La margarita escondida, una nueva especie para la flora valenciana
Bellis microcephala, así se llama esta nueva planta que durante años había pasado desapercibida en nuestra región, entre otras especies de su mismo género. Una compuesta de pequeñas flores invernales que ha sido descubierta gracias a los pliegos de herbario. Y es que estas plantas secas, perfectamente conservadas en el tiempo, son una herramienta muy útil para los botánicos en todo el mundo.
Recientemente se ha publicado el volumen 16 (3) de Flora iberica, esa extensa obra que persigue catalogar y caracterizar toda la flora de la Península ibérica y Baleares. Siempre que aparece un volumen hay un sin fin de novedades que, aunque muchas de ellas se avanzan previamente a la publicación en artículos de revistas científicas, suponen todo un acontecimiento fruto de profundos estudios morfológicos y moleculares.
Así, aparecen nuevas especies, reinterpretaciones de otros taxones, se ajusta la sinonimia y se asienta la distribución a nivel peninsular. Hagamos en este momento un inciso para explicar sucintamente de que hablamos cuando decimos sinonimia de los nombres de las plantas.
Poner nombre y apellidos a las plantas
La finalidad de la nomenclatura binominal de Linneo, que es actualmente el sistema adoptado para nombrar a las plantas a nivel mundial, busca encontrar un único nombre para cada especie, y que este nombre sea inequívoco y general en todo el mundo. Este proceso es muy complejo y hay una gran labor detrás del estudio de la propuesta que se da para cada nombre.
Sin embargo, seguro que alguna vez os habéis encontrado con que uno de esos nombres en latín que tan orgullosos os habíais aprendido, de repente, ha cambiado. Normalmente, esto es debido a cuestiones de sinonimia y prioridad nomenclatural. Pongamos un ejemplo que ilustrará mejor el tema. En 1785, Lamarck describió una especie de roble que crecía en tierras españolas y lo bautizo como Quercus faginea. Ocho años más tarde, en 1793, Cavanilles describió Quercus valentina, de la Sierra Engarcerán. Una vez estudiadas ambas propuestas, se ha podido constatar que se trata de lo mismo, y por tanto el nombre de Cavanilles pasa a la sinonimia, aunque a los valencianos nos duela perder dicho binomen para nombrar al roble valenciano, quejigo o en valenciano gal·ler. En este sentido, podemos encontrar iniciativas bien interesantes para recoger y ordenar todas estas propuestas como The Plant List, Catalogue of Life, o IPNI.
Quercus faginea, detalle de hoja / www.cfnavarra.es
Dicho esto, sigamos con lo que queríamos contar. Como era de esperar, este último volumen de Flora ibérica no es una excepción y, entre otras muchas novedades, encontramos la reivindicación de una especie que había pasado desapercibida.
Si bien no es en absoluto el hallazgo más importante, queremos usarlo como excusa para señalar la importancia de los estudios taxonómicos a todos los niveles y también la importancia de los pliegos de herbario, y aprovechar las palabras que un día dijo el botánico aragonés F. Loscos en este sentido: “los herbarios son la práctica, la prueba de la verdad o del error representado con vivos colores, son una conquista duradera que admite a la vista correcciones seguras, pero jamás retroceso”.
El género Bellis, las bellas margaritas silvestres
Este género cuenta a nivel mundial con unas 33 especies de distribución cosmopolita, es decir, está por todas partes. Se trata de las conocidas comúnmente como margaritas, unas hierbas anuales o perennes que pueblan nuestros prados con unas rosetas basales de hojas sobre las que se elevan los tallos con esas pequeñas inflorescencias blancas y amarillas tan características que solemos ver en invierno.
Bellis sp. / www.floracatalana.net
En la flora valenciana siempre hemos distinguido tres especies dentro de este género, Bellis annua, B. perennis y B. sylvestris. Atendiendo a sus nombres, nos podemos hacer una idea de alguna de sus características, al menos de las dos primeras.
La primera, se trata de un terófito, lo que viene a ser una planta anual, que en menos de un año completa su ciclo vital. Suele aparecer a finales de invierno en cualquier pastizal con algo de humedad. Florece enseguida y al poco fructifica, dando lugar a la siguiente generación. Después de esto, la planta muere. Por contra, B. perennis y B. sylvestris son hierbas perennes, es decir, que tienen un ciclo vital más largo y no mueren después del primer año. Apuntar también que B. sylvestris florece antes, desde otoño hasta mediados de invierno, y B. perennis más hacia finales de invierno y hasta principios de verano.
Bellis annua, detalle de porte / herbarivirtual.uib.es/ca/general
En cuanto al tamaño, la más alta es B. sylvestris, con un largo pedúnculo que empieza en una roseta basal de hojas y acaba en unos capítulos florales normalmente más grandes. Le sigue B. perennis, generalmente un poco más baja y con capítulos también un poco más pequeños, y por último B.annua, con hojas distribuidas ya un poco por el tallo y la más pequeña de todas, por eso es conocida como margaritilla.
Pero todas estas características no son fáciles de determinar en el campo, así que siempre terminaremos estudiándolas bajo la lupa para verificar la especie.
Bellis sylvestris, detalle de porte y flor. / herbarivirtual.uib.es
Bellis perennis, detalle de porte y flor / www.floracatalana.net
Justamente en ese contexto, estudiando todo el material existente en los herbarios de B. annua, se ha observado que existían ciertas formas con una serie de características constantes que parecían indicar que se trataba de una especie distinta. Estas plantas, todavía más pequeñas, tenían brácteas agudas con pelos todos semejantes, las flores liguladas también de menor tamaño y los aquenios con pelos claviformes.
Pero, ¿qué es eso de las brácteas?, ¿y las flores liguladas?, ¿y los aquenios? Para entender esto primero hemos de explicar, aunque sea por encima, la flor de las Compuestas, la familia a la que pertenece el género Bellis. Esta familia de plantas incluye todas aquellas que presentan las flores agrupadas en capítulos, como los girasoles. Creo que este es un ejemplo bastante fácil, y aunque hay otras compuestas con capítulos algo diferentes, centrémonos en los girasoles que para el caso que nos ocupa nos sirve y son además bien grandes.
Helianthus annuus, girasol. Detalle de la inflorescencia
Como muchos ya sabéis, cuando hablamos del girasol o las margaritas, estamos hablando de múltiples flores, o mejor dicho, de una inflorescencia en capítulo. Y es que, si os fijáis, cada uno de estos capítulos aúna infinidad de pequeñas flores y en este caso además de dos tipos. Si miramos la inflorescencia de un girasol de frente, lo que vemos es una zona central oscura y una especie de corona alrededor de color amarillo. Lo que hay en el centro son flores tubulares o flósculos, pequeñas florecitas con los pétalos soldados en forma de tubo. En cuanto a la parte amarilla del girasol, o lo que quitamos cuando “deshojamos” la margarita, no son sino las flores liguladas, cuyos pétalos se han soldado formando una lengüeta.
Si le damos la vuelta al capítulo del girasol, vemos como un montón de hojas verdes todas juntas en la base de las flores. Esto son las brácteas, que en las compuestas rodean el capítulo, formando lo que se conoce como el involucro. Y para acabar, las pipas son los aquenios, frutos con una única semilla interior.
Bellis microcephala, la pequeña margarita
Retomemos nuestro relato. Como comentábamos, se había observado que había un grupo de plantas dentro de las clasificadas como B. annua que cumplían siempre con un conjunto de caracteres. Eran de pequeño tamaño, en comparación a B. annua; tenían brácteas agudas y con pelos todos semejantes, a diferencia de B. annua, donde terminan en ángulo obtuso y tienen pelos de diferentes tamaños; tenían también flores liguladas de 2,1 a 3,5 mm, frente a los más de 5 mm de las de B. annua; y por último disponían de aquenios con pelos claviformes, unos pelos ensanchados en el ápice a modo de cabecita, frente a los pelos de similar anchura en toda su longitud de los aquenios de B. annua.
Bellis microcephala, detalle de la inflorescencia. Imagen: Jesús Vílchez / flora.biologiasur.org
Una vez percibidas estas diferencias, que apuntaban hacia dos tipos de formas, los científicos tenían que revisar las anteriores propuestas de nomenclatura (lo que comentábamos de Lamarck y Cavanilles con el roble valenciano), para ver si entre los nombres de la sinonimia hay alguno que se refiera a dichas formas, y si fuera el caso, reivindicar dicho nombre.
Para dicha labor había que ir a las fuentes originales, buscar botánicos que estudiaron el género, la familia o la región en cuestión, estudiar su bibliografía y ver los pliegos tipo para comparar. Actualmente dicha labor es mucho más sencilla que antaño, gracias a la facilidad con la que podemos acceder a obras antiguas a través de internet y también a plataformas donde estudiar digitalmente los pliegos tipo. Tras esto, claro está, con la información obtenida, se puede visitar o pedir en préstamo el material para su estudio en detalle, es decir, ir por ejemplo al herbario de Paris para estudiar y poder tocar los pliegos o que los envíen al herbario de Valencia (pongamos por caso), para que un investigador de la Universitat de València los estudie.
En el caso que nos ocupa, B. microcephala fue descrita en 1891 por J. Lange, botánico alemán que junto a H.M. Willkomm, confeccionó uno de los primeros y más completos estudios florísticos de España, el Prodromus Florae Hipanicae, aunque fue en otra obra donde describió esta especie sobre material recolectado en Granada.
Y es que en algunas zonas de España, como en Andalucía, si que se reconocía esta especie como independiente, pero en la Comunidad Valenciana, los botánicos, tradicionalmente la habíamos sinonimizado a B. annua, es decir, se consideraba que eran la misma planta y que las variaciones que podían observarse eran más debidas a cambios morfológicos debido a algún tipo de condicionante ambiental y que no estaban fijadas genéticamente.
Bellis microcephala, detalle de las brácteas / Herbari VAL. Jardí Botànic de la Universitat de València
Bellis annua, detalle de las brácteas / Herbari VAL. Jardí Botànic de la Universitat de València
Bellis microcephala, detalle del fruto / Herbari VAL. Jardí Botànic de la Universitat de València
Bellis annua, detalle del fruto / Herbari VAL. Jardí Botànic de la Universitat de València
Así, la revisión del material de B. annua recolectado en el territorio valenciano ha sacado a la luz que esta especie, B. microcephala, se extiende por toda la Comunidad pero concentrándose en las zonas más cálidas. La encontramos sobre todo en la provincia de Alicante y en las zonas litorales de las otras dos provincias. Fijar su distribución ha sido posible gracias a una de las principales virtudes de los pliegos de herbario que es, como ya apunto Loscos, el poder ser revisados a lo largo del tiempo y, por tanto, poder echar la vista atrás con los nuevos conocimientos adquiridos.