Plantas y estaciones en Ikebana
Victoria Encinas nos sumerge de nuevo en el mundo del Ikebana, el antiguo arte floral japonés que, mediante la cuidadosa combinación de diferentes especies vegetales consigue transmitir la esencia de aquello vivo a quien lo contempla. En esta ocasión nos invita a explorar una nueva perspectiva sobre la relación de esta disciplina con la naturaleza y con las estaciones del año.
Qué especies vegetales se utilizan en ikebana
Aunque lo más habitual sea ver ramas y flores tiernas componiendo un ikebana, también otras partes de las plantas pueden formar parte del mismo y aportar su plasticidad y estética.
Cañas como el bambú, cortezas rugosas, troncos, tallos de líneas suaves o quebradas, pequeños brotes incipientes, hojas anchas y carnosas, helechos, capullos cerrados, bayas, escaramujos de colores otoñales, vainas, semillas como las que contiene la flor del girasol, raíces expresivas, frutos, hierbas, incluso musgos, líquenes, piedras, arena o lava son elementos que pueden ser utilizados en los arreglos. En la actualidad, incluso materiales no naturales han llegado a incorporarse en estilos libres y contemporáneos.
El ikebana clásico está vinculado a ciertas especies vegetales emblemáticas cuyo valor simbólico está relacionado con su pertenencia al paisaje; tienen valores intrínsecos como su carácter perenne o su florecer efímero. Pero también valores culturales, asociaciones metafóricas, simbólicas, que les conceden significados “añadidos”. Mencionaré algunas de ellas:
La ancianidad de los pinos, su profundo verdor y su resistencia, dotan del sentido de la duración y del tiempo así como sentido de la sabiduría a un arreglo. El bambú aporta la connotación de la flexibilidad y la ligereza de lo adaptable, además de la belleza de las cañas y la liviandad de sus hojas. Las ramas florecidas del ciruelo o el cerezo, traen el mensaje del retorno de la vida tras el invierno con sus abundantes y pequeñas flores. La camelia, el crisantemo, o la peonía han sido flores tradicionalmente utilizadas en los arreglos clásicos, así como los lirios. Todas ellas cultivadas en Japón de forma natural y muy asociadas a las estaciones en las que florecen, contienen además valores simbólicos. El loto, la flor emblemática del budismo es un centro místico y un símbolo de renacimiento que se utiliza también en el ikebana clásico.
En ikebana, como curiosidad, os contaré que no sólo la parte perecedera de los arreglos está basada en las plantas, existen incluso recipientes realizados con materias vegetales. Aunque la mayor parte sean de cerámica, también son muy apreciados los zundos, recipientes verticales de cañas muy gruesas de bambú del tipo Moso, y las bandejas de cañas finas tejidas o madera lacada. Son muy valorados los cestillos, muy hábilmente entretejidos y se fabrican también recipientes de madera; Incluso ciertas calabazas vaciadas pueden ser utilizadas como vasijas.
Cómo las plantas crean armonía en ikebana
En ikebana, los diferentes grupos de plantas se combinan, pero no se mezclan, sino que cada tipo ocupa su zona aportando su propia expresividad. Casi siempre se utilizan en contraste, y como hemos comentado en anteriores artículos, definiendo asimetrías basadas en esquemas triangulares.
En las asociaciones de especies vegetales, que son la fuente sensual y sensorial del atractivo del arreglo, hay un fondo argumental:
La asociación de plantas por “simpatía” o, como precisa Tetsuro Watsutji, filósofo y estudioso de la antropología del paisaje, por “congenialidad”. Los vegetales no congenian por su parecido o similitud, sino por su coherencia estacional y paisajística. En ikebana, en lugar de buscar la semejanza de formas o colores, más bien se hace lo contrario, se busca el contraste, cierta oposición complementaria en la que descubrimos la amenidad paisajística que estimula estéticamente.
Aquí interviene la geografía y la estación. Aunque las especies formen un arreglo con mucho contraste, las plantas de un mismo área climática y que están en el mismo momento anual dan una coherencia natural al ikebana. Esto parece una obviedad, sin embargo el acceso actual a especies florecidas en un punto muy alejado del planeta y en otro hemisferio o latitud, llevadas por las floristerías a cualquier lugar de nuestras ciudades, hacen que caigamos en la tentación de mezclar caprichosamente especies tropicales con arbustos de clima continental haciendo composiciones un poquito kistch. Sobre todo, sin mucho sentido. Esto no es una norma intransigente, por supuesto, pero vale la pena tener en cuenta este factor que llama al respeto a la naturaleza, a no “jugar” con ella según nuestros deseos, sino a escucharla y a aprender de ella.
Vivir en el campo, o disponer de un jardín, -propio o de vecinos amigos-, hace que nuestros arreglos mantengan la sobriedad natural, que permitan expresar la poética y la belleza del paisaje. Personalmente, presto mucha atención a las podas, y recupero sus restos recién cortados en los jardines para hacer ikebana.
Tipos de vegetación según sus cualidades en ikebana
Cualidades físicas y cualidades estéticas son una misma cosa en ikebana. La planta ofrece la plasticidad necesaria al arte. Quien realiza un ikebana reinterpreta, —respetando la naturaleza de cada planta—, sus cualidades esenciales.
Hay una clasificación orientativa para las especies vegetales en ikebana. Las consideradas kimono, kusamono y tsuyomono. La cualidad de los árboles y sus materias leñosas es kimono. Las herbáceas, flores, más tiernas y blandas, son kusamono. Las partes que participan de ambas cualidades, son tsuyomono y se utilizan como parte fuerte —o kimono— si se combinan con herbáceas; y al contrario, hacen la función yin, suave y tierna —kusamono— cuando de combinan con ramas más fuertes. Entre estas últimas están la camelia, que puede hacer todas las funciones.
En los arreglos de un solo material, éste a menudo es tsuyomono. Y con frecuencia es un árbol o arbusto que florece. En cierto momento del año, una rama de camelia, leñosa y fuerte, con capullos, hojas verdes y flores abiertas lo contiene todo y puede no necesitar ningún contrapunto para ser utilizada ella sola en un ikebana; en una sola planta está la fuerza de la rama, la vida perenne de la hoja, la sorpresa efímera y colorista de la flor, la promesa de futuro del capullo.
La plasticidad y la poética de las plantas en el ikebana
La primera consideración estética hacia un vegetal antes de realizar un ikebana, es el estudio de su shussho, la personalidad específica de la planta o plantas que vamos a utilizar, sus cualidades plásticas, (vigor, color, textura, proporciones, formas) la dinámica expansiva y estructura de su crecimiento.
En el espíritu y la expresión de un ikebana se presenta también la poética estacional, las transformaciones cíclicas que dan una atmósfera climática especial. Se trata de captar y transmitir esa sutil cualidad que caracteriza los momentos naturales.
Los arreglos que se realizan en primavera, verano, otoño o invierno no son los mismos y la expresión de cada época del año es característica; provoca sentimientos que todos conocemos asociados a la época del año.
El ikebana, como reflejo estético de los procesos naturales, muestra el nacimiento, crecimiento, esplendor y decadencia, así como la latencia, la espera dormida de las plantas.
Hacer ikebana es mantener atento un espíritu poético que se identifica con las transformaciones de la naturaleza, los estados del alma unidos a los estados del clima, las formas cambiantes de las plantas que atraviesan las estaciones. Los ciclos anuales muestran facetas en las que el arte ha encontrado un sentido emocional y espiritual, tanto la literatura, como la pintura, como el paisajismo o el ikebana. El arte se ha apoyado en innumerables ocasiones en los estados de la naturaleza para hablar de la esperanza, la plenitud, la melancolía, la tragedia,…
Las estaciones
Mostraré la imagen de uno o dos arreglos por cada estación. Más que describirlos desde el punto de vista estético/poético, he elegido acompañarlos de un haiku de Matsuo Basho (1944-1694) de quien se ha dicho que es el poeta japonés de la naturaleza.
Ikebana es, como el haiku, un arte de la evocación.
En sus haikus (composiciones poéticas breves) Basho capta las connotaciones inaprensibles del momento efímero; lo mismo que el ikebana trata de evocar.
Traducciones de Beñat Arginzoniz (ver bibliografía).
Otoño
“Se va el otoño.
erizos de castañas,
Abiertas manos.”
Basho
El ikebana en otoño muestra especial cariño por los signos de decadencia de lo caduco y sus colores, utilizando ramas de arce, roble,… también a las flores de la estación como el crisantemo, celosías, cosmos, amaranto, anémona de otoño; herbáceas y plantas silvestres resistentes como los tallos de hinojo o las hojas de los lirios que a menudo presentan signos del paso del tiempo, zonas tostadas por el verano, irregularidades estéticamente interesantes. No se busca el vegetal intacto y perfecto, sino la belleza de los procesos naturales y el otoño en ese aspecto ofrece muchos elementos poéticos.
Invierno
“Vence al invierno
celebrando las flores
del corazón”
Basho
El ikebana de invierno es más ascético y revela una intimidad solitaria con el paisaje a través de la belleza desnuda de las ramas y la conciencia del significado de la resistencia de las plantas de hoja perenne. La fuerza latente. Es particularmente expresivo el final de la estación, con los incipientes signos del retorno de la luz y la proximidad de la primavera. Por supuesto, el pino, y el bambú. También las sorprendentes flores de la camelia, del narciso, del ciclamen, o el verdor de los helechos resistentes.
Primavera
“En veinte días
vi el principio y el fin
de muchas flores”
Basho
El ikebana de primavera es muy fresco, verde y colorido, como la abundancia de la estación. Pero ante todo celebra el despuntar de los primeros signos del final del invierno, las flores de los árboles como el ciruelo o el cerezo son muy apreciadas. El retorno de la alegría por la expresión emergente de la vida. Casi todos los arbustos ofrecen brotes magníficos. Flores muy variadas son utilizadas en ikebana en esta estación, espirea, gysophila, magnolia, cala, fresia, glicina, o plantas lacustres de tallos firmes como la espadaña, los juncos, etc.
Verano
“Cae desde el sauce
una gran oscuridad
sobre las flores”
Basho
El ikebana realizado en las épocas de calor tiende a mostrar más la superficie del agua, como parte esencial del arreglo que transmite la sensación de frescor. Se hace despejando más el nacimiento de la composición y optando por recipientes de tipo suibán, bajos y anchos, así como situando las ramas y las flores en una zona asimétrica del mismo. Su espíritu es el de la plenitud, con carnosas flores como la hortensia, o muy sofisticadas como el anthurium, anchas hojas como la del banano, incluso con frutos, como el caqui, la granada,… veremos imágenes de ellos en siguientes capítulos.
Bibliografia
«Basho. Poesía completa» Ediciones El Gallo de Oro, 2019. Traducción de Beñat Arginzoniz.
“Best of ikebana” History of ikebana. Minobu Ohi. Shufunotomo CO.,1962