Las piedras vivientes vuelven al Jardín
Tras algunos años de ausencia, vuelven al JBUV unos verdaderos prodigios de la adaptación y el mimetismo vegetales, las piedras vivientes. La restauración de la Caseta del Romero y la reestructuración del área reservada para las suculentas han permitido de nuevo la presencia en la colección de los Lithops y géneros afines.
Ya os hemos hablado en Espores de las piedras vivientes. Las flowering stones o living stones, son un grupo de plantas, pertenecientes a la familia botánica de las Aizoáceas, que representan una forma extrema de adaptación al medio y de mimetismo vegetal. Viven en los desiertos de Sudáfrica y Namibia, y para sobrevivir en las duras condiciones de sequía y contrastes térmicos propias de estos ambientes, han reducido sus órganos vegetativos a solamente un par de hojas, soldadas en la base y separadas por una fisura en la parte superior, que constituyen el cuerpo visible de estas plantas.
Lithops hookeri. Fuente de la imagen
Desde el punto de vista botánico, corresponden mayoritariamente al género Lithops (cuyo nombre deriva del griego lithos, que significa piedra), aunque también se consideran piedras vivientes en sentido amplio, por su estructura similar, algunas especies de otros géneros afines como Dinteranthus, Lapidaria, Conophytum o Pleiospilos, entre otros.
Lithops lesliei. Fuente de la imagen
Las piedras vivientes crecen parcialmente enterradas en el suelo, y únicamente la parte superior de las hojas emerge en la superficie. Esta zona expuesta adquiere, según las distintas especies, una diversidad de colores, ornamentaciones y texturas que las asemejan a las piedras de su entorno, con lo que estas plantas se mimetizan con el sustrato para evitar ser agredidas por depredadores. De esta manera, resulta difícil localizarlas en su medio natural, incluso caminando sobre ellas.
Es muy ilustrativo en este sentido el relato que hace el naturalista inglés William Burchell, en sus Viajes por el Interior del África Meridional (Londres, 1822), de lo que se considera como el primer hallazgo de una piedra viviente, el 14 de septiembre de 1811, en un desierto sudafricano al sur del río Orange: “Recogiendo del pedregoso suelo lo que supusimos era una piedra de curiosa textura, resultó ser una planta, y además una nueva especie de la numerosa tribu de los Mesembryanthemum; pero en color y apariencia tenía la más cercana semejanza a las piedras, entre las cuales estaba creciendo”.
G.C. Nel, Lithops, University Press, Stellenbosch, 1947. Detalls de la làmina
El crecimiento de estas plantas es lento, y solamente una vez al año renuevan el par de hojas que constituye su cuerpo, secándose y desapareciendo el par de hojas anterior. La aparente invariabilidad que mantienen durante buena parte de su ciclo vital se ve rota también tras las lluvias estacionales, cuando a través de la fisura que separa el par de hojas surge una bonita flor, de color amarillo o blanco según las especies, que se abre característicamente a partir del mediodía y se cierra nuevamente al anochecer. Este es un carácter propio de buena parte de las Aizoáceas, y uno de los géneros típicos, Mesembryanthemum, recibe su nombre de las palabras griegas mesembria (mediodía) y anthemon (flor), por lo que estas plantas son conocidas también como “flores del mediodía”.
Lithops renovando hojas
Lithops en flor
En la renovada colección del Jardín de la Universidad de Valencia se muestran actualmente diversas especies de Lithops, como L. bromfieldii, L. karasmontana, L. fulviceps, L. lesliei, L. hallii o L. hookeri, entre otras, en una representación de los desiertos rocosos sudaficanos, donde están acompañadas por otras especies propias de estos ambientes como Lapidaria margaretae, Pleiospilos nelii, Carruanthus peersii o Conophytum hians. La exposición se irá enriqueciendo en el futuro con la incorporación de nuevas especies.
Exposición de Lithops del Jardín, Lapidaria margaretae
Las piedras vivientes son plantas extraordinarias, y tal como indica el experto en plantas suculentas Gordon Rowley, en el prólogo a la monografía del género Lithops de Desmond T. Cole, “allá donde exista un Jardín Botánico, una exposición de Lithops siempre será necesaria (…), como una de las maravillas del Reino Vegetal que nunca dejan de atraer multitudes y fascinar al público”.