Plantas que bailan
Desmodium motorium se ha hecho famosa porque sus foliolos laterales rotan arriba y abajo cada tres o cuatro minutos, una velocidad inusual en la que algunos han querido ver una pauta de movimiento que se ha comparado con la alternancia de las tres posiciones de los semáforos.
El nombre de motorium le viene a la planta telégrafo como anillo al dedo porque es capaz de moverse como si tuviera bisagras motorizadas que le permiten abrir y cerrar sus hojas de arriba a abajo. De hecho esa es su estrategia para maximizar la obtención de luz y sobrevivir: moverse constantemente marcando una trayectoria elíptica que le permita posicionar sus hojas más grandes hacia las zonas en las que la luz del Sol incide con mayor intensidad. Para ganar agilidad, además, esta planta tiene dos pequeños volantes en su base, un pequeño complemento, que le permiten ahorrar una gran cantidad de energía en cada movimiento.
El caso de Desmodium motorium (también llamada planta semáforo, planta telégrafo y Desmodium gyrans) ha llamado la atención de mucha gente porque creían que ésta se movía al ritmo que le marcaba la música. Sin embargo, en esta afirmación hay algunas imprecisiones, como por ejemplo, el hecho que la planta telégrafo mueva sus hojas cada periodos de tiempo de apenas unos minutos de forma violenta y perceptible para el ojo humano pero que lo haga de forma continua e instintiva, es decir, independientemente de que haya música o no.
Más allá de esta anécdota, Desmodium motorium es un arbusto de la familia de las fabáceas nativo de Asia tropical. Su presencia es abundante en países como Taiwán, Vietnam, Pakistán, Indonesia, Camboya, Laos o Malasia. La planta se conoce desde hace siglos, y fue detalladamente descrita por Darwin en su obra La energía del movimiento en plantas (1880). Según los horticultores, se trata de una variedad relativamente fácil de mantener que sólo requiere abundante luz y riego constante. Debe colocarse en un lugar de semisombra, evitando que los rayos caigan directamente en ella y abonarse de forma cuatrimestral. La planta telégrafo puede alcanzar los 50-60 centímetros de altura y en su época de floración presenta pequeñas flores de color púrpura.
Otras plantas bailarinas: Mimosa púdica y Venus atrapamoscas
El de Desmodium motorium no es el único caso de plantas que bailan. Es como si el ser humano, en su incesante búsqueda de respuestas, intentara buscar plantas capaces de realizar actividades propias de los animales. Entre los casos más conocidos de plantas que se mueven de forma constante y documentada destaca la Mimosa pudica (también llamada no me toques o dormilona) un arbusto originario del sur del continente americano y que presenta la inusual característica de parecer marchito ante la amenazada de un predador. El contacto del ser humano también hace que sus hojas se plieguen, lo que le ha valido ganarse el nombre de vergonzosa.
Mimosa pudica
Al igual que la planta semáforo la Mimosa pudica también pertenece a la familia de las fabáceas (Fabaceae) dentro de la cual encontramos cultivos más comunes como el guisante o la judía. La mimosa no es una planta muy longeva y como mucho puede vivir cuatro o cinco años. Su altura máxima en este tiempo no será superior a un metro. No requiere demasiados cuidados, aunque sí agua y luz constante. De fácil drenaje, durante el verano la vergonzosa se llena de pequeñas flores de pequeño de colores vistosos entre los que se encuentran los tonos malvas y rosas.
Debido a su capacidad para parecer “mustia” en los momentos críticos, la Mimosa pudica no debe podarse ya que será ella misma la que a través de un mecanismo interno elimine sus partes muertas o que ya no le sirven. Si queremos aprovechar el movimiento de esta planta al máximo podremos tutorarla para que se convierta en trepadora. Lo haremos con palos que le sirvan de guía para poder ascender.
Dionaea muscipula
El otro ejemplo de planta que “baila” es la Dionaea muscipula (también conocida como Venus atrapamoscas) una planta carnívora que se alimenta de insectos y arácnidos. En el caso de la Venus, los movimientos vienen marcados no por la presencia de predadores sino de presas. Cada uno de sus lóbulos (hojas) contiene tres diminutos pelos sensitivos en el exterior que sirve como estimulador. Cuando una posible presa se acerca a alguno de ellos, su trampa se activa, lo que hace que se cierre bruscamente. Sin embargo, el cierre no es completamente automático: sólo se produce si la estimulación se prolonga durante varios segundos (por ejemplo, si un pequeño animal se posa sobre ellos).
