Las cartas perdidas del botánico Pardo Sastrón

El Jardí Botànic conservaba la biblioteca y el herbario de José Pardo Sastrón, y también poco más de un centenar de cartas que no reflejaban su extensísima correspondencia con otros botánicos y científicos. El herbario, de un gran valor para el estudio de la flora, se perdió casi en su totalidad en la riada de Valencia. Pero los documentos tienen su propio camino y hace poco aparecieron nuevas cartas, que seguramente se separaron del total en algún momento, y que arrojan algo de luz al gran trabajo que realizó el botánico aragonés con toda la historia que le acompaña. Hablar de la correspondencia, de los fajos de cartas que se guardan en alguna caja en lo alto de un armario, suena como la galaxia, muy, muy lejano. Sin embargo, cuando queremos asomarnos al pasado y tratar de entender algo de la historia que no vivimos, en este caso, de la botánica, las cartas pueden convertirse en un auténtico tesoro. ¿Cuántos más seguirán ocultos?

Paseando por el Jardí Botànic de la Universitat de València se observan calles dedicadas a numerosos naturalistas valencianos. Hay donde elegir, pues fueron muchos los que surgieron en esta tierra. Con una única excepción, la calle dedicada al botánico turolense José Pardo Sastrón. ¿Y cuál es el motivo? El delicado gesto que tuvo en su momento la dirección del Jardín, que quiso así premiar el detalle de los herederos de este farmacéutico apasionado de las plantas de donar a Valencia su herbario, su biblioteca y su archivo.

¿Quién era exactamente José Pardo Sastrón?

Podemos resumir mucho diciendo que nació José Pardo y Sastrón en 1822 en Torrecilla de Alcañiz, y que cursó estudios en su pueblo natal, Zaragoza y Barcelona, donde se licenció en Farmacia. Su recorrido profesional le llevó por diversos pueblos turolenses, y le permitió catalogar exhaustivamente tanto la flora fanerogámica como la criptogámica macroscópica de cada localidad; para que nos hagamos una idea de las dimensiones de su trabajo, sólo en Torrecilla reconoció 1.022 especies pertenecientes a 116 familias.

Sin embargo, en este artículo queremos destacar también que su obra aparece fraternalmente ligada a la de Francisco Loscos Bernal, un botánico aragonés de renombre científico europeo, ya que trabajaron juntos, descubrieron especies nuevas, se apoyaron mutuamente y publicaron uno de los libros científicos más genuinamente aragoneses de todos los tiempos, la Serie inconfecta plantarum indigeniarum aragonie (Dresde, 1863), reeditado ampliado poco después ya en castellano como Serie imperfecta de las plantas aragonesas (Alcañiz, 1867).

Portada del libro Sèrie inconfecta plantarum indigeniarum aragonie (Dresden, 1863).

Pardo Sastrón tiene una trayectoria repleta de puntos destacables. Dedicó especial atención al estudio de las plantas medicinales, realizando cultivos en Torrecilla, y publicó algunas de sus experiencias sobre varias especies. Asesoró desinteresadamente a sus convecinos acerca de temas relacionados con la agricultura. Incluso sugirió que la Granja Modelo de Zaragoza, con su tecnología y medios, se ocupara del cultivo de plantas medicinales; la idea no prosperó y, en consecuencia, no se vio favorecida la implantación en Aragón de industrias farmacéuticas básicas. Además, fue corresponsal del Instituto Farmacéutico Aragonés, de los Colegios de Farmacéuticos de Madrid, Granada, Barcelona y de las Sociedades de Naturalistas Isis y Polichia, así como fundador y primer presidente de la Sociedad Aragonesa de Ciencias Naturales, y participó y fue premiado en concursos y exposiciones.

A la izquierda fotografía de Pardo Sastrón./ A la derecha busto de Pardo Sastrón en el Parque de los Botánicos.

En cuanto a las publicaciones, colaboró en Miscelánea Turolense, La Clínica, La Farmacia Española y La Asociación entre otras. Además, se han catalogado alrededor de cincuenta trabajos impresos sin contar libros como: Reliquias que se hallan en el altar de los Santos en la Iglesia Parroquial de Torrecilla de Alcañiz (Zaragoza, 1889), o el Catálogo o enumeración de las plantas de Torrecilla de Alcañiz, así espontáneas como cultivadas (Zaragoza, 1895). Existen también manuscritos inéditos en bibliotecas de diversas instituciones como el Instituto Botánico de Barcelona, la Real Academia de Farmacia de Madrid y, como decimos, en el Jardí Botànic.

Con esta trayectoria, no es de extrañar que a lo largo de su vida fuera objeto de diversos homenajes, así fue nombrado comendador de la Orden Civil de Alfonso X el Sabio, y se erigieron monumentos públicos en su honor en Teruel y Zaragoza después de su muerte en Valdealgorfa en 1909. En cuanto al Jardín Botánico, a la delicadeza por la dedicatoria de la calle a su paisano, correspondieron los vecinos de Torrecilla de Alcañiz y de Valdealgorfa con la gentileza de presentarse en la jornada que el Jardín valenciano dedicó en homenaje a José Pardo Sastrón. Con tal propósito, se desplazaron en autobuses a la ciudad y tuvieron el detalle de interpretar, en aquella jornada festiva, los famosos “Despertadores” de Torrecilla. Era el 23 de abril de 2009, un día inolvidable para quien esto escribe.

Exposició d’alguns dels treballs de Pardo Sastrón./diariodeteruel.es

El legado de José Pardo Sastrón

Ignoramos el motivo que movió a Mariano Pardo Sastrón, en 1925, a donar al Jardín Botánico tan importante legado, pues su hermano José nunca estuvo en esta ciudad ni tuvo relaciones especialmente importantes con el Jardín. Es posible que alguna persona allegada al mismo, o a Francisco Beltrán Bigorra que entonces lo dirigía, interviniera en el asunto. Así al menos parece desprenderse de la información sobre la cesión que se hacía en la Sección Valenciana de la Sociedad Española de Historia Natural en la sesión del 25 de junio de 1925:

El Jardín Botánico de la Universidad ha recibido un valioso donativo. Consiste en el herbario, biblioteca y correspondencia científica del ilustre botánico aragonés D. José Pardo Sastrón, cedido por su hermano D. Mariano, que, dando una hermosa prueba de patriotismo, prívase de reliquia tan valiosa de su querido hermano.
La importancia del herbario es grandísima; basta recordar que figuran en el mismo tipos de plantas que describió el referido botánico en colaboración con otro sabio también aragonés, con el gran Loscos, amén de mil formas críticas herborizadas por ambos y que representan valiosos ejemplares de consulta.
Entre los libros figuran algunos agotados y rarísimos, abundando notas marginales escritas por Pardo, que son de grandísima importancia.
En la correspondencia figura la mantenida con Loscos, Colmeiro y otros botánicos. Debe ser consultada por todos quienes se interesen por la historia de la flora española, ya que en ella se leen páginas interesantísimas.
Merece especial gratitud la intervención de D. Vicente For, que ha llevado la gestión encaminada a la posesión de tan valiosos documentos con todo éxito.
Los reunidos se congratularon de que nuestro Jardín Botánico haya logrado alcanzar tan interesantes materiales para el estudio de nuestra flora e historia de la Botánica patria, felicitando al Sr. Beltrán por su labor y actividad.

Con los libros vinieron asimismo los paquetes de plantas que componían por entonces su herbario. Pero la terrible inundación que sufrió esta capital en 1957, y que afectó especialmente a la zona donde está ubicado el Jardín, arruinó la mayor parte de los pliegos, así como alguno de sus libros y papeles.  Y aunque éstos pudieron recuperarse en su mayor parte, al menos a juzgar por lo que hoy podemos ver, eso sí, encontrando a veces con alguna mancha de barro en los bordes de los textos, el herbario prácticamente se perdió.

Las cartas, perdidas y halladas, de José Pardo Sastrón

En nuestras investigaciones sobre los fondos de José Pardo Sastrón conservados en el Jardín comprobamos hace años la existencia de 111 cartas, borradores y copias fechadas entre 1856 y 1901. Una cifra extremadamente baja que nos hizo pensar que durante la famosa riada debió perderse el grueso de su correspondencia. Y no andábamos muy desencaminados. Circunstancias que no hacen al caso pusieron en nuestras manos, hace ahora exactamente un año, un pequeño paquete con nuevas cartas del botánico que debió desgajarse de la colección original, tal vez para secarlas, pues tienen todas manchas de barro seco en los márgenes.

Se trata de un conjunto de 237 misivas nuevas que, estamos convencidos, es tan solo una pequeña porción de lo que debió constituir el legado completo, que en su mayor parte se perdió con la inundación. Es muy significativa la carta en la que Pardo comenta a Carlos Castel, con motivo del libro que éste dedicó a Francisco Loscos tras su muerte, que tiene “varios cientos” de cartas del botánico de Castelserás, cuando hoy tan solo conocemos 140.

Por otra parte, hay un documento sucio de barro en el que se aprecian perfectamente las cuerdas que ataban el paquete de epístolas, y ya que nadie liga con cuerdas fuertemente un pequeño manojo de papeles de apenas 3 o 4 centímetros de grosor como el de las cartas que nos trajeron, sino un paquete voluminoso y grueso, de ahí nuestra convicción que se perdieron o estropearon de forma irreversible muchos más documentos entre las aguas.

El estudio de la correspondencia de José Pardo Sastrón nos permite, por ejemplo, conocer que cuando el 20 de mayo de 1850 Francisco Loscos se dirige a su colega para estudiar juntos la botánica aragonesa, Pardo llevaba al menos dos años haciéndolo ya y contaba con un catálogo y herbario de alrededor de 650 especies clasificadas. Es decir, que Pardo llevó la iniciativa en los primeros momentos, aunque pronto Loscos tomó la dirección del grupo de trabajo. También conocemos la asesoría que recibieron en los primeros momentos de Miguel Colmeiro, catedrático de Botánica en el Real Jardín Botánico, hasta la ruptura de relaciones científicas, o las dificultades de todo tipo en que se movieron siempre estos farmacéuticos y botánicos turolenses.

En resumen, esta nueva parte de su correspondencia, que llevaba años perdida, supone volver a tirar del hilo de un conjunto de noticias del mayor interés para la historia de la botánica española. Ahora sabemos un poco más de quienes dedicaron su tiempo a nuestra flora, podemos consultarlo en el Jardín Botánico, y seguir alerta por si nuevos papeles antiguos e interesantes se dignan a aparecer.

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Profesor emérito de la Universidad CEU Cardenal Herrera
Me gusta escribir reseñas de cine en Filmaffinity y ser agricultor de secano en Segorbe. Aunque el Real Zaragoza esté en segunda división, soy zaragocista y del Calamocha CF. Me corto el poco pelo que me queda el último día de los meses nones.
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