Agricultura

6 Sep 2013

La conciencia hídrica de Israel

Sólo la tecnología y la superación pueden explicar porqué uno de los países más secos del planeta tiene una salud y un desarrollo hídrico envidiable. En Israel se sigue una máxima: ni una gota de agua puede ser desperdiciada, y las técnicas para ahorrarla o multiplicarla son prioritarias.



El Estado de Israel es uno de los lugares más áridos del mundo. Es una zona desértica, cálida y húmeda a la vez debido a su situación geográfica. Ubicada entre los principales desiertos de África y Asia por un lado y el Mediterráneo por otro, esta tierra prometida se encuentre en una encrucijada que permite distinguir en sus apenas 20.700 kilómetros cuadrados más de diez climas distintos. Sin embargo, en todas las variedades de clima israelí, en todas sus ciudades y en todos sus rincones, encontramos el mismo problema: hay muy poca agua. Es extremadamente difícil abastecer de agua a la población de un país aunque éste apenas cuente con ocho millones de habitantes. Por no hablar de la agricultura, limitada siempre por el vasto desierto que ocupa casi tres tercios del territorio y por el decrecimiento continuo de su único recurso natural, el Mar de Galilea, que parece consumirse poco a poco. ¿Cómo conseguir saciar la sed de los campos y cultivos si apenas puedes dar de beber a tus ciudadanos?

 

Desde que el Estado de Israel fue creado en el año 1948 hay una máxima que sus habitantes practican y con la que conciencian a sus hijos: cada gota de agua cuenta. Y es así como con cierta crudeza los israelíes han conseguido convivir con la sequía igual que lo hacen con las guerras que asolan un territorio marcado por las conflictivas relaciones con sus vecinos árabes, con quienes comparten, además de espacio e historia, el mismo problema de escasez de agua.

 

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Mar de Galilea 

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Desierto de Negev


El agua un elemento clave de la Seguridad Nacional 

El primer presidente de Israel, David Ben Gurión, fue contundente respecto al problema del agua. Para que su recién nacida nación prosperase era necesario que el elemento azul no fuera un problema. Tecnología, avances e inversión. El agua se convirtió desde entonces en una prioridad. La primera idea que se puso sobre la palestra fue la creación de mastodónticas infraestructuras como el Acueducto Nacional, que se convertiría en la principal arteria hídrica del país y que en la actualidad abastece al semidesértico sur con aguas del próspero norte. La gran reserva de agua de Israel es una perfecta red subterránea de conductos, una enorme autopista por la que se transportan 1.700 millones de metros cúbicos de agua al año y que sirve para equilibrar la distribución de agua entre regiones. Este agua se destina tanto a irrigación (aproximadamente un 65%) como para abastecer a ciudades y pueblos (el 35% restante).

 

El gran Acueducto Nacional de Israel fue visto políticamente como una de las claves de la apertura de Israel y también como la llave de oro para garantizar su futuro. Era la única forma de que abastecer de agua suficiente a la cuenca del Jordán, cuya población en territorio israelí amenazaba con triplicarse en apenas dos generaciones. Sin embargo su consecución, terminada en 1964, no estuvo exenta de polémica: cuando las obras se pusieron en marcha en 1953 Israel desvió unilateralmente los cauces del Jordán y gran parte del Mar de Galilea para abastecer al desierto de Negev, lo que a los ojos de sus vecinos árabes fue visto como un símbolo de la expansión agresiva de Israel. Tres décadas después, en 1996, Israel firmó un tratado de paz con la vecina Jordania cuya principal cláusula establecía que el primero se comprometía a desviar 50 millones de metros cúbicos de agua anualmente para mejorar la calidad de vida de sus vecinos. Comenzaba la paz del agua.

 

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Acueducto Nacional de Israel. Obras en 1953 y vista actual

 

Mientras se desarrollaban las obras del Acueducto Nacional, los ingenieros israelíes se percataron de la dificultad, el gasto y los problemas que podía causar las creación de infraestructuras de este tipo. Por eso comenzaron a buscar otras alternativas para aprovechar el agua al máximo. Una de ellas, la creación de lluvia artificial, un sistema que se inició en Estados Unidos en los años cincuenta. En Israel fue utilizado por primera vez en 1961, sembrando las nubes con yoduro de plata. Según las estadísticas esta original técnica puede producir un 14% de aumento del volumen de agua de las lluvias, una cifras más que decentes cuando cada gota de agua es equiparable al oro líquido.

 

Desde entonces y hasta la actualidad, Israel ha tomado el ingenio y el desarrollo como principales armas frente al problema del agua. Con las reservas de agua dulce explotadas al máximo (los más de 1.200 pozos subterráneos distribuidos por todo el país alcanzan profundidades de más de un kilómetro y medio, y además de estar sobre-explotados es muy difícil acceder a ellos) los investigadores se han visto en la obligación de usar otras aguas, tradicionalmente reconocidas como marginales, para aprovechar al máximo los recursos. Así, la reutilización o la desalinización se han convertido en parte del día a día de los ingenieros israelíes.

 

También los sistemas de riego por goteo y conductos, posiblemente los más desarrollados del mundo y aquellos que ofrecen resultados más óptimos, lo que ha hecho exportar su modelo a otros lugares del mundo con déficit de agua. Y es que si algo ha aprendido Israel en este último medio siglo es que el agua no es sólo una necesidad sino también un negocio de futuro: en un mundo donde la población crece y los recursos hídricos disminuyen el mercado del agua crece de forma proporcional a su escasez. Se estima que el mercado del agua mueve unos 450.000 millones de dólares anuales y crece a un ritmo del 7% cada año. Quizá muchos lleguen tarde a la inversión, pero no es el caso de Israel, líder mundial en el desarrollo y la tecnología hídrica. Por eso, no es de extrañar que en Israel el líquido azul se haya elevado a la categoría de elemento de seguridad nacional.

 

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Ashkelon, la desaladora más desarrollada del mundo, y Geshem, el proyecto de lluvia artificial 

Según al tradición el ahorro de agua es algo que los habitantes de la región han tenido en cuenta desde el principio de los tiempos como forma fundamental de subsistencia. Hace más de 2000 años, los nabateos ya desarrollaron métodos extremadamente sofisticados basados en la construcción de terrazas y la colocación en el suelo de rocas planas que permitían que el agua de las lluvias se redirigiera a un punto común a través de campos de gravedad. Parece que la concienciación está en sus genes. Por eso, también de forma particular, los israelíes ubican pequeños tanques de plásticos para almacenar el agua de la lluvia y transportarla sin problema a huertos, jardines o parcelas cercanas. El agua recogida en tanques ubicados en tejados y porches puede ser usada para cualquier fin usando los filtros apropiados para ello. Prácticamente sin filtrar puede emplearse para limpieza de ropa y del hogar, para uso sanitario o para riego. Si queremos usarla para aseo personal o para consumo, su el filtrado ha de ser más exhaustivo.

 

 

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Tanque doméstico para la recogida de agua de lluvia

 

A nivel agrícola y a gran escala, uno de los principales avances de Israel en tecnología hídrica fue el desarrollo de un sistema de irrigación casi perfecto en el que no se desperdicia ni una gota de agua. Tanto aquí, en Europa, como en otros lugares del mundo, hablar de riego por goteo es hablar de innovación, de novedad. Sin embargo esta técnica que permite ahorrar más entre un 50% y un 80% de agua lleva aplicándose en Israel más de cuarenta años, y más del 80% de las áreas regadas en Israel usan sistemas de riego por goteo y micro irrigación.

 

El desarrollo de este tipo de sistema de riego ha ido acompañado de la producción de goteros cada vez más sofisticados, diseñados para zonas topográficas variadas, con recursos hídricos de baja calidad, desniveles o para el uso con aguas hervidas o recicladas. Se trata de goteros autocompensados o compensados, con líneas de producción de alta velocidad para goteros cilíndricos y planos y que permiten, además, el uso integrado de fertilizantes.

 

El diseño de goteros aptos para aguas recicladas o salinizadas no es casual, ya que Israel es el país que más agua recicla del mundo. Más del 75% de sus recursos hídricos son reutilizados y aproximadamente el 15% del agua de riego procede de de este tipo de aguas. La empresa nacional Mekorot tiene como finalidad precisamente el reciclaje de aguas, que se realiza de forma natural y ecológica mediante un proceso en el que bacterias seleccionadas acaban con la materia orgánica del agua, que después es sometida a un controlado sistema de filtros. Las aguas recicladas también son usadas como novedosos sistema de reciclaje para la separación de residuos. Otro caso más famoso es Ashkelon, la mayor desaladora del mundo situada en la ciudad homónima y que muchos consideran la Silicon Valley de la tecnología hídrica.

 

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La desaladora de Ashkelon se puso en marcha en el año 2005 y forma parte, junto con la también gigantesca planta de Hadera, del Plan Maestro de Israel para sobreponerse al problema de la falta de agua. Tiene capacidad para producir 330.000 metros cúbicos de agua cada día y unos 120 millones al año, el triple que la más grande de España. En la actualidad esta tecnología de desalinización del agua del mar aporta el 10% del agua consumida en el país, y ésta puede usarse sin problemas tanto para riego como para consumo humano. Los últimos avances aseguran que en los próximos años supondrá el 30% del total de agua consumida en el país. Como cifra oficial decir que entre entre el 4 y el 5% del Producto Interior Bruto de Israel está destinado a la investigación y al desarrollo de la tecnología de la desalación. Porque, a pesar de ser pioneros del mundo, Israel no cesa en su empeño de mirar al mar como la mejor alternativa para combatir la falta de agua dulce.

 

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El otro lugar al que los israelíes miran es al cielo. Ante la carencia de lluvias la tecnología ha permitido crear una suerte de lluvias artificiales. Además de la explosión de nubes con yoduro de plata, en Israel encontramos un ambicioso proyecto que responde al nombre de Geshem (que en hebreo quiere decir lluvia) y que consiste en cubrir superficies de entre 4 y 9 kilómetros con un material térmico, similar a la tela asfáltica negra, entre cuyas propiedades está la capacidad de absorber la luz del sol. Así, gracias a este material se aumenta la temperatura del aire, que se elevará a cifras entre 40 y 50 grados, generando nubes que provocarán precipitaciones. El sistema del proyecto Geshem se basa en el fenómeno conocido como isla de calor, que se produce en las ciudades y que puede provocar un aumento de la temperatura de hasta 10 grados por el asfalto y el calor desprendido por los edificios. Una vez encontrado y desarrollado este material, Geshe” se recomienda en zonas desérticas de menos de 150 kilómetros y para esperar resultados a largo plazo, pues el coste de mantenimiento es prácticamente nulo y una vez instalado sólo queda esperar. Por ahora, el proyecto se encuentra en fase de experimentación en el desierto de Negev.

 

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Revista de divulgación científica del Jardí Botànic de la Universitat de València.
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