10 preguntas verdes a… Virginia Lorente
Ha sido la primera en lanzar, para el Botánico, una ilustración dentro del proyecto Ni blanc ni negre, verd!, la tirada de doce dibujos en blanco y negro sobre el Jardín durante el confinamiento para que todo el mundo se ponga a pintar. Seguro que si veis una de sus ilustraciones os vienen a la cabeza postales y mapas de València que os han llamado la atención en escaparates de tiendas de decoración, o regalos, o en la del colegio territorial de arquitectos de València. Esta arquitecta e ilustradora valenciana, cuando no está viajando y disfrutando de la naturaleza con la familia, o atendiendo sus tiendas de atypicalvalencia, diseña y crea un mundo donde los colores y las líneas definen un camino para perderse, y donde los edificios emblemáticos recortan el cielo y nos arrancan una sonrisa. Coger un plano y andar… a veces la vida es solo eso, y si es por una ciudad imaginada por Virginia, mucho mejor.
¿Cuál es tu primer recuerdo de naturaleza?
En Segorbe, de pequeña, pasear por la montaña cada día con mi yayo. Llevaba siempre un pañuelo, para sentarse y no mancharse los pantalones, yo cogía una algarroba, la olía, la partía y la chupaba, estaba dulce y él me decía: “¡Esto es comida de burros!” Para mí, la algarroba huele a niñez.
Si vamos a tu casa, la planta que nunca encontraremos es…
Hay poquitas plantas, en casa no tengo ni un triste balcón, o sea que no encontraréis ninguna planta de exterior. Pero continúo soñando con vivir en una casa con un patio y una higuera muy grande que dé mucha sombra en verano.
Confiésanos tu pecado insostenible …
¡Uf! Cuando el Ayuntamiento hizo la campaña para instalar los contenedores de basura orgánica, dieron información sobre el reciclaje y cómo hacerlo, en qué contenedor teníamos que poner cada cosa, y me di cuenta de que había cosas que estaba haciendo mal, ¡durante mucho de tiempo! No sé si soy la única, pero me sentí bastante culpable, yo que pensaba que hacía las cosas bien y me quejaba de que la gente recicla fatal… ¡y mira!
¿Cuál es la última planta que has matado?
Todas, absolutamente todas, incluso las plantas “de aire” que me juraron que era imposible matarlas. Pero estos últimos meses tengo un reto personal, tenía en casa una especie de palmera a punto de morir, toda seca y, cuando empezó el confinamiento, le dije a la planta: “¡Si tú sales de esta, yo también! La he estado cuidando con mucho mimo y ahora parece que están saliendo unas hojitas verdes. ¡Estoy segura de que saldremos adelante las dos!
Tu próxima aventura verde será…
Mira, yo solo con que me dejen cambiar de provincia y poder escaparnos a la Vall de Gallinera, hacer una ruta por los pueblos, subir a la Foradà, ya tengo bastante. Mientras tanto paseamos por el bosque del Saler, que tampoco es un mal plan.
¿Alguna fobia inconfesable cuando vas al campo?
Las moscas, las avispas, los insectos en general. Tengo miedo de que me pique algo. Veo un paisaje de montaña y pienso, ¡qué maravilla! Quiero ir, lo imagino todo muy bucólico dando un paseo, un picnic en un prado, pero al mismo tiempo me pregunto: ¿Habrá moscas? ¿Vendrán avispas al sacar la comida? Y empiezo a pensar si la cosa no será tan bucólica.
¿Eres una #botanicfashionvictim? ¿Estampados de cactus o monstera en tu fondo de armario?
Ja, ja, ja… Mira, pues alguna camiseta con monstera sí que tengo, cactus creo que mis hijas tienen en todas las modalidades posibles, cactus y aguacates. Pero tengo que reconocer que cuando hice la ilustración para la campaña Ni blanc ni negre, verd! no pude resistirme a ver cómo quedaría un estampado con esas ranas y peces. Probé a hacer un patrón ¡y el resultado era muy, muy chulo!
Nota: En el Botánico ¡¡lo queremos ver!!
¿Sabes subir a un árbol?
Soy muy de subir a los árboles y después no saber bajar, pero pensándolo bien podría ser una metáfora de mi vida. Muy de meterme en líos y después pensar, ¿y ahora qué?
Elige tu poder si fueses una superheroína ambiental
Eliminar todos los plásticos del mar y de los océanos. Es un tema tan grave, tan grave. Aunque al mismo tiempo necesitamos cambiar el cerebro a tanta gente, dejar de producir plásticos, dejar de consumirlos, cambiar comportamientos, hábitos… Parece mentira, en tan pocos años, cómo hemos sido capaces de cargarnos el planeta.
Un jardín botánico es un lugar para…
¡Dibujar! Me he pasado tantas horas dibujando en el Botánico, sobre todo cuando mis hijas eran bebés. La tranquilidad que ofrece el jardín se contagia, es un espacio para aislarse de todo, porque es exactamente eso, una isla en medio de la ciudad, con un componente mágico. Leer, pensar, pasear, dibujar, todo sin prisa, el tiempo se para.