Miel Sa Mel: abejas y mundo rural en femenino
Clementina Domingo creció en el mundo de la apicultura y ha modernizado el negocio familiar con la miel que producen sus padres desde hace 30 años. En Espores conversamos con esta mujer emprendedora, líder de la empresa de pequeña producción Miel Sa Mel y que reivindica una comercialización más ética y sostenible y una revalorización del entorno rural.
Clementina Domingo se definiría a sí misma como mujer rural. Desde pequeña ha estado muy vinculada con el mundo de la apicultura, pero nunca imaginó que continuaría el negocio familiar con Sa Mel, su propia marca de miel de venta al por menor. Estudió Educación Social y Psicopedagogía, lo cual también ha definido la persona que es hoy en día. Actualmente, y a raíz de las puertas que la publicación de su libro ¡Apicultura! Una especie en peligro de extinción le ha abierto, se ha animado a estudiar un Máster de Periodismo, porque siempre tuvo una espinita clavada y, después de algunas entrevistas que le han hecho tomar contacto próximo con diferentes medios, ha necesitado resolverla.
Un poco de historia
A pesar de haber crecido en una familia de apicultores, nunca pensó que acabaría continuando el negocio familiar porque de pequeña no era una cosa que lo atraía mucho y sus estudios universitarios la fueron enfocando a una parte más educativa, más pedagógica y más social que finalmente ha sido la que ha enfatizado en su marca: “Siempre coqueteé con el que era la venta del producto y de adolescente acudí a las cosechas como parte del equipo de apicultura cuando íbamos a la fase de extracción de la miel, pero lo hacía quejándome, igual que con la recoleta de olivas y algarrobas”. Con el tiempo todo fue cambiando y ahora confiesa que le gustaría poder pasar más tiempo en el campo con las abejas mientras continúa desarrollando en paralelo actividades de índole social.
La apicultura llega a su familia cuando sus padres tenían 30 años y decidieron apostar por un nuevo emprendimiento al volver a Gestalgar, su pueblo, donde su padre empezó casi al mismo tiempo con los olivos que con la apicultura. Antes habían estado viviendo en València, que fue donde Clementina cursó sus estudios primarios. “La apicultura le dio tal vuelco en el corazón a mi padre que se tuvo que dedicar a tiempo completo”, confiesa la escritora.
Clementina siempre se había encargado de las recoletas, las funciones más feminizadas del campo como la cosecha o la venta. “Lo hacíamos donde teníamos las colmenas en la montaña, lo cual denominamos el lugar de asentamiento. Llevábamos un camión pequeño con un generador de gasolina para poder sacar los cuadros de miel y depositarla en los bidones de alimentación. Esto lo hacíamos mi madre y yo, y a veces otra mujer, y después otra persona, normalmente un hombre, era el que ayudaba a mi padre a transportar esos cuadros. Como mi padre era el profesional experto, es quien se pone en contacto directamente con la caja y la abeja”.
El proyecto Sa Mel
En defensa de la apicultura
Su vinculación con el medio ambiente, tal como ella expresa, es desde una visión activista que persigue el objetivo de divulgar y comunicar su realidad, la de la naturaleza y la de los oficios primarios. Le mueve el afán de dar voz al mundo rural en el cual ha crecido y con el cual siempre ha sentido un gran nexo así como el espíritu crítico que siempre ha mostrado en redes. “Me gusta estudiar y encontrar soluciones a los problemas del lugar donde habito”, ha declarado.
La cúspide de la creatividad la consiguió durante la maternidad. Acababa de ser madre, vivía fuera con su pareja y su primer hijo y necesitaba materializar toda esa energía de inspiración que tenía dentro. Domingo confesa que fueron muchas horas sola con su bebé, en el sofá y que necesitaba poder sentir que también podía hacer tareas más prácticas y no solo aquellas que tuvieron que ver con la crianza, sin por eso dedicarle menos horas a su hijo. Es entonces cuando surge Sa Mel, una marca comercial al por menor, del tú a tú, sin intermediarios y que le da otro rumbo en su vida. “Yo siempre digo que nació una madre y nació un proyecto”, ha manifestado Domingo.
El lema de Sa Mel es Slow & Flow, y tal como Clementina lo explica, no son palabras aleatorias. “El Slow es por el trabajo hecho lento, con mucho afecto, naturalidad y respetando todos los ritmos, igual que el contacto que tenemos con la abeja y con el medio natural y forestal en el cual ellas habitan. Y el Flow es como nos caracterizamos, con mucha espontaneidad y autenticidad, tal cual somos mi padre y yo. Aunque él lleve la parte de la producción y yo la de la comercialización, me vinculo mucho a su carácter”, ha declarado.
Clementina tiene claros los pilares fundamentales de Sa Mel y siempre los tiene presentes: “precios éticos, justos y viables para los productores, sin intermediarios como acción, sostenibilidad, ecología, biodiversidad y amor a las abejas”. Considera parte fundamental del ser apicultor el amor al animal y a la ganadería más que al producto final, porque para ellos el producto de las abejas no es otro que la polinización.
La idea de publicar un libro surge de su interés personal y particular por la literatura. Siempre tuvo claro que quería crear un libro y a los cinco años de haber creado su propia marca pudo hacerlo realidad. “Surgió de manera muy fácil en mi cabeza que quería escribir un libro divulgativo y no me costó trasladarlo al proyecto literario porque tenía muchas ganas y la cabeza repleta de ideas. Pero siempre tuve claro que quería que fuera ilustrado y que pudiera llegar así a todas las edades”, confesa. Una madrugada a las cinco de la mañana le asaltó la idea y empezó con esquemas, a pesar de que tenía tan estructurado en su mente lo que quería hacer, que plasmarlo en papel no le llevó casi tiempo.
“Sabía que quería pasar de A a B y de B a C. Las abejas están en declive, las causas son claras y las conocemos y por eso hay que contar la importancia de nuestro oficio para conservar también a esa ganadería abeja que está presente en el producto final”. Aunque al final resultó algo más complejo de lo que en un principio pensó, Clementina quería contar de manera clara las evidencias que llevaba más de cinco años descubriendo, porque a raíz de su negocio pudo darse cuenta que la gente era muy ignorante en cuestiones de apicultura y por eso tenía que empezar desde lo más básico para que pudieran comprenderlo y resolver así sus inquietudes.
Domingo quería un producto informativo, divulgativo, pero entretenido, con gancho, que no aburriera y que gracias a los dibujos, solo abriéndolo, cualquier persona pudiera recibir formación e información sobre abejas, apicultura y comercio de proximidad, que son los tres bloques que alcanza el libro. “La idea nace en plena pandemia, y como no sabía cómo podría ilustrarlo, maquetarlo y tal, decidí llamar a una amiga ilustradora. Le propuse que participara conmigo en este proyecto y para mi sorpresa dijo que no quería participar, porque el libro iba a ser mi libro, y a la hora de venderlo siempre sería mi libro, saldría bajo el nombre de mi marca y mi propio nombre, pero que ella se encargaría de la ilustración, maquetación, portada y el resto porque llevaba años de experiencia en el sector editorial ilustrando cuentos”, ha relatado entusiasmada.
La escritora no sabía cuando llamó a su amiga que había estado trabajando en el sector editorial, pero lo considera una señal y un verdadero golpe de suerte. Empar, la ilustradora, le aseguró que estaba dispuesta a avanzar en el proyecto sin cobrar nada por adelantado y le habló del crowfunding y de Verkami, donde inició los diseños previos. Gracias a esto, pudieron conseguir el crowfunding y dinero suficiente para la primera tirada y para pagar a todos los que habían formado parte del proceso. “Somos cuatro mujeres, todas valencianas: la imprenta, la corrección, la ilustración y la escritura, que soy yo”.
El desarrollo del negocio es un tema complicado, y Clementina ha confesado que todavía no ha llegado a vivir únicamente del negocio de la miel, porque siempre ha tenido que compaginarlo con otras rentas económicas y otros ingresos en paralelo. “El primer obstáculo que me encontré fue la formación que necesitaba para aprender a montar un negocio desde cero; el segundo, poner un precio con unos márgenes adecuados y encontrar transportistas con buen servicio y nacionales; el tercero, conseguir gestionar los ingresos, porque tuve que abrirme diferentes cuentas bancarias y al principio me parecía muy complicado y finalmente, la busqueda de clientela. Tienes que formarte continuamente, estar al día y pisar mucho la calle”, ha apuntado.
Las tiendas físicas no eran su propósito, puesto que no cumpliría con su filosofía inicial que es sin intermediarios, la única forma que considera para poder sacar rentabilidad a un producto alimenticio de calidad. “La gente no está acostumbrada a comprar nuestro producto a nuestro precio, sino a ir a un supermercado y coger un bote de tomate como uno de miel. Estos no son los precios ni tienen comparación y crear o modificar ese hábito de consumo no es sencillo”.
Para Clementina, el principal problema con el cual se encuentran los apicultores profesionales es la venta del producto y el aumento de los costes de producción. La importación de mieles permitidas por el Estado español, el falso etiquetado de las mieles o la falta de transparencia en estas, sin especificar la procedencia o el porcentaje de mezcla, dañan el negocio. “Las mieles industriales se mezclan para adulterarlas, agrandar la cantidad de producto y así sacar mayor rentabilidad en muchos más frascos, pero es competencial desleal y sucia para nuestro producto de apicultura legal, tradicional, sostenible y responsable”, declara Domingo.
Otro problema con el cual se encuentran los apicultores es sin duda el cambio climático y la pérdida de biodiversidad derivada, así como la falta de agua, la carencia de alimento, floraciones nefastas, y todo el que procede del calentamiento global. En su libro hace un recorrido por todas estas problemáticas, incluyendo las enfermedades sanitarias de la abeja, que supone uno de los mayores factores de muerte del animal.
Clementina tiene claro que quiere continuar formándose y seguir su labor activista y divulgativa para visibilizar el mundo rural y todo lo que lo rodea. Tiene más proyectos en mente, también alguno literario, y si bien todavía tiene que darles forma, está muy ilusionada con todo lo que viene y su actitud positiva, su inquietud y sus ganas de comerse el mundo le harán continuar haciéndose lugar y aprendiz de un negocio que ya se ha convertido en un estilo de vida. Un estilo muy Slow & Flow.