Conservación

14 Jul 2018

La pesadilla de un mar

El Mar Menor vist des del satèl·lit de teledetecció / SPOT (elpais.com)

Un sin fin de factores antrópicos han llevado al Mar Menor a convertirse en una auténtica laguna verdosa con graves problemas de contaminación, eutrofización y pérdida de biodiversidad. El estado de este antiguo paraíso salino murciano, de gran valor medioambiental, preocupa y mucho a la comunidad científica y a los vecinos de la región que luchan por su conservación desde la plataforma "Pacto por el Mar Menor". El biólogo, Jose Aparici, nos habla de cómo se ha llegado a esta situación de extrema fragilidad ecológica y de las medidas que se han puesto en marcha para revertirla.

Resguardado por un cordón de arena que lo protege casi totalmente del Mediterráneo, en el sudeste ibérico se localiza un lago con miles de años de antigüedad y que lo catapulta a ser uno de los primeros en Europa en cuanto a extensión. A pesar de que han transcurrido 20 años de avisos, el informe médico ha pasado a ser cadavérico, está en la UCI y sí, el paciente se llama Mar Menor. Hasta hace poco, se había convertido en una sopa verdosa, tóxica que no permitía ver el fondo y, su degradación se asemejaba poco a una albufera salubre virgen. Décadas de impactos ambientales es la crónica del lago que no está muerto, pero tampoco vive. La masificación urbanística, las inadecuadas conductas del Campo de Cartagena, el aumento de la acuicultura, el transporte marítimo, todas estas actividades englobadas en un contexto de calentamiento del Mediterráneo han jugado un papel dudoso.

Mar Menor, mar de asfalto

Multitud de denuncias ecologistas y reivindicaciones sociales de los cascos urbanos costeros han acompañado la compleja situación histórica de este pequeño mar interior. Una superficie de 170 km² que presenta una línea litoral de unos 70 km. Técnicamente se trata de una albufera con su marjal, la cual presenta un estrecho vínculo físico de unión en el Mediterráneo a través de escasas comunicaciones (llamadas gargantas) existentes en la barra arenosa denominada La Manga.

Foto 1La Manga del Mar Menor, ¿un modelo de turismo demoledor por encima de nuestras posibilidades? / Greenpeace

Además de cimentar el cordón dunar de La Manga, existen una serie de espigones en muchas ocasiones ineficaces puesto que desencadenan el retroceso de las playas y un inadecuado funcionamiento natural de las corrientes marinas. Esto deriva en zonas estancadas y el afloramiento de barros y olores nauseabundos. ¿Cómo se ha solucionado? Se han extraído y además se ha removido indiscriminadamente la arena del fondo porque así se evita la putrefacción del agua, pero y ¿el cambio drástico del ecosistema marino del lago?, ¿y la entrada descontrolada de agua salada del Mediterráneo?

Verano del 2016, cerca del colapso

El Mar Menor sufría un proceso vertiginoso de eutrofización debido a la acumulación de residuos orgánicos y, por lo tanto, de fitoplancton en las aguas. Las alarmas saltaron. El motivo fue la pérdida de biodiversidad en un ecosistema incluido en el convenio Ramsar de zonas húmedas de importancia internacional. Todo apuntaba, que en esta ocasión, el lago estaba al borde del precipicio. Y no sólo esto, sumergir las piernas en el lago era todo un desafío arriesgándote a salir repleto de picaduras o resbalar en las gelatinosas playas, salpicadas de barros y de pescados muertos. “La situación no es normal, no es puntual, sino crónica, de grave riesgo. Nunca lo había visto tan mal”, comentaba un investigador del Instituto Español de Oceanografía en Murcia.

medusas mar menorLas medusas, aunque resultan molestas en plena temporada turística, son esenciales en la depuración de las aiguas y contribuyen a que el Mar Menor no sea una sopa sucia, pero su población ha llegado a superar los límites normales convirtiéndose en una plaga / www.laverdad.es 

Indicadores de la salud del hábitat marino, las medusas eran motivo de las conversaciones vecinales. De hecho, a finales de la década de los 90, llegaron a ser 90 millones de ejemplares. Recuerdo un vídeo de mi primo. Él y su pandilla de amigos hacían campañas de recogida de medusas muertas, dejándolas caer en el bañador de algún compañero. Todo muy gracioso, pero en realidad aquello no tenía nada de cómico. Ilustraba como la calidez de las aguas y la entrada masiva de aguas ricas en nutrientes había desencadenado una plaga de cnidarios. Era un síntoma claro de la decadencia que estaba ocurriendo en el Mar Menor.

Pero en lugar de detectar aquellos factores causantes del aumento de medusas, se buscaron soluciones rápidas, discutibles, como la instalación de unas redes que acotaran las playas. Se habían acabado las molestias para los visitantes, no obstante, pasaban los meses, las redes permanecían y las medusas también, reclutadas en una prisión de nilón. Los ecólogos afirmaban que era inútil el uso de embarcaciones para extraer las medusas simplemente para dejar tranquilo al ciudadano con los trabajos de limpieza.

Caballito mar menorCaballito de mar, Mar Menor (Murcia) / Javier Murcia Requena (www.laverdad.es

La administración murciana subrayaba las inversiones millonarias llevadas a cabo en el Mar Menor. Defendían que la situación vivida en el verano de 2016 había sido revertida gracias a las actuaciones extraordinarias y el impulso de medidas planteadas para la solución definitiva. La realidad era otra. Un tribunal regional recibió un informe técnico realizado por la comunidad científica. En él, se hablaba de una degradación del mar consentida durante las últimas décadas, de dejar morir las leyes o desarrollarlas inadecuadamente como la de eludir la obligada vigilancia. Desde no haber clasificado el Mar Menor como Parque Natural (Reserva Marina Protegida) hasta el incumplimiento de la europea Directiva Hábitats, originando la desaparición de ambientes y especies representativas del lago; pasando por el bloqueo del Plan de Gestión Integrada del Litoral del Mar Menor. Un rosario de posibles malas praxis que ponían en entredicho la credibilidad de las administraciones, la C.H. de Segura o la Demarcación de Costas del Estado.

EL frágil estado ecológico del Mar Menor 

Los sectores económicos predominantes en la región, como el turismo o la acuicultura, se han visto restringidos notablemente desde el verano de hace dos años, mientras que la sensibilización ciudadana ha crecido y, hoy por hoy, institutos científicos, colectivos y administraciones trabajan a contrarreloj para reparar el daño que ha persistido durante décadas. Pérez Ruzafa, catedrático de Ecología por la Universidad de Murcia, analiza las posibles líneas de actuación para preservar el lago: “Siempre ha habido una constante presión antrópica en el Mar Menor, pero nunca como en los últimos 40 años. El espacio natural ha sido sometido a una intensa actividad económica por la que ha estado a punto de perder irreversiblemente su integridad ecológica”.

Foto 3Aspecte de les aigües del Mar Menor durant l’estiu de 2016 / José Luis Domínguez (www.diariolamanga.com)

De hecho, Pérez es miembro del Comité Científico Consultivo del Mar Menor que se creó urgentemente después del trágico episodio de 2016. Compuesto por investigadores de varías disciplinas, estudian el ecosistema lacustre y debaten cuáles son las medidas más idóneas para recuperar la vida marina. Entre sus filas, hay expertos de hidrogeología que determinan la procedencia de los volúmenes de agua. Otros biólogos, se centran en las dinámicas de las praderas y de las poblaciones de fauna marina, y los químicos analizan procesos edáficos, la depuración de las aguas y los contaminantes presentes en el ecosistema. No obstante, según Pérez, la particular fortaleza del ecosistema reside en los mecanismos estructuradores de sus comunidades, la red trófica y el papel de las gargantas.

En busca de la transparEncia esfumada…

Hay tantos factores implicados en la salud del Mar Menor que resulta imposible predecir con exactitud si volvería a ocurrir un episodio crítico como el de 2016 y cuándo. El clima, la evolución del propio ecosistema o su capacidad de autorregulación son factores no controlables que tienen un papel vital. Se han puesto en marcha estaciones de muestreo en el Mar Menor con el fin de medir semanalmente la calidad de las aguas, parámetros como la clorofila, transparencia, turbidez, nivel de oxígeno en el agua y salinidad, entre otras. Son datos accesibles para todo el público, aunque no hay más revelador que acercarse en esta concurrida zona y comprobarlo in situ.

turbidez mar menor portadaEl Mar Menor en 2016, vista satélite

El cambio más notable, más visible en los últimos meses, es el color de las aguas. Mientras que en 2016 a penas se podía ver hasta 1 m de profundidad, un año después la claridad de las aguas ha llegado hasta los 3,5 m. Según la dirección del Mar Menor: “los datos aportados indican una mejora en la concentración clorofílica; en cambio, sigue elevada la de nutrientes y sobre todo nitratos”. La transparencia depende tanto de los vientos predominantes como del rincón del lago que se observe. Los científicos de la plataforma ciutadana Pacto por el Mar Menor ya advirtieron que el exceso de nutrientes todavía está presente en el frágil ecosistema y en cualquier momento puede tener lugar un nuevo estallido de fitoplancton, un nuevo periodo puntual de sopa verde, algal, que desestabilizaría el equilibrio del lago.

Ojo del huracán: ni rastro del 85% de las praderas marinas

Entre las principales consecuencias que afronta el lago, encontramos la entrada asfixiante de nutrientes y la drástica disminución de vegetación marina debidas a la pérdida de transparencia. Revertir esta circunstancia puede tardar dos años. Pérez, por su parte, tiene una visión más optimista. Sin duda, la pérdida de praderas ha sido un síntoma grave. No obstante, tal vez se ha sobredimensionado su importancia ecológica puesto que gran parte de la pradera ausente ya estaba dominada por el alga Caulerpa prolifera, especie invasora. Esta alga crea praderas densas que limitan la renovación de las aguas y aportan tanta materia orgánica que desencadena una bajada drástica de oxígeno (eutrofización) y por tanto, el empobrecimiento faunístico.

Foto 4La posidonia marina del lago ha quedado enterrada per un desierto inhóspito de fangos / Instituto Español de Oceanografía (IEO) y ONG ANSE (elpais.com) 

Ahora es vital hacer un seguimiento de cómo evolucionan los lechos marinos, pero lo más probable es que tanto las praderas de caulerpa como las de otras fanerógamas, además de la posidonia, como la Cymodocea nodosa, se recuperen con cierta rapidez. Ambas están adaptadas a colonizar ambientes que sufren cambios bruscos. Pero “Hablar de recuperación es casi un eufemismo. Si el agua recupera su transparencia, no significa que el ecosistema haya mejorado”, sentención un investigador del Instituto Español de Oceanografía.

Cómo se llegó a la agonía del Mar Menor

El primer asentamiento humano conocido cerca de los bordes del lago se remonta a un poblado neolítico de hace 3.000 años. A lo largo de la historia, la actividad antrópica ha sido determinante en la fisonomía del espacio húmedo. Si retrocedemos a la Edad Media, las atroces deforestaciones aumentaron la sedimentación marina y entre los siglos XVIII y XIX, la construcción de canales de comunicación entre la laguna y el Mediterráneo motivada por los intereses pesqueros, transformó drásticamente la fauna y flora autóctona. El Mar Menor ha sacado músculo ante las constantes recuperaciones y adaptaciones que le han permitido mantener el aliento, pero es vulnerable y los golpes cada vez son más difíciles de resistir.

 

El campo de Cartagena es el sumidero natural del Mar Menor / José Luis Domínguez (www.diariodelamanga.com)

Cómo en cualquier engranaje, toda pieza tiene una función única. Si esta se retoca o cambia, el resto falla. Sólo hay que apreciar el “cuadro paradigmático” de la economía murciana que se nos ha vendido a costas de un modelo agrario en muchas ocasiones, abusivo. La multiplicación vertiginosa de miles de hectáreas de superficie de regadío circundantes al Mar Menor, muchas de ellas no autorizadas, o la red de decenas de pozos ilegales puestos en marcha por las habituales sequías.

¿En qué se traduce? Acequias con una elevada concentración de nitratos agrícolas o la salmuera liberada a las ramblas, procedente de desalinizar las aguas de los pozos. ¿Y dónde desemboca todo esto? En el improvisado vertedero en que se ha convertido el Mar Menor. Además, el cóctel de derramamientos es completado por la detección de sustancias farmacológicas, procedentes de las depuradoras y canalizaciones urbanas. Difícil parece la reversión a corto plazo de un patrimonio natural de gran valo. Esto nos puede parecer familiar a los valencianos, cercano a nuestra casa, si hablamos de la Albufera de Valencia o la Marjal dels Moros.

El papel de las medusas o el de las praderas del fondo marino han actuado como mecanismos de depuración natural frente a la eutrofización de las aguas del Mar Menor, proceso que acapara toda la atención. Y es que el peso mayoritario de la eutrofización recae una y otra vez sobre la agricultura. Los investigadores urgen a reconducir las prácticas agroalimentarias hacia un campo más sostenible, compatible con el lago. ¿Por qué el uso excesivo de abonos nitrogenados? Lo más prioritario es minimizar la llegada directa de avenidas fluviales ricas en nutrientes y sedimentos mediante la constitución de filtros verdes en las entradas naturales del Mar Menor. Esto requiere una planificación territorial respetuosa con el espacio húmedo, donde puedan coexistir ramblas y barrancos, zonas urbanas e industriales, cultivos y canteras, entre otros espacios.

La descomposición blanquecina de pepinos de mar en la primera línea de playa del lago / Carlos Rosillo (politica.elpais.com) 

 

Las organizaciones de Agricultores y Ganaderos del Campo de Cartagena aportan su punto de vista: “Todas las leyendas que han alimentado ésto no están basadas en datos científicos. Nos han querido atribuir todos los males del Mar Menor y no nos han construido las infraestructuras prometidas”. Además, añaden: “Entre el Ministerio, el gobierno autonómico y los ayuntamientos limítrofes han ido eludiendo sus responsabilidades y, unos por otros, la casa sin barrer. Nosotros no somos los responsables porque ya se conocían las deficiencias del sistema de drenaje”. Definitivamente, es como dar un ibuprofeno a quien sufre cáncer.

Por otro lado, las banderas azules sinónimo de la excelente calidad de las playas han dejado de ondear a lo largo de la línea de costa del Mar Menor. El sector hostelero también tiene sus quejas. Sorprendidos por la turbidez de las aguas, se lamentan, no del drama ecológico, sino expresamente del perjuicio por el escándalo que ha causado en la marca turística regional. Pero ¿y la autocrítica de asumir alguna responsabilidad por el feroz desarrollo del turismo del sol y playa?

Cómo ocurre a lo largo de la franja mediterránea ibérica, el concepto “agricultura insostenible” es tabú, no es tratado, no es abordado contundentemente con la excusa de que somos “la Huerta de Europa”. Y es que es una realidad la presión que las entidades agrarias realizan sobre la administración y en buena medida, la opinión pública. El sector agrícola pide que todas sus peticiones sean atendidas: total libertad de uso de agua para irrigar cultivos y no asumir ninguna restricción ambiental que perjudico sus intereses. Estamos hablando del jaque mate de la agricultura mediterránea. Sí, aquella que se ha convertido en un pozo sin fondo, incompatible con los “costes medioambientales”. ¿Necesaria una mayor alfabetización ecológica en agricultores?

¿Qué hay que hacer ahora? Gestión del Mar como un ente único

Por suerte, ahora mismo el Mar Menor no está agonizando. Es un sistema libre con sus descalabros aunque se han encadenado multitud de situaciones límite. Aun así, los niveles de fosfatos y los nitratos se han minimizado y parece que los mecanismos ecológicos se recuperan progresivamente. Además, los científicos recalcan que el agua casi siempre ha sido apta para el baño, aunque no fuera atractiva. Hay que aprender que una ciudad turística no prevalece, ya que sin un ecosistema sano, todo lo que gira en torno a él se desploma como un castillo de cartas.

La Manga, el cordón dunar antiguo, previo al boom levantino de la construcción de los años 60 / Antonio Luis Pozuelo (antonioluis.pozuelo.org) 

 

Desde la Federación de Asociaciones Vecinales de la Comarca de Cartagena, resuena una afirmación lapidaría: “El Mar Menor es la prueba del algodón del desfalco medioambiental en Murcia”. Recurren a un cierto lenguaje bélico para describir la situación: “Hay una bomba de relojería durmiente, que puede explotar sin avisar. Este mar ha sido como el paciente inglés, que de repente despierta y da la cara”.

Al menos, aquellas voces sexagenarias más nostálgicas nos recuerdan que el Mar Menor fue durante el siglo pasado un modelo ejemplar de conservación marina e incluso, que ¡eran necesarias sandalias para entrar al agua!. No existían playas artificiales hasta que un día, La Manga fue el escenario elegido por los rodajes de Manolo Escobar, Julio Iglesias y de “Murcia, ¡que hermosa eres!” y con ellos, faraónicos rascacielos, la llegada de turistas delirantes, la eutrofización… y por supuesto, nuestras adorables medusas.

Etiquetas
Graduado en Biologia por la Universitat de València
A mitad camino entre las Ciencias Naturales y las Jurídicas. Postgrado de Ecología Avanzada y Gestión del Medio Natural y Postgrado de Derecho Ambiental y de la Sostenibilidad por la Universidad de Alicante. He crecido en el Jardí Botànic y en el Parc Científic de la UV, en el Museo de Ciencias Naturales de València o en la Conselleria de Transición Ecológica de la GVA. Miembro de Acción Ecologista – AGRÓ y del Fons Valencià per a la Solidaritat. Escritor y arquitecto de corazón. Adicto a la natación y a la ilustración. Nunca me verás tocar a una serpiente.
extern Colaborador Externo
Send this to a friend