Barbara Gates: “La enseñanza de ciencias al aire libre es auténtica y poderosa”
Aprovechar las oportunidades que brindan los jardines botánicos y los arboretos en la enseñanza de ciencias en la escuela es el objetivo de Barbara Gates, participante del programa ‘Arboretum for Educators’ del Arnold Arboretum de la Universidad de Harvard. Este verano, ha estado en la Facultad de Magisterio compartiendo su experiencia enseñando ciencias al aire libre y ha visitado el Jardí Botànic de la Universitat de València.
Barbara Gates es profesora en una escuela pública de Boston (Massachusetts, Estados Unidos). Un centro inclusivo con alumnado diverso y necesidades especiales, y con edades de los 3 hasta los 9 años. En 2003, decidió volver a estudiar y cursó un Máster en Estudios Ambientales. A través de esta experiencia, se sumergió en los bosques y viajó a diferentes hábitats para observar organismos de primera mano. Quedó fascinada. Ahora, participa en el programa ‘Exploring the Arboretum for Educators’ del Arnold Arboretum y es miembro del grupo de estudio RCC-Harvard “Teaching and learning science in outdoor environments (TeLeSOE). Teacher training in botanic gardens and arboreta”, junto con botánicos y expertos en didáctica de las ciencias de la Universidad de Harvard y de la Universitat de València. Aprovechando su participación en un Seminario que tuvo lugar en la Facultad de Magisterio de la Universitat de València, le hacemos algunas preguntas sobre su experiencia como docente.
¿Desde cuándo utilizas jardines y arboretos para impartir clases de ciencia?
Cuando cursé un Máster de Estudios Ambientales en 2003, tuve la oportunidad de observar diferentes seres vivos de primera mano y me quedé fascinada. Me di cuenta de que quería ofrecer esas mismas oportunidades a mis alumnos. Por eso, desde entonces siempre busco la manera de sacar la clase al aire libre. Y un jardín ofrece un espacio donde controlar y guiar el aprendizaje mientras mis alumnos y alumnas tienen la oportunidad de conectar y establecer una relación con una parte del mundo natural a través de la observación de los cambios a lo largo del tiempo o haciendo algo que causa cambios, como por ejemplo plantando alguna especie.
Barbara Gates visitando el Jardí Botànic de la Universitat de València.
¿Cómo llegaste a la conclusión de que tenías que enseñar al aire libre en infantil y primaria?
Sabiendo el entusiasmo que había sentido aprendiendo al aire libre, probé a sacar a mis alumnos al aire libre para observar en qué se fijaban. Hay muchísimas cosas que pueden cautivar su imaginación y su curiosidad cuando están al aire libre. Me di cuenta que se concentraban en pequeñas actividades como cavar u observar cómo trabajaban los bichos debajo de un tronco en descomposición. Y después, ¡querían compartir la experiencia! La autenticidad del proceso hablaba por sí misma y fui consciente de que estar al aire libre era poderoso. Si tuviera bastante personal, no lo haría obligatorio, sería opcional para los que lo desearan, puesto que forzar los alumnos a hacer algo nos conduce al desastre. Pero sí que me quedó claro que les gustaba estar en el exterior y que tenía que aprovechar todas las oportunidades de aprendizaje al aire libre que pudiera.
En su clase, distribuida en rincones temáticos.
¿Qué clase de actividades organizas al aire libre?
Hay muchísimas. Una de mis favoritas es darle a cada estudiante un par de cartas de colores o de muestras de pintura y, simplemente, salir al exterior. Cada estudiante tiene que encontrar su color afuera. Corren y aguantan las cartas cerca de lo que han encontrado, miran atentamente el color de la carta y lo comparan con todo lo que hay a su alrededor. Se consigue de manera inmediata que los pequeños miren atentamente y después se les puede hacer hablar sobre la luz, la vida, la materia inerte, el cambio en el color… ¿Cuántos colores ves? ¿Hay colores que no puedes encontrar? ¿Cambiará el color a lo largo de las estaciones? ¿Lo que has encontrado tenía más de un color? ¿Por qué? La investigación y el encuentro los entusiasma y después pueden compartirlo con sus compañeros. Tiene mucho valor la manera en que no sólo miran para buscar sino que empiezan a aprender a buscar cosas concretas. Es una actividad, sencilla, que incrementa su capacidad para concentrarse.
¿Qué potencialidad tiene enseñar en espacios verdes en comparación con el aula?
Pienso que son dos partes que se complementan. El trabajo que hacemos en el aula ayuda a enmarcar el trabajo que hacemos fuera de ella. Traemos a clase las observaciones y preguntas de las experiencias al aire libre y aportamos perspectiva cuando salimos al exterior con lo que hemos estudiado dentro. En clase, pueden aprender sobre la anatomía de un organismo como la mariposa Vanesa de los cardos (Vanessa cardui). Observarán cómo crece la oruga, muda, se transforma en pupa y emerge como un adulto. La pueden ver comer e, incluso, sostenerla y tener la espiritrompa lamiendo agua de su mano. Aprenden su ciclo de vida y estructuras. Fuera, cuando se encuentren una mariposa en nuestro jardín, tendrán una conciencia más profunda de la vida de las mariposas y lo verán de manera más completa. Hay un contexto fuera que hace que aprender dentro tenga más profundidad. Cuando tenemos pasálidos (Passalidae) en la clase, observamos cómo descomponen madera en compost en su hábitat, que hemos preparado en un bote de plástico. Y cuando, después, encuentran descomponedores bajo troncos y ramas en la clase al aire libre, situamos la misma actividad en el mundo real. Ven que lo que aprenden en clase conecta con lo que hay en el mundo y en sus vidas.
Os pondré otro ejemplo. Aprendemos sobre pájaros dentro y fuera del aula y, otra vez, pienso que las dos experiencias son importantes. En el aula, nos preparamos utilizando carteles, animales de felpa que parecen pájaros específicos con sonidos de grabaciones reales, con lo que empiezan a aprender cada canto. También aprenden a utilizar prismáticos. Observamos la cámara en directo que inspecciona los comederos de pájaros de *, y así practicamos la identificación de varios pájaros y sus comportamientos. Y cuando salimos al aire libre, aprenden a estar quietos para escuchar y mirar. Y es una alegría inmensa cuando ven un pájaro y se saben el nombre o cuando escuchan un canto y lo reconocen. El año pasado, algunos alumnos de infantil trajeron un pájaro carpintero muerto que habían encontrado en un descanso. Tener esta oportunidad de observarlo de tan cerca fue poderoso. Lo pudimos identificar como un joven macho. Ampliamos la imagen con una cámara y muchos estudiantes lo dibujaron. Y salieron nuevas preguntas. Empezamos a escuchar más pájaros carpinteros fuera, aunque no los veíamos. Una vez vimos uno en nuestro comedero y fue alucinante.
Queda claro que hay que complementar el trabajo dentro y fuera del aula.
Por supuesto. Por ejemplo, en clase aprendemos el ciclo de vida de las judías. Leemos. Diseccionamos una semilla y la dibujamos. También germinamos las semillas en un vaso transparente para poder ver los cambios: observamos cómo se abre la cubierta de la semilla mientras esta crece y las raíces y los brotes emergen. Vamos dibujando todos esos cambios. Regamos la semilla y vemos crecer la planta. Y cuidamos de la planta dentro de clase el tiempo suficiente como para ver flores y algunos frutos pero las condiciones, normalmente, dan lugar a plantas débiles. Con un jardín, podemos plantar las semillas directamente en la tierra y observar cómo las condiciones hacen crecer y cambiar la planta. Como decía, el mismo contenido tratado dentro y fuera del aula consigue brindar más oportunidades y profundizar en el aprendizaje. Son aspectos complementarios.
¿Piensas que dar clase al aire libre es popular entre tus compañeros y compañeras de ciencias?
No sabría decir. Conozco algunos profesores y profesoras que aprovechan la oportunidad de enseñar al aire libre y otros que no tienen esa oportunidad.
¿Cómo piensas que se podría animar a que el profesorado quiera impartir clases al aire libre?
Me gustaría que hubiera más opciones y sistemas para permitir más aprendizaje al aire libre. Lugares para sentarse en la sombra, áreas para encontrarse y debatir como en clase, quizás una pizarra portátil… Muchos profesores no tienen tiempo para salir y hacer los preparativos implica tiempo y esfuerzo. Y en los descansos, el alumnado ya tiene muchas distracciones. Son barreras que, obviamente, comprendo. Pero, igualmente, animaría al profesorado a encontrar esas oportunidades y complementar sus clases con experiencias al aire libre. Podrán descubrir por ellos mismos cómo sacarle el jugo a los recursos que tienen.
Tenemos a futuros maestros aprendiendo en las facultades, como la Facultad de Magisterio de la Universitat de València, y profesorado en activo repartido por toda la geografía, con diferentes motivaciones, experiencias, trayectorias… Y cada cual hace las cosas a su manera. ¿Cómo podemos motivar a unos y otros para introducir innovaciones, cambios como este de utilizar más las actividades al aire libre en las clases de ciencias?
La clave es que no hay una sola manera de hacer las cosas ni de enseñar cualquier materia. Y en el supuesto que nos ocupa, se trata de identificar por qué no se quiere salir al aire libre, si por miedo, falta de tiempo, falta de recursos, de espacio, ruidos… y entonces encontrar la manera de eliminar esas barreras.
Trabajas en una “escuela piloto” de vuestro sistema educativo. Una escuela pública con cierta autonomía para explorar soluciones innovadoras y con flexibilidad en la gestión económica y en contratación de profesorado. Además, también es financiada con donaciones. Cuéntanos un poco más sobre la utilidad de esta iniciativa.
Como escuela piloto en un distrito, somos afortunados de tener las oportunidades para crear nuestra propia visión y aliarnos con aquellos que pueden ayudar a hacerla efectiva. Nosotros hacemos mucha captación de fondos y, por ejemplo, nuestros jardines son resultado de generosas donaciones de Harvard y de innumerables horas dedicadas por el propio personal y por las familias. Hay un compromiso más allá de las horas contratadas cuando te das cuenta del lujo que supone la autonomía. Hacerlo funcionar requiere una inversión de tiempo y espíritu, aunque la recompensa es inmensa.
¿Cómo funciona el programa en el que participas del Arnold Arboretum de la Universidad de Harvard?
Estoy entusiasmada con tener una reunión al mes en el Arboreto. Es un programa que se llama ‘Exploring the Arboretum for Educators’. Soy feliz de poder recordar lo que es ser estudiante y conectar con los contenidos. En esas sesiones, vemos modelos de enseñanza, tanto en el aula como al aire libre, sobre algún aspecto del mundo natural que podemos encontrar en el arboreto. Esto hace que siempre vuelva a la escuela con nuevas ideas y conocimientos. Encontrarte con colegas igual de apasionados es inspirador y nos ayudamos unos a otros para pensar cómo interpretar y diseñar experiencias para nuestras clases que se adapten a cada etapa, a cada edad. Además, traigo mi alumnado al arboreto. Así que mi relación con el arboreto está creciendo cada día y estoy agradecida de poder aprender y profundizar mi dominio del contenido de ciencias naturales.
Participantes del programa ‘Exploring the Arboretum for Educators’.
¿Qué perfil de participantes hay en el programa?
Hay una mezcla de profesorado de ciencias y profesorado tutor, de escuelas públicas y privadas.
¿Piensas que los jardines botánicos son útiles para más materias, además de ciencias naturales?
Los jardines botánicos ofrecen muchas oportunidades para la inspiración. Son un escenario magnífico para la observación y la escritura.
Has venido a la Universitat de València a compartir experiencias. ¿Piensas que el modelo del programa en el que participas es exportable a otros sistemas educativos?
Ser capaz de ver qué hay a mi alrededor y entender la relación e impacto que yo tengo en mi entorno es primordial para vivir una buena vida. Un aprendizaje auténtico, desconcentrado, que borra las líneas entre sujetos, cursos, agendas y edades es muy satisfactorio, para mí. Me parece que el propósito de la educación es asegurar una mejor calidad de vida. La educación necesita, entonces, estar en todos los aspectos de la vida y no sólo contenida entre cuatro paredes y en pequeños periodos artificiales de tiempo.
Seminario ‘Outdoor Science teaching’, celebrado en la Facultat de Magisteri de la Universitat de València.
¿Qué te ha parecido nuestro Jardí Botànic?
¡Pues que necesito planificar un viaje de vuelta! Sólo he podido ver una pequeña parte de lo que tenéis. Como estoy tan unida al arboreto de Harvard, tengo mis árboles favoritos que visito a lo largo del año. Me imagino que aquí encontraría algunas plantas que también me encantaría conocer mejor. Me ha impresionado observar el tronco de las palmeras y apreciar la diferente estructura que tienen las monocotiledóneas en comparación con los árboles de un bosque templado. Y me cautivó como de grandes pueden ser las palmeras según su estructura. También me gustaría aprender más sobre las especies de robles (Quercus) que tenéis aquí.