encontré, pero de aquella primera excursión botánica tengo un recuerdo muy bueno, porque pude observar por primera vez algunas plantas que no conocía, como por ejemplo la anémona palmada en flor. La misma busqueda de las plantas, sobre todo de las más raras, y la voluntad de identificarlas para conocer la flora propia de mi entorno, fue lo que más me atrajo en un primer momento de la botánica. Yo siempre digo que identificar las plantas y ponerles un nombre es una cosa que engancha mucho, y a mí me enganchó desde el primer momento.

¿Nos podrías resumir tu trayectoria profesional?
Después de acabar la licenciatura en Ciencias Biológicas, hice algunos cursos de formación del profesorado de enseñanza secundaria, que era la salida laboral que veía en aquel momento más clara. Durante aquellos primeros años hice de manera esporádica algunos trabajos del campo y también hice de gestor cultural. El año 1999 fui contratado de profesor interino, primero a Palma, donde estuve solo un mes, y posteriormente en Cataluña, donde trabajé en varios institutos de enseñanza secundaria entre los años 1999 y 2006. Durante los veranos de 2003 y de 2004 fui contratado por el ayuntamiento de Quatretonda para coordinar el primer voluntariado ambiental de vigilancia contraincendios y la redacción de la memoria descriptiva de la sierra de Quatretonda para su declaración como Paraje Natural Municipal. A partir de 2006, fui contratado por la empresa pública VAERSA (Valenciana de Aprovechamiento Energético de Residuos S.A.) en una asistencia técnica para la Conselleria de Medi Ambient como técnico de conservación de la flora rara, endémica o amenazada. Durante el primer año trabajé en la territorial de Castelló como técnico de flora y de microrreservas de esta provincia, y desde febrero de 2007, continúo con el mismo trabajo de técnico de flora y de microrreservas, pero en la provincia de Valencia. Y hasta el momento actual.

Me gustaría también comentar la tarea divulgadora que he podido ir haciendo durante años, centrada tanto en la botánica como también en temas de etnobiología o etnonaturaleza. He considerado siempre muy importante divulgar el conocimiento, de forma que durante parte de mi tiempo libre he podido preparar varios artículos científicos, sobre todo en el campo de la florística y con alguna incursión discreta en aspectos de fitosociología y taxonomía. También he publicado algunos libros, solo o compartiendo autoría con amigos como Antoni Cuenca y Daniel Durà: Fer herbes a Quatretonda (1998), Plantes medicinals i comestibles (2005), Plantes vasculars del quadrat UTM 30S YJ21 (Benigànim) (2015), Els noms dels éssers naturals. Recerces etnobiològiques en la Vall d’Albaida (2015), La riqueza botànica de la serra de Quatretonda (2017), Una mirada a la Serra. Reflexions sobre un entorn natural (2018), Mons humans, mons naturals (2021). Como resultado directo de mi trabajo, también soy coautor de los libros Catálogo valenciano de especies de flora amenazada (2010) y Guía de las orquídeas de la Comunidad Valenciana (2019).

Descríbenos tu trabajo actual.
Mi trabajo como técnico de flora y de microrreservas es, por un lado, la gestión de la red de microrreservas de la provincia de València, con todo lo que conlleva de salidas de campo para detectar las necesidades de trabajos de mantenimiento o mejora que se tienen que realizar, anotar datos para completar las listas sobre la flora presente en cada una de las microrreservas, el control del estado general de las microrreservas y en particular de la flora y la vegetación, el establecimiento de parcelas de seguimiento o el desplazamiento a lugares para el conocimiento de zonas nuevas. En este aspecto de la gestión de la red de microrreservas, también es necesario un trabajo de oficina, para hacer gestiones diversas, para volcar los datos de campo o para la preparación de documentos diversos, como por ejemplo para la declaración de nuevas microrreservas.
Por otro lado, hago salidas de campo periódicas en las poblaciones de flora protegida de la provincia de Valencia, para hacer los censos demográficos de estas poblaciones y poder hacer también un seguimiento de su estado de conservación. Cómo he dicho anteriormente en el caso de la gestión de la red de microrreservas, las salidas campo para hacer el seguimiento de la flora protegida comportan también un trabajo de oficina. Además, hago una serie de tareas como por ejemplo la recopilación de datos de flora que se envían al Banco de Datos de Biodiversidad, la redacción de informes, el volcado de datos en las bases correspondientes, la coordinación con los miembros del colectivo de agentes medioambientales, etc.

Desde 2006 hasta 2018 una parte importante de mi trabajo fue la coordinación de las brigadas Natura 2000 de la provincia de Valencia, programando los trabajos que se tenían que hacer, volcando los informes diarios de los capataces a una base de datos, redactando informes de resultados y haciendo gestiones diversas. Desde 2018, hay un técnico específico para coordinar las brigadas y yo me he centrado más en las tareas que he descrito anteriormente.

¿Qué te interesó de tu campo de estudio?
Actualmente ya hay un conocimiento corológico de la flora vascular valenciana bastante bueno, pero cuando yo empecé el conocimiento de la presencia y distribución de muchas plantas todavía se podía mejorar mucho. Por lo tanto, uno de los aspectos que más me interesó en un primer momento fue aportar datos corológicos nuevos. Mi aportación ha sumado a la aportación que han hecho otras muchas personas y actualmente se dispone de mapas de distribución bastante completos de las especies de flora vascular. Estos mapas de distribución se pueden consultar, por ejemplo, en el Banco de Datos de Biodiversidad de la Comunidad Valenciana, al cual muchas personas han contribuido con su aportación, de forma que actualmente hay más de un millón de datos sobre las especies de varios grupos de organismos en general, y un parte de este millón corresponde a las plantas en particular, cosa que permite consultar, de una manera bastante fina, cuál es la distribución de las especies en el territorio valenciano.

Cómo he dicho antes, aquello que más me interesó en un primer momento fueron los aspectos corológicos y también el mundo de la etnobotánica (tanto los usos como la denominación popular de las plantas), porque en la cultura popular creo que hay un campo de estudio amplio que muy a menudo se ha ninguneado. Posteriormente también me ha interesado el estudio de las comunidades vegetales y de los hábitats, así como la taxonomía, aunque siempre con la mirada del biólogo o botánico de campo. A mí me gusta estudiar las plantas y los procesos naturales directamente en la naturaleza, y esto es lo que siempre me ha atraído.
¿Estás orgulloso de haber participado en algún proyecto especialmente?
Sí, es para mí una satisfacción poder estar participando en el proyecto de las microrreservas de flora, que empezó en 1994 creado y dirigido por Emilio Laguna. También es para mí muy importante estar participando en el seguimiento de las poblaciones de la flora valenciana protegida. Hace años ni hubiera imaginado que actualmente estuviera haciendo este trabajo.

También he podido colaborar en algunos proyectos, como por ejemplo en los volúmenes que se han publicado hasta ahora de la obra Flora valentina o lo proyecto ORCA de cartografía de plantas vasculares que coordina Xavier Font. Desde que empecé a trabajar como técnico de flora he colaborado también en el proyecto del Banco de Datos de Biodiversidad de la Comunidad Valenciana, que pretende ofrecer datos, de una manera pública, sobre la biodiversidad valenciana y su distribución en el territorio. Todos estos son proyectos en los cuales me ha hecho mucha ilusión poder participar.

¿Qué relación tienes o has tenido con el Jardí Botànic UV?
Para mí el Jardí Botànic de la Universitat de València ha sido desde siempre un referente, por lo que representa como institución de investigación y conservación de la flora y también como lugar excelente para visitar. Empecé a ir al Jardín cuando era estudiante, para observar las plantas de la colección viva y también yendo al herbario del edificio viejo. Después he seguido yendo a las instalaciones nuevas, para hablar con alguno de los profesores o, sobre todo, para ir el herbario, bien para dejar material recolectado por mí o bien para consultar los pliegos de algunos géneros de plantas. No voy tanto al herbario como me gustaría, pero mantengo contacto con Jesús Riera y Javier Fabado, a los cuales hago consultas por correo electrónico o vía telefónica. También mantengo contacto con Josefa Prieto i Elena Estrelles del banco de germoplasma, por temas de recolección de semillas de algunas poblaciones de plantas.
¿Cómo piensas que ha cambiado tu trabajo con los años? (nuevas tecnologías, procesos, especialidades, etc.)
Yo he podido asistir a algunos cambios desde 2006, que es cuando empecé a trabajar con lo que hago actualmente, si bien los cambios son más evidentes cuando se compara el comienzo del proyecto de microrreservas de flora con el que hay actualmente. La mejora de los visores cartográficos y de los programas SIG creo que es lo que más ha cambiado. Al principio, los técnicos tenían que trabajar con programas y bases cartográficas que eran muy precarias si las comparamos con las que hay hoy en día, porque ahora hay unas ortofotos de mucha calidad.
Por otro lado, la publicación en 2009 del Decreto de flora protegida, también supuso un cambio en la manera de trabajar de todo el equipo. Entonces es cuando empezó el programa de seguimiento de flora protegida, que ha cristalizado en una base de datos del seguimiento anual que se hace, y con una capa con la localización de las todas las poblaciones que son objeto de seguimiento. Cuando me paro a pensar, veo que es impresionante todo el trabajo que se ha hecho durante todos estos años.

¿Cuál es la parte más desagradable de tu trabajo y la más gratificante?
Yo no lo plantearía como más desagradable y más gratificante, sino más bien, cuanto más o menos gratificante. Todos los trabajos tienen cosas que gustan más y otras que pueden resultar más pesadas. En mi caso, por suerte, buena parte de las cosas que hago me son gratificantes. No quiero entrar en detalles, pero a lo largo de los años de hacer la tarea que hago, destacaría cuanto menos gratificando cuando, después de hacer alguna gestión, recibes una negativa y no puedes hacer finalmente aquello que te habías planteado hacer.
¿Piensas que tu trabajo te permite aprender sobre temas no relacionados con la Botánica? Pone algún ejemplo.
Sí, esto es muy curioso. Las salidas de campo que hago continuamente me permiten conocer el territorio y, por lo tanto, puedo decir que me han permitido adquirir conocimientos de geografía. También se aprende mucho sobre toponimia, porque los nombres de lugares de cada zona los uso mucho en mi trabajo. Y también sobre geología y litología, de las cuales me gustaría saber mucho más de lo que sé. Últimamente estoy aprendiendo sobre algunas especies de ropalóceros, es decir, de mariposas diurnas, que gracias a la excelente guía de la colección Biodiversidad que publicó la Conselleria en 2010, me permite determinar en parte de los casos aquellos ejemplares a los cuales he podido hacer foto en el campo. También he aprendido un poco sobre escarabajos, algunos de los cuales sorprenden mucho cuando los ves por primera vez, como por ejemplo uno que encontré hace poco y que un amigo me lo identificó con el nombre de Chalcophora massiliensis, un escarabajo de la familia de los bupréstidos, de tamaño grande y de un aspecto tornasolado muy bonito.

¿Has conocido personas interesantes gracias a tu trabajo?
Por supuesto que sí. De la etapa que hice de profesor pude conocer otros profesores que me ayudaron y sirvieron de modelo para hacer mi trabajo. El caso del biólogo Josep Cuello es para mí muy importante, porque lo sustituí durante unos cuántos meses que él estuvo de baja y, como que yo lo conocía de nombre por alguna de sus publicaciones, hice una relación de amistad que todavía perdura actualmente.
Durante todos los años que llevo trabajando de técnico de flora he podido conocer también muchas personas, de ayuntamientos, de entidades conservacionistas, del mismo colectivo de agentes medioambientales, de la administración autonómica, etc. que hacen un trabajo muy interesante y creen en aquello que hacen. En algunos casos los he conocido de nuevo, mientras que en otros casos ya los conocía un poco desde hacía algunos años, pero por cuestiones laborales los he podido conocer mejor.
¿Cómo animarías los actuales estudiantes de biología para que se dedicaron al mismo que tú? ¿Qué les hace falta?
Quiero pensar que el programa de microrreservas y de seguimiento de la flora protegida seguirá en el futuro, que dentro de unos años la administración seguirá apostando en la línea de todo el trabajo que se ha hecho hasta ahora. Si es así, es esperable que la administración busque equipos de personas que lleven a cabo este trabajo y, en este punto, animo a todos aquellos estudiantes de biología que les guste la botánica a perseguir el objetivo de trabajar en la conservación de la flora valenciana. Hacen falta personas que, además de la preparación necesaria, se apasionen por el mundo de las plantas y, más concretamente, por el de la conservación de la flora. No estoy al día del plan de estudios actual, pero ahora a buen seguro que hay más opciones que cuando yo estudié de poder prepararse en aspectos de la biología de la conservación.

En todos estos años como botánico, ¿cuál es la situación más curiosa o divertida, que se pueda contar, en la cual te has encontrado?
La más curiosa, sin duda, pasó el verano del año 2020, durante las semanas que estuve de baja paternal, pero que pude vivir de manera indirecta. Fue cuando el conductor de un camión de gran tonelaje cargado de bebidas que iba de Teruel en Arcos de las Salinas, siguiendo las indicaciones del Google maps, eligió la ruta más corta en distancia y acabó cayendo al barranco del Saladillo (Puebla de San Miguel), justo al límite entre la provincia de Valencia y la de Teruel, que precisamente es uno de los extremos de la microrreserva de flora que lleva el nombre del barranco. Las bebidas quedaron derramadas por la vertiente del barranco, y tengo entendido que algunas personas de la zona las fueron a coger antes de que los operarios de la empresa responsable se llevaron los botes de bebida. Por suerte, el conductor salió ileso y no hubo daños importantes en las plantas protegidas que crecen allí y que son auténticas rarezas en la flora valenciana, como es el caso de Vitaliana primuliflora. Solo se rompieron ramas de algún ejemplar de enebro que hay a la vertiente del barranco.
¿Qué herramientas necesitas para tu trabajo?
Para el trabajo que hago de campo para mí es imprescindible un aparato gps, un móvil con el cual poder trabajar con aplicaciones que permiten cargar bases cartográficas y otras capas con información de ubicación de las plantas, una libreta de campo en la cual hacer anotaciones de todo el trabajo que realizo, una cámara de fotos o el mismo móvil para hacer fotos y un contador manual para hacer los censos de las poblaciones de plantas de las cuales hago el seguimiento. Además, también uso cuando voy de campo otras herramientas, pero no de una manera tan cotidiana como las anteriores. Para el trabajo de oficina, además de los programas típicos, para mí es muy importante el uso del visor cartográfico que se puede consultar en el web de la Generalitat Valenciana y la consulta del Banco de Datos de Biodiversidad.

¿Cuál es la habilidad imprescindible para tu trabajo?
Esta pregunta me resulta curiosa, porque no me la había planteado nunca. Supongo que, para el trabajo de campo, es importante saber andar por la montaña. Puede sorprender al lector que yo haga esta afirmación, pero creo que es importante saber moverse por lugares con pendiente, por espacios pedregosos o por encima de un lapiaz donde las rocas son cómo cuchillos. Esto es una habilidad de coordinación del propio cuerpo que hay quién de manera innata la tiene más y hay quién la tiene menos, pero que se puede entrenar a base de andar desde pequeños por este tipo de terrenos, cosa que te puede evitar sufrir caídas constantemente, con las repercusiones que puede comportar sufrir un accidente laboral. También creo que es imprescindible tener cierta capacidad observadora. A veces, cuando hago una excursión con amigos, se sorprenden que vea tal o tal planta pequeña o que me fijo en algún elemento de la naturaleza que a ellos los pasa completamente desapercibido. Creo que es necesario esta capacidad observadora si se hace un trabajo de campo como el mío.
¿Te consideras discípulo de algún botánico o botánica especialmente?
En realidad no me considero discípulo de nadie en el sentido de seguir unas líneas de investigación o una metodología determinada aprendida con alguien que hace de maestro y te guía la investigación. Pero es cierto que cuando te dediques a un campo de estudio previamente tienes que haber recibido una formación de varias personas. En mi caso, cursando la carrera tuve de profesores a Gonzalo Mateo, Antoni Aguilella, Josep Antoni Rosselló i Isabel Mateu. Además, son diversas las personas que me han transmitido conocimientos botánicos compartiendo horas de campo con ellos o bien porque han llegado a ser para mí referentes botánicos por la manera como trabajan. No se trata de hacer una lista completa de todas las personas que de una manera u otra han contribuido a mi formación botánica, que son diversas, pero sí que me gustaría remarcar algunas como por ejemplo Emilio Laguna, Antoni Cuenca, Manuel Benito Crespo, Lluís Serra o Simón Fos, de quienes he aprendido tanto flora vascular como aspectos relativos a la conservación y, incluso, los conocimientos que he podido adquirir sobre el mundo de los hongos basidiomicetos y de los líquenes.

¿Cómo imaginas los futuros botánicos y botánicas?
Los botánicos floristas, que tienen grandes conocimientos de la flora de un territorio, que han conseguido ese conocimiento a base de hacer numerosas salidas de campo y muchas horas de determinación del material de las especies recolectadas, creo que actualmente están en peligro de extinción. Cada vez quedan menos botánicos de esta clase. Desde las universidades no se está formando ese perfil de botánicos. Los botánicos del futuro me los imagino en campo con aplicaciones de móvil para la identificación de las especies, si bien muy mejoradas respecto a las que hay actualmente, o con aparatos que les permitirán coger una muestra de la planta y saber en pocos minutos a qué especie corresponde.
¿A qué botánico o botánica te habría gustado conocer en persona?
Bien es verdad que sí que me hubiera gustado conocer en persona a algunos botánicos, como por ejemplo aquellos a los cuales hacemos alguna referencia a menudo porque su contribución al conocimiento de la flora valenciana ha sido muy grande. Por decir algunos que nos tocan de más cerca, me hubiera gustado conocer y compartir horas de campo con el segorbino Carlos Pau, con Pius Font y Quer o con José Borja. Otra persona que encuentro bastante interesante es la figura de Enric Gros, que trabajó durante años como recolector botánico para el Museo de Ciencias Naturales de Barcelona haciendo campañas por muchos lugares de la península Ibérica y el norte de África. Además, en el caso de Enric Gros, que era un hombre que venía del mundo rural, se combinaba el conocimiento botánico adquirido sin formación académica y un saber rural que, para mí, lo hace una persona que hubiera sido interesando conocer y compartir campañas de recolección con él. También, como no, otras figuras botánicas tan relevantes como Heinrich Moritz Willkomm o el mismo Carl Von Linné, que no puedo ni imaginarme qué actividad más frenética debía de tener recibiendo materiales de sus colaboradores desde muchos lugares y él, venga de poner nombres científicos a todo, tanto a plantas como animales. Una planta tan nuestra y emblemática de la flora valenciana por su uso como es la pimienta, ¡también fue bautizada científicamente por Linné ya en el siglo XVIII! Es realmente extraordinario el que hizo aquel hombre.
Trabajas solo o en equipo? ¿Cómo resulta trabajar así?
Yo me considero que formo parte, en primer lugar, de un equipo de técnicos de conservación de flora que realizamos tareas de conservación de lo que se dice in situ, y dentro de esta tarea, entra tanto el seguimiento en campo de las poblaciones naturales y de las plantaciones que se han hecho en un momento determinado y que ya se consideran estabilizadas, como de la propia gestión de la red de microrreservas. Además, este equipo se amplía con los técnicos que hacen lo que se dice conservación de flora ex situ, es decir, mantenimiento del banco de germoplasma, establecimiento de protocolos de germinación y producción de planta. Por mi ubicación en la sede de VAERSA en Valencia, me considero también que formo parte de un equipo de técnicos que trabajan en la redacción de las normas de gestión de los espacios Natura 2000, la redacción de proyectos diversos y la coordinación de las brigadas de Natura 2000.
Para mí es fundamental poder contar con todo este equipo técnico. Estoy muy acostumbrado, desde siempre, a trabajar en equipo, y si bien hago salidas de campo solo y, como es lógico, cada cual lleva su tarea concreta dentro del equipo humano que somos, el hecho de poder consensuar muchas cuestiones y poder comentar con los compañeros las dudas que pueden surgir a cualquier persona del equipo, creo que es un factor muy enriquecedor.