Entrevistas

30 Oct 2020

Botánica del mes: Patricia Moya

Patricia Moya es una investigadora multidisciplinar, asegura que su especialidad es no tener especialidad pues ha trabajado con plantas, virus, insectos, bacterias, cáncer y líquenes, lo que le ha permitido aprender mucho más y acercarse a los problemas desde diversos puntos de vista. Actualmente forma parte del grupo de investigación de la catedrática de Botánica Eva Barreno y es profesora en la Universitat de Valencia. Patricia es nuestra Botánica del mes.

¿Qué te atrajo de la Botánica?

Soy bióloga de rebote, mi pasión desde pequeña era la Veterinaria. No la empecé porque en 1995 no había en Valencia y me daba bastante pereza irme fuera, así que me matriculé en Biología. Mientras cursaba segundo de carrera me llamaron del CEU San Pablo (soy antigua alumna) para avisarme de que iban a empezar Veterinaria. Decliné la proposición y fue en parte por mi descubrimiento de la Botánica. Recalco lo de descubrimiento porque durante la carrera descubrí que casi toda la biología que se daba en el colegio/instituto obviaba la Botánica, así que fue todo un descubrimiento. En segundo di prácticas de Botánica con el Dr. Josep Antoni Rosselló, me atrajo su visión moderna de la Botánica, el uso de técnicas moleculares y su visión rompedora (en ocasiones al límite) de la docencia y la investigación. No sé cómo lo convencí para que me dejara ir a su laboratorio que todavía estaba en el campus de Burjassot, empecé contando tricomas de las hojas de Cistus, y hasta hoy. De la veterinaria me queda un perro maravilloso que se llama Coque. 

Excusión a la Sierra de Cazorla en plena época universitaria (1996)

¿Nos podrías resumir tu trayectoria profesional?

Soy Licenciada en Biología por la Universitat de València (1995-2001). Nada más acabar la carrera y gracias a todas las técnicas que había aprendido en el laboratorio de Pep Toni estuve trabajando unos meses con María Mayol en el Departament d’Ecologia Molecular Vegetal del Centre de Recerca i Aplicacions Forestals (CREAF) de la Universitat Autónoma de Barcelona. Me volví a Valencia porque me concedieron una Beca predoctotal en el Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA) para estudiar los factores genéticos implicados en la patogeneicidad del virus de la tristeza de los cítricos con el Dr. Pedro Moreno. La experimientación con plantas leñosas es muy costosa, así que durante cinco años compaginé trabajos en varios laboratorios con la finalización de mi tesis doctoral a deshoras. Trabajé de nuevo en el Departament d’Ecologia Molecular Vegetal del Centre de Recerca i Aplicacions Forestals del CREAF, también el Laboratorio de referencia de bacteriología del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), y fui Técnico del laboratorio de bacterias del Servicio de Sanidad Vegetal de la Consellería de Agricultura, Pesca y Alimentación.

Vistas desde el Castillo de Praga durante la estancia Postdoctoral en la Charles University (2017)

Finalmente, obtuve el título de Doctor y casi sin planificarlo me contrataron en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en el laboratorio de Marcadores Tumorales. En 2012 volví a Valencia y gracias a la que había sido mi compañera, y sobre todo amiga, en el laboratorio de Pep Toni (Arantxa Molins) me incorporé al grupo de investigación de la catedrática de Botánica Eva Barreno. Durante el 2017-2018 realicé una estancia Postdoctoral en la Charles University de Praga. Desde hace dos años estoy de nuevo contratada como Postdoc en el grupo de Eva Barreno, luchando junto a ella para buscar financiación, estabilidad y proyección. Además, este año he empezado a dar clases de Prácticas de Botánica en segundo del grado de Biología.

¿En qué consiste tu trabajo?

Actualmente soy PostDoc Senior en el grupo de investigación de Eva Barreno. Nuestro grupo de investigación: Simbiosis, Diversidad y Evolución en Líquenes y Plantas GIUV2016-330; SYMBIOGENE, también conocido como: Lichen Symbiogenesis Team, que está adscrito al Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva (ICBiBE), se dedica a investigar líquenes, en concreto las microalgas simbiontes de estos organismos.

¿Cuál es tu especialidad? ¿Qué te interesó más de este campo de estudio?

Sinceramente no tengo especialidad y estoy bastante en contra de la hiperespecialización. Soy consciente de lo difícil que es (tal y como está organizado el sistema) conseguir una estabilidad en ciencia sin una especialización. He trabajado a lo largo de mi carrera con plantas, virus, insectos, bacterias, cáncer y líquenes, y quizá el hilo conductor entre ellos haya sido la genética y la biología molecular. Sin embargo, poder trabajar con organismos tan distintos me ha hecho aprender mucho más y acercarme a los problemas desde puntos de vista muy diversos en comparación a las personas que solo han mirado siempre hacia el mismo punto fijo. Hay que abrir mucho la mente para ser creativo solventando problema, así que mi especialidad es no tener especialidad.

¿Estás orgullosa de haber participado en algún proyecto en especial?

Creo que de lo que más orgullosa estoy es de haber trabajado en muchos campos de investigación. Me siento orgullosa de haber sido capaz de desenvolverme con soltura desde en un centro humilde de la Conselleria hasta en un centro de investigación como es el CNIO. No hay que dejarse obnubilar por los brillos, en muchos y diversos sitios se hace buena ciencia a pesar de la infrafinanciación en España.

A la izquierda Patricia Moya trabajando en el laboratorio de marcadores tumorales del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas, CNIO (Madrid, 2011). A la derecha edificio del CNIO./ Patricia Moya/ Publico.es

¿Por qué se caracteriza tu grupo de investigación?

Por su composición y visión interdisciplinar. Eva tiene un concepto integrador de la biodiversidad, algo que intenta inculcar desde bien temprano a sus alumnos, y por tanto su grupo de investigación (al que yo pertenezco) es una continuación de esta filosofía. Usamos las herramientas moleculares y genéticas imprescindibles hoy en día, sin olvidar que las moléculas y los genes solo tienen sentido dentro de un sistema.

Cuéntanos en qué proyecto trabajas ahora mismo.

Actualmente estoy contratada a cargo del proyecto PROMETEO/2017/039. Tengo bastantes frentes abiertos a la vez, como diría Eva “es una locura violenta”. Estamos preparando la memoria para la nueva convocatoria de proyectos del Ministerio de Ciencia e Innovación (MICINN), nos jugamos mucho y aunque tenemos mucha experiencia sobre el tema estamos trabajamos muy duro en su redacción. En concreto yo me encargo de parte de la línea de investigación sobre biodiversidad de microalgas simbiontes en líquenes. Gracias a esta línea de investigación hemos conseguido la publicación de la tesis doctoral de Salvador Chiva Natividad (Patrones de selección de microalgas en comunidades de líquenes terrícolas en biocostras) que he codirigido con Eva Barreno y Arantxa Molins.

Parte del Equipo GIUV. De izquierda a derecha: Salva Chiva (Doctor i responsable de la colección de microalgas simbiontes), Arantxa Molins (postdoc experta en Biología Molecular), Eva Barreno (Investigadora principal y Catedrática de Botánica) y Patricia Moya

Fruto de esta tesis se han publicado cuatro artículos en revistas SCI, el último de ellos hace dos meses en Scientific reports , que complementa parte del trabajo Eva empezó en su tesis doctoral sobre las comunidades de líquenes de las biocostras de yesos miocenos de la Península Ibérica. Actualmente estamos en fase de redacción de un trabajo muy interesante sobre los ficobiontes del género Parmelia, en el que se analiza la diversidad de especies de Trebouxia presentes en distintas especies del género Parmelia y qué factores bioclimáticos que pueden estar influenciando la presencia de unas u otras. Gracias a la colaboración con Marta Pérez, que ha realizado con nosotros el TFG y TFM del grado de Biotecnología, estamos terminando la experimentación y redacción de un trabajo sobre las respuestas metabolómicas, ultraestructurales y genéticas frente al estrés salino y osmótico de microalgas aisladas de líquenes. Estas microalgas del género Trebouxia son sorprendentemente resistentes, y presentan mecanismos de respuesta frente al estrés distintos a los de las plantas y por tanto son muy interesantes de estudiar. Además, durante los últimos 20 años nuestro grupo de investigación ha establecido el liquen Ramalina farinacea (L.) Ach como modelo para el estudio de la complejidad de las simbiosis liquénicas. Gracias a esta especie, en 2011, se pudo descubrir que en un solo talo de este liquen pueden convivir varias especies de microalgas simbiontes. Dicha coexistencia fue constatada y ampliada mediante técnicas de pirosecuenciación 454 en un trabajo publicado en 2017, en el que se detectaron hasta 24 especies de microalgas en un único talo El año pasado realizamos un diseño experimental muy completo, aplicando la secuenciación Illumina hemos encontrado resultados que amplían nuestro conocimiento sobre los modelos de coexistencia de las microalgas en los talos de Ramalina farinacea. A día de hoy, estamos esperando la respuesta de los revisores, el tema de la lucha para publicar en revistas SCI podría dar para otra entrevista… 

¿Cómo piensas que ha cambiado tu trabajo con los años?

La evolución de mi trabajo en los últimos veinte años ha estado completamente ligada al desarrollo de nuevas técnicas de secuenciación masiva y a la aplicación de la bioinformática en el análisis genético. Continúo utilizando las mismas técnicas que cuando empecé (PCR y secuenciación Sanger) pero la secuenciación tipo Illumina, la metagenómica y la metatranscriptómica le han dado la vuelta a todo. Por ejemplo, el diseño experimental de mi tesis hoy en día está totalmente caduco y obsoleto, y de esto han pasado solo quince años. Ahora habría hecho la tesis en tres meses.

A la izquierda, actualmente, haciendo PCRs en el laboratorio de Simbiosis, Diversidad y Evolución en Líquenes y Plantas GIUV2016-330. A la derecha momentos de relajación y risas en el laboratorio con Arantxa Molins

¿Qué relación tienes con el Jardí Botànic UV?

Mi relación con el Jardí, como he comentado anteriormente viene de lejos. Trabajé en el laboratorio de Pep Toni durante muchos años, y recuerdo el edificio, las instalaciones y la gente con mucho cariño. Fue un lujo y un privilegio trabajar allí y tengo muy buenos recuerdos. En los últimos años he vuelto, ya que en el grupo colaboramos activamente con los Dres. José Reig y Francisco García- Breijo (UPV) expertos anatomistas que nos han ayudado muchísimo con las técnicas de microscopía óptica y electrónica que seguimos aplicando en nuestros trabajos. Además, las jornadas del ICBIBE (en las que solemos participar) se realizan allí y siempre es muy agradable ir a un “mini” congreso o cualquier evento que se celebre allí.

¿Cómo animarías a los actuales estudiantes de biología para que se dedicaran a lo mismo que tú? ¿Qué les hace falta?

Mi experiencia con la docencia es muy muy reciente, he empezado a dar prácticas de Botánica este cuatrimestre, así que me parece un tanto aventurado hacer un perfil de los estudiantes, de lo que les falta o de cómo animarlos. Por lo poco que llevo visto te podría decir que hay de todo, como en botica…

¿Has conocido personas interesantes gracias a tu trabajo?

Muchísimas…he trabajado en varios laboratorios y equipos de investigación y eso me ha permitido conocer a muchos perfiles de investigadores/as y de personas. Muchos de ellos se han convertido en buenos amigos, pero también me ha permitido saber lo que no quiero ser y a quien no me quiero parecer.

Último día del muestreo por Canarias, disfrutando del Parque Nacional del Teide. De izquierda a derecha: Arantxa Molins, Patricia Moya, Arnoldo Santos y Eva Barreno.

¿Piensas que tu trabajo te permite aprender sobre temas no relacionados con la Botánica?

Como he comentado anteriormente no me considero ni Botánica ni experta en nada, y además trabajo día a día con perfiles de investigadores muy variados; bioquímicos como Pedro Carrasco y Francisco Marco, grandes botánicos como Eva Barreno, liquenólogos como Isaac Garrido-Benavent (recién llegado desde Madrid a nuestro departamento), ecólogos como Javier Montero Pau, expertos en algas como Salvador Chiva, etc, así que aprendo algo nuevo casi en cualquier conversación de laboratorio o despacho. Nuestras reuniones semanales parecen la ONU, cada uno es de su padre y de su madre, pero conseguimos entendernos.

Excursión con Salvador Chiva y Coque para muestrear las costras biològicas de líquenes sobre yesos miocenos en los cerros de Titulcia (Madrid, 2017)

¿Qué importancia tiene la divulgación? En el caso de la liquenología, por ejemplo, ¿se le da suficiente cobertura?

Se han hecho muchos esfuerzos en las últimas décadas para fomentar la divulgación, desde que yo empecé a estudiar a día de hoy se ha notado un gran avance. Personalmente me gusta mucho la revista Mètode que tiene su sede en el Jardí, y aunque las redes sociales también han hecho avanzar mucho este campo queda bastante por hacer, como en todo lo relacionado con ciencia.    En concreto en la Liquenología, pues te contestaré diciendo que gran parte de mi familia y amigos no saben lo que es un liquen, y que por lo poco que llevo de docencia me atrevería a decir que muchos de los alumnos tampoco. Es obligación nuestra también salir de delante del ordenador y del laboratorio para dar a conocer lo que hacemos, abrir las ventanas y que corra el aire. 

Con Eva Barreno y el botánico canario Arnoldo Santos muestreando enTenerife

¿Cómo valoras la situación laboral del sector?

La situación laboral de mi sector es deleznable, y poco más puedo añadir …

¿Cuál es la habilidad imprescindible para tu trabajo?

Tener una gran capacidad de trabajo, hay que ser multitarea. Tener mil cosas en la cabeza, ser ordenado para optimizar el tiempo, leer mucho y ser capaz de interrelacionar. Dedicarse a la investigación supone un gran esfuerzo mental y vital.

¿A qué botánico o Botánica te hubiera gustado conocer en persona?

Tuve la suerte de conocer a Julio Iranzo. Me dio prácticas en su laboratorio de Farmacia, pese a la diferencia visible de opiniones vitales conectamos en seguida. Era de esas personas con las que o chocas sin vuelta atrás o amas desde el instante cero. Aprendí mucho de él y me lo pasé muy bien en sus clases.  Y bueno, no es Botánica pero obviamente me hubiera alucinado conocer a Lynn Margulis. Trabajar con Eva me ha permitido acercarme un poco más a su figura como mujer y como científica. Casi justo hace un año pude participar en unas jornadas que Eva organizó aquí en la Universidad, y que fueron un auténtico regalo.

¿Trabajas sola o en equipo? ¿Cómo resulta trabajar así?

Siempre he trabajado en equipo y he sido muy afortunada. Ya nos conocíamos de nuestra época en el Jardí pero desde que volví de Madrid hasta hace un año que se fue a Mallorca, he trabajado codo con codo en todo con Arantxa Molins. Poca gente habrá tenido la suerte de tener una experiencia laboral y personal tan gratificante, trabajar con alguien que entiende el trabajo igual que tú te facilita la vida. Todavía tenemos muchos trabajos a medias que acabaremos, pero la echamos mucho de menos.

¿Cuál es la peor parte de tu trabajo y la más gratificante?

Lo peor de la carrera científica es la inestabilidad, incertidumbre y la dependencia constante de financiación. Además de la exigencia que supone tener que estar constantemente publicando en revistas de alto impacto para tener un curriculum decente, que siempre te parecerá peor que el de los demás…porque, aunque suene a tópico somos muchos y muchas los investigadores que en España no tenemos futuro estable. Últimamente, además, tener que compatibilizar la carrera científica con la docente, estudiar valenciano y tener una niña de casi tres años, suma a todo este panorama bastante ansiedad y estrés. Todo esto con el escenario en el mejor de los casos de optar a alguna plaza de ayudante doctor. Lo mejor indudablemente es que me encanta lo que hago, dedicarte a lo que te gusta, aunque uno no sepa hasta cuando, es un placer.

Coque y Sabina en la Mola de Segart

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