Entrevistas

4 Ene 2019

10 preguntas verdes a… Anna Moner

© Daniel García-Sala/Diari La Veu

La escritora y artista Anna Moner cautiva y fascina con sus obras, sean novelas, pinturas o las pequeñas y exquisitas dosis en formado artículo con que nos obsequia en diferentes medios. Ahora, también en el magacín Al ras, de la radio de À Punt Mèdia. Y lo hace, posiblemente, por la habilidad que tiene de sumergirnos en las oscuras entrañas de sus personajes y los ambientes que captura. Después de de Les mans de la deixebla y El retorn de l’Hongarès, en febrero llegará su tercera novela, La mirada de vidre, premiada con el Ciutat d’Alzira.

1. ¿Cuál es tu primer recuerdo de naturaleza?

El río Mijares a su paso por el Termet, el paraje de la ermita de la Marededéu de Gracia, en Vila-real. Recuerdo como me impresionaban los acantilados con las cuevecitas y una gran roca llamada “El vaixell bolcat”, situada ante una zona de baño muy peligrosa debido a los remolinos.

2. Tu especie favorita y un lugar donde encontrarla.

Me cuesta decir solo una, pero elegiré el Ginkgo biloba, la especie viva más antigua de la Tierra, un fósil viviente. Me gustan mucho las hojas, sobre todo en otoño, cuando adquieren un espectacular color dorado. En Valencia, hay tres magníficos ejemplares en el Jardín Botánico y uno en l’Hort de Romero o Jardín de Monforte. En el jardín de casa, también tenemos uno, mucho más joven, está claro. Además, hay que decir, que es hembra, porque esta especie presenta diferencias según el sexo. En este caso, la copa tiene forma cónica, a diferencia de los machos, que son más anchas.

3. Un paisaje que podría inspirar tu próxima novela.

No sé qué paisaje inspirará mi próxima novela, pero hay uno, el de la Serra d’Espadà, que me gusta mucho y que aparece en El diari de Briseida, un relato que se publicó el verano pasado en la colección «Llegir en valencià», de la Fundación Bromera. Más en concreto, el de los alrededores de Artana y Eslida, con las encinas, alcornoques y olivos centenarios.

Eso sí, hay paisajes, como los de la mencionada Serra d’Espadà o el de las construcciones de piedra seca de els Ports, para poner un par de ejemplos, a partir de los cuales Sebastià Carratalà y yo hemos llevado a cabo buena parte de nuestra obra artística.

4. Confiésanos tu pecado insostenible.

En casa, separamos los residuos y esto hace que te des cuenta que, aunque intentas reducir el uso de determinados materiales, como los plásticos, la cantidad que acabas consumiendo siempre es demasiado grande.

5. Un sabor o aroma vegetal que odies y uno que te fascine.

Destesto el olor de la cebolla y me fascina el aroma de la flor del jazmín.

6. Si escudriñáramos en tu armario, ¿encontraríamos botas de montaña?

¡Y tanto! He caminado mucho por la montaña y lo continúo haciendo, a pesar de que ahora, sobre todo por cuestión de tiempo, no hago marchas de varios días como años atrás. Unos años en que, con una buena pandilla de amigos, recorrí a pie la Serra d’Espadà, l’Alcalatén, el Maestrat, els Ports y la Serra de Gúdar. También conozco, aunque en menor medida, la Serra de Mariola y el Massís del Caroig. Todos los días que puedo, salgo a dar una vuelta, desde casa mismo, por el Vall Fart o la serra de Santa Anna, a caballo de la Ribera Alta y la Costera.

7. ¿Crees que regalar flores o plantas está pasado de moda?

No, en absoluto. Me gusta mucho regalar y que me regalen.

8. 3 cosas que te llevarías a un Jardín Botánico.

Un libro, una libreta para tomar notas y dibujar y un lápiz.

9. Buscadora de trufas, cuidadora de bonsais, florista, recolectora de semillas… que profesión botánica te gustaría ejercer de mayor?

Recolectora de semillas. Siempre me ha gustado ver germinar las plantas. Curiosamente, en La mirada de vidre, mi última novela, que se publicará a finales de febrero, hay un personaje que se dedica.

10. Un jardín en el que perderte…

El Jardín de Santos, en Penàguila, l’Alcoià. Un singular jardín del siglo XIX ubicado en un lugar de montaña inesperado, frente a la Serrella. Un conjunto que sigue la tendencia ecléctica de la época en qué fue construido y presenta, por un lado, la herencia neoclásica y, por otro lado y en menor medida, la paisajista. Hay que destacar el laberinto vegetal, el pequño estanque, los parterres geométricos, de estilo francés, con setos de boj y tejo, un bosquecillo y la gruta de rocalla. Hay que apuntar que, a pesar de que en su origen fue privado, ahora pertenece al ayuntamiento y está abierto al público. Una visita que merece mucho la pena.

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Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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