INCENDIOS FORESTALES, UNA TRAGEDIA DEMASIADO CERCANA
Además de la pérdida de la calidad paisajística o de la cubierta vegetal, los incendios forestales tienen consecuencias devastadoras que afectan a todos los integrantes del ecosistema. Una tragedia natural que vivimos cada verano y de la que, muchas veces, somos observadores impotentes.
Los incendios, sinónimo de drama humano y medioambiental, a lo largo de la historia se han convertido en uno de los desastres más dañinos y perjudiciales que se conocen, con consecuencias devastadores para la naturaleza y también para el hombre, su modo de vida, su economía y su entorno. Presente en todas las culturas y civilizaciones a lo largo del planeta, su documentación deja constancia de que el ecosistema de los lugares afectados por los incendios sufre graves trastornos como fruto de los estragos causados por las llamas. Y precisamente el hombre, el que documenta y el que “padece” las consecuencias de este desastre natural, es su máximo responsable: se estima que el 85% de los incendios forestales son provocados, mientras que únicamente un 5% se producen de forma totalmente natural. El 10% restante, son por negligencias del ser humano, por lo que de forma más o menos indirecta, el 95% de los incendios son “culpa” del hombre.
Principales consecuencias: ataque a la biodiversidad
A grandes rasgos, la fauna y la flora son los que sufren de forma más cruda los efectos del fuego. Las consecuencias de un incendio forestal son similares a las de un proceso de deforestación y su resultado directo es que la biodiversidad sufre grandes cambios. La pérdida de ejemplares de la flora nativa hace que la fauna decida migrar a lugares donde no corra peligro, lo que genera un desequilibrio. Allí donde el fuego deja no más que cenizas, si no se realiza un correcto trabajo de reforestación, es ocupado por nuevas especies distintas a las que se han quemado, provocando un desorden en el ecosistema, y siendo posible que se ponga en riesgo de extinción a algunas especies nativas.
También es cierto que el fuego, como agente modelador de la naturaleza, ha ayudado a a definir y condicionar la vegetación existente. De hecho, en la mayor parte de la Península Ibérica, ha actuado como agente modelador tradicional, razón por la cual, en la vegetación mediterránea abundan las especies preparadas para soportarlo y, incluso, sacar partido de él adaptando sus estrategias reproductoras a la aparición del fuego. Cuando las especies vegetales leñosas que sucumben al fuego son sustituidas preparadas para colonizar con éxito este tipo de hábitats, lo que antes era un bosque denso se convierte tras el fuego en un pastizal de gramíneas y malezas fácilmente inflamables, y pobre en especies arbóreas resistentes al fuego.
¿Puede un incendio afectar al clima?
El suelo, el agua y la atmósfera también sufren las consecuencias de los incendios forestales. En el caso del suelo, las altas temperaturas pueden llegar a eliminar los organismos encargados de desintegrar la materia orgánica, como hongos, protozoos y bacterias, comprometiendo su fertilidad y la recolonización posterior por especies vegetales. Similar es el caso del agua, porque si desaparece la cubierta vegetal, un filtro natural para el suelo, se altera la alimentación de los acuíferos. Los suelos desnudos están totalmente expuestos a la erosión del viento y la lluvia, y el agua de escorrentía puede llegar a generar fenómenos de inundación. Por último, no debemos olvidar la cantidad de gases de efecto invernadero que se emiten a la atmósfera tras un incendio, así como las partículas en suspensión que quedan por la combustión de las masas forestales, que pueden también ser transportadas y acabar contaminando las corrientes de agua.
Además, un incendio si puede afectar al clima, porque si con la eliminación de la cubierta vegetal se alteran los ciclos hidrológicos y los intercambios gaseosos con la atmósfera, se incrementa de la superficie de albedo, es decir, se modifica el porcentaje de radiación que cualquier superficie refleja respecto a la radiación que incide sobre ella.
Pero las consencuencias sobre el clima pueden ser mucho más amplias. La emisión en cantidades importantes de CO2 a la atmósfera por la combustión contribuye de forma notable al calentamiento global del planeta. En este sentido, nos encontramos ante una doble responsabilidad: si los incendios son en parte los culpables del cambio climático, también hay que decir que el cambio climático tiene parte de responsabilidad en la provocación de incendios forestales, un hecho que se nota todavía más en España. Mientras que en todo el planeta la temperatura promedio subió 0,7 grados en los últimos veinte años, en España el aumento ha sido de 1,4 grados. De hecho, el Pinar de la sierra de Los Filabres (Almería) es una muestra de cómo el calentamiento global golpea a la nación, dado que en los últimos años ya se han secado casi mil hectáreas.
Prevención, una inversión más que necesaria
La combinación de altas temperaturas y menores precipitaciones hace que el verano se alargue, y que la temporada de incendios se prolongue y sea más intensa. Durante la época de incendios se establecen dispositivos de control y vigilancia para actuar de forma inmediata, haciendo que la prevención y las labores de detección y extinción sean fundamentales. Es cierto que el coste económico de estos trabajos es elevado, pero las consecuencias de un incendio lo son mucho más: los incendios forestales tienen un gran impacto sobre la economía y formas de vida de la población rural que depende directamente del monte. La producción de madera sufre, y el fuego predispone a las masas forestales al ataque de plagas, disminuyendo su valor productivo. Así, la alteración del crecimiento de los árboles, la invasión de especies, la degradación de pastizales o la simple reducción de calidad paisajística son algunos de los aspectos que también afectan al valor económico de los montes.
Los incendios forestales han existido siempre, y en algunos casos supone una respuesta natural del ecosistema. Sin embargo, hoy en día más del 90% de los incendios son causados por el hombre, de manera que los bosques no se recuperan de forma natural. La concienciación es algo fundamental, y cuidar y mantener limpios nuestros bosques es una de las principales claves para reducir los de riesgos de incendio.