Inspiración natural: teñir con vegetales
Nuestra bloguera más creativa nos anima a indagar en la despensa en busca de tintes naturales con los que practicar un DIY de lo más divertido y sostenible. Frutas, verduras y especias de todos los colores que podremos aprovechar al máximo si ponemos en modo eco y nos atrevemos a experimentar y a ser creativos.
Quién no se ha manchado una camiseta disfrutando de una fresa en su punto y ha pensado: ¡tierra trágame! Como no quite esta mancha corriendo se va a quedar ahí para siempre. Pues hoy quiero animaros precisamente a eso, a dejar que las frutas y verduras de vuestra despensa impregnen de color esas prendas envejecidas que tenemos guardadas en el armario y que ya no queremos usar.
Remolacha, laurel, cúrcuma, aguacate, manzanilla, café… Muchos de los alimentos de origen vegetal que usamos día a día tienen capacidad tintórea, es decir, que tienen en su composición materias colorantes que pueden fijarse a las fibras textiles en mayor o menor medida, transfiriéndoles alguna tonalidad. Una alternativa a los tintes sintéticos más respetuosa con el medio ambiente, que está cogiendo fuerza más allá de la producción artesanal.
Una buena manera también de aprovechar algunos alimentos que están a punto de caducar o que ya no huelen o saben como deberían, como infusiones y especias, o esos restos orgánicos que generamos al cocinar, por ejemplo, un puré de calabaza o un buen sofrito de tomate y cebolla. ¡Todo vale para experimentar, pasar un buen rato creativo de lo más vegetal y volvernos un poquito más sostenibles y eficientes a la hora de gestionar nuestros residuos!
Un poco de historia
Como ya comentó más detalladamente en espores la doctora en historia Mª Julia Martínez, especialista en tintes naturales, el uso de los colorantes en la sociedad se remonta a la antigüedad a lo largo del mundo. Incluso antes de que la gente empezara a hilar y a llevar ropa, se aplicaban tierras coloreadas y sabias de plantas en su piel con distintas finalidades.
Y es que en todas las civilizaciones ha existido esa necesidad de dar color a los tejidos con diferentes objetivos culturales. Algo más fascinante todavía si tenemos en cuenta que cada una lo ha conseguido a través de diferentes técnicas y con aquellos colorantes derivados de los recursos naturales que tenían en su entorno, ampliando progresivamente a lo largo del tiempo la gama de colores y el conocimiento de las propiedades de tinción a base de plantas, animales y minerales.
La civilización china utilizaba como especies tintóreas el azafrán para los amarillos y el índigo para el azul. En la cultura mesopotámica el color favorito era el rojo, que obtenían de los insectos del género Kermes, mientras que los fenicios monopolizaron la obtención y los secretos de tintura del color púrpura, a base de diferentes especies de caracol marino, que luego fueron aprendidos por bizantinos. Los egipcios utilizaron sales de cobre para tintar de verde, carbonatos para blanquear y no empleaban mordientes para tintar de rojo con la rubia (Rubia tinctorum). Y en Grecia, además de casi todos los citados, utilizaron algunas especies de líquenes, como Roccella tinctoria, con el que conseguían un característico color azulado.
Con el desarrollo de la industrialización la manufactura de los tejidos se abarató progresivamente y la utilización de colorantes naturales empezó a ser poco rentable. En el s. XIX los químicos empezaron a aislar y a purificar compuestos orgánicos y a identificar elementos y estructuras moleculares, primeros pasos hacia la producción sintética en laboratorio de los tintes. En 1856 William Perkin sintetizó el primer colorante al que llamó Mauveína y con ello comenzó el declive de los colorantes naturales. Además, se empezaron a utilizar nuevos materiales también de origen sintético, que resultaban más económicos y de rápida producción. Así pues, se dejaron de utilizar los tintes naturales, que fueron sustituidos por aquellos sintetizados en laboratorio y diseñados para fijarse más eficazmente en los nuevos tejidos derivados del petróleo. Un proceso histórico largo y complejo que ha convertido a la industria textil en una de las más contaminantes del planeta.
Pero esta tendencia a desmarcarse de la naturaleza y de la sostenibilidad, parece que desde principios del siglo XXI empieza a cambiar, y las fibras y tintes naturales en la moda están experimentando un resurgimiento. Los consumidores y algunas marcas de ropa se han vuelto más conscientes del impacto ambiental, haciendo que exista una demanda creciente de productos que sean sostenibles en todo su proceso de creación.
Empezar a teñir de forma casera
¡Pongámonos manos a la obra! Pero para ello tendréis que poner el cerebro en modo “aprovechamiento máximo”, porque muchos de los materiales que vamos a utilizar los tenemos en la cocina y son desechados diariamente. Por ejemplo, ¿cuántos de vosotros tiráis la semilla del aguacate o las pieles de las cebollas? Pues en vez de acabar en el contenedor de compost, ¡pueden ser reutilizados para teñir textiles de forma natural!
Buscad un espacio que sea cómodo y amplio donde podáis tener todo lo que necesitáis a mano. También es importante que esté aireado y que cubráis la superficie de trabajo, para evitar estropearla con las manchas que pueden derivarse de manipular algunos vegetales. Eso incluye también vuestras manos, así que no olvidéis usar guantes. Y si tenéis peques, invitadles a participar, ¡se divertirán y aprenderán mucho al mismo tiempo!
¿Qué podemos teñir? Ropa, sábanas, trapos, manteles, fundas de cojín, toallas…, con los tintes naturales podéis teñir todo tipo de textiles siempre que sus fibras sean de origen orgánico, no sintético, como el algodón, la lana, el cáñamo, la seda o el lino, entre otros. Eso sí, sea cual sea el material que hayáis elegido, hemos de lavarlo antes de aplicar cualquier tinte.
¿Qué color debe tener el tejido a teñir? Cuanto más clara sea la tonalidad de la prenda mejor. Blanco, crudo, crema, beige, pálido e incluso colores más definidos, pero siempre en su versión más tenue.
¿Qué materiales naturales vamos a utilizar? Nuestra despensa o nevera será el sitio perfecto para conseguir los tintes naturales que vamos a utilizar. La capacidad tintórea de los vegetales puede residir en cualquier parte (raíces, hojas, tallos, semillas, frutos, flores, …) y a continuación os detallaré una serie de materiales vegetales con los que podéis teñir fácilmente. Pero, si os apetece experimentar, simplemente tenéis que dejar el material a probar en un frasco de vidrio con agua caliente durante varias horas para ver si desprende algún tipo de color.
¿Cómo se tiñen los textiles? Cada tipo de tejido que hemos mencionado antes responde de manera diferente a un determinado color. Algunos van a adquirir un tono más fuerte o débil, o con más o menos brillo. Aun así, la tinción siempre será menos intensa de la que conseguiríamos con los tintes sintéticos que podemos comprar en cualquier droguería.
Normalmente, para tener una referencia, la cantidad de vegetal en relación con el textil a colorear es 3:1, es decir, 3 kg de vegetal por 1 kg de material textil. Pero esto es algo orientativo ya que hay casos, como el del azafrán, en los que la concentración de pigmento será tal que con mucha menos cantidad será suficiente. Además, dependerá también de la intensidad que estéis buscando. Es cuestión de ir probando e ir afinando vuestras propias proporciones y pantones.
Vayamos color a color
Rosas y rojos
Remolacha, fresas, cerezas, arándanos rojos, moras y frambuesas, os darán colores más intensos, mientras que con tomates y huesos de aguacates, las tonalidades serán más pastel.
Verdes
Como si de un smoothie detox se tratara podéis preparar un jugo de hojas verdes mezclando espinacas, acelgas o rúcula para conseguir diferentes tonos de verde. Con el laurel también conseguiremos un bonito verde pistacho.
Azules y morados
Para tonos violáceos la mejor es la col lombarda, pero también podéis hervir remolacha en más cantidad de agua. En cambio, si buscáis un tono azulado podéis usar arándanos azules y moras negras.
Amarillos, naranjas y marrones
Con café o té negro lograréis colores tierra, más o menos oscuros en función de la concentración, y con cáscara de granadas y de nuez, viraremos más hacia el beige y el crema. Las pieles de cebolla y las infusiones de manzanilla nos darán unos bonitos tonos dorados y amarillos pálidos, mientras que con pocas cantidades de cúrcuma y azafrán conseguiremos amarillos y naranjas más vivos, al estar más concentrados los pigmentos.
Con las manos en el tinte
Ahora sí que sí, ¡empecemos a teñir! Os detallo paso a paso.
1. Extracción de color
Para extraer el color del material vegetal que vamos a utilizar, lo cortamos en trozos pequeños e introducimos en una olla (tip: mejor que la olla sea vieja, porque probablemente se manchara). Después cubrimos con agua, añadiendo 2 partes de agua por cada parte de material vegetal. Calentamos entonces hasta que veamos que está llegando al punto de ebullición y enseguida bajamos a fuego muy bajo, y lo dejamos así durante al menos 60 minutos y hasta un máximo de 2 horas. Es importante que no llegue a hervir el agua ya que el color final podría verse alterado, como en el caso de las pieles de aguacate, virando de un bonito rosa pastel a tonos más marrones. Después, retiramos del fuego y dejamos el contenido de la olla macerando toda la noche. Ahora solo tenemos que colarlo bien, para que no quede ningún trocito que se pueda fijar a la tela, y reservar.
Importante, necesitaremos unos 2 litros de solución por cada 100g de tela que queramos teñir. Así que, si veis que no vais a tener suficiente material vegetal para la prenda escogida, podéis ir congelándolo hasta reunirlo todo o decantaros por una prenda más pequeña.
2. Prepara el textil con un fijador o “mordiente” para ayudar a que el tinte se adhiera bien.
Como vamos a trabajar con tintes orgánicos solubles en agua, necesitaremos algún tipo de sustancia que nos ayude a fijar los pigmentos en las fibras de las telas y que se conoce como mordiente. Si no lo hacemos, perderemos los colores cuando lavemos las prendas. El más usado en tintes naturales y a nivel artesanal es el alumbre potásico o piedra de alumbre, que podéis conseguir fácilmente en droguerías y herboristerías. Pero como este post va de utilizar materiales que solemos tener ya en casa, en nuestro caso, vamos a optar por usar sal común o vinagre que también son muy efectivos y están más a mano.
En el caso de la sal mezclaremos 1/4 de sal por cada 4 de agua, hasta que consigamos una cantidad suficiente para sumergir la prenda, y la llevaremos a ebullición. Después, bajaremos la intensidad a fuego lento e introduciremos la tela en esta solución durante al menos 1 hora. Con el vinagre actuaríamos de la misma manera, pero mezclando 1 parte de vinagre por cada 4 de agua.
Pasado ese tiempo, sacaremos nuestra tela y la escurriremos suavemente, sin aclarar. Y así, húmeda, la dejaremos preparada en un recipiente para pasar ya al proceso de tinción.
3. Tinción
¡Ahora sí! ¿Preparados para teñir? Solo tenemos que introducir en una olla la solución de color que hemos preparado, calentar hasta que empiece a hervir y entonces bajarlo a fuego medio.
Sumergir entonces nuestra tela y mantener en el fuego durante 30 minutos, removiendo suavemente con una cuchara para que se impregne bien por todas partes.
4. Lavado y secado
El último paso es muy sencillo, hay que sacar la prenda de la olla, enjuagarla a mano con agua fría y tenderla a la sombra para que se seque (preferiblemente en horizontal).
¡No sabréis realmente que color ha quedado hasta que se seque completamente! Tened paciencia y si no habéis conseguido el color que esperabais, aquí os detallo algunas cosas que pueden interferir en la intensidad de tinte y que podéis ir afinando en cada prueba que hagáis:
- el tipo de material utilizado
- el tiempo y fuerza de cocción
- las proporciones tinte/prenda
Y un último consejo, lavad vuestra prenda teñida de forma separada las primeras veces y siempre con un jabón de ph neutro, que nos ayudará a mantener los colores más tiempo.
Por qué sumarnos a esta práctica
Algunas de las razones por las que animamos a usar tintes naturales:
- Provienen de fuentes naturales, como alimentos y plantas
- Aprovechamos los desechos orgánicos que generamos, así que somos más sostenibles
- No contaminan el medio ambiente ni el agua
- No tienen sustancias tóxicas ni componentes químicos derivados del petróleo, así que son más saludables
- Crean totalidades y efectos únicos en cada caso y cada material empleado
- Podemos reutilizar prendas viejas o desgastadas y lucirlas como si fueran nuevas otra vez.
Cuando reciclamos y damos una segunda vida útil a nuestra ropa estamos ayudando en parte a reducir la emisión de CO₂. Aprovecharse de lo que tenemos es contribuir también a recuperar el bienestar del planeta, reducir los residuos, disfrutar de una vida saludable y sostenible.
Este es un DIY totalmente ecofriendly, inspirado plenamente en la naturaleza y las posibilidades que nos ofrece. ¿Os atrevéis con ello?